martes, 24 de diciembre de 2013

FELICES FIESTAS 2013


Ha pasado algún tiempo desde la última vez que he escrito algo en este blog y pese a que las aguas han estado bastante revueltas por estos andurriales, finalmente han vuelto a su cauce, por lo que hoy puedo estar aquí, con vosotros/as, para felicitaros en este periodo de fiestas que llamamos Navidades.


En pocas palabras, pasadlo muy bien durante estos días. No importa si los estáis celebrando con vuestra familia y amigos, o trabajando como locos, o simplemente relajándoos con unos más que merecidos días de descanso... estas fiestas son para vosotros/as, así que disfrutarlas como se merecen.


Y ya sabéis... 




¡¡¡FELICES FIESTAS!!!


martes, 5 de noviembre de 2013

BC 1: EL PRISIONERO


En la forzada soledad en la que se encontraba, el vacío no carecía de sensaciones. Su cuerpo estaba entumecido, dolorido, por los largos días de cautiverio. La primera vez que había despertado se había revuelto como una bestia salvaje, tensando inútilmente sus músculos y forcejeando contra la presión de las gruesas cadenas metálicas que inmovilizaban sus brazos. Nunca supo cuánto tiempo estuvo luchando por liberarse. Mucho, se imaginaba. En cualquier caso, tampoco podía hacer otra cosa.

Sus únicos compañeros habían sido desde entonces el zumbido constante de unos motores gigantescos pero lejanos a pesar de todo, el hedor de su propia orina y heces, y el dolor provocado por las ataduras que lo inmovilizaban cruelmente de pie y con los brazos abiertos en cruz. Al principio, había soportado el suplicio con entereza. Ni siquiera el hecho de que nadie le llevase comida ni bebida alguna minó su resolución para mantenerse con vida a toda costa. Y sin embargo, con cada fragmento de tiempo que se escurría entre sus dedos, notaba cómo sus fuerzas flaqueaban imperceptiblemente hasta que acabó llegando el momento en que dejó de mantenerse en pie por sus propios medios y su cuerpo quedó suspendido dolorosamente en el aire, arrastrando los pies por el frío suelo metálico mientras sus maltratados brazos soportaban todo el peso del cuerpo.

Debatiéndose entre la vida y la muerte, descubrió que una espesa niebla parecía oscurecer la parte de su cerebro donde se almacenan los recuerdos. En los primeros días de su cautiverio, se había esforzado por hallar un modo de escapar, pero cuando por fin había comprendido que aquello era imposible, había descubierto la importancia de las preguntas: por ejemplo, quiénes eran sus captores y, más importante aun, quién era él. Para su gran angustia, pronto descubrió también que la ausencia de recuerdos dejaba un vacío más doloroso que cualquier magulladura provocada por los grilletes y más temible que la soledad de su encierro.

¿Quién soy? Ése era el quid de la cuestión. La pregunta que lo atormentaba con más frecuencia era la más importante de todas. Si tan sólo supiese su nombre o albergase algún recuerdo al que poder aferrarse en su desesperación, estaba seguro de que podría soportar su encierro aunque le ocasionase la muerte. Sin embargo, de alguna forma, sus misteriosos atormentadores le habían arrebatado incluso esa posibilidad. Y sin embargo, durante ese tiempo de introspección abocada al fracaso, había decidido que si su destino era morir en la ignominia, lo haría con toda la dignidad de la que fuese capaz. Sin embargo, otra parte de él estaba aterrada ante la posibilidad de que el paso del tiempo minase incluso aquella resolución interior. Escupiendo una última maldición entre sus labios resecos, cerró los ojos dentro de la capucha que cubría su cabeza y se resignó ante lo inevitable.

-.-

No sabía cuánto tiempo estuvo inconsciente. Debía estar más débil de lo que se había imaginado, ya que cuando volvió en sí, descubrió que no estaba solo. Dos hombres nerviosos se esforzaban por limpiar su cuerpo con trapos húmedos, intentando hacerlo tan rápido y silenciosamente como les fuera posible. Estaban aterrorizados. Seguía sin poder verlos directamente por culpa de la condenada capucha, pero podía oler su miedo. Era tan palpable como el frío que sentía ahora la piel de su espalda contra la fría superficie metálica del suelo. Parecía evidente que lo habían tumbado boca arriba en algún momento desde su última pérdida de consciencia.

-Agua, agua-, suplicó una voz rota y quebrada que apenas reconoció como la suya.

Los hombres detuvieron su labor al instante, como si hubiesen sufrido una repentina descarga eléctrica. Probablemente estuviesen inseguros acerca de qué debían hacer a continuación. Una voz metálica y autoritaria tomó la decisión por ellos.

-Dadle agua-, ordenó. Sus palabras eran graves y fuertes, pero parecían que estaban siendo filtradas a través algún instrumento artificial. 

Los hombres obedecieron inmediatamente. Respirando agitadamente, uno de ellos le sostuvo la cabeza con sus manos mientras su compañero tiraba del cordón que anudaba en esos momentos la capucha a su garganta. El nudo no se soltó al primer intento. Quien fuera que lo hubiera hecho, lo había apretado a conciencia. No obstante, el hombre consiguió deshacerlo y retiró despacio la capucha.

Aunque hubiese querido ver el rostro de otro ser humano, incluso el de aquellos hombres, se obligó a cerrar los ojos al percatarse de que había pasado demasiado tiempo en la oscuridad y podría quedarse ciego para siempre ante la repentina aparición de la luz. Sin saber cómo había llegado a esa conclusión, ni cómo había conseguido recordarla, la puso en práctica sin dudar en el mismo momento en que se le pasó por la cabeza.

Cuando le retiraron la capucha, dejó de notar la calidez de su propia respiración contra la cara y respiró por primera vez una bocanada de aire más fresco. A pesar de su calamitoso estado, la sensación lo estremeció de alivio. Poco después notó un pequeño chorro de agua cayendo sobre sus labios resecos. Abrió al boca cuanto pudo, intentando olvidar su estado de postración, para beber de nuevo aquel líquido vivificador. Se atragantó un par de veces al beber, pero no dejó de hacerlo. No sabía cuánto tiempo podría pasar antes de que sus carceleros volviesen mostrar ningún tipo de clemencia con él.

Una vez que se terminó el agua, los hombres volvieron a su labor original. Con movimientos ágiles, le limpiaron la cara, los brazos y el cuerpo, con el mismo cuidado y esmero como si estuviesen realizando los rituales de purificación de un venerable espíritu-máquina. Cuando terminaron, pudo oír cómo recogieron sus utensilios y abandonaron su prisión con la misma rapidez que habían demostrado antes.

Nuevos sonidos irrumpieron en la oscuridad. Unas servojunturas crujieron con esfuerzo y unos pasos pesados se pusieron en marcha, acercándose. El prisionero percibió una vaga sensación de familiaridad al escuchar esos ruidos, como si algo se removiese en alguna parte ignota de su cerebro, pero no pudo identificar el recuerdo que trataba de surgir. Hubo un intenso olor a aceite para armas y luego más ruidos metálicos. Los sonidos chirriantes se acercaron y recogieron del suelo lo que debían ser las cadenas que lo habían inmovilizado durante tanto tiempo. Sin poder creérselo del todo, comprobó con estupor que aquello era cierto. Lo habían liberado de sus grilletes. Hizo un esfuerzo por rodar hacia un lado y trató de ponerse en pie, pero lo único que consiguió fue colocarse de rodillas mientras sus débiles brazos trataban de evitar que su cara se estrellase contra el suelo.

-Harías mejor en conservar tus energías, hermano-, le aconsejó la voz metálica. A pesar de que el filtro artificial impedía distinguir el tono de su propietario, el prisionero estuvo seguro de haber percibido un matiz divertido en sus palabras.

-¿Quién eres?

-Mi nombre es Lambo.

-¿Por qué me habéis encerrado?-, exigió saber indignado. -¿Dónde estoy?

-Estás a salvo, hermano. Al menos, por ahora. Es todo cuanto puedo decirte.

Los ruidos metálicos volvieron a ponerse en marcha, alejando a su interlocutor de la sala con pisadas firmes y pesadas. Pronto escuchó cómo alguien cerraba y aseguraba una puerta de metal, probablemente la de su celda, y los chirridos, más amortiguados que antes, se alejaron hasta desaparecer por completo. El prisionero se sentó en la oscuridad, tratando de ignorar el frío y la debilidad. "Estás a salvo, hermano. Al menos, por ahora". No podía confiar en las palabras de aquel perro guardián, pero tuvo que reconocer a regañadientes que su situación había cambiado, generando más preguntas que respuestas.

-.-

No tardaron mucho tiempo en volver a visitarlo. No tanto como se había temido, en cualquier caso. Sintió más que vio, cómo se encendía la luz de su celda unos escasos segundos antes de que abrieran la puerta. Eran los dos hombres que lo habían limpiado. Reconoció su olor en el mismo momento en que cruzaron el umbral. Seguían teniendo miedo, pero no tanto como en su última visita. Uno era alto y desgarbado, de pelo moreno y piel pálida. El otro era corpulento y bajo, y sus ojos estaban enmarcados por unas ojeras permanentes. Ninguno de los dos vestía de uniforme, nis sus ropas mostraban emblema o signo alguno que delatase sus lealtades. Lo único que pudo deducir de ellos por sus atuendos oscuros y gastados es que debían ser parte de la tripulación del navío espacial en el que se encontraban.

Ahora que se atrevía a mirarlos durante unos segundos sin temor a que la luz dañase sus ojos, el prisionero pudo comprobar inmediatamente que, comparados con él mismo, parecían hombrecillos hechos de barro. Pese a su estado de debilidad, cada fibra de sus músculos era tan resistente como el hierro y no le cabía ninguna duda de que si se ponía en pie, empequeñecería fácilmente su tamaño. De hecho, incluso parecían moverse de forma ineficiente. El prisionero ignoraba cómo sabía estas cosas, pero estaba tan seguro de sus intuiciones que no le quedaba más remedio que confiar en ellas a falta de tener información más precisa.

