lunes, 25 de marzo de 2013

ERGUIDO-CUAL-MONTAÑA (5 - 3)

Vancouver, Columbia Británica
2 de junio de 1994

Todo el mundo sabía que el Royal Centre era un centro comercial subterráneo, ubicado bajo el emblemático edificio del Royal Bank, en la esquina de las calles Georgia y Burrard del centro de la ciudad, y que se extendía hasta las torres del Bentall Center. Disponía de varias docenas de tiendas de todo tipo, además de unos multicines, algunos de los cuales tenían un tamaño ridículamente pequeño. El centro comercial solía cerrar sus puertas a las nueve de la noche, de modo que la manada decidió caminar de lado a través de la espesa Celosía del lugar para intentar colarse desde la Penumbra sin ser descubierta por algún desafortunado guardia de seguridad.

El reflejo espiritual del centro comercial era tan estremecedor como uno podría sospechar. El aire estaba cargado con una agresiva variedad de olores de productos de limpieza que casi hacían daño al olfato. Los colores se veían apagados, casi grises, mostrando una uniformidad que perturbaba la imaginación. Maniquís sin vida ni color estaban atrapados en poses artificiales por finas telarañas plateadas que colgaban del techo y las paredes. Ni siquiera los establecimientos de comida se libraban de la presencia de estas omnipresentes telarañas, lo que dio a Crow mucho que pensar. La única nota de color y vida la aportaban pequeños espíritus eléctricos que saltaban de un cartel al siguiente en alocadas carreras, provocando infinidad de peligrosas chispas que iluminaban momentáneamente las letras homogéneas que componían el nombre de las tiendas.

Las Cinco Garras de Garras de Gaia caminaron por aquel pequeño reino artificial con mucho cuidado para no perturbar la aparente paz de los extraños espíritus que moraban en ese lugar. No tardaron en encontrar la tienda que buscaban: NIGEL'S. Las letras estaban apagadas aunque visibles. Sin embargo, el interior del establecimiento era completamente inaccesible, puesto que unas telarañas formadas por hilos tan gruesos como cables eléctricos cubrían por completo el escaparate, escondiendo de los ojos indiscretos lo que pudiera haber al otro lado. Crow no pudo reprimir un pequeño escalofrío cuando percibió a pequeños seres arácnidos recorriendo pacientemente la superficie de aquellos hilos.

-¿Y ahora qué hacemos?-, susurró Faruq.

-Hay demasiados espíritus de la Tejedora para abrirnos paso con seguridad por el interior de la relojería-, explicó Lars sin necesidad.

-Muy bien-, asintió Canción-Oculta. -Crow y yo regresaremos al mundo físico. El resto permaneced alertas a este lado de la Celosía por si necesitamos refuerzos.

El Fianna asintió con aparente solemnidad, ocultando la alegría secreta que escondía su corazón ante el hecho de que el alfa de su manada lo hubiese elegido expresamente a él para acompañarlo. "Es normal que me haya escogido", se dijo a sí mismo. "Soy el mejor guerrero de las Cinco Garras de Gaia. ¿Qué mejor compañero podría tener si las cosas se ponen tan feas como en el parque Albert Crescent?"

No obstante, Crow mantuvo un solemne silencio mientras se concentraba en su débil reflejo sobre la superficie de uno de los escaparates de las tiendas. Sintió en el acto la resistencia pasiva provocada por la barrera entre los mundos. Cruzar la Celosía del Royal Centre exigió de inmediato toda su atención. Tuvo la sensación de estar intentando atravesar una capa superpuesta de láminas de plástico blanco, que le permitía cierta libertad de movimiento con la misma facilidad con la que podía dejarle atrapado. El Ahroun gruñó furioso y comenzó a usar toda su voluntad, imaginándose que destrozaba con sus garras aquel muro invisible. Por un aterrador momento, le pareció escuchar el ruido provocado por unas patas quitinosas acercándose a él, aunque lo dejó rápidamente a sus espaldas mientras alcanzaba finalmente la seguridad del reino físico.

El Fianna se detuvo durante unos segundos para controlar la respiración y adaptar sus ojos a la pálida luz que reinaba en esos momentos en el centro comercial. Canción-Oculta lo estaba esperando parcialmente oculto detrás de una columna. La sangre metis que corría por las venas del alfa de la manada le proporcionaba una mayor afinidad espiritual con la umbra y le permitía cruzar con facilidad de un extremo a otro, de un modo que solo Lars podía igualar gracias a sus habilidades como Theurge. En cualquier caso, Crow corrió hacia donde estaba el Colmillo Plateado.

-No veo a ningún guardia-, susurró Canción-Oculta, -aunque supongo que debe haber cámaras de vigilancia por los pasillos.

-Seguramente esa sanguijuela los tendrá controlados de algún modo-, murmuró Crow.

-Estoy convencido de ello. Vamos a llamar a la puerta.

La relojería mostraba un gran escaparate cuyas estanterías estaban recubiertas por todo tipo de relojes, antiguos y modernos, que uno pudiera imaginarse. Unas letras apagadas anunciaban silenciosamente su nombre: NIGEL'S. "Es un buen escondite para una sanguijuela", pensó Crow mientras seguía a Canción-Oculta hasta la puerta del establecimiento. "Nunca tendrá que preocuparse por la luz del sol y no debe tener demasiados problemas para conseguir sangre humana".

Una vez que llegaron, picó a la puerta varias veces la puerta. Crow no sabía que clase de criatura saldría a recibirles, pero estaba dispuesto a proteger a su hermano de manada a cualquier precio. Sin embargo, se llevó una inesperada sorpresa cuando un anciano les abrió la puerta. Por su aspecto delgado y extremadamente frágil, daba la impresión que debía rondar los ochenta o noventa años. Su piel estaba apergaminada, sin dejar un centímetro de su cuerpo falto de arrugas. Sus ojos eran dos orbes castaños, rodeados por oscuras ojeras permanentes. Estaba completamente calvo, aunque lucía unas pobladas cejas blancas. El anciano iba vestido con un viejo traje de color gris que debía estar de moda hace sesenta años y apoyaba todo su peso en un bastón negro con una fina empuñadura plateada. Permaneció en silencio, con la puerta entreabierta, evaluándolos con sus gélidos ojos castaños.

-Queremos hablar con el señor Hoggarth-, explicó en voz baja Canción-Oculta.

El anciano tardó unos segundos en mostrar cualquier reacción ante sus palabras. Con un gesto seco, acabó asintiendo con la cabeza y apartándose para dejarles pasar. Crow se adentró en primer lugar en la tienda, dispuesto a enfrentarse con cualquier cosa que el Wyrm pudiese lanzar contra ellos. Sin embargo, el interior del establecimiento era tan anodino como el escaparate que habían visto antes. Una vieja lámpara de latón con acanaladuras finamente trabajadas iluminaba con una sencillez desbordante la tienda desde su posición en lo alto del techo blanco. Un elegante mostrador de madera bien trabajada dominaba el centro del establecimiento, detrás del cual había una puerta blanca que debía conducir a la trastienda y al posible refugio de la sanguijuela. A los dos lados, pequeñas estanterías empotradas en las paredes mostraban una infinidad de relojes de todas clases, modelos y antigüedad.

Cuando Canción-Oculta entró también, el anciano cerró la puerta y echó la llave, dejándolos encerrados con él. A continuación, su anfitrión se movió hasta el mostrador con un paso seguro y extraordinariamente rápido, que desmentía por completo las anteriores apariencias de su edad. "¡Es la sanguijuela!", se dio cuenta Crow. El Ahroun se sorprendió mucho al descubrirlo, ya que no mostraba la misma palidez en su piel que Illana y, a diferencia de los pocos vampiros con los que se había encontrado, parecía estar más vivo que muerto. "Las apariencias engañan", trató de recordarse sin perder de vista a su anfitrión.

-Yo soy Thomas Haggarth-, reconoció el anciano con voz firme y segura. -¿Puedo preguntar quiénes son y en qué puedo ayudarlos, caballeros?

-Mi nombre es Jacob Henderson y él es Crow. Ambos somos hombres lobo. Hemos oído que ha conseguido una grabación de seguridad de los recientes ataques. Estamos interesados en comprársela por un precio razonable.

El anciano no parecía estar prestando atención a sus palabras. Sus ojos fríos continuaban observándolos con gran atención. "No soy parte del menú, hijo de puta", pensó Crow mientras cruzaba los brazos sobre su pecho. Aunque la sanguijuela le estaba poniendo extremadamente nervioso, el Ahroun se esforzó por parecer seguro, dejando a Canción-Oculta suficiente margen de maniobra.

-Entiendo-, respondió por fin Thomas tras unos largos segundos de espera. -Sin embargo, lamento informarles que no existe tal cinta. Extendí ese engaño calculado para conseguir atraer la atención de los suyos.

-¿Qué?-, preguntó incrédulo el Philodox. -¿Y por qué querría hacer eso, señor Hoggarth?

Crow se preparó para el combate con el que acabaría inevitablemente la trampa en la que habían caído como dos cachorros inocentes, mas no ocurrió tal cosa. El anciano seguía firme en la misma posición al otro lado del mostrador, con las dos manos apoyadas visiblemente sobre su superficie. Después, el Ahroun miró fijamente la puerta de la trastienda, pero ésta tampoco se abrió. "¿Qué está pasando aquí?", se preguntó cada vez más nervioso.

-Lo hice para tener la oportunidad de mantener esta conversación, evidentemente-, respondió la sanguijuela. -A pesar de que somos vecinos, supuse que no sería bienvenido en Stanley Park ni en los territorios patrullados por los hombres lobo.

-De acuerdo-, respondió el alfa. -Ha conseguido lo que se proponía. Tiene a dos hombres lobo en su establecimiento y a sus compañeros más cerca de lo que pudiera pensar. ¿Qué es lo que quiere realmente de nosotros?

-Comprendo las suspicacias ocasionadas por el actual clima de tensión vigente entre los vampiros y los hombres lobo de Vancouver, pero les aseguro que esta noche nadie intentará atentar contra sus vidas en el Royal Centre.

Crow no se creyó ni una sola palabra, pero Canción-Oculta no discutió la atrevida afirmación de la sanguijuela y pareció dispuesto a seguir escuchando al vampiro. Armándose de paciencia, el Fianna intentó hacer lo propio.