Cada vez que venían, los hombres dejaban unos cubos llenos de abundante comida y bebida, recogían los que hubiesen quedado vacíos desde su última visita y se marchaban tan rápida y silenciosamente como habían llegado. También le habían traído una enorme túnica gris con la que cubrir su cuerpo desnudo. Una deferencia innecesaria pero que su orgullo agradecía a pesar de todo. Lambo no volvió a visitarlo, pero el prisionero no se dejó engañar por las apariencias. Sabía que estaba cerca, tal vez al otro lado de la única puerta de su celda. Su olfato percibía allí el olor del aceite para armas que lo acompañaba. "Tarde o temprano tendré que enfrentarme a él para escapar", decidió en silencio. Por ahora, habría de adoptar el papel del buen prisionero, alimentándose para devolver las necesarias energías a su cuerpo, aunque era perfectamente consciente de que su situación no podía prolongarse más de lo necesario.

-.-

Una vez más, el globo lumínico del techo se encendió sin previo aviso unos segundos antes de se abriera la compuerta de su celda. El prisionero se protegió como pudo los ojos. Los goznes de la puerta chirriaron como era habitual. Sin embargo, una figura acorazada entró en el interior de la sala haciendo los mismos chirridos que había provocado Lambo. Esta vez el prisionero no dudó en mirar.

Las palabras bizarra y extravagante no podían hacerle la menor justicia al recién llegado. Tenía la forma de una figura vagamente humanoide, enorme, blindada y acorazada. Un grueso par de cuernos  antinaturales, parecidos a las astas de un uro, brotaba con naturalidad desde lo alto de su yelmo. Su amplio peto estaba enmarcado por gruesos cables negros cruzándose en el centro, que a su vez estaban protegidos por pequeñas cadenas de energía brillante, una energía a todas luces malsana y enfermiza. Amplias hombreras, una con remaches plateados y otra con la insignia pintada de los eslabones de una cadena rota, protegían los guanteletes blindados. Las piernas también estaban blindadas y lucían más remaches por debajo de las junturas de la rodilla. La figura blindada llevaba en su espalda una extraña mochila blindada que tenía por extremos una tobera a derecha e izquierda. Su captor estaba armado, por supuesto. En su mano derecha portaba un sólido bastón de metal y circuitería eléctrica, mientras que de costado blindado izquierdo colgaba magnéticamente una enorme pistola, a juego con el tamaño de su propietario.

Desde el momento en que sus miradas se cruzaron, el prisionero tuvo dos certezas. La primera se basaba en el conocimiento intuitivo de que el extraño portaba algún tipo de armadura blindada, algo llamado "Mark V" o "Modelo Herejía", pese a que no pudo reconocer la insignia de la hombrera, la cadena rota, ni tampoco el patrón negro y bordes plateados que ostentaba la armadura. La segunda certeza que tuvo en ese momento era que estaba seguro de que el bastón era un arma, una que podría segar con su vida con tanta facilidad como la pistola "bolter" del extraño.

-¿Quién eres?

-Sal de la celda-, ordenó el otro a través de los altavoces de su yelmo. -Ahora.

El prisionero no obedeció al instante. Su mirada no mostró temor alguno, sino el desafío frío y sereno de un soldado dispuesto a vender cara su vida en su último combate. Sin embargo, la figura acorazada no pareció percatarse y salió de la celda sin comprobar si le seguía. "Mejor morir fuera que dentro", razonó el prisionero recurriendo a todo su pragmatismo para hacer exactamente lo que le había dicho su enemigo.

Por primera vez, cruzó el umbral de la puerta y salió a un oscuro pasillo, cuya penumbra apenas era interrumpida por la débil luz emitida por dispersos lúmenes y globos luminosos, demasiado distantes unos de otros para conferir una iluminación adecuada. A parte de la figura acorazada y de él mismo, no había nadie más en el corredor, que era ligeramente estrecho para que ambos se moviesen con comodidad, aunque desde luego no  era tan claustrofóbico como la mísera celda que acababa de abandonar.

El extraño comenzó a caminar, Las placas de la armadura crujieron por el esfuerzo, provocando pequeños ecos en el pasillo, y una débil murmullo se desprendía de las toberas de su mochila. La figura acorazada dio cinco pesados pasos antes de darse cuenta de que no lo estaba siguiendo. De repente, se giró con una rapidez que desmentía su enorme tamaño y lo señaló con el bastón a modo de advertencia.

-¡No debes separarte bajo ningún concepto de mí!

-No iré a ninguna parte hasta que me expliques dónde estoy o por qué debo seguirte.

-Tengo todas las respuestas que buscas, hermano, pero no te las daré en un vulgar pasillo.

-¿Dónde entonces?-, preguntó él suspicaz.

-En mi biblioteca, por supuesto. Ven, no me hagas perder más tiempo.

-No.

El yelmo de la servoarmadura le impidió contemplar la reacción de su interlocutor, pero su silencio fue del todo elocuente. Durante unos tensos segundos, el extraño no dijo nada. Tampoco se movió. Las lentes que cubrían sus ojos simplemente se enfocaron en él, como si fuese un insecto demasiado atrevido. El prisionero separó despacio su piernas y tensó su cuerpo, listo para afrontar su última batalla.

-¿Es que prefieres pudrirte en esa celda?-, quiso saber finalmente el extraño. Al terminar la pregunta, apoyó su bastón de metal en el suelo, con un movimiento pausado y tranquilo, pero en absoluto inocente.

-Ignoro qué es lo que pretendes... pero te aseguro que no te seguiré como una res al matadero.

-Te juro que nadie va a hacerte daño, hermano. Sólo...

-¡Deja de llamarme hermano!-, le interrumpió él furioso. Había sufrido demasiado dolor y demasiadas humillaciones para poder contener sus emociones. Estuvo a punto de dejarse llevar, de saltar sobre su adversario y tratar de arrancarle el bastón metálico de sus manos blindadas. Sin embargo, su enemigo usó contra él un arma que lo dejó completamente indefenso.

-¿No recuerdas nada, verdad? Has olvidado tus orígenes, tu pasado... lo has perdido todo. ¿No es cierto?

El prisionero apretó la mandíbula sin saber qué podía contestar. Su instinto le pedía, no, le exigía, que acabase con esa farsa. Tenía el alma de un guerrero, de eso no le cabía ninguna duda. Si su adversario lo derrotaba, habría obtenido una muerte honorable. En caso contrario, podría explorar la nave y llevarse consigo a cuántos enemigos pudiese antes de morir, como inevitablemente sabía que ocurriría.

-Tu nombre es Quintus.

-Quintus-, repitió él estúpidamente. Aquel nombre parecía insubstancial. No trajo ningún recuerdo perdido a su torturada memoria. No era nada... pero al mismo tiempo el simple hecho de tener ese nombre templó  sus ánimos considerablemente.

-Ven a mi biblioteca, hermano. Te juro que allí encontrarás todas las respuestas que buscas.

lunes, 21 de octubre de 2013

CANCIÓN-OCULTA (6 - 3)

Algún reino de la Umbra Media

Canción-Oculta observó con silencioso disgusto el paisaje que los rodeaba. Una sucia llovizna caía sin tregua desde un cielo oscuro e inmisericorde sobre colinas llenas de matorrales muertos y barro enfangado. No parecía haber nada excepcional que perturbase la serenidad del joven Philodox de los Colmillos Plateados, pero sus otros sentidos se veían atacados por cientos de pequeños detalles inquietantes.

Su olfato percibía fuertes hedores que competían entre sí por revolverle las tripas. Por un lado, creía distinguir el característico olor de la carne quemada, muy parecido al de una parrilla, pero con una terrible intensidad. La sensación iba y venía, sustituida a ratos por pesados hedores a azufre, productos tóxicos y otros productos más infames. No obstante, el alfa de las Cinco Garras de Gaia estaba más preocupado por los lejanos sonidos que percibía con sus oídos. Parecían ecos distantes, truenos de una lejana tormenta, pero en realidad eran cientos, no miles, de gritos agónicos.

-No os separáis-, ordenó sin necesidad a sus hermanos, al tiempo que comenzó a dar sus primeros pasos en ese nauseabundo reino de la Umbra.

Sus pesados pasos en forma Crinos provocaron inmediatamente leves hundimientos en el suelo de la colina y el característico sonido de cientos de huesos astillándose al verse sometidos a una presión imposible. Canción-Oculta se quedó completamente quieto, asustado, y sus hermanos de manada hicieron lo propio. Daba la sensación de que la colina estuviese formada por barro y cientos de cadáveres... como si se tratase de una siniestra fosa común. Raimorantha confirmó sus peores sospechas cuando excavó unos segundos en el barro que yacía bajo sus patas lobunas, hasta dejar al descubierto unos huesos que todavía conservaban trozos de carne putrefacta unidos a ellos.

-¿Dónde estamos, Lars?-, preguntó Crow.

-En el parque de atracciones favorito del Wyrm-, se apresuró a responder Faruq mientras el Theurge consultaba de nuevo la brújula-fetiche. Su broma de mal gusto únicamente le ganó una mirada reprobatoria de todos los presentes.

-No lo sé-, reconoció finalmente el Theurge, -pero el Ojo no indica ninguna dirección.

-Me lo temía-, gruñó Crow huraño.

Canción-Oculta no podía culparlo. El Ahroun Fianna no temía a ningún enemigo, pero estaba claro que este lugar le provocaba escalofríos. Igual que a él. Y para colmo, el tótem espiritual de su manada había desaparecido tan sólo unos instantes antes de llegar a este lugar, como si lo hubiese evitado a propósito, aunque bien mirado, había hecho exactamente lo mismo en el Campo de Batalla.

-Entonces tendremos que explorar un poco por nuestra cuenta-, dijo intentando ignorar sin éxito el nuevo crujido de huesos y la succión del fango provocada por sus pies al avanzar de nuevo. Se moría de ganas de dejar atrás esa endiablada colina.

El viaje a través de la Umbra no había sido precisamente tranquilo. Cuando Selene brillaba en lo alto de la bóveda celestial, habían recorrido las Sendas Lunares siguiendo las instrucciones de Lars, que a su vez, interpretaba las indicaciones de su brújula-fetiche, y habían descansado en lugares tranquilos cuando le llegaba el turno de gobernar en los cielos a Helios. Por fortuna, la Incarna había dejado atrás sus facetas más sombrías, revelando el equilibrio subyacente en la media luna.