-Lo crean o no, mis intereses personales no se benefician de una guerra abierta en la ciudad, de modo que estoy dispuesto a aportar algo de cordura en este conflicto, siempre y cuando mi contribución permanezca en el más estricto anonimato. Considero que ya he llamado demasiada atención con el pequeño embuste de la grabación. Quiero que ustedes, caballeros, me garanticen ese anonimato. Nadie, vampiro ni hombre lobo, debe saber que les he ayudado.

-Me parece razonable-, asintió Canción-Oculta. -Esté tranquilo, señor Hoggarth, si nos ayuda a mantener la paz estaremos más que felices de ocultar su participación.

-Deseo algo más que buenas intenciones, señor Henderson-, respondió con frialdad la sanguijuela. -He oído que los hombres lobo presumen de ser criaturas honorables. Por favor, tened la amabilidad de jurar por vuestro honor lo que os he pedido para que pueda depositar mi confianza en vosotros.

Crow miró alarmado a la sanguijuela y luego se volvió para observar a su alfa. Como sospechaba, Canción-Oculta parecía estaba barajando seriamente la oferta del vampiro. "Tampoco tenemos muchas opciones", se percató el Fianna. Crow sospechaba que los ataques actuales habían sido orquestados por una o más sanguijuelas, del mismo modo que era consciente que nunca atraparían a los culpables sin la ayuda de los suyos. Canción-Oculta debía pensar lo mismo que él, porque acabó asintiendo lentamente.

-Está bien, señor Hoggarth. Juro por mi honor que no hablaremos a nadie de su ayuda, siempre y cuando eso no provoque ningún perjuicio para la seguridad de los nuestros. Si realmente está interesado en mantener la paz entre nuestras dos especies, no tendrá que preocuparse por nosotros.

-Yo también lo juro por mi honor con esas mismas condiciones-, confirmó Crow a regañadientes.

-Muy bien-, asintió el anciano. -Ahora tengo la certeza de que ustedes son las personas adecuadas para escuchar lo que tengo que decir. Aunque evito salir de esta relojería siempre que puedo, estoy al corriente de muchas cosas que ocurren en esta ciudad. Está claro que los ataques que se están produciendo estas últimas noches no son fruto del azar.

-¿Cómo puedes saberlo?-, preguntó Crow sin poder contenerse.

-Usando la razón y la lógica, por supuesto-, respondió el señor Hoggarth. -Esas mismas herramientas me dictan que no debéis confiar en nadie, sea quien sea.

Crow no estaba seguro de haber entendido correctamente a la sanguijuela. Las preguntas se agolpaban una tras otra en su mente: "¿En quién no podemos confiar? ¿En las sanguijuelas de Vancouver? ¿En los Sñeores de la Sombra? ¿Por qué da a entender semejante cosa?"

-¿Podemos confiar en ti?-, preguntó con cautela Canción-Oculta.

-Esta noche sí-, respondió el anciano sin mostrar el menor titubeo en su voz. -Y hay algo más que debo deciros. Un amigo me ha dicho que esta misma noche habrá una reunión secreta que puede interesaros. Tendrá lugar en una casa en construcción, en los terrenos de British Properties justo a las dos de la noche.

-Pero... ¡ahora mismo son las doce y media!-, exclamó Crow tras comprobando la hora.

-Razón de más para que os deis prisa en llegar-, respondió con calma el anciano mientras se acercaba a la puerta para dejarles salir.

-¿Quiénes van a reunirse allí?-, preguntó Canción-Oculta suspicaz antes de traspasar el umbral.

-Ya lo veréis-, respondió la sanguijuela sin ocultar finalmente una pizca de desdén, como si estuviese tratando con personas definitivamente estúpidas.

Canción-Oculta pareció irritado, pero salió rápidamente de la tienda sin presionar demasiado a la sanguijuela. Crow, por su parte, devolvió una mirada furiosa a la sanguijuela y siguió al alfa de su manada, que lo estaba esperando cerca del escaparate de una tienda de ropa.

-¿Volvemos a la Penumbra?-, preguntó Crow.

-Sí, tenemos que reunirnos con el resto y encontrar cuanto antes el lugar de la reunión.

-¡Espera!-, pidió el Fianna al mismo tiempo que le cogía el brazo para llamar su atención. -¿Cómo sabes que no es una trampa de las sanguijuelas?

-Porque decía la verdad, Crow-, respondió Canción-Oculta liberando su brazo. -Thomas Hoggarth no siente ningún amor por los Garou, pero no mentía cuando nos explicó que la guerra entre los hombres lobo y los vampiros se ajustaba a sus intereses... además, tampoco hedía a Wyrm.

-¿Estás seguro?-, preguntó el Fianna confundido.

-Sí, lo estoy. Ahora vamos a buscar al resto si queremos llegar a tiempo a esa reunión secreta.

jueves, 21 de marzo de 2013

FARUQ (5 - 2)

Vancouver, Columbia Británica
2 de junio de 1994

Faruq sintió un enorme alivio cuando comprobó que Lars iba a sobrevivir a su combate personal con la muerte y creyó a Voz-de-Plata cuando el Galliard les prometió que estaría recuperado después de unas horas de descanso. Todo el mundo sabía que Unicornio era un poderoso espíritu de curación física y espiritual y que los Hijos de Gaia conocían muchos de sus misterios. Sin embargo, ni Faruq ni ninguno de sus hermanos sospechaba que Bobby se hubiera interesado nunca por tales artes, ni que últimamente llevase consigo un fetiche espiritual conocido como Emplasto de Gaia, que podía curar las heridas más terribles. Aunque bien pensado, ninguno de los miembros de su manada sabía que Faruq tenía oculto un D'siah, un fetiche con forma de daga curva que formaba parte de la historia inmemorial de su tribu. En definitiva, el secreto de Voz-de-Plata había sido una agradable sorpresa para todos.

Una vez que la luz del alba despuntó por el horizonte, Canción-Oculta le pidió que localizase y advirtiese a las manadas vecinas del brutal ataque que habían sufrido esa noche las Cinco Garras de Gaia. Faruq se encogió de hombros, asintiendo levemente. Al igual que la mayoría de los Caminantes Silenciosos, ya había tenido la oportunidad de hacer de mensajero en infinidad de ocasiones. Una tarea aparentemente engorrosa, pero que le permitía cambiar de aires con la suficiente frecuencia como para no sentirse encerrado en Vancouver.

Así pues, Faruq salió de New Westminster sin haber podido descansar y recorrió los territorios vecinos de Fraser Mills, Mundy Park y, finalmente, Queensborough. No fue sencillo dar con sus compañeros Garou en dichos lugares, en una ocasión incluso tuvo que suplicar la ayuda de los espíritus locales para dar con los hombres lobo que custodiaban esos territorios, aunque lo consiguió después de siete horas de duro trabajo. Cansado y somnoliento, el Ragabash volvió con sus hermanos y disfrutó de unas merecidas horas de sueño con sus hermanos en el reflejo espiritual de Glenbrook Ravine.

Cayó dormido de inmediato y cuando despertó ya casi era de noche. Todos sus hermanos estaban despiertos, incluso Lars, que todavía llevaba puestas las vendas del Emplasto de Gaia. El Theurge tenía aspecto muy fresco y saludable, como si acabase de despertarse de un sueño verdaderamente reparador. Faruq casi sintió de envidia del Fenris. Lo cierto es que seguía cansado y compartió un sonoro bostezo con sus hermanos para que ellos también lo supiesen.

-¿Ya estás despierto?-, preguntó Canción-Oculta sin esperar respuesta. -Bien. Siéntate con nosotros y escucha con atención.

El Caminante Silencioso se acercó arrastrando los pies, exagerando intencionadamente su cansancio físico y se sentó pesadamente en el suelo. Sus hermanos lo miraron en completo silencio, al igual que Uktena, cuyos ojos brillaban desde las sombras entre los árboles del reflejo espiritual de Glenbrook Ravine.

-¿Me he perdido algo?-, preguntó Faruq frotándose un ojo con desidia.

-La noticia del ataque que sufrimos se ha extendido como la pólvora-, le explicó Crow. -Hace dos horas vinieron unos Fenris para conocer los detalles.

-Pertenecían a la manada de los Elegidos de Nerigal-, apostilló Voz-de-Plata.

-Eso-, respondió Crow malhumorado al verse interrumpido. -Cuando les contamos todo lo que ocurrió, juraron que nos vengarían.

-He oído hablar de ellos-, intervino Lars. -Son un poco mayores que nosotros, pero se han labrado una reputación excelente dentro de mi tribu... lo que quiere decir que son guerreros valientes e inflexibles.

-En cualquier caso, debemos asumir que otros querrán conocer también la noticia del ataque-, asintió Canción-Oculta. -Lo más prudente sería no exagerar los hechos para no incendiar los ánimos.

-¿Quieres que mintamos?-, preguntó Faruq sinceramente sorprendido.

-¡Por supuesto que no!-, respondió el alfa indignado. -Sólo debemos ser estrictamente sinceros, sin embellecer los detalles del combate ni exagerarlos. ¿De acuerdo?

A pesar de que la pregunta iba dirigida a todos los miembros de la manada, Canción-Oculta miró directamente a Voz-de-Plata y luego a Faruq, una sutil indirecta que los dos cogieron al vuelo. Faruq prometió ser un niño bueno con menos entusiasmo que el Galliard, de forma que el alfa se dio por satisfecho.

-¿Y qué hacemos ahora?-, preguntó Crow.

-Volver a patrullar New Westminster hasta que recibamos nuevas instrucciones del Consejo de Ancianos o de Destroza-Perdiciones. Sin embargo, esta vez iremos en la furgoneta para extremar las precauciones.

-¿Y qué haremos si nos encontramos con las sanguijuelas de anoche?-, preguntó el Ahroun con tono hosco.

-Lo decidiré cuando llegue el momento, Crow.

-.-

No hubo incidentes durante la primera hora de la noche. Sin embargo, los Garou no bajaron la guardia y siguieron vigilando con atención las calles de New Westminster desde las ventanillas del vehículo. Lars estaba al volante con Canción-Oculta a su lado. El resto estaban sentados en los asientos de atrás de la furgoneta. Por el camino, habían comprado cafés para todos y algo de comida para llevar, saciando un poco el hambre que sentían sus estómagos, pero a diferencia de las noches anteriores no se habían entretenido a hacer nada más.

Eran aproximadamente la diez y media de la noche cuando Canción-Oculta pidió a Lars que parase la furgoneta junto a la acera. A esas horas todavía había peatones caminando por Royal Avenue.

-¡Es Cathy Saynesbury!-, explicó apresuradamente.

El Fenris detuvo el vehículo en el primer sitio libre que encontró de la calle y los cinco se bajaron del coche para ir al encuentro de la líder de los escasos Caminantes Silenciosos de Vancouver. Cathy tenía unos treinta y cinco años y media un metro sesenta. Tenía un rostro agradable, enmarcado por una larga y lacia cabellera de color oscuro, aunque lucía unos hermosos ojos de color verde avellana. Iba vestida con ropas baratas y gastadas, que delataban la escasa atención que confería a las apariencias.

-¡Hola, Cathy!-, la saludó Faruq cuando se acercaron lo suficiente.

-Hola, chicos-, respondió ella con gesto preocupado, algo muy poco habitual en ella. -He oído rumores que dicen que fuisteis víctimas de un ataque. ¿Es cierto?

-Sí, desgraciadamente sí es cierto-, respondió Canción-Oculta en nombre de la manada.

-Entonces contádmelo todo, por favor-, pidió ella mientras retrocedía unos pocos pasos para tomar asiento en un banco cercano.

El alfa de la manada miró a Voz-de-Plata y lo animó con un gesto sutil a que contase lo ocurrido. El Galliard asintió y se puso manos a la obra. Faruq tuvo que reconocer que Voz-de-Plata era una fantástico cuentacuentos, a pesar de que el Hijo de Gaia no embelleció la historia, sino que se atuvo rigurosamente a los sucesos ocurridos. Cathy, por su parte, no permaneció ociosa e interrumpió en varias ocasiones al Galliard para hacer preguntas sobre algunos detalles concretos, que le sirvieron para confirmar su historia y darle un retrato más comprensible de los hechos.

-No lo entiendo-, manifestó ella cuando Voz-de-Plata terminó su relato. -Parece que las sanguijuelas quieren a echarlo todo por la borda.

-¿De verdad crees que están boicoteando voluntariamente la Alianza?-, preguntó Canción-Oculta con escepticismo.

-No lo sé-, respondió ella pensativa. -De lo único que estoy convencida es que una guerra entre nuestras dos razas puede abrir el camino al Wyrm para que se apodere del gran túmulo. Tenemos que evitar una catástrofe como esa cueste lo que cueste.

-¿Y qué hay de Guttooth?-, preguntó Faruq. -No creo que piense igual.

-No, es cierto-, reconoció la Anciana con un suspiro. -Él y sus partidarios no quieren atender a razones y estos ataques sólo parecen justificar sus argumentos a pesar de la oposición del Consejo de Ancianos.

-¿Tan mal están las cosas?-, preguntó el Philodox sorprendido.

-¿A ti que te parece? Debo volver a Stanley Park. Tened cuidado a partir de ahora, ¿vale?

-Puedes jurarlo-, le respondió Faruq sonriendo. Esta vez Cathy le correspondió con una de sus deslumbrantes sonrisas y luego se puso en pie para alejarse del banco sin despedirse.

-.-

Un poco más tarde, la furgoneta de la manada estaba recorriendo MacBride Boulevard, entre Queen's Park y Glenbrook Ravine cuando Lars vio a un lobo de pelaje gris, y manchas blancas y parduzcas, corriendo bajo los árboles del primer parque.

-Juraría que es Illana-, murmuró.

-Vamos a intentar hablar con ella-, asintió Canción-Oculta.

El Theurge esperó hasta llegar a un cambio de sentido antes de girar hacia el parque y luego detuvo la furgoneta junto al arcén. Todos bajaron inmediatamente del vehículo y corrieron hacia los árboles. La loba, que les había visto sin duda, se transformó en la hermosa mujer desnuda que ya conocían: la vampiresa de setecientos años de antigüedad que se hacía llamar Illana.

-¿Qué haces aquí?-, preguntó Crow secamente.

-Llevo horas buscándoos-, respondió la sanguijuela sin dejarse intimidar por el alto Ahroun. -Anoche una manada de Garou atacaron a un viejo amigo. ¿Qué está pasando? ¿Os habéis vuelto locos?

-¡Anoche tus amigos nos atacaron en el parque Albert Crescent!-, gritó a su vez Faruq indignado. -¿Cómo te atreves a pedirnos explicaciones? ¡Casi matan a Lars!

Illana enseñó los colmillos furiosa, pero Canción-Oculta y Voz-de-Plata se interpusieron entre ellos, separándolos todo lo posible.

-¡Ya basta!-, gritó el Galliard.

-¡Parad, vamos!-, exigió el Colmillo Plateado. -¿No os dais cuenta de lo que está pasando? Nos estamos enfrentando entre nosotros. ¿Cómo vamos a evitar una guerra si lo único que hacemos es lanzarnos acusaciones cruzadas?

Faruq y Crow dieron su brazo a torcer de mala gana y apartaron la vista de Canción-Oculta, reconociendo a regañadientes que el Philodox tenía razón. Illana correspondió su gesto volviendo a ocultar sus colmillos, aunque la mirada desafiante no desapareció del todo de sus oscuros ojos.

-¿De verdad os han atacado?-, preguntó ella en voz baja.

-Sí, fue una emboscada bien planeada-, asintió Voz-de-Plata. -Había tres vampiros, dos hombres y una mujer. El líder dijo que se llamaba Caleb.

El Galliard les describió minuciosamente el aspecto de cada uno de ellos, hasta un grado inhumano. El don espiritual del Recuerdo Perfecto le permitía revivir de nuevo la escena y rememorarla con todo lujo de detalles.

-¿Conoces a alguno de ellos?-, le preguntó Canción-Oculta

-No-, confesó ella negando con la cabeza. -No deben de ser de la ciudad.

-Pues nos estaban esperando-, intervino Faruq. -Sabían que patrullaríamos esa zona e intentaron acabar a traición con todos nosotros.

-Lo siento-, respondió Illana perdiendo la dureza que antes se había adueñado de su mirada. -Lo siento mucho.

Aquel gesto tan humano en una sanguijuela confundió enormemente a Faruq. Era fácil odiar a aquellas criaturas del Wyrm. Set, el vampiro que había maldecido a los Caminantes Silenciosos a vagar por la superficie del mundo sin encontrar nunca un lugar que pudiesen reclamar como propio, era el ejemplo más vil su especie. Sin embargo, Illana no despertaba en él esa clase de sentimientos. De alguna forma, la vampiresa era distinta a la mayoría de los suyos. Eso estaba claro.

-¿Y tu amigo?-, preguntó Voz-de-Plata. -¿Qué le pasó?

-Estaba cerca del parque del lago Burnaby cuando fue perseguido y asaltado por dos de los vuestros-, respondió ella. -Mi amigo estaba tan aterrorizado que ni siquiera se fijó en su aspecto ni mucho menos en el color de sus pelajes.

-¿Cómo sobrevivió al ataque?-, preguntó Crow interesado.

-Se lanzó al lago, buceando hasta alcanzar el fondo. Sus perseguidores perdieron su rastro y él pudo alejarse para contar lo que le había sucedido.

-¿Partidarios de Guttooth tomándose la justicia por su mano?-, sugirió Lars hablando por primera vez en la conversación.

-Puede ser-, respondió pensativo Canción-Oculta.

-¿Quién es Guttooth?-, preguntó Illana inquisitiva.

-Un exaltado que exige la guerra contra los vuestros-, respondió el alfa de la manada. -Si no detenemos los ataques cuanto antes, conseguirá suficientes apoyos para lograr sus objetivos.

-He escuchado un rumor que puede seros de utilidad-, reconoció ella entonces. -Simon escuchó decir que hay un vampiro que tiene una grabación de seguridad de uno de los ataques. Estoy segura de que él mismo ha hecho correr el rumor para sacar una buena tajada por la venta de la grabación, pero si la conseguimos  nosotros quizás podamos identificar a los atacantes y descubrir información útil.

-¿Y por qué no vas tú misma?-, preguntó Faruq lleno de suspicacia.

-Sospecho que no querrá negociar conmigo.

-¿Por qué?-, quiso saber Lars.

-Lo siento, pero no puedo responder a esa pregunta.

-¿Y crees que sí querrá negociar con nosotros?-, preguntó Faruq con una carcajada incrédula.

-No perdamos más tiempo, por favor-, respondió Canción-Oculta suspicaz. -Dinos el nombre del vampiro y dónde podremos encontrarlo.

-Se llama Thomas Hoggarth. Supongo que podréis encontrarlo en Nigel´s, una relojería artesanal situada en el Royal Center. Nunca sale de ese sitio.

-¡Estupendo!-, respondió Faruq con un sonrisa. -Hace mucho tiempo que no intento colarme en un centro comercial. ¡Será como en los viejos tiempos!

miércoles, 20 de marzo de 2013

LARS (5 - 2)

Vancouver, Columbia Británica
1 de junio de 1994

El clima de tensión que se empezaba a respirar en Vancouver entre los Garou y las sanguijuelas podía cortar como una navaja. Las Cinco Garras de Gaia eran conscientes de ello y actuaron en consecuencia. Por ahora, habían decidido que Crow, Canción-Oculta y Lars "patrullarían" a pie las calles de New Westminster. Si llegaban a encontrarse en una situación que no pudiesen manejar, Voz-de-Plata y Faruq aparecerían con la furgoneta para alejarse rápidamente. Era un plan forzosamente sencillo, pero poco más podían hacer aparte de eso.

La patrulla de la noche anterior había discurrido sin incidentes, por lo que la manada sólo había tenido que descansar bien durante el día antes de volver a ponerse en marcha otra vez al atardecer... cuando las sanguijuelas se despertaban de su sueño. A Lars no le tranquilizaba esa idea en absoluto. La Alianza podía ser necesaria, pero confiar en la buena voluntad de los vampiros le parecía un error. No obstante, se abstuvo de compartir sus ideas, ya que, para bien o para mal, se había jurado a sí mismo aceptar la decisión del alfa de su manada.

Así pues, Lars se había limitado a caminar taciturno al lado de Canción-Oculta y Crow en forma Homínida durante las primeras horas de la noche. Los tres habían recorrido casi toda la quinta avenida, luego bajaron hacia el río a través de la calle undécima y, finalmente, deshicieron la calle Columbia hasta llegar al parque Albert Crescent y el puente Pattullo.