No obstante, su viaje no había carecido de imprevistos peligrosos. Durante la primera noche, un grupo de espíritus menores del Kaos de múltiples colores y formas cambiantes, les habían seguido, distrayéndoles y molestándoles siempre que podían con sus juegos sin sentido. La manada había tratado sabiamente de ignorarlos, pero cuando los pequeños espíritus empezaron a congregarse a su alrededor hasta el punto de no poder entrever con seguridad el camino que estaban siguiendo, se vieron obligados a ahuyentarlos con fieros aullidos y golpes que no pretendían hacerles verdadero daño.

En otra ocasión, repentinas ráfagas de fuertes vientos umbrales habían amenazado con expulsarlos de las sendas conocidas. Faruq y él estuvieron a punto de volar por los aires de esa forma, de no haber sido por los esfuerzos de Raimorantha y Susurros-del-Pasado, que lograron cogerlos antes de que fuese demasiado tarde. Gracias a Gaia, ambos Garou estaban lo bastante cerca de ellos para salvarlos en ese justo momento. De otro modo, Canción-Oculta no quería pensar en la suerte que hubiesen corrido.

Este último suceso había puesto un fin definitivo a sus recelos naturales con el Señor de la Sombra. "Ya es uno de los nuestros", reflexionó orgulloso unas horas después cuando lo vio discutir con Crow y Faruq por una tontería sin sentido. "Ha abandonado las peligrosas costumbres de su tribu y se ha convertido en un hermano de pleno derecho de nuestra manada."

Cuando llegaron a lo alto de la colina, descubrieron un paisaje más desolador que cualquier otro que hubiesen podido concebir sus mentes. Mirasen donde mirasen, las lluvias y los pequeños cúmulos de vapores nocivos no dejaban entrever nada más que el contorno de nuevas colinas enfangadas. El lejano coro de gritos se vio interrumpido por un brusco estrépito, provocado por un desprendimiento que partió de una de las elevaciones más cercanas a su derecha. El deslizamiento de barro dejó a su paso un retal macabro de huesos y cadáveres podridos claramente humanos en unos pocos segundos. Casi al mismo tiempo, un hedor dulzón a descomposición abrumó a todos ellos.

Raimorantha fue el primero en sobreponerse a la impresión y empezar un cuidadoso descenso por la pendiente en la que se encontraban. El resto lo siguió en silencio conteniendo las arcadas. En la lejanía, los gritos distantes recuperaron su cadencia y ganaron intensidad. Parecía que los propietarios de esos gritos estuviesen sufriendo una agonía atroz, pero el número, la escala pura de ese sufrimiento, desbordaba toda lógica. "En el nombre de Gaia, ¿qué está pasando aquí?", se preguntó el Colmillo Plateado.

-No deberías preguntarle a Ella. Este lugar no le pertenece precisamente-, replicó con sarcasmo la voz invisible que lo había acompañado desde su más tierna infancia. Canción-Oculta preparó sus defensas mentales para un nuevo asalto de su maldición particular, pero la voz permaneció callada, a la espera, y eso le causó más angustia que cualquier abuso o recriminación que hubiera podido sufrir de su parte, porque intuía que sólo estaba aguardando, lista para saltar en el peor momento posible.

El Philodox abandonó sus sombrías reflexiones cuando se percató que Raimorantha se había detenido al pie de la colina, con la cabeza ladeada hacia la izquierda y las orejas alzadas. Cuando se concentró en aislarse de sus miedos para intentar averiguar que había sobresaltado al Fenris, descubrió una voz humana, masculina, que apenas se oía por encima de los gritos. Estaba cerca de su posición y, aunque queda, parecía estar cantando...

-And you give yourself away/ and you give yourself away/... and you give/ and you give/... and you give yourself away.

Aquella canción reabrió viejas heridas emocionales en el interior de Canción-Oculta, que, conmocionado, permaneció inmóvil durante unos segundos, como si hubiese quedado petrificado por una poderosa maldición.

-No, no, no...-, murmuró con voz queda.

-¿Qué te pasa?-, le preguntó Lars preocupado.

No logró entender del todo lo que el Fenris le estaba preguntando, pero recuperó por completo de dominio de sí mismo. "No puede ser", se dijo a sí mismo para darse ánimos. "Yo mismo maté a ese jodido psicópata en Vancouver". No obstante, la canción prosiguió felizmente ajena a sus protestas:

-My hands are tied/my body bruised.

Canción-Oculta salió corriendo en ese momento. Sus hermanos de manada lo siguieron inmediatamente, sin perderlo de vista. El corazón le latía atronador con la fuerza de un volcán en erupción. La rabia y el miedo que lo inundaban en esos momentos fueron suficientes para ignorar los crujidos de los huesos y la succión del fango. Tan concentrado estaba en la carrera contra sus miedos imposibles que no se dio cuenta de que Raimorantha y Faruq se habían puesto prácticamente a su lado, protegiendo sus flancos en caso de un ataque por sorpresa, mientras el resto trataba de alcanzarlos.  El origen de la voz cada vez estaba más cerca. Unos metros más y lo alcanzarían. Canción-Oculta no fue consciente de que había preparado sus afiladas garras para cuando llegase ese aterrador momento.

-She's got me with/nothing to win and/nothing left to lose.

Por fin, llegó al otro extremo de la colina. Tal y como temía, la voz procedía de un hombre que debía estar muerto. Sólo tuvo que fijarse en su contorno familiar para darse cuenta de que por imposible que pareciese, era él. Sabía que tenía el rostro y el cuero cabelludo cubiertos de pequeñas cortes que se debía haber provocado con el sangriento filo del cuchillo que manejaba con su mano derecha. Sabía que sus ropas estaban hechas jirones y cubiertas de sangre. Y sabía lo que le estaba haciendo a su víctima, una pobre joven de unos dieciséis años. Ya había visto todo eso, en el recinto ferial de la Expo de Vancouver.

-With or without you/ with or without...

No obstante, estaba claro que todavía no lo había visto todo. Esta vez aquel hijo de puta bastardo había tenido tiempo suficiente para hacer su trabajo sin interrupciones y su víctima estaba ya en un estado irreconocible. Completamente desamparada en el fango bajo la lluvia sucia que caía sobre ellos, la joven eran un amasijo de músculos y cartílagos descubiertos. Su piel había sido despellejada centímetro a centímetro por el hábil trabajo de carnicero de su torturador. Y lo peor de todo era que ella estaba gritando. Al contrario que lo que había pasado en Vancouver, esa joven estaba siendo completamente consciente del sufrimiento infernal que estaba padeciendo.

Esa fue la gota que desbordó el escaso autocontrol que todavía mantenía sobre sí mismo. Cayó sobre ese malnacido como la sombra de una tormenta y lo apartó de su víctima con un poderoso barrido de su brazo. El hijo de puta aulló sorprendido mientras caía bruscamente al fango. Raimorantha aferró su tobillo con los colmillos, pero Canción-Oculta lo apartó violentamente. Sin dejar de gritar, el hombre intentó alejarse inútilmente, arrastrándose por el fango con auténtica desesperación. Canción-Oculta lo agarró por el tobillo herido y lo atrajo hacia él sin mostrar  ninguna clase de esfuerzo. Después atravesó su cuerpo con una garra, clavándolo en el suelo como si fuese un simple insecto. Siguió descargando toda su rabia sobre él, golpe tras golpe, incluso después de que el hombre hubiese dejado de gritar...

-.-

Cuando recuperó el dominio de sí mismo, lo único que quedaba del psicópata era un amasijo irreconocible de sangre y huesos.

-Enhorabuena. Has realizado tu propia donación a este lugar-, celebró la voz invisible de su cabeza. El Philodox que había en él no encontró ninguna respuesta ingeniosa con la que defenderse. Tenía las pruebas ante sus mismos ojos. -Eres una criatura del Wyrm. Todos los metis lo sois-, aulló la voz en su interior. -La Espiral Negra te espera impaciente, Canción-Oculta. ¡Entrégale tu alma!

-¿Estás mejor?-, le preguntó Crow mientras apoyaba con precaución la mano en su hombro, en un claro gesto de apoyo que lo sacó de su turbación.

-Eso creo-, respondió él intentando concentrarse en sus hermanos. -Me he dejado llevar por la ira... y casi me vuelvo loco... ¿Y la chica? ¿Cómo está?

-Muerta-, respondió Faruq sombrío. -Estuvo retorciéndose de dolor durante unos segundos y luego murió repentinamente cuando mataste a su torturador, como si le hubiera dado un ataque. No logro entenderlo-, confesó impotente.

Canción-Oculta se apartó de Crow, asintiendo levemente con la cabeza. Dio un par de pasos en su dirección, obligándose a mirar el cadáver con sus propios ojos. A pesar de la tortura que había sufrido, sus ojos estaban intactos, reflejando a la perfección cada fragmento de dolor que le habían infligido.

-Voz-de-Plata y yo la salvamos en la Expo de Vancouver-, murmuró el Philodox. -¿Por qué aquí no pudimos conseguirlo?

-Tal vez sólo haya sido un engaño-, aventuró Susurros-del-Pasado.

-Es posible-, lo apoyó Lars. -El Wyrm tiene muchos recursos a su disposición para atacarnos y está claro que este lugar le pertenece.

Raimorantha, que debía estar irritado por el trato recibido segundos antes por parte del Colmillo Plateado, gruñó amenazador al escuchar el nombre del enemigo ancestral de la raza Garou. Incluso el fiero guerrero Fenris tenía los nervios a flor de piel, como todos ellos.

-En cualquier caso, debemos seguir explorando-, intervino Crow. -No averiguaremos nada nuevo quedándonos parados como idiotas.

-Vale, pongámonos en marcha-, concedió Canción-Oculta. Su voz había ganado más seguridad y firmeza gracias a la reconfortante compañía de sus hermanos de manada, dejando atrás las insidiosas tentaciones de su creciente locura.

jueves, 10 de octubre de 2013

BLACK CRUSADE


Se dice que la industria de los juegos de rol está viviendo un nuevo periodo de expansión gracias a la aparición de nuevas empresas y títulos, que han logrado hacerse un hueco en un entorno muy competitivo. Las nuevas tecnologías parecen haber hecho mucho por ayudar en esta tendencia, en términos de marketing, promoción y comunicación directa dentro la comunidad de jugadores, aunque también son muchas las voces enervantes que sólo parecen ver pérdidas de beneficios y piratas sin escrúpulos en este inmenso océano de oportunidades para todos.