No se habían encontrado con ningún intruso durante la "ronda", de modo que se habían limitado a disfrutar de la noche. El cielo estaba lo suficientemente despejado desde la noche anterior para permitirles contemplar la mitad del hermoso rostro de Selene y el débil resplandor de lejanas estrellas que ya observaban con curiosidad a las pequeñas criaturas de Gaia en el amanecer de los tiempos. La noche era cálida, cargada de una humedad invisible. Si el instinto del Theurge no le engañaba, se acercaba un verano excelente en todos los sentidos.

Crow y Canción-Oculta detuvieron sus pasos al mismo tiempo. Ambos estaban muy tensos, como si hubiese pasado algo extremadamente grave. Lars miró a su alrededor buscando cualquier indicio de peligro, pero lo único que vio fueron árboles dispersos y el tráfico nocturno de vehículos en la calle Columbia.

-Están frente a nosotros-, murmuró el Ahroun apretando los puños.

-No ataquéis hasta que yo lo ordene, ¿de acuerdo?-, les ordenó el alfa de la manada. -Quiero averiguar qué quieren.

Lars asintió mientras volvía a mirar al frente, buscando con la mirada entre la maleza y los árboles. Los vio en ese momento: tres figuras furtivas pertenecientes a dos hombres y una mujer. Todos ellos iban vestidos con ropa práctica y resistente, como si fueran un grupo de montañistas perdidos, pero estaban armados con revólveres y cuchillos de combate. No les estaban apuntando directamente con sus armas, pero eso no hizo que Lars se sintiese más seguro en absoluto. De hecho, sintió una punzada de nervios cuando comprobó que todos ellos tenían la piel cenicienta.

-¿Quiénes sois?-, preguntó el alfa con voz firme. -¿Qué queréis?

-Una explicación-, respondió uno de los hombres. Tenía una oscura melena salvaje que abultaba en su cabeza y dos cicatrices paralelas en la mejilla izquierda. Sus dos manos no eran humanas en modo alguno, sino que se asemejaban más a las garras de un animal siniestro. -¿Podemos acercarnos para parlamentar?

Canción-Oculta no respondió de inmediato. Lars se dio cuenta de que la mente del Philodox debía estar evaluando todas las posibilidades. No obstante, el alfa acabó asintiendo en silencio con la cabeza. El corazón del Fenris bombeó con fuerza en su pecho. Las sanguijuelas dieron los últimos pasos que los separaban de ellos con extrema cautela, como si esperasen ser traicionados en cualquier momento.

-Ya os habéis acercado bastante-, dijo el Colmillo Plateado. -¿Quiénes sois?

-Me llamo Caleb-, respondió el líder de las sanguijuelas al mismo tiempo que les mostraba una enloquecida sonrisa dominada por dos afilados colmillos.

Antes de que ninguno de ellos pudiera reaccionar, Crow recibió un disparo directo en el pecho que lo derribó al suelo en el acto. Las sanguijuelas debían tener un cómplice oculto en los árboles con un rifle de caza.

-¡MALDITOS TRAIDORES!-, gritó Canción-Oculta con una voz gutural, mientras adoptaba la forma de guerra Crinos.

Lars hizo lo mismo, pero tuvo que tirarse al suelo sobre sus cuatro patas para evitar que la mujer que tenía enfrente le volase la cabeza con dos disparos rápidos de su revólver. Caleb se arrojó sobre Canción-Oculta, intentando herirlo con sus garras al mismo tiempo que el tercer vampiro apuntaba con su subfusil a Crow, que yacía sangrando en el suelo.

-¡Nooo!-, gritó Lars cargando contra él, consciente de estar dejando un enemigo a su espalda.

El vampiro se giró de improviso para intentar apuntarle con el subfusil, pero el Fenris le golpeó antes de que pudiese apretar el gatillo. Su poderoso brazo barrió el aire como si se tratase de una enorme maza, derribando a su enemigo con un chasquido de huesos rotos. Entretanto, Canción-Oculta se revolvió contra Caleb, golpeándolo sin piedad.

Otro potente disparo resonó en el parque. Lars chilló de dolor al sentir un fuego abrasador que le atravesó la espalda, quebrando todos los huesos que encontró a su paso. "¡Joder, es plata!", se dio cuenta mientras la bala quedaba alojada dolorosamente en su pecho. El Fenris aulló de pura agonía sin poder evitarlo y se vio obligado a recurrir al don espiritual de Resistir Dolor para poder pensar en otra cosa que no fuera la tortura que le estaba infringiendo la plata.

Afortunadamente, Crow volvió en sí en ese momento y, con gran esfuerzo, obligó a su cuerpo a adoptar también la forma Crinos. Sus enemigos no les dieron ningún respiro. La vampiresa guardó el revólver al mismo tiempo que desenfundaba un cuchillo de combate cuyo filo relucía con un brillo plateado. Por otra parte, un golpe afortunado de zarpa rasgó la mitad derecha de la cara de Canción-Oculta, que no perdió el ojo por algún azar del destino. El Philodox aprovechó ese momento para hundir sus garras en las vísceras de su enemigo y abrir luego una herida gigantesca que dejó al descubierto todo su vientre. Eso fue demasiado para el vampiro llamado Caleb, que terminó abandonando el combate tambaleándose como un borracho.

Crow se abalanzó valientemente sobre el vampiro del subfusil mientras la sanguijuela gritaba aterrorizada. "¿Dónde está la caballería?", se preguntó Lars. Justo en ese momento se apartó a duras penas de la rápida trayectoria del cuchillo de la vampiresa. La criatura del Wyrm estaba medio enloquecida por el olor de la sangre derramada y se relamía los colmillos con un anhelo estremecedor. Canción-Oculta recibió entonces un disparo en una de sus patas cuando intentaba perseguir a su enemigo herido. El alfa cayó sobre una de sus rodillas mientras su cuerpo se estremecía de puro dolor.

Un ruido de motor se acercó a toda velocidad, irrumpiendo en el parque como una exhalación. Faruq detuvo la furgoneta sobre la hierba a pocos metros detrás de ellos, mientras Voz-de-Plata, que había adoptado la forma Crinos, bajaba de un salto desde el vehículo a través de la puerta lateral. Su repentina aparición aterrorizó a las sanguijuelas, que vieron cambiar el rumbo del combate definitivamente en su contra. La vampiresa maniobró para lanzar una nueva acometida de cuchillo, suficientemente lenta para que Lars retrocediese de un salto; en realidad, el golpe había sido un amago. El Fenris intentó cogerla inútilmente mientras ella aprovechaba la distracción para salir corriendo indemne. El tirador oculto no dudó en dar también su peculiar bienvenida a Voz-de-Plata con un nuevo disparo, fallando esta vez por un margen muy escaso.

Lars pudo escuchar el sonido de otros dos motores poniéndose en marcha  rápidamente mientras perseguía a la sanguijuela a través de la maleza. Cuando llegó al otro lado, comprobó con frustración que los vampiros tenían dos furgonetas listas para huir. La sanguijuela llamada Caleb ya se había subido a una. La segunda enfiló directamente en su dirección. La vampiresa corrió hacia ella, tan rápida como una gacela, a pesar de los mejores esfuerzos de Lars por atraparla. No obstante, un nuevo disparo cortó de raíz la persecución y el Fenris cayó brutalmente al suelo con una herida grave en uno de sus costados. A pesar de que la vista se le estaba oscureciendo, le pareció observar que la sanguijuela se despedía de él con una sonrisa enloquecida antes de subir a la segunda furgoneta. Lo último que escuchó antes de perder la consciente fueron los gruñidos de sus hermanos acercándose.

-.-

Volvió en sí de improviso, sintiendo un dolor agudo en el pecho y otro en el costado, como si tuviese clavados dos alfileres ardientes, pero al menos no sufría la profunda agonía de antes. Voz-de-Plata estaba a su lado, mirándole con ojos llenos de alegría.

-Nos tenías muy preocupados-, susurró el Hijo de Gaia.

El Fenris trató de incorporarse, pero el Galliard lo retuvo en suelo. Mirando a su alrededor con algo de esfuerzo, reconoció de inmediato el lugar en el que se encontraba: estaban en el parque Glenbrook Ravine, en una zona protegida por los árboles donde la manada había estado descansando durante las horas del día desde que empezaron a patrullar New Westminster. Además del Hijo de Gaia, también se encontraban allí Crow, Canción-Oculta y Faruq. El Theurge reconoció emocionado el mismo brillo de preocupación en todos sus ojos.

-¿Qué ha pasado?-, preguntó con voz entrecortada.

-Esta vez has estado cerca de no conseguirlo-, le respondió emocionado el alfa de la manada. -Te encontramos desangrándote, por culpa de otro disparo. Voz-de-Plata te ha curado como mejor ha podido y ha extraído tres balas de plata.

-Gracias-, murmuró el Fenris mirando a Voz-de-Plata. -¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?

-Solo unas horas, no te preocupes-, respondió el alfa sentándose a su lado. -Amanecerá muy pronto. ¿Cómo te encuentras?

-Tengo sed y me duele todo el cuerpo, pero aparte de eso estoy bien-, respondió el Fenris. -¿Lograsteis atrapar a alguna sanguijuela?

-No-, respondió Crow con un gruñido frustrado. -Arrinconamos a una de ellas, pero se escapó convirtiéndose en un murciélago.

-Creemos que el resto de los vampiros tenían listas unas furgonetas para escapar-, terminó Faruq.

-Sí... las vi antes de caer... esos cobardes... huyeron.

-Calma, calma-, intervino Voz-de-Plata con voz tranquila. -Debes descansar, Lars. Los emplastos mágicos de mi tribu necesitan horas de descanso para que surtan efecto. Duerme y descansa. Te prometo que cuando te despiertes te encontrarás casi completamente recuperado, aunque te quedarán tres feas cicatrices como testimonio de las terribles heridas que has sufrido esta noche.

martes, 19 de marzo de 2013

CANCIÓN-OCULTA (5 - 2)

Vancouver, Columbia Británica
31 de mayo de 1994

Apenas había podido descansar, ni mucho menos dormir, durante las horas de descanso, debido a la fuerte preocupación que sentía por dentro, ya que estaba convencido de que Guttooth y sus partidarios  podrían recabar nuevos apoyos si no se aclaraba pronto el asunto de la empresa maderera que había intentado asaltar los terrenos sagrados de los Wendigo. Canción-Oculta no quería la guerra con las sanguijuelas ni con los humanos. En su opinión, los primeros sólo eran meras distracciones que desviaba la atención de los Garou de las verdaderas amenazas dispuestas por el Wyrm, como Pentex o los malditos Danzantes de la Espiral Negra, mientras que los humanos... ellos eran inocentes. No comprendían a Gaia, ni sentían su benévola influencia. Los Garou deberían esforzarse por enseñarles sus costumbres, pero muchos preferían ser verdugos y asesinos en lugar de maestros y guías. La idea de masacrar a la humanidad era perversa en sí misma. "¿Por qué no pueden verlo?", se preguntó una vez más el Philodox.