En medio de esta creciente expansión del mundillo, la singularidad sigue siendo, como no, el mercado hispanohablante y, en concreto, el español. Parece que nuestra sociedad no es una fruta suficientemente madura para muchas empresas internacionales de rol, lo que ha provocado que muchos juegos no se hayan publicado en nuestro país o que tengan una presencia meramente testimonial. En resumidas cuentas, somos un público desagradecido. Criticamos mucho, compramos poco y pirateamos demasiado. Al menos, eso dicen los números y las estadísticas...

Esta situación nos conduce al insólito hecho de que la Industria internacional no se molesta en traducir al español un gran porcentaje de todo lo que produce, a pesar de que somos miles de clientes potenciales. Por supuesto, este análisis superficial omite muchos detalles a tener en cuenta. Habría que hablar también del bajo nivel adquisitivo del ciudadano español en comparación con otros países de la Unión Europea, de los altos precios, de los efectos de la crisis económica, de los costes de traducción e impresión, de las ilustraciones que tanto nos gustan en nuestros queridos libros y un largo etcétera que no voy cubrir para no salirme por completo del tema central de esta entrada. Por supuesto, a río revuelto, ganancia de pescadores. Esta falta de iniciativa ha dado alas a nuestro sector nacional, apareciendo nuevas empresas y juegos de gran calidad. A títulos ya conocidos por los aficionados como Aquelarre, se les fueron sumando lentamente otros: EXORedención, el Capitán AlatristeAventuras en la Marca del Este, por citar a unos pocos. Sólo son unos ejemplos, pero cogéis la idea general, ¿verdad?

Y en esas estamos. Nunca tuvimos tantos juegos donde elegir al alcance de la mano, aunque sólo un pequeño porcentaje esté en español. Afortunadamente todavía existen buenos samaritanos, como el Rincón del Demonio, que publican pequeñas traducciones de reglas y trasfondo. Gracias a los esfuerzos de personas como su autor, la mayor parte de los internautas de la comunidad hispana, con unos conocimientos rudimentarios del idioma anglosajón, pueden disfrutar de esa parte del mundillo que todavía desconocemos en gran medida.

Por mi parte, quiero poner hoy mi propio granito de arena en este problema, estrenando una nueva línea narrativa que todavía no ha sido publicada en español y que tomará su sitio en esta ciudad de máscaras. Me refiero, como ya supondréis por el título de la entrada de hoy, a Black Crusade, un juego donde los jugadores interpretan a los malos de la película. Sí, habéis oído bien. Los malos. Suena seductor. ¿Quién no ha visto una película o leído un libro y pensado "si fuera el malo, haría esto y esto"? Pues bien, aquí lo tenéis. ¡Y ambientado en el universo de Warhammer 40.000 nada más y nada menos! ¿Cómo? ¿Que algunos no sabéis de qué estoy hablando? Está bien, calma, calma. Dejadme empezar entonces por el principio...


Imaginaros una pequeña empresa británica que a mediados de la década de los 70 se dedicaba a fabricar tableros de mesa para juegos como el backgammon y el ajedrez. Su nombre es Games Workshop y pronto dio mucho de qué hablar, ascendiendo rápidamente por encima de sus orígenes humildes. Empezó convirtiéndose en la importadora del legendario juego de rol estadounidense Dungeons & Dragons, para luego reimprimir otros juegos como La llamada de Cthulhu, Runequest y Traveller. Pero fue en 1979 cuando la compañía encontró su leitmotiv al poner el suficiente capital para la creación de otra compañía llamada Miniaturas Citadel, que produciría todo tipo de miniaturas de metal para juegos de rol y wargames.

Fachada de la sede de Games Workshop

Durante las décadas de los 80 y los 90, Games Workshop no dejó de crecer, abriendo numerosas tiendas propias en Europa, Estados Unidos, Canadá, Australia... En 1994, ¡incluso llegaron a salir en la bolsa del London Stock Exchange! Sus dos principales líneas de juego fueron Warhammer Fantasy Battle y Warhammer 40.000, perteneciendo el primero al género de la fantasía épica y el segundo a la ciencia ficción.

Aficionados jugando a Warhammer 40.000

Sin embargo, su vertiginosa expansión terminó a finales de los 90, cuando ganaron fuerza los juegos de magia coleccionables (como Magic), lo que obligó a la compañía a diversificarse en nuevas áreas, sacando a la venta un juego de miniaturas basado en El Señor de los Anillos, creando su propia editorial, llamada Black Library, y publicando varios videojuegos ambientados en los universos ficticios de sus líneas de juego.


Aquí tenemos que dar un nuevo salto de página y hablar de otra compañía llamada Fantasy Flight Games, fundada en 1995. Esta compañía, cuyas principales instalaciones se encuentran en Minnesota (Estados Unidos), publica numerosos juegos de rol, miniaturas y cartas coleccionables, convirtiéndose en una de las grandes de la industria. Ha comercializado juegos de Star WarsBattlestar Galactica, Arkham Horror y Netrunner, por citar solo unos pocos ejemplos, pero más importante aun, al menos en lo que concierne a la entrada de este blog, es que en el 2008 consiguió los derechos para comercializar juegos de rol ambientados en los universos ficticios de Warhammer Fantasy Battle y Warhammer 40.000.

El primero de ellos fue Dark Heresy, un juego de rol donde los jugadores interpretan a investigadores de la Inquisición en su lucha contra los enemigos de la humanidad. Por ahora, este es el único juego que está disponible en español gracias a Edge Entertainment, aunque no están traducidos todos sus suplementos. En Rogue Trader, su segundo juego, se nos daba la oportunidad de interpretar a intrépidos capitanes al mejor estilo space opera de toda la vida. El tercero, Deathwatch, cumplió la mayor fantasía secreta de muchos aficionados del mundillo: ¡interpretar a un marine espacial! El cuarto añadió más leña al fuego: Black Crusade. Ahora los jugadores podían interpretar a las fuerzas del Caos en su lucha contra el Imperio de la humanidad, bien jugando con marines espaciales traidores bien con una amplia variedad de herejes. Only War fue el último juego que publicaron ambientado en el universo de Warhammer 40.000; esta vez, los protagonistas son soldados de la Guardia Imperial.

Dark Heresy
Rogue Trader

Deathwatch
Only War

En mi humilde opinión, Black Crusade combina lo mejor de todos los juegos de la línea: conspiraciones, intriga, combates... las posibilidades son casi ilimitadas, tanto en el Vórtice de los Gritos como dentro del Imperio, en el sector Calixis o en cualquier otro imaginado por la retorcida mente del Director de Juego. Como digo, las posibilidades son enormes. Sin embargo, no se puede negar que una gran parte de su éxito se debe al propio trasfondo narrativo de Warhammer 40.000. A pesar del estupendo trabajo realizado por los chicos de Flight Fantasy Games, fueron los diseñadores de Games Workshop los que abrieron camino y eso se nota en cada aspecto del juego.

Black Crusade

Black Crusade ofrece tanta libertad que puede asustar si no se preparan las partidas adecuadamente. Al igual que pasó en su día con el Paranoia, en este juego es vital que exista una buena comunicación entre el Director de Juego y los jugadores, e incluso entre ellos mismos. La buena marcha de la trama, del tiempo narrativo y de la misma diversión del juego depende de ello. El otro requisito consiste en tener una mente abierta para explorar las posibilidades que se abren ante los personajes...

Si después de leer esta entrada de presentación os quedáis con ganas de informaros un poco sobre el universo de Warhammer 40.000 antes de que empiece a publicar los relatos de Black Crusade, tenéis varias fuentes a las que podéis acudir. En Wikipedia encontraréis una introducción rápida y sencilla. Para búsquedas más intensivas, también tenéis a vuestra disposición Wikihammer 40k, donde podéis encontrar información oficial como detalles proporcionados por los aficionados del hobby. Otro lugar muy recomendable para echar un vistazo es Fanhammer, donde podréis encontrar información sobre el juego de miniaturas, rumores y otra información muy útil. Por supuesto, Games Workshop también aporta mucha información de trasfondo en los codex dedicados a cada ejército; aquí podéis ver sus numerosos productos, así como sus estupendas miniaturas. Estoy convencido de que habrá muchísimos más recursos de los que citó en otros lugares de internet, pero eso ya es cosa vuestra. Sólo os dejo una pequeña parte para ir abriendo el apetito.

Y sin nada más que añadir, un nuevo y temible espectáculo toma lugar en nuestra hermosa ciudad...

martes, 1 de octubre de 2013

SUSURROS-DEL-PASADO (6 - 3)

Campo de Batalla (Umbra Media)

Perezosos jirones de bruma dormitaban indolentes sobre las rocas, ocultando gran parte del paisaje con su manto húmedo y la quietud de la noche sólo parecía verse interrumpida por el estrépito provocado por las olas al estrellarse contra los acantilados. Sin embargo, la pequeña ensenada no carecía por completo de vida. Desde su privilegiada posición, el Señor de la Sombra olisqueó el hedor de los hombres incluso antes de haberlos divisado. El Garou trepó unos metros más, con el vientre pegado a la húmeda roca, siguiendo a Faruq. Lo que encontró una vez que hubo coronado el peñasco, le causó no poco desconcierto.

Numerosas figuras, armadas con espadas y lanzas, estaban descendiendo de un barco encallado en la playa de piedras. En otras circunstancias, el Galliard se habría tomado su tiempo para admirar las elegantes curvas de la embarcación, pero todo cuanto percibía hasta ese momento le decía que estaban a punto de ser testigos de otra tragedia de la historia humana: las velas plegadas del navío, los movimientos furtivos y alertas de los guerreros. "Se va a derramar sangre muy pronto", reflexionó el joven Garou.

Casi por reflejo, miró a su compañero para intentar adivinar si Faruq pensaba lo mismo, pero el Ragabash no estaba donde debería. Unos segundos antes se hallaba tumbado a su lado, observándolo todo con suma atención y ahora ya no estaba. Simplemente había desaparecido por completo. Su olor personal era la única prueba que tenía Susurros-del-Pasado para confirmar que su hermano de manada había estado allí arriba. "En el nombre de Gaia, ¿dónde te has metido, maldito Luna Nueva?"