Por otro lado, su agotada mente también había tenido que hacer frente a un viejo enemigo: la voz invisible. A pesar de que apenas había tenido la fuerza de un débil susurro cerca de sus oídos, sus argumentos eran extremadamente persuasivos. De algún modo, parecía tener una inteligencia propia, evitando repetir sus estrategias e ideando tácticas nuevas para lograr que se uniese finalmente a los Danzantes de la Espiral Negra y, en definitiva, al mismo Wyrm. La voluntad de Canción-Oculta era demasiado fuerte para caer en semejantes trampas, por supuesto, pero la lucha constante contra sí mismo no le había servido de nada en su actual estado de agitación interna.

Sus hermanos reconocieron los síntomas del cansancio e incluso le preguntaron con discreción si se encontraba bien. El metis los tranquilizó como mejor pudo y ellos supieron que lo mejor sería darle un poco de espacio para sí mismo. Sin embargo, no puedo desviar con la misma facilidad la atención de Uktena. Su tótem lo miró fijamente a los ojos durante unos largos segundos, aunque no dijo absolutamente nada. "Lo sabe", intuyó Canción-Oculta en ese mismo momento. "Conoce muy bien la existencia de la voz que me acecha, pero me está guardando el secreto. Ha querido dármelo a entender de este modo para apoyarme en mi lucha personal."

Otra noche había llegado a New Westminster y su manada se había reunido de nuevo para volver a patrullar sus calles, tal y como les había ordenado Destroza-Perdiciones, el Protector del Clan del Pacto. Aunque Selene y las estrellas estaban ocultas detrás de un pesado manto de nubes negras, lo cierto es que había parado de llover, lo cual suponía en sí mismo un ligero alivio. El viento seguía cortando como una cuchilla, pero eso no evitaría que las Cinco Garras de Gaia cumpliesen con su deber.

Sus hermanos y él estaban caminando por la calle Columbia, paseando bajo la luz artificial de las farolas frente a una cafetería  y un café británico con el nombre de un famoso detective inglés del siglo XIX, cuando se percataron de la presencia de un hombre de tez oscura sentado en un banco de la acera, a unos treinta metros por delante de ellos. El hombre se levantó al verlos y les saludó en silencio con la mano, como si estuviese allí sentado esperando verles aparecer en un momento u otro. Todos lo reconocieron de inmediato: era Galen Hawes, también llamado Fuerza-de-la-Letanía. "Espero que esta vez traiga buenas noticias", pensó Canción-Oculta. La manada aceleró el paso para reunirse con el solitario Garou.

-Buenas noches, Galen-, le saludó el alfa. -¿Traes novedades?

-Más malas noticias, me temo-, asintió Fuerza-de-la-Letanía. -Un grupo de veinte hombres armados con bates de béisbol y navajas entraron esta mañana en la reserva nativa Musqueam, en la ribera del río Fraser. Los muy bastardos dieron una severa paliza a todos los varones adultos que encontraron y se marcharon antes de que pudiesen llegar los Wendigo del clan Chupkeem.

-¿Por qué harían algo así?-, preguntó incrédulo Voz-de-Plata.

-Los asaltantes amenazaron con volver y matarlos a todos si los nativo americanos del norte del estado no  retiraban de inmediato la demanda contra Brendan & Packard.

-¡No me lo puedo creer!-, exclamó Canción-Oculta sin poder contenerse.

-Sí, y eso no es lo peor de todo-, suspiró Galen con resignación. -Hubo un accidente de tráfico en la calle Georgia, a tan solo 40 metros de Stanley Park. Parece ser que el conductor de un camión cargado con residuos industriales perdió el control del vehículo, volcándolo y desparramando toda su carga sobre la calzada. Una manada de Furias Negras, las Vengadoras de Artemisa, intentó cogerlo pero un coche lo estaba esperando para darse a la fuga, aunque Habla-en-Susurros, una Media Luna de la manada, logró captar el olor de las sanguijuelas en el cuerpo del hombre antes de que lograse escapar.

-¡Hijos de puta!-, gruñó furioso Crow mientras apretaba los puños.

-¿Hubo muchos heridos en el accidente?-, preguntó Faruq completamente serio.

-La policía y los bomberos reaccionaron con rapidez, pero creo que hay al menos dieciséis personas hospitalizadas por intoxicación.

-Cuarenta metros... un minuto más y habrían profanado el gran túmulo-, murmuró para sí Lars, asimilando la noticia.

-Sí, está claro que ese era su objetivo. Destroza-Perdiciones ha doblado el número de Guardianes en los límites de Stanley Park, tanto en la Penumbra como en el reino físico en previsión de nuevos ataques. Pero aún quedan más malas noticias...

-¿Qué?-, preguntó Canción-Oculta temiendo hacer la pregunta.

-Una Moradora de Cristal llamada Julia Encuentra-Datos-Perdidos descubrió que Brendan & Packard está controlada por las sanguijuelas de Vancouver, lo quiere decir que los ataques contra la Parentela y las tierras de los Wendigo no son actos provocados simplemente por la codicia humana.

-Mierda-, murmuró Voz-de-Plata.

-Lo sabía-, asintió Crow como si siempre hubiese dicho que algo así podría ocurrir.

-¿Y qué dicen de esto Guttooth y sus partidarios?-, preguntó Canción-Oculta sospechando la respuesta.

-Están completamente fuera de control. El autodenominado Sacerdote de Gaia ha redoblado sus discursos en Stanley Park. Muchos Fenris y Garras Rojas le siguen abiertamente. Hablan de declarar la guerra contra los humanos y las sanguijuelas sin contar con el permiso de los Ancianos del Clan del Pacto y de devolver cada golpe que hayamos sufrido. Muchos Garou están empezando a prestarle atención.

-¿Y los Ancianos?-, quiso saber Faruq. -¿Por qué no hacen nada?

-Poco pueden hacer ahora mismo, excepto intentar tranquilizar los ánimos de los jóvenes para que la situación no explote y se rompa definitivamente la Alianza. La mayoría de ellos están ya en Stanley Park, intentando controlar la situación.

-¿Cuáles son nuestras órdenes?-, preguntó Canción-Oculta conteniendo involuntariamente la respiración.

-Hasta que averigüemos lo que está pasando, las patrullas deben continuar vigilando la periferia de Vancouver. Destroza-Perdiciones quiere que extreméis las precauciones y que estéis preparados frente a un ataque de las sanguijuelas.

-¿Eso es todo?-, preguntó Crow visiblemente decepcionado.

-Sí-, respondió lacónico Galen Hawes. -Siento no poder traeros mejores noticias, pero ese es el mensaje de nuestros líderes.

-No te preocupes, Galen-, asintió Canción-Oculta. -Diles que las Cinco Garras de Gaia seguirán vigilando New Westminster.

-Eso haré. Buena suerte, amigos.

Galen hundió las manos en los bolsillos de su cazadora con un gesto cansado y se alejó caminando despacio, vigilando la oscura calle en todo momento. Sus precauciones no hicieron más que acrecentar los nervios de toda la manada.

-Ya lo habéis oído-, dijo Canción-Oculta interpretando su papel de alfa de la manada. -Debemos seguir vigilando New Westminster hasta que esto se aclare, así que manos a la obra.

-.-

Por supuesto, había sido más fácil que decirlo. Las horas pasaron despacio y cada sombra podía contener una nueva amenaza. Ninguno de ellos era un cobarde, pero era difícil sentirse tranquilo patrullando de noche las calles de la ciudad, sabiendo que en cualquier momento podían sufrir una emboscada de unos enemigos vampíricos cuyos rostros no conocían. Una situación así podía crispar los nervios incluso de los Garou más valientes.

Por eso cuando Crow les avisó a las cuatro de la mañana de que les estaban siguiendo, Canción-Oculta no pudo evitar sentir una vaga sensación de liberación, como si estallase de pronto una pesada tormenta que estuviese amenazando el horizonte durante horas. El alfa condujo a sus hermanos a una estrecha calle perpendicular cercana. Una vez que estuvieron ocultos, Crow y él adoptaron inmediatamente la forma de lobos cavernarios, que los Garou llamaban Hispo, mientras que el resto decidieron adoptar la Glabro, la perteneciente a los hombres prehistóricos.

Estuvieron esperando allí durante unos largos minutos, vigilando la entrada de la calle listos para enfrentarse con cualquier cosa que pudiese salir al paso. El problema fue que no estaban preparados para escuchar una voz familiar a sus espaldas.

-Si pretendíais cazarme, habéis preparado terriblemente mal vuestra trampa.

Cuando se volvieron, miraron sorprendidos a Illana, que permanecía apoyada contra la pared, mirándoles fijamente con los brazos cruzados sobre el cuerpo. Aunque su rostro parecía extremadamente serio y grave, no hizo ademán de atacarles. Canción-Oculta se adelantó apartando a sus hermanos y, a pesar de las dudas, se transformó en humano. Todos sus hermanos siguieron su ejemplo como muestra de buena voluntad, excepto Crow, que permaneció en Hispo, demostrando abiertamente su desconfianza hacia la vampiresa.

-Tenéis que aprender a ocultar vuestras verdaderas intenciones-, dijo Illana con una fría sonrisa carente de buen humor. -Desde el momento en que os dirigisteis a esta calle supe que me queríais tender una trampa. ¿Por qué querríais hacer algo así?

-No sabíamos quién eras-, respondió Canción-Oculta con calma. -Parece ser que algunos de los tuyos están detrás de la compañía maderera que intentó destruir las tierras sagradas. Hoy han enviado a sus matones para atacar a los nativo americanos de las reservas que protestaron por ese intento de tala ilegal y amenazarlas para retiren la denuncia de los tribunales. ¿Sabes algo de eso?

-No-, respondió tajante la vampiresa. -Ni siquiera Simon sabe quién está detrás de esa compañía maderera, pero me contó que anoche una de las patrullas del Príncipe fue atacada por una de vuestras manadas. En esa ocasión no hubo ningún muerto, pero esta noche ha vuelto a ocurrir lo mismo, con la salvedad de que tres vampiros que conocía han sufrido la muerte definitiva llevándose a la tumba a uno de los vuestros. ¿Estáis locos? ¿Es que queréis romper la Alianza?

-No, claro que no-, intentó convencerla el Philodox. -Te juro que estamos comprometidos con la Alianza.

-Deben haber sido ataques de represalia-, pensó Voz-de-Plata en voz alta. -El ataque de ayer debió de ser un aviso por la intrusión de Brendan & Packard... y el de hoy una venganza por el intento de profanar el gran túmulo.

-Si ha habido muertes en ambos bandos, la cosa no se detendrá ahí-, asintió Lars sombrío.

-Simon me dijo que Derek Hillen ha jurado venganza y habla abiertamente de guerra-, intervino la vampiresa. -Si seguís atacando a los míos, convencerá al Príncipe de que no hay otra alternativa.

-Nosotros también tenemos nuestros propios exaltados, Illana-, intentó explicarle Canción-Oculta. -Nuestros líderes tratan de contenerlos, pero el accidente del camión con residuos tóxicos sólo los está enfureciendo más si cabe.

-¿Qué accidente?-, preguntó la vampiresa abiertamente desconcertada.

-Esta mañana hubo un accidente de tráfico en la calle Georgia, a cuarenta metros de Stanley Park. El camión llevaba residuos tóxicos, que se desparramaron por la calzada, intoxicando a muchos inocentes. Una manada cercana vio cómo el conductor se subía a un coche para huir, pero aseguran que el hombre olía a sangre de sanguijuela.

-¿Un ghoul?-, preguntó Illana con el ceño fruncido.

-¿Qué es un ghoul?-, le preguntó a su vez Voz-de-Plata.

-Un humano esclavizado a la voluntad de un vampiro que le obliga a beber su sangre-, trató de explicarles ella. -La mayoría de los míos tienen siervos como esos, aunque personalmente yo aborrezco esas prácticas.

-¿Sabes lo que creo?-, preguntó Canción-Oculta sin esperar una respuesta. -Creo que hay un vampiro interesado en boicotear la Alianza. Sabemos que Brendan & Packard está controlado por uno de los tuyos y que el conductor del camión siniestrado posiblemente fuera un ghoul como dices. ¿Conoces a algún vampiro que quisiera una guerra entre nuestras dos razas?

-El único que estaría lo suficientemente loco para desear algo así sería Derek-, dijo Illana pensativa-, pero el Príncipe lo tenía atado en corto precisamente para evitar que sucediesen incidentes que pudiesen poner en peligro la paz con los vuestros.

-Creo que deberías avisar a los vampiros de Vancouver para que lo investiguen-, asintió Canción-Oculta.

-Este es mi hogar y no deseo una guerra entre los hombres lobo y los vampiros. Haré lo imposible por evitar una guerra entre los hombres lobo y los vampiros.

-Te juro solemnemente que yo también haré lo mismo. Mis hermanos y yo estamos tan comprometidos como tú con la paz entre nuestros dos pueblos.

-De acuerdo. Volveré cuando tenga más noticias. Adiós.

La vampiresa no esperó una respuesta sino que saltó con agilidad para agarrarse a una tubería y trepó por ella hasta alcanzar el tejado del edificio, desapareciendo sin hacer el menor ruido. "Si quiere impresionarnos, lo está consiguiendo", pensó el Colmillo Plateados reprimiendo un silbido.

-Deberías vigilar mejor los juramentos que haces en nombre de la manada-, farfulló Crow molesto.

-¿Es que no quieres la paz?-, le respondió a su vez Canción-Oculta.

-Claro que sí pero... ha habido muertos. A lo mejor no hay forma de evitar que nos enfrentemos a una guerra abierta.

-Estoy de acuerdo con Crow-, intervino Lars. -Puede que ya hayamos cruzado sin saberlo la línea roja.

-Incluso así Canción-Oculta tiene razón-, intervino Voz-de-Plata. -Si existe una sola posibilidad de mantener la paz, tenemos que buscarla cueste lo que cueste.

-Y castigar a los que están intentando romperla-, sentenció el Philodox con un tono inusitadamente duro en él.

lunes, 18 de marzo de 2013

VOZ-DE-PLATA (5 - 2)

Vancouver, Columbia Británica
30 de mayo de 1994

Después de las emociones belicistas despertadas en el último Consejo Abierto del Clan del Pacto, la manada había disfrutado de unos días tranquilos en New Westminster, aunque en realidad se podía decir que había sido Bobby quien había disfrutado de dicha tranquilidad. Las Cinco Garras de Gaia patrullaban las calles de noche buscando vampiros intrusos, descansaban en los parques algunas veces en la Penumbra y otras en el mundo físico y procuraban continuar con sus propios asuntos como mejor podían. En términos generales, no les estaba yendo nada mal.

New Westminster ofrecía muchas alternativas, algo que había agradado a casi todos los miembros de la manada. Por ejemplo, habían encontrado una cervecería del gusto de Crow para "mojar un poco el gaznate", como solía decir el Fianna exagerando intencionadamente su fuerte acento irlandés, y Canción-Oculta había descubierto un pequeño negocio donde servían café para llevar de todas las marcas y sabores. Pequeños detalles como esos les hacían apreciar cada vez más su nueva asignación y ninguno echaba de menos Stanley Park, salvo quizás Lars, que se había visto obligado a reducir sus tratos con los espíritus de la naturaleza con los que solía comunicarse a raíz del cambio.

Voz-de-Plata sólo había salido de su nuevo territorio para visitar a Protege-la-Inocencia y hacer algunas preguntas sobre la vampiresa que se hacía llamar Illana. Su compañera de tribu no dudó en confirmar que la historia de la sanguijuela. Ambas eran buenas amigas desde hacía diez años y, de hecho, Illana la había aconsejado en algunas cuestiones referentes a los vampiros.

-Lamento que la hayan convertido en una sanguijuela-, llegó a confesar Protege-la-Inocencia, -pero es una criatura honorable. Si confiáis en ella, no os dejará en la estacada.

Gracias a ella Voz-de-Plata también había averiguado que Illana no sólo mantenía buenas relaciones con otros Hijos de Gaia, sino también con unos pocos Moradores de Cristal. Además, compartía el amor de los Garou por las tierras salvajes y su preservación, como si reconociese instintivamente la presencia de Gaia en los parajes naturales. En opinión de Protege-la-Inocencia, Illana era un ejemplo perfecto de que podían existir vampiros "buenos".

Cuando Voz-de-Plata compartió sus descubrimientos con sus compañeros de manada, sus hermanos quedaron tan sorprendidos como él. Canción-Oculta asintió diciendo que ya había percibido que la vampiresa no trataba de mentirles, mientras que Crow guardaba un sano escepticismo respecto a la sanguijuela. Voz-de-Plata, por su parte, veía en la vampiresa un débil rayo de esperanza para la dos especies, aunque trataba de no dar rienda suelta a sus ilusiones personales.

Cuando llegó la mañana del lunes treinta de mayo, el cielo estaba ocupado por nubarrones oscuros que no tardaron en dejar caer la lluvia que contenían a lo largo de todo el día. "Un lunes gris y triste", había pensado el Galliard cuando la tormenta los despertó de improviso en la Penumbra. El resto del día había sido igualmente desapacible, pero tanto él como sus hermanos se habían preparado para patrullar las calles de New Westminster a pesar del mal tiempo.

Después de cenar, se quedaron en un portal charlando mientras esperando a que el sol se pusiese. Crow llevaba bebidas ya dos latas de cerveza, Lars aún tenía en mano la lata que había empezado y los demás estaban acabando unos cafés para llevar cuando un Mustang del 84, de color gris plateado, se detuvo frente a la fachada del edificio bajo cuyo alero se habían cobijado de la lluvia. Un hombre de unos cuarenta años, piel morena y ojos oscuros se bajó del vehículo para acercarse a ellos. Sus ropas baratas quedaron empapadas desde el mismo momento en que se bajó del coche. La manada lo reconoció de inmediato: era Galen Hawes, también llamado Fuerza-de-la-Letanía, un Philodox perteneciente a la tribu de los Caminantes Silenciosos.

-Buenas tardes-, saludó el Media Luna mientras se apartaba con un gesto cansado el agua que corría a chorros de su cara.

-Hola, Galen-, le respondieron ellos.

-Hola-, añadió Faruq, -aunque de buenas tienen poco.

-No me digas-, respondió él.

-¿Qué te trae por New Westminster?-, preguntó Canción-Oculta cuando reparó en la seriedad de su rostro.

-Llevo un buen rato buscándoos, pero esta condenada lluvia no me ayudó precisamente. Es la tercera vez que paso por esta calle, maldita sea. Traigo malas noticias.

-¿Qué ocurre?-, preguntó Voz-de-Plata.

-¿Sabéis qué es Brendan & Packard?-, preguntó el Caminante Silencioso. -Me lo temía. Es una de las mayores compañías madereras de la Columbia Británica. Este fin de semana intentó talar ilegalmente los árboles de una zona al noreste del río Powell. Los Wendigo tienen un enclave funerario en esas tierras, por lo que ese territorio es un lugar específicamente protegido por los acuerdos de la Alianza.

-¡Joder!-, soltó Faruq de improviso.

-¡Qué hijos de puta!-, exclamó Crow tan serio como Galen. -¿Llegaron a causar daños irreparables?

-Afortunadamente no. Los Wendigo del protectorado Homathko se enteraron inmediatamente de la intrusión de las máquinas y movilizaron a la Parentela nativo americana del clan Kiskatinaw para formar una barrera humana que impidiese que la empresa profanase sus tierras sagradas. También se pusieron en contacto con los Hijos de Gaia de Vancouver, que movilizaron en seguida a sus amigos en los grupos ecologistas para apoyar a los nativo americanos. Además, los Moradores de Cristal han llevado a la compañía a los tribunales esta mañana, por lo que la tala se ha pospuesto indefinidamente

Voz-de-Plata se sintió extremadamente orgulloso de la rápida reacción de su tribu para ayudar a los Wendigo locales. El Pacto que unía a las trece tribus de la Nación Garou en Vancouver había demostrado una vez más su utilidad. Los Wendigo no habían estado solos en su lucha y contaban con el respaldo del resto de las tribus de Vancouver. "Ojalá todos los Garou del mundo viesen los beneficios que podrían obtener si trabajamos juntos", pensó con un suspiro.