Un ruido detrás suyo llamó su atención de inmediato, pero al volverse descubrió que sólo era Lars. El Theurge debía haber escalado con cierta dificultad la pared del promontorio, mientras sostenía entre sus fauces el fetiche que hacía las veces de brújula en su búsqueda espiritual. Susurros-del-Pasado alzó la cabeza para observar de nuevo a los humanos. Para su satisfacción, los guerreros que se escondían en la playa no parecían haber escuchado ningún ruido. Muy al contrario, concentraban toda su atención en un sendero pedregoso que ascendía por una pequeña pendiente hasta perderse más allá, hacia la costa. "Deberíamos dar gracias a Gaia por haber concedido a los humanos unos oídos tan torpes", pensó con sorna el Señor de la Sombra.

-¿Faruq?-, preguntó su hermano al mismo tiempo que adoptaba la forma de hombre de las cavernas.

-Desapareció-, respondió él con un gruñido que no ocultaba en absoluto su frustración.

Lars no dio ninguna importancia al hecho de que el Ragabash hubiese decidido actuar por su cuenta, olvidándose de las claras instrucciones que les había dado Canción-Ocultas cuando habían llegado a este lugar. "Observar atentamente todo lo que ocurra, pero no intervengáis bajo ningún concepto", les había dicho su alfa. "Debemos averiguar por qué Uktena nos ha enviado a esta región del Campo de Batalla".  Lars interrumpió sus pensamientos.

-Aqueos-, murmuró en voz baja, tan baja que incluso a Susurros-del-Pasado le costó entenderlo en forma lobuna.

-¿Qué?-, preguntó el Philodox sin entender realmente al Theurge.

-Son soldados griegos de una época muy remota-, le explicó sin dejar de observar a los humanos. -Observa con atención. Ninguna de sus armas es de hierro, todas parecen haber sido forjadas con bronce.

Susurros-del-Pasado observó a los humanos detenidamente, descubriendo sorprendido que Lars tenía razón. Y no sólo eso, también se percató en los cascos redondos hechos con colmillos de alguna bestia salvaje, los numerosos escudos con forma de ocho y forrados con pieles de animales...

-¿Cómo lo supiste?-, acertó a decir incrédulo.

-Tuve una infancia muy difícil-, respondió Lars con sencillez. -Me pasaba mucho tiempo leyendo acerca de los vikingos, las legiones romanas, los pueblos germánicos. Cualquier cosa con tal de evadirme...

El relinchar de unos caballos hizo que ambos enmudecieran de golpe. Los humanos estaban obligando a descender por una estrecha pasarela a dos hermosos caballos de pelaje pardo cuyas cabezas estaban cubiertas por oscuras capuchas. El resto de los tripulantes del barco se esforzaron por hacer descender de forma controlada el armazón vacío de un carro, ayudados por varias sogas y cuerdas. La pericia de los humanos logró que culminasen sus trabajos en menos tiempo del que podría pensarse. Unos guerreros sin coraza arrastraron luego el vehículo hasta la playa. Hecho lo cual, llevaron a los dos caballos y les pusieron los arreos y bridas.

Entretanto, una figura siniestra observaba los preparativos desde la cubierta de la embarcación. Susurros-del-Pasado no la había visto antes, pero ahora no podía apartar su mirada de él. El griego iba ataviado con una pesada coraza y numerosas placas que cubrían todo su cuerpo, a excepción de las piernas, que estaban protegidas a su vez por unas canilleras desde las rodillas al tobillo. En su mano derecha, la figura aferraba una larga lanza. Por el contrario la otra mano no sostenía escudo alguno, sino que lucía una enorme pinza de crustáceo en lugar de una palma y cinco dedos .

-Ese debe ser su líder... un maldito Fomor.

-Percibo en él la peste del Wyrm incluso desde esta distancia.

-Debemos avisar inmediatamente al resto de la manada. ¡Vamos!

-.-

Tal y como esperaban, cuando regresaron a la ensenada acompañados de sus hermanos, los guerreros aqueos ya se habían puesto en marcha. A pesar de ser meros reflejos espirituales de aquellos que vivieron esos mismos acontecimientos, su olor estaba fresco en el aire de la madrugada. Apestaban a vinagre, pescado y vino, una combinación que difícilmente podría considerarse sutil para perder su rastro. Y por si eso no fuera suficiente, las huellas dejadas por el carro del caudillo eran lo suficientemente elocuentes por sí mismas.

En cualquier caso, una vez que las Cinco Garras de Gaia llegaron a la cima del camino que conducía a la playa, encontraron un paisaje litoral de un oscuro color terroso, salpicado por hierbas bajas y abundantes matorrales. La luz de Selene, que apenas mostraba su cuarto creciente, iluminaba una pequeño poblado de casas redondas y paredes encaladas, con techumbre de ramas, dispuesto sobre un promontorio rocoso que se alzaba solitario sobre el nivel del mar. Más lejos aun, casi en la otra punta de la isla, se podían discernir las oscuras copas de los pinos y alcornoques de una sombría arboleda parcialmente cubierta por la bruma.

Los aqueos habían recorrido una buena distancia en completo silencio amparándose en la oscuridad. Susurros-del-Pasado y su manada les siguieron, manteniéndose a una prudente distancia de los más rezagados para impedir que diesen la voz de alarma. Por fortuna, los asaltantes estaban demasiado concentrados en la tarea que tenían entre manos, como para distinguir a seis hombres lobo al acecho en su retaguardia. "Lástima que no podamos hacerles ver su error", se lamentó en silencio el Galliard.

-.-

Al llegar a las lindes del poblado, los aqueos se dispersaron en pequeños grupos, cubriendo todas las casas y puertas. Únicamente en ese momento, echaron a un lado toda cautela para proferir terribles gritos de guerra. Entraron en los hogares, espada en mano, sin respetar la vida de hombre, mujer, niño o anciano. Hubo saqueos, violaciones e incendios descontrolados. Algunos aldeanos intentaron resistirse, pero sus esfuerzos cayeron en saco roto. Fue una masacre carente de todo sentido de gloria u honor.

El caudillo aqueo no permaneció impasible ante la destrucción provocada por sus hombres, sino que participó activamente en la matanza. Mientras su auriga azuzaba a los caballos para perseguir a los aldeanos que tratasen de escapar, él mismo agotó todas las jabalinas de su carcaj de cuero con mortal precisión. No obstante, cuando se quedó sin más proyectiles arrojadizos, ordenó al conductor del vehículo que embistiese directamente a los desafortunados que tuvieron la mala fortuna de encontrarse en su camino. Susurros-del-Pasado apenas podía creer que los cadáveres ensangrentados que dejaba el carro tras de sí pudiesen haber pertenecido previamente a un ser humano.

El Galliard se sintió arder de pura indignación. La rabia que sentía en ese momento amenazaba con desbordarle como un río cuyo torrente hubiese sido alimentado por la descarga de una fuerte tormenta. Estaba enfadado con los habitantes del poblado, por no haberse dado cuenta de que las leyes de Gaia sólo respetaban a los más fuertes. ¿Por qué no habían alzado algún tipo de defensa alrededor de sus casas? ¿Por qué ninguno de ellos se ocupó de vigilar la noche para prevenir que algo así pudiese suceder? Se merecían su ridículo destino, y sin embargo, el Señor de la Sombra no podía evitar sentir lástima por ellos.

-.-

De pronto, la escena cambió ante sus ojos. Todo empezó con un aullido furioso, un aullido que prometía venganza y muerte. Todos los hombres dejaron de hacer lo que tenían entre manos. Las risas cesaron de golpe. Las voces enmudecieron. Las manos aferraron con miedo sus armas. Un nuevo aullido se unió al primero, y luego otro, y otro más. El caudillo intentó reunir a sus hombres entre maldiciones, esforzándose por hacerse oír por encima de los relinchos asustados de los caballos y el desconcierto de su gente.

Una enorme zarpa peluda elevó por los aires a uno de los asaltantes, haciéndolo desaparecer detrás de una de las casas. Los alaridos de la víctima cesaron bruscamente. Por el rabillo del ojo, enormes formas oscuras corrían entre los edificios, cazando uno a uno a los invasores. Algunos aqueos trataron de huir de las bestias, pero no pudieron escapar de su justo castigo.

Como Galliard, Susurros-del-Pasado había escuchado muchas historias acerca de las Garou conocidas como las Furias Negras. Se decía que su tribu sólo admitía a mujeres, aunque también se rumoreaba que toleraban a algunos machos metis entre sus filas. Se tenían a sí mismas como las Garou más cercanas espiritualmente a Gaia y al Kaos, y la mayoría de ellas mostraban una actitud condescendiente hacia el resto de las tribus de la Nación Garou. Sin embargo, muchos las respetaban por su habilidad marcial y Susurros-del-Pasado pudo comprobar la razón.

Pequeñas escaramuzas se extendieron por doquier, aunque las Furias lograron imponerse a los invasores y cobrarse un sangriento tributo antes de que estos pudieran reorganizarse. Debía haber ocho o nueve de ellas como mucho en la isla. Dicho fuera en su honor, ninguna de ellas cayó muerta durante los primeros embates de la refriega. Formas Crinos de pelaje oscuro con manchas o rayas blancas, plateadas o grises destrozaron sin dificultad la carne y los huesos de sus enemigos con sus afiladas garras. Lobas e Hispo de enorme tamaño acabaron a mordiscos con otro puñado de aqueos. Sin embargo, el caudillo logró reagrupar a un gran grupo de los suyos en el camino, por lo que el combate no había terminado ni mucho menos.

El pesado batir de unas grandes alas obligó a Susurros-del-Pasado a apartar la vista de la batalla durante unos instantes. No pudo creer lo que vieron sus ojos. Un avatar de Pegaso, el tótem espiritual de las Furias Negras, sobrevolaba en esos momentos el campo de batalla. Parecía como si estuviese cabalgando sobre el mismo cielo, mientras sus alas batían furiosas las invisibles corrientes de aire. El espíritu se precipitó hacia abajo sin previo aviso, derribando a media docena de hombres antes de alzarse de nuevo hacia las alturas.