-Si la tala ilegal ha sido detenida-, preguntó despacio Canción-Oculta mientras ponía en orden sus pensamientos, -¿qué es lo que te preocupa realmente?

-Se supone que las sanguijuelas que controlan las empresas madereras humanas tendrían que evitar que ocurriesen incidentes como ese. Los Wendigo están furiosos. No puedo culparles, pero incidentes como este no hacen otra cosa que calentar los deseos de revancha y dar mayor validez a los argumentos de los partidarios de Guttooth.

-¿Temes que no haya sido accidente provocado por la codicia humana?-, preguntó el Galliard sinceramente sorprendido.

-Quiero creer que sólo ha sido un accidente-, respondió Fuerza-de-la-Letanía. -De todas formas, tened los ojos bien abiertos y extremad las precauciones durante los próximos días. Ahora debo irme. Todavía me quedan tres manadas más por avisar. Hasta luego.

-Hasta luego-, respondieron ellos.

Galen Hawes se subió de nuevo a su coche. Pronto perdieron de vista al vehículo incluso antes de que hubiese terminado de abandonar la calle. Las Cinco Garras de Gaia se miraron entre sí.

-Faruq, tú conoces bien a Galen. ¿Es de fiar?-, preguntó Lars hablando por primera vez.

-Por supuesto-, respondió. -Está limpio. ¿Por qué me haces esa pregunta?

-Porque creo que se avecinan problemas-, respondió lacónico el Theurge.

-Estoy de acuerdo-, confirmó Canción-Oculta igual de preocupado.

-.-

La lluvia continuó sin darles tregua durante cuatro horas más o menos, hasta que perdió intensidad para acabar convirtiéndose en una fina capa de llovizna que caía holgadamente sobre las calles y parques de New Westminster. Voz-de-Plata podía contar con los dedos de su mano el número de personas con las que se habían cruzado por la acera a partir de las diez de la noche, aunque los coches seguían recorriendo  a intervalos las calles principales del distrito.

Las malas noticias del Caminante Silencioso habían terminado por estropearle el día y el Galliard sólo deseaba que amaneciese cuanto antes para acostarse y no despertarse hasta que la lluvia volviese a dar un respiro a la ciudad. No obstante, las horas parecían alargarse más de lo necesario, estirando la noche como si fuese en realidad una pesadilla interminable de calles oscuras y luces borrosas. Sus hermanos parecían compartir su humor sombrío, ya que ni siquiera Faruq estaba con ánimos para gastar sus bromas habituales.

Hacia las tres de la madrugada, una sombra femenina completamente desnuda salió de un callejón cercano para correr hacia ellos. Tenía el pelo mojado y pegado a su cara de piel pálida como la nieve. Lo más perturbador en ella no era el hecho de su hermosa desnudez, sino la forma en que movía, con movimientos ágiles y perfectos más propios de un gran depredador que de un ser humano. "Espero no tener que verla nunca alimentándose de sangre humana", deseó para sus adentros el Hijo de Gaia.

Illana se detuvo en seco, agazapándose entre dos coches para evitar que la viesen los pocos conductores nocturnos que rondaban por las calles a esas horas. Seguramente no debía estar preocupada por la presencia de violadores y ladrones, sino que simplemente estaba siendo precavida para evitar llamar la atención de los agentes de policía de la ciudad. Las Cinco Garras de Gaia se acercaron despacio a ella, tan empapados por la lluvia como lo estaba la sanguijuela. Voz-de-Plata no pudo dejar de advertir las miradas cautas de Crow, que inspeccionaba alerta el resto de la calle como si temiese caer en algún tipo de emboscada organizada por los vampiros.

-Hola-, saludó la joven mientras les miraba con unos ojos que resplandecían con brillo rojo y antinatural.

-Bienvenida a New Westminster, Illana-, respondió el Hijo de Gaia intentando mostrar una sonrisa agradable.

-Hola-, la saludó Canción-Oculta. -¿Cómo has venido a vernos con este temporal?

-Hay pocas cosas que me hagan disfrutar tanto como correr bajo la lluvia-, explicó Illana mientras levantaba su rostro hacia la lluvia con los ojos cerrados para dejar que las gotas lo salpicasen libremente. Tanto Voz-de-Plata como sus hermanos permanecieron callados sin saber muy bien qué decir a continuación. -Llevo cuatro noches en Vancouver y tengo más que suficiente. Voy a regresar a mi hogar, en los bosques del norte, durante una o dos lunas antes de volver a poner los pies de nuevo en esta ciudad. Quería despedirme de vosotros-, dijo la vampiresa al mismo tiempo que volvía abrir sus ojos inmersos en aquel malsano resplandor rojizo.

-¿Te has enterado de las noticias del norte?-, preguntó el Philodox.

-No, ¿qué ha pasado?-, preguntó ella con evidente curiosidad.

-Una compañía maderera llamada Brendan & Packard ha intentado talar los árboles de un territorio sagrado que está protegido específicamente por los acuerdos de la Alianza entre los vampiros y los hombres lobo-, le explicó pacientemente Voz-de-Plata.

-Muchos hombres lobo están preocupados-, intervino Canción-Oculta. -Algunos incluso se preguntan si los vampiros... estáis respetando los términos acordados en la Alianza.

-Lo siento-, murmuró Illana. -Ha debido ser un accidente. Os juro que nosotros seguimos comprometidos con la Alianza y los tratos que hemos acordado... Puedo quedarme por aquí unas noches más para ver qué puedo averiguar entre los míos. Sí... será exactamente lo que haré-, añadió con lejano asentimiento de cabeza.

-Gracias-, dijo Voz-de-Plata sinceramente agradecido.

-Debo irme, pero volveremos a vernos muy pronto. Adiós.

Illana se levantó de repente y corrió por la calzada mojada hasta desaparecer de nuevo por el callejón del que había aparecido. Su reacción pilló completamente desprevenidos a los Garou, que observaron con estupor la reacción de la vampiresa.

-No me fío de ella-, manifestó Crow cuando estuvo seguro de que ella se había marchado.

-Yo tampoco-, susurró Faruq por lo bajo.

-Y sin embargo, está diciendo la verdad y no apesta a Wyrm-, afirmó con total seguridad Canción-Oculta. -Lo he comprobado de nuevo.

-¡Oh, vamos! Se ha comportado honorablemente y puede conseguirnos mucha información de los vampiros que nosotros no podríamos conseguir por otros medios-, intervino Voz-de-Plata. -Debemos confiar en ella.

jueves, 14 de marzo de 2013

ERGUIDO-CUAL-MONTAÑA (5 - 2)

Vancouver, Columbia Británica
26 de mayo de 1994

El aviso de Canción-Oculta no le pilló del todo por sorpresa y, antes de que Faruq se apartase de la sanguijuela, Crow ya había adoptado la forma de guerra Crinos y desnudado sus garras. Voz-de-Plata y Lars rodearon a la sanguijuela con dos pasos rápidos, impidiendo que huyese por donde había venido. Por su parte, el alfa de la manada adoptó la forma Hispo, mientras gruñía amenazador a la vampiresa, que alzó despacio las manos en un gesto apaciguador.

-Calma, calma-, les pidió con voz tranquila, como si no estuviese rodeada por cinco hombres lobo que podían despedazarla en cualquier momento. -No voy a atacaros, os lo juro. Llevo mucho tiempo viviendo en Vancouver con el permiso del Príncipe Sigfried.

-¿El Príncipe?-, preguntó Faruq. -¿Te refieres al señor de los vampiros de la ciudad?

-Sí, eso es.

Crow sólo estaba esperando la confirmación del alfa para abalanzarse a por la sanguijuela, pero el Philodox permanecía pensativo, evaluando pacientemente la sinceridad de las palabras de aquella sanguijuela. De todas formas, el Fianna maldijo en silencio a Voz-de-Plata y Lars cuando vio que sus dos hermanos bajaban ligeramente la guardia confiados.

-¿Y por qué te has acercado tanto a nosotros?-, siguió preguntando Faruq desconfiado.

-No soy una completa desconocida para los vuestros-, respondió la joven con calma. -Tengo amigos en el Clan del Pacto, pero vuestras caras me resultaban completamente desconocidas. Simplemente quería presentarme ante mis nuevos vecinos y daros la bienvenida. Si no me creéis, os repito que tengo amigos entre los vuestros. ¡Preguntadle por ejemplo a Protege-la-Inocencia! Ella responde por mí.

-Todo lo que ha dicho es cierto-, explicó Canción-Oculta con pequeños gruñidos en la lengua Garou.

Con gran dificultad, Crow obligó a su cuerpo a abandonar la forma Crinos para adoptar un aspecto más humano. La tarea le costó un gran esfuerzo, ya que la luna llena parecía exigirle instintivamente medidas más drásticas. "Debo controlar mi rabia, debo controlar mi rabia", repitió el Ahroun cerrando los ojos. Poco a poco, obligó a su cuerpo a volver a adoptar su forma original de Homínido. Con una sonrisa cansada, volvió a abrir sus ojos para descubrir que Canción-Oculta había hecho lo mismo que él mientras Faruq dejaba las dos manos a la vista.

-Sentimos haberte asustado-, trató de disculpase el alfa, -pero tenemos órdenes de capturar a todos los vampiros intrusos y aún no conocemos a los vampiros locales. Lo siento.

-No te preocupes. Nuestros dos pueblos todavía necesitan más tiempo para aprender a confiar el uno en el otro.

-¿Así que conoces a Protege-la-Inocencia?-, preguntó Voz-de-Plata con curiosidad.

-Por supuesto. Es una gran mujer y me enorgullezco poder considerarla una de mis mejores amigas.

Voz-de-Plata asintió con su característica naturalidad. Aquel breve intercambio de palabras había hecho mucho por aliviar la tensión que se había creado, incluso Crow pudo percibirlo a pesar de que seguía atento a cualquier posible señal que indicase que la sanguijuela tuviese amigos por los alrededores.

-Creo que hemos empezado con mal pie, Illana-, dijo el alfa. -Deja que nos presentemos. Como te ha dicho antes, él es Faruq. El resto son Lars, Voz-de-Plata y Crow. A mí me llaman Canción-Oculta.