-Están acabados-, murmuró Faruq a su lado.

-No lo creo-, gruñó él cuando volvió a observar al caudillo.

En aquel momento el Fomor había echado hacia atrás el brazo con el que sostenía su lanza y tras unos breves segundos la arrojó con todas sus fuerzas cuando estuvo seguro. El arma recorrió el oscuro cielo, pero no erró en el blanco, sino que se hundió profundamente en el costado del espíritu. Moribundo, el avatar de Pegaso comenzó a caer sin control, estrellándose contra el suelo finalmente, sin dejar de proferir terribles sonidos de dolor y agonía.

Los Garou de las Cinco Garras de Gaia habían sido testigos de muchas cosas horribles durante su corta vida, pero ninguna tan increíble como la que acababan de contemplar. La sorpresa desbordó a la furia y no quedó nada salvo una pesada angustia.

-Levántate, levántate-, suplicó Crow en voz baja, rompiendo el apesadumbrado silencio que siguió.

Pegaso pareció haberlo escuchado. E incluso hizo dos torpes intentos para ponerse en pie. Sin embargo, sólo consiguió volver a caerse las dos veces, ensanchando todavía más la herida de la lanza en su costado y quejándose lastimeramente. Las fuerzas lo abandonaron de pronto y se quedó allí inerte, tendido, destrozado. En ese mismo instante, las Furias Negras enloquecieron por completo, abandonándose a un salvaje frenesí. Cayeron sin misericordia sobre lo invasores, dejando un reguero de cadáveres desmembrados a su paso. El mismo caudillo, que había logrado eliminar con su lanza a dos Furias en combate singular, perdió literalmente la cabeza cuando una anciana Garou se la arrancó de un golpe con un barrido de su garra en forma Crinos.

-Tenemos que irnos-, susurró Lars.

-¿Qué?-, preguntó Canción-Oculta perplejo.

-Tenemos que irnos-, repitió el Theurge al mismo tiempo que mostraba la brújula-fetiche que siempre llevaba consigo. Todos ellos pudieron comprobar que el interior del cuenco resplandecía débilmente y que la pupila del gran orbe que había en su interior estaba orientada en una nueva dirección. Uktena les estaba indicando que debían proseguir su viaje.

-Muy bien-, respondió el alfa con todo su aplomo. -Vámonos. Aquí no podemos hacer nada más...

-.-

-Creo que ya sé por qué nos trajo a ese lugar, les dijo al resto una vez que dejaron atrás el cartel de carreteras con el nombre de la isla: "Ictime".

Todos arrastraron sus miradas apenadas hacia él, sin comprender muy bien a qué se refería. Todavía apenado por la muerte de Pegaso, Susurros-del-Pasado no disfrutó de la atención que recibía y habló con rapidez, intentando explicarse cuanto antes para alejar de sí aquellas miradas cargadas de angustia.

-Es la lanza-, empezó a decir con cierto nerviosismo. -Ningún arma podría haber herido de ese modo a un espíritu... y menos a un avatar de un Incarna. ¿No es cierto, Lars?

-Ningún arma mundana podría hacer lo que hemos visto-, asintió el Theurge, como si hubiese podido adivinar sus pensamientos.

-¿Insinúas que es un fetiche?-, quiso saber Faruq.

-Sí, eso es. La lanza es un poderoso fetiche del Wyrm, un arma única y temible, capaz de destruir a un avatar de Pegaso.

-Y no sólo eso-, intervino Canción-Oculta de repente. -¿Os acordáis de Stuttgart? Los Fenris corruptos usaron la punta de una lanza de bronce para destruir un túmulo sagrado. ¡Tiene que ser el mismo fetiche!

-¿Y qué parte juega Relámpago en todo esto? ¿O la Llanura del Apocalipsis?

-No lo sé todavía, Faruq-, respondió el alfa con algo más de energía. -Sin embargo, tengo la corazonada de que estamos empezando a dar nuestros primeros pasos en la dirección correcta.

-Suponiendo que tengáis razón, ¿qué haremos con ella cuando la tengamos en nuestras manos?-, quiso saber Crow.

-¡Destruirla!-, gruñó Raimorantha sin dudarlo.

-Canción-Oculta tiene razón-, sentenció el Galliard con firmeza obviando intencionadamente la última afirmación del Ahroun de la Camada de Fenris. -Sólo hemos dado unos pocos pasos en nuestra búsqueda espiritual. Si somos dignos, encontraremos las respuestas que buscamos a su debido momento.

martes, 24 de septiembre de 2013

SOÑADOR, EL REGRESO


Sí, lo habéis oído bien. Este humilde autor regresa a la acción después de un largo descanso bloggero. No sé si será vuestro caso, pero para mí ha sido un verano muy muy largo y vuelvo con muchas ganas de retomar este pequeño rincón de mi vida. No obstante, lamento anunciar que no tengo tiempo material para escribir y publicar tantas entradas como os tenía acostumbrados por razones laborales y de escaso tiempo libre.

Mi plan inicial es dejar en esta hermosa ciudad de máscaras dos historias a la semana. En una de ellas podremos continuar descubriendo la saga de las Cinco Garras de Gaia, donde Canción-Oculta, Crow y todos los demás tratan de resolver su búsqueda espiritual al servicio de Uktena, al mismo tiempo que se enfrentan a sus propios conflictos personales. Entretanto, el temido Apocalipsis parece más cercano que nunca...

La otra historia narrativa que aparecerá en este blog pertenece a una línea de juegos de rol más reciente. Ambientado en un futuro profundamente distópico y oscuro, los jugadores interpretarán por una vez el papel de antihéroes y villanos, enfrentándose a los horrores que yacen ocultos en la mayoría de los seres humanos. Sus decisiones determinarán si se hunden en esa íntima oscuridad personal o, si por el contrario, su voluntad permanece firme el tiempo suficiente para reclamar sus ambiciones y juramentos de venganza.

Dicho lo cual, poco me queda ya por anunciar. Nuevamente daros las gracias a todos los que estáis siguiendo estos relatos e historias, tanto a los veteranos del pasado como a los jóvenes de la actualidad. La ciudad de las máscaras os dará una calurosa bienvenida a todos vosotros.

Una vez más, se alza el telón...

jueves, 27 de junio de 2013

ERGUIDO-CUAL-MONTAÑA (6 - 3)

Campo de Batalla (Umbra Media)

De todos sus hermanos, Crow fue el que mostró mayor preocupación por Canción-Oculta una vez que salieron de White Hills. A pesar de que el alfa de la manada de las Cinco Garras de Gaia fingía encontrarse mejor, el Fianna lo conocía demasiado bien para saber que eso no era cierto. "Necesita encontrar a ese tipo y arreglar las cuentas que tienen pendientes", opinó para sí. "De lo contrario, su rabia lo consumirá por dentro."

El nuevo camino que estaban siguiendo era un viejo sendero de tierra despejada, que salía perezosamente de las colinas para adentrarse en una región más llana. Si la niebla les hubiese dado un maldito respiro, podrían conseguir mejores indicaciones para orientarse a través de esta zona, pero, por supuesto, ese no había sido el caso. Ni siquiera pudieron dejar atrás los gritos y los ruidos de las batallas pasadas que se repetían para siempre en este reino.

Lars les guiaba como mejor podía siguiendo las vagas indicaciones de la "brújula", seguido de cerca por Raimorantha y Susurros-del-Pasado, mientras que Faruq y él iban al mismo paso de Canción-Oculta. Avanzaban juntos como un grupo disperso, tratando de no perderse nunca de vista. El Theurge les había advertido que si se separaban demasiado, podrían necesitar varios años para reencontrarse de nuevo. Fuera cierto o no, el resto se había tomado muy en serio su advertencia.

Sin previo aviso, el suelo bajo sus pies se volvió más duro y consistente, transformándose en una roca tan negra como la misma noche, cuyo color delataba un origen volcánico. Al mismo tiempo, los fuertes gritos de guerra o dolor, las explosiones y los disparos enmudecieron al mismo tiempo. En la soledad de aquel camino cubierto de niebla, los seis Garou se detuvieron expectantes. El silencio les resultaba ahora más amenazador que cualquier sonido de batalla. Crow miró fijamente a Lars buscando respuestas, pero el Theurge parecía tan perdido como él.

-Hemos llegado-, susurró para que lo oyeran los demás.

Permanecieron quietos durante unos minutos esperando. Al principio, pensaban que serían testigos o participes de un nuevo escenario bélico del Campo de Batalla, pero cuando no ocurrió nada, Crow temió que hubiesen caído de cabeza en algún tipo de emboscada amparada en la niebla. Nuevamente, ésta tampoco se produjo. El Fianna estaba desconcertado.

-Sigamos el sendero-, sugirió por fin Canción-Oculta.

Cuando avanzaron de nuevo la niebla retrocedió ante sus pasos, como lo haría la oscuridad frente a la luz, revelando poco a poco una gran llanura de roca negra que se extendía más allá de donde alcanzaba la vista. Justo en ese mismo instante apareció un pequeño cartel de madera cuya superficie mostraba arañazos grabados en la madera, que en realidad eran signos del ancestral idioma Garou.

-¿Qué pone aquí?-, quiso saber intrigado el Fianna. Aunque podía hablar el idioma natural de los hombres lobo, no había sido iniciado en los misterios de su escritura.

-Indica que nos acercamos a la Llanura del Apocalipsis-, acertó a decir Susurros-del-Pasado.

Crow sintió un repentino escalofrío subiendo por su brazo derecho para extenderse luego a todo su cuerpo. Apocalipsis. La Batalla Final. El Último Día. En la cultura Garou, existían muchos nombres para describir ese terrible momento, cuando se decidiría el destino final de Gaia y de todas sus criaturas. Incluso los humanos que no pertenecían a la Parentela habían adoptado esa idea en muchas de sus propias religiones.

-No puede ser-, rechazó Canción-Oculta. -Lars, dijiste que en el Campo de Batalla se recrean todos los conflictos que han tenido lugar en el pasado, ¿verdad? Si el Apocalipsis todavía no ha ocurrido, ¿por qué ocupa una región de este reino?

-No lo sé-, respondió Lars mirando de nuevo con frustración su brújula en busca de respuestas.

-Tal vez ya no estemos en el Campo de Batalla-, aventuró Crow en voz alta. -La niebla y los gritos han desaparecido...

-Pero el cartel no-, le contradijo secamente Susurros-del-Pasado.

-¿Y qué?-, gruñó él a modo de respuesta.

-¿Qué importancia tiene?-, gruñó Raimorantha irritado. -Movámonos.

-Cierto-, asintió Canción-Oculta. -Sigamos el camino.

-.-

Crow no sabía cuánto tiempo habían estado caminando hasta que lo vieron. Estaba seguro de que no había pasado un día, si es que la sucesión de los días y las noches seguía un orden natural en aquel reino. En cualquier caso, llegó un momento en que vieron el campamento. Al principio, sólo era un parche en mitad de aquella inmensidad oscura. Sin embargo, a medida que se fueron acercando pudieron observar mejor el mar de tiendas y pabellones que lo formaban, con las banderas e insignias de las doce tribus que componían la Nación Garou ondeando mecidas por el viento. A Crow le llenó de orgullo divisar los emblemas de los Fianna en aquel lugar. Por supuesto, el campamento no estaba vacío. Aquí y allá grupos de hombres lobo se retaban entre sí o participaban en batallas simuladas, como un ejército que se preparase para un combate inminente. Además de ellos, también había allí muchos espíritus, de los cuales las Lúnulas parecían ser las más numerosas.

Los seis Garou perdieron algunos minutos discutiendo si debían dejarse ver o no, pero la mayoría, entre los que se encontraba él, decidió que sí. Tanto si esos hombres lobo eran sombras de un futuro conflicto como si, por el contrario, eran verdaderos Garou como ellos mismos, podrían conseguir información muy útil hablando con ellos. No obstante, cuando apenas habían dado unos pocos pasos, descubrieron que una mujer les estaba observando intrigada a pocos pasos de distancia. De aproximadamente treinta años, tenía una larga melena de color rubio oscura, ojos azules y una mandíbula cuadrada. La punta redonda de su nariz resaltaba ligeramente un poco más de lo debido, quizás ayudada por la complexión delgada de su cuerpo. De algún modo, se había acercado a ellos sin ser vista ni oída.

-Sed bienvenidos-, les saludó con desparpajo. -Me llamo Gillian Ladrona-de-Secretos y soy una Ragabash de la tribu Fianna. ¿Quiénes sois vosotros?

-Gracias, Gillan-, respondió Susurros-del-Pasado. -Somos las Cinco Garras de Gaia. Canción-Oculta es nuestro alfa, un Philodox de la tribu de los Colmillos Plateados. Lars Sacrifica-Su-Propio-Ojo es un Theurge de la Camada de Fenris, Faruq es un Ragabash de los Caminantes Silenciosos, Crow Erguido-Cual-Montaña es un Ahroun de tu misma tribu y yo soy Susurros-del-Pasado, un Galliard de los Señores de la Sombra.

-¿Y tú?-, quiso saber ella preguntándole al otro Garou que viajaba con ellos.

-Me llamo Raimorantha-, respondió el aludido con orgullo. -Soy un Ahroun de la Camada de Fenris.

-¡Estupendo! Vuestra ayuda es bienvenida. El Ejército del Apocalipsis siempre necesita nuevos reclutas. Seguidme y os enseñaré esto.

-Me temo que debe haber un error, Gillian-, dijo Canción-Oculta con suma cautela. -No somos reclutas. Estamos inmersos en una búsqueda espiritual al servicio del Gran Uktena y, por alguna razón que todavía no entendemos, nos ha traído hasta aquí.

-Bueno, si vuestro tótem os trajo a la Llanura del Apocalipsis es evidente que quiere que os convirtáis en guerreros de nuestro ejército.

-¿Contra quién lucha el Ejército del Apocalipsis?-, preguntó Crow con curiosidad. -Veo mucho movimiento en el campamento pero ningún enemigo cerca.

-El enemigo todavía no ha venido, pero lo hará cuando llegue el Apocalipsis-, respondió ella con seguridad. -Hasta ese momento, nos entrenamos duramente y ponemos a prueba constantemente nuestras habilidades.

-¿Aquí?-, preguntó Faruq.

-Eso es. Cuando llegue el Último Día, las hordas del Wyrm invadirán la Umbra, comenzando por la Llanura del Apocalipsis. Sólo podrán ser derrotadas aquí y nosotros las aplastaremos. No importa cuántas Perdiciones lancen los amos de Malfeas contra nosotros, las aplastaremos a todas y salvaremos a Gaia.

-¿Y hasta entonces sólo os dedicáis a entrenaros?-, preguntó Canción-Oculta con incredulidad.

-No tiene sentido-, gruñó Raimorantha. -Si queréis afilar vuestras garras, deberíais asaltar las madrigueras del Wyrm, no esperarle mansamente en esta llanura.

-No lo entendéis. Nadie sabe cuándo estallará el Apocalipsis, pero cuando lo haga, será de forma repentina. No habrá tiempo para grandes planes ni estrategias. Es preciso que permanezcamos en la Llanura del Apocalipsis como tropa de avanzada para enfrentarnos al enemigo cuando dé la cara.

-Lo que tú no entiendes es que el enemigo ya está atacando a la Gran Madre-, replicó airadamente Susurros-del-Pasado. -La verdadera batalla se está librando en Gaia y no en esta llanura.

-Es cierto, Ladrona-de-Secretos-, intervino Crow. -Los siervos del Wyrm están redoblando sus ataques en el reino físico. Incluso me avergüenza reconocer que se han perdido algunos túmulos por nuestros clanes. Vuestro ejército debería regresar y combatir por Gaia en su reino.

-¡Es aquí donde se producirá la gran batalla!-, gritó ella con un fervor lleno de fanatismo. -¡En la Llanura del Apocalipsis! Podéis uniros a nuestras valientes filas o marcharos como perros cobardes. Vosotros elegís.

Su voz alcanzó un tono rabioso e inconscientemente adoptó la forma Crinos. Crow reaccionó de inmediato temiendo un ataque y adoptó la misma forma de guerra, mientras que Raimorantha se transformó en el lobo prehistórico que los Garou llamaban Hispo, enseñando los colmillos ante el insulto velado contra su coraje. Sin embargo, Canción-Oculta alzó sus manos para contenerlos mientras miraba a la mujer lobo.

-No queremos enfrentarnos contigo-, le intentó explicar. -Ahora tenemos que resolver una búsqueda espiritual, pero te aseguro que luego volveremos a Gaia para defenderla. Tú y todos los demás que os entrenáis tan duramente en este lugar deberíais hacer lo mismo, antes de que no quede nada que podáis defender en la Llanura del Apocalipsis.

-Nuestro ejército no necesita cobardes. ¡Marchaos!

-¡Vigila tus palabras o te arrancaré las tripas!-, ladró Raimorantha.

-¡Déjala en paz!-, gruñó Crow, interponiéndose entre ellos dos.

-¡El ojo de Kraken vuelve a marcar una dirección!-, anunció Lars sorprendido al percatarse de ese hecho.

Raimorantha parecía más interesado en cumplir sus amenazas contra Gillian, pero Crow frustraba cualquier intento por su parte de saltar contra la Ragabash. El Fenris le miró a los ojos y ladró amenazante, intentando someterlo. Crow sintió su salvaje ferocidad, su rabia latente, pero a pesar de todo mantuvo valientemente la mirada, sin dejarse atemorizar. Ninguno de los dos supo cuál sería el final del duelo de miradas, ya que Canción-Oculta los separó poniéndose entre ellos en forma humana.

-¡Vámonos!-, ordenó. -¡Ahora!

Crow se apartó de mala gana obedeciendo las órdenes de su líder. Lars estaba girando la "brújula" a un lado y a otro, como si quisiese comprobar que la nueva dirección era la correcta, mientras que Susurros-del-Pasado y Faruq no se separaban de él.

-No eres mi alfa-, gruñó Raimorantha, dando un paso hacia delante.

-No, no lo soy-, reconoció el Philodox, -pero ella nunca podrá lograr que nadie dude de tu valor, hijo de Fenris. No es digna de tu ira. Ven con nosotros, todavía nos queda un largo viaje y estoy convencido que encontrarás enemigos de tu talla.

Raimorantha tardó en decidirse unos largos segundos, pero finalmente dio la espalda a la Ragabash. Aliviado, Canción-Oculta también le dio la espalda, sin despedirse y los seis Garou volvieron a ponerse en marcha, saliendo fuera del camino. Crow echó un último vistazo atrás. Una manada de mujeres lobo, Furias Negras a juzgar por el color de sus pelajes, se había acercado a Gillian, seguramente para averiguar qué había pasado. "¿Cuántos túmulos se habrían salvado si hubieran estado allí estos guerreros?", se preguntó el Fianna a sí mismo mientras negaba con la cabeza. La niebla les envolvió rápidamente como una pesada mortaja fantasmal, limitando de nuevo su visibilidad, y volvieron a escuchar los gritos y los ruidos propios de un millar de batallas.

lunes, 24 de junio de 2013

FARUQ (6 - 3)

Campo de Batalla (Umbra Media)

Faruq y el resto de los Garou se internaron en la pesada neblina, volviendo a perder muy pronto la capacidad de orientarse. "No importa", se tranquilizó a sí mismo el Ragabash. "Es la Umbra. Se supone que aquí todo tiene que cambiar, ¿verdad?" Poco tiempo después, tuvieron que ocultarse cuando un pequeña patrulla de tanques cruzó los restos del bosque a una distancia demasiado corta para su gusto. Sin embargo, la niebla omnipresente evitó que fuesen vistos y les permitió escapar sin tener que enfrentarse a ellos.

Utilizando su brújula-fetiche, Lars les guió hasta que llegaron al firme asfaltado de una carretera de dos carriles, sembrada de pequeñas grietas y numerosos cráteres. De algún modo que no supo explicar, el Caminante Silencioso sentía la seguridad de saber que por ahora estaban a salvo, como lo habían estado cuando dieron sus primeros pasos en el reino sobre la calzada romana que los condujo a Stuttgart.

Moviéndose en completo silencio para no llamar la atención de los belicosos habitantes espirituales del reino, se dirigieron hacia la izquierda, dejando atrás numerosos carteles con anuncios a destinos tan deseables como la batalla del Kursk, Meerut, Cartago o Gaza. El número aparentemente infinito de estos postes y otros más escritos en lenguas e idiomas completamente incomprensibles para él le dieron una profunda comprensión del potencial destructivo inherente a la humanidad. No obstante, la repetición de batalla tras batallas acabó por cansarlo y dejó de prestar atención a los carteles y postes de señales, concentrándose únicamente en vigilar a sus hermanos.

Lars les obligó a detenerse en una encrucijada de tres caminos, para acabar cogiendo finalmente el de la derecha. "White Hills", rezaban unas toscas letras grabadas sobre la piedra de un miliario de época romana. Faruq no tenía ni idea de lo que les esperaba allí, así que se preparó para lo peor y confió su suerte al Gran Uktena.

La carretera desapareció de repente bajo sus pies, sustituida sin previo aviso por dura tierra firme. La niebla les impedía ver que había más allá de unos cincuenta metros, pero pudieron adivinar que aquí también era de noche, con la luna llena dominando el cielo despejado, y que estaban en algún tipo de terreno de colinas bajas. La única vegetación que había por los alrededores eran unos pocos abetos y parches de hierba salvaje que rozaban los bordes de sus rodillas.

-¿Y ahora qué?-, le preguntó a su improvisado guía.

-No lo sé-, respondió éste con voz queda.

Un ruido en el manto fantasmal les indicó que la brújula no se había equivocado. Antes de que Canción-Oculta les urgiese a cubrirse, Faruq ya había pegado su cuerpo todo lo que pudo al suelo y utilizado el don espiritual del Ojo Nublado para confundirse mejor con el terreno. "En un reino como el Campo de Batalla, las precauciones nunca están de más", razonó el Ragabash.

Unos movimientos furtivos llamaron poderosamente su atención. Una docena de sombras humanas coronaron la cima de una de las colinas, tomando todas las precauciones que podían para pasar desapercibidos. La mayoría eran hombres blancos, vestidos con polvorientas gabardinas de viaje, sombreros y botas. Unos pocos estaban armados con pistolas y rifles, pero la mayoría parecían estar desarmados, lo que alertó todavía más al Ragabash.

Canción-Oculta hizo un gesto para seguir a los intrusos, cuando éstos desaparecieron de su línea de visión. "¡Es la hora del Ragabash!", quiso gritar Faruq mientras avanzaba por delante del grupo. Recortó rápidamente la distancia que los separaba y trepó hábilmente por la misma colina por la que los habían visto por última vez. Allí recuperó el contacto visual. Los humanos se habían dividido en cuatro grupos y parecían estar rodeando... una pequeña aldea india. Tres nativos americanos hacían guardia entre las tiendas de cuero, aunque seguramente habría algún otro más escondido. Sin embargo, todo parecía indicar que no se habían percatado de la amenaza que estaba a punto de caer sobre ellos.

A pesar de que Lars insistiese en que todas estas batallas ya habían sucedido, Faruq se sintió muy tentando de gritar con todas sus fuerzas para evitar que los indios cayesen en una emboscada. Puede que no cambiase nada y que sus protagonistas estuviesen muertos hace muchos años, pero una parte de él quiso cambiar el desenlace. "¿Qué ocurriría si les aviso?", se preguntó nervioso. Las dudas lo carcomieron por dentro. Sabía lo que iba a ocurrir. "Será como en las películas, aunque los muertos no serán actores", pensó el Caminante Silencioso sin percatarse de que había apretado con tanta fuerza los puños que se había hecho un poco de sangre.

Los suyos llegaron a su posición en ese momento. Canción-Oculta pareció experimentar el mismo conflicto que él, mientras que Lars y Susurros-del-Pasado aguardaban  buscando cualquier cosa en este lugar que Uktena quisiese que vieran. Entretanto, los dos Ahroun aguardaban dispuestos a intervenir si fuese necesario. "Seguro que este reino les encanta", pensó el Ragabash maliciosamente.

Un nuevo detalle llamó inmediatamente su atención. Varios asaltantes cambiaron de forma en ese precioso momento, convirtiéndose en el acto en figuras Crinos de pelaje blanco plateado. A Faruq no le quedó ninguna duda razonable de que todos ellos eran Colmillos Plateados. En ese preciso momento, se desató el caos: dos Crinos de pelaje pardo, de la tribu Uktena, salieron de improviso de la Umbra, cargando contra los intrusos mientras aullaban con todas sus fuerzas para alertar a los suyos.

Perdido el factor sorpresa, los Colmillos Plateados se arrojaron a los brazos de la batalla mientras sus Parientes les cubrían disparando con sus armas de fuego desde la seguridad de las colinas. Uno de los vigías demostró ser otro Uktena al convertirse en un feroz Hispo. Hubo gritos de furia y de agonía en los escasos segundos que pasaron a partir de ese momento. A pesar de luchar con valentía, estaba claro que los defensores no podrían proteger el poblado ni a sus familias.

-¿Qué hacemos?-, preguntó Crow nervioso, pero alfa de la manada no le respondió, sino que permaneció observando pasivamente la escena.

-Vamos a la batalla-, gruñó Raimorantha primordial y salvaje.

-Esperad-, les pidió Canción-Oculta. Parecía que el Philodox casi se lo estaba suplicando.

Faruq intentó buscar con la mirada qué había perturbado tanto a su hermano para dejarlo en ese estado. Rápidamente divisó a dos asaltantes que se habían quedado al margen del combate. Uno de ellos era un Colmillo Plateado, un guerrero Garou en toda la magnitud de la expresión. Aunque apenas se veían desde aquella distancia, su cuerpo mostraba cicatrices duramente ganadas en batallas anteriores. El otro era un hombre joven que tendría más o menos su misma edad, de pelo rubio y rostro bien afeitado. Vestía unos gastados pantalones vaqueros, una camisa negra sobre la que llevaba un cinturón de munición y un pañuelo rojo anudado al cuello, e iba calzado con unas gastadas botas rematadas con espuelas. "Tal vez sea un Pariente", se percató Faruq. En su mano derecha empuñaba un revólver, aunque no parecía apuntar al Colmillo Plateado con el que estaba discutiendo. "Debe tener unos huevos de hierro para plantarle cara a un Crinos furioso."

-¿Les conoces?-, preguntó Susurros-del-Pasado.

-Creo que es... más joven que la última vez que lo vi-, reconoció el Philodox con voz perdida. Su rostro bien podía haber palidecido en cuestión de segundos.

Por sus gestos, parecía que el Pariente de los Colmillos Plateados se estaba negando a tomar parte en el asalto a la aldea india y que el Garou con el que discutía no se había tomado demasiado bien su negativa, ya que alzó su enorme brazo como si fuese a golpearlo si no se unía al ataque en el acto. El joven negó con la cabeza una vez más y arrojó desafiante su revólver al suelo. No debió haberlo hecho. El Garou respondió golpeándolo en la cara con un brutal barrido de brazo, enviándolo inmediatamente al suelo donde acaba de arrojar su arma.

-¡No!-, protestó Canción-Oculta angustiado. Su voz pasó completamente desapercibida en aquel caos de disparos y gritos, pero preocupó extraordinariamente a sus hermanos de manada. Incluso Susurros-del-Pasado estaba nervioso y se removía inquieto.

El Colmillo Plateado no se conformó con lo acababa de hacer. Pegó dos patadas más al joven en el vientre y luego lo alzó en el aire con sus grandes manazas, sacudiéndolo de un lado a otro como si fuese la rama caída de un árbol hasta que, finalmente, se cansó de él y lo arrojó por los aires. El pariente intentó arrastrarse, moviéndose despacio hacia el revólver que había soltado. No obstante, el Garou volvió a caer sobre él y sus garras abrieron tres surcos sangrientos desde el pecho al vientre. A continuación se alejó sin mirar en ningún momento atrás, uniéndose a la matanza que estaban causando sus compañeros en el poblado.

-Somos unos malditos psicópatas-, murmuró Canción-Oculta derrotado.

-¿Qué está pasando?-, preguntó Faruq conmovido por la angustia de su hermano.

-Violó a Margaret Radley en Alberta y a mí me dejó con vida para humillarme...

-¿Quién?-, murmuró el Caminante Silencioso al mismo tiempo que empezaba atar cabos. Recordaba que Canción-Oculta había sido expulsado temporalmente de su tribu poco después de su Rito de Iniciación por un incidente ocurrido con una joven de la Parentela, aunque él nunca había hecho caso de los rumores.

-Se llama Relámpago-, murmuró Canción-Oculta sin apartar la vista del hombre ensangrentado, que seguía vivo contra todo pronóstico y trataba de alejarse arrastrándose patéticamente por el suelo. Al verle, cualquiera pensaría que no lograría sobrevivir más de una hora. -Y se entregará al Wyrm para vengarse de nosotros... de su antigua tribu.

Al igual que todos los presentes, Faruq se quedó sin palabras. Ninguno de sus trucos como Luna Nueva lo había preparado para tratar de aliviar un dolor tan angustioso como el que estaba reviviendo Canción-Oculta en esos momentos, así que hizo lo único que se le ocurrió. Abrazó a su hermano sin pensarlo,  apretando con fuerza para consolarlo. El abrazó se prolongó durante un largo minuto sin que ninguno de los seis Garou dijese nada más. Cuando Canción-Oculta volvió a recuperarse un poco, la batalla había terminado. Una vez que mataron a los Garou Uktena, los Colmillos Plateados habían masacrado a todos los ocupantes de la aldea sin hacer distinciones entre hombres, mujeres o niños.

-Sé que no es un buen momento-, anunció Lars incómodo, -pero el ojo de Kraken vuelve a marcar una dirección. Debemos continuar nuestra búsqueda.

Canción-Oculta asintió cabizbajo. Los seis empezaron a caminar en silencio para alejarse del lugar de la matanza, aunque Faruq se detuvo unos segundos para buscar la figura de Relámpago entre los matojos de hierbas. No tuvo éxito, pero no supo si ello se debía a la volátil naturaleza del reino o, si por el contrario, reflejaba el hecho de que el Wyrm hubiese salvado su vida.