-Es un placer conoceros-, a pesar de la frialdad que transmitían los ojos de la sanguijuela, su voz sonaba amistosa. -¿Así que New Westminster es vuestro nuevo territorio?

-Al menos durante las horas nocturnas-, respondió Crow. -¿Cuál es tu territorio?

-En ocasiones, suelo descansar en el parque del lago Burnaby cuando quiero estar cerca de la ciudad, pero normalmente me gusta correr con libertad por los bosques y las montañas del noroeste.

-¿Puedo hacerte yo también una pregunta?-, dijo Faruq.

-Sí, por supuesto.

-¿Cuánto tiempo llevas muerta?-, preguntó el Ragabash con tono neutro pero igualmente entrometido.

-Es toda una pregunta-, respondió ella con una sonrisa en sus labios. -No recuerdo con claridad el año exacto, pero podría deciros que fui transformada a principios del siglo XIII después de Cristo.

Crow dejó de vigilar los árboles cercanos para mirar de arriba a abajo a la sanguijuela. "¿Ha dicho el siglo XIII?", se preguntó reprimiendo un silbido. "Eso son casi setecientos años, ¿no?" Sus hermanos de manada tampoco pudieron contener los gestos de sorpresa que despertó la afirmación de Illana. La sanguijuela, por su parte, se limitó a sonreír tímidamente, como si se disculpase por ser la criatura en que se había convertido.

-Oye, ¿hay más como tú por aquí cerca?-, quiso saber el Ahroun rompiendo el silencio. Si iban a vigilar New Westminster, necesitaban conocer a las sanguijuelas de los alrededores para no causar problemas innecesarios.

-En efecto-, respondió ella sin albergar ninguna duda, -Simon no anda lejos.

-¿Simon?-, preguntó Voz-de-Plata.

-Sí, Simon Lollel. Muchos de los vuestros lo conocen porque fue uno de los negociadores que ayudaron a firmar la tregua entre los hombres lobo y  los vampiros. Simon y yo somos... amantes desde hace mucho tiempo y no solemos separarnos el uno del otro.

-¿Y hay más vampiros por los alrededores además de vosotros dos?-, preguntó Crow de nuevo.

-Sí, a partir de la calle 6ª están las patrullas del Príncipe, que vigilan que ninguno de los vuestros viole las fronteras del tratado. De hecho, si alguna vez os cruzáis en el camino de un vampiro con el pelo castaño muy corto y el rostro cuadrado lleno de cicatrices, os ruego que salgáis corriendo.

-¿Por qué?-, quiso saber Canción-Oculta. -¿Quién es?

-Ese bastardo se llama Derek Hillen-, les explicó Illana. -Es un psicópata obsesionado con los hombres lobo. Se convirtió en el líder de las patrullas del Príncipe durante las décadas de guerra entre vampiros y hombres lobo en Vancouver. Haced caso de mi consejo y apartaros de su camino. Es lo mejor para todos.

-Gracias por el consejo, Illana-, respondió agradecido Voz-de-Plata en nombre de toda la manada. -Te prometo que lo tendremos en cuenta.

-Sí, desde luego nos será de mucha ayuda-, asintió Canción-Oculta. -Por cierto, has mencionado varias veces a Sigfried. ¿Es un buen gobernante?

-No tengo mucho trato con él, pero sé que siempre honra su palabra y actúa con justicia. Hasta donde yo sé, suele ocuparse de sus asuntos en el centro de la ciudad. Muchos vampiros dentro y fuera de Vancouver le respetan por la paz y la prosperidad que ha conseguido establecer en sus dominios. Simon también confía en él y para mí eso es suficiente. Sin embargo, Julie Foster no me inspira tanta confianza-, añadió vacilante.

-¿Quién es?

-Es la esposa del Príncipe. Pertenece a un linaje sombrío de brujos y hechiceros que cometieron todo tipo de atrocidades para llegar a los peldaños del poder en la sociedad vampírica. Julie parece distinta a los de su estirpe, pero la desconfianza no me parece una mala consejera respecto a ella.

Crow sonrió para sí cuando escuchó la advertencia de Illana. El hecho de que los vampiros no confiasen entre ellos y estuviesen tan divididos como lo estaban las tribus Garou le parecía una idea sumamente tranquilizadora. "Cuanto más discutan entre sí, más seguro estará el Clan del Pacto".

-Me alegro de haberos conocido-, dijo la vampiresa. -Parecéis personas decentes. Quizás la próxima vez que nos veamos podamos intercambiar historias.

-Será un verdadero placer-, respondió Voz-de-plata entusiasmado con la idea.

-Vuelve cuando quieras, Illana-, confirmó Canción-Oculta. -Serás bienvenida.

Ella asintió levemente con la cabeza y su cuerpo comenzó a cambiar de forma, transformándose de nuevo en una loba de crines grises y manchas blancas y parduzcas. Lars y Voz-de-Plata la dejaron marcharse y los cinco la vieron alejarse corriendo de vuelta a las sombras de los árboles del parque.

-Nunca creí que tendríamos una conversación pacífica con una sanguijuela-, susurró Voz-de-Plata asombrado.

-Yo tampoco-, reconoció Faruq con un tono de voz más duro de lo acostumbrado en él.

-¡Ahh, bribón!-, le soltó Crow al mismo tiempo que le daba una palmada en la espalda. -Casi ligas con una sanguijuela setecientos años más vieja que tú.

Canción-Oculta soltó una gran carcajada al escuchar su broma y pronto toda la manada comenzó a reírse a costa de Faruq, que trataba de protestar fingiendo una indignación que todo el mundo sabía que no sentía realmente. El pobre Ragabash no dejó de recibir bromas durante el resto de la noche y únicamente obtendría un respiro cuando la manada regresase al reflejo umbral de Stanley Park para descansar durante la mayor parte del día.

miércoles, 13 de marzo de 2013

FARUQ (5 - 1)

Vancouver, Columbia Británica
26 de mayo de 1994

Faruq miró a su alrededor con ojos cansados, reprimiendo a duras penas el perezoso bostezo que intentaba escaparse de su boca. Estaba de pie, con la espalda apoyada contra la corteza de un árbol, esperando pacientemente. La arboleda parecía tranquila a pesar de las discusiones de la noche anterior. "Seguro que pocos se esperaban un consejo tan animado", pensó con una sonrisa desganada. Crow estaba tumbado en el suelo en forma Lupus, mientras el resto de sus hermanos todavía discutían las repercusiones de la discusión provocada por Guttooth.

-No sé por qué os preocupáis tanto-, les interrumpió tratando de quitar importancia al tema en cuestión. -El Consejo Abierto terminó sin incidentes. Pronto será agua pasada.

-No lo creo-, respondió Lars con voz tranquila. -Guttooth y sus seguidores no se conformarán con una simple discusión bajo la luz de la Selene. Quieren mucho más que eso.

-Hablaron de guerra contra las sanguijuelas y la humanidad-, le apoyó Canción-Oculta. -Algunos incluso propusieron derribar el poder del Consejo de Ancianos sobre el Clan del Pacto.

-Ese es otro asunto que me preocupa-, manifestó Voz-de-Plata. -El Consejo de Ancianos. La mayoría de ellos no les pararon los pies a tiempo a Guttooth y sus compinches. ¿Quiénes intervinieron realmente en la discusión? Jacques Lapointe, Nelson Chang y Padre Isaac. No entiendo por qué lord Abercorn se limitó a cruzarse de brazos.

-No puedo conocer las motivaciones de lord Abercorn-, trató de explicar Canción-Oculta-, pero apostaría que él también se dio cuenta de que los seguidores de Guttooth habían planificado la discusión de antemano y tal vez no quisiera apostar su reputación en una jugada arriesgada. Quizás estuviera haciendo lo mismo que nosotros: identificar a los partidarios de Guttooth para abordarlos por separado.

-¿Y el resto de los Ancianos?-, insistió el Galliard inseguro.

-¡No lo sé, Bobby!-, respondió Canción-Oculta con un suspiro malhumorado. -Hasta ahora, la política de los Garou me parecía sencilla. Los Colmillos Plateados gobiernan, los Señores de la Sombra conspiran y el resto de las tribus se dejan llevar por los roles establecidos, ¿no? Eso es lo normal, ¿verdad? Pero anoche todo se complicó demasiado, al menos desde mi punto de vista. Todavía no tengo claro si Guttooth trabaja para su propio beneficio o si está siguiendo órdenes de Lukasz Kawecki, el líder de los Señores de la Sombra de Vancouver.

-Yo creo que el líder de los Garras Rojas, ese Media Luna llamado Mira-Lejos, sí sabía lo que iba pasar-, intervino Faruq muy a su pesar. -Su tribu lleva milenios exigiendo que se restablezca el Impergium.

-No creo que los Garras Rojas sean los titiriteros de este circo-, negó Voz-de-Plata. -Esto parece demasiado complejo para ellos. Habitualmente, escogen a un alfa de todas sus manadas y ese Garou proclama la vuelta al Impergium. Luego el resto de las tribus de la Nación Garou envían a sus campeones para derrotarlo y obligar a todos los Garras Rojas a volver a su lugar y luego todo vuelve a empezar. Esto parece más complicado, más organizado...

-Más propio de los Señores de la Sombra-, terminó de decir Faruq con una sonrisa traviesa.

-Se acerca alguien-, gruñó Crow levantando de repente la cabeza interrumpiendo su conversación, con las orejas bien alzadas y mirando fijamente en una dirección concreta de la arboleda.

Un tenso silencio se impuso entre ellos, mientras aguardaban pacientemente para ver quién se estaba acercando. Podía ser un amigo, desde luego, pero era más saludable no correr riesgos y estar en guardia. Crow olfateó el aire.

-Es el Protector-, gruñó antes de comenzar a transformarse en humano.

Al igual que el resto de sus hermanos, Faruq se relajó un poco. El Protector del Clan del Pacto era un Ahroun de la Camada de Fenris llamado Destroza-Perdiciones. Era el Garou que les había pedido que lo esperaran aquí. Después de unos largos minutos, vieron aparecer su figura grisácea entre los árboles. Destroza-Perdiciones era un poderoso lobo de fuerte mandíbula y hombros anchos, un digno ejemplar de una estirpe de guerreros famosos.

-Cinco Garras de Gaia-, les saludó el Fenris usando hoscos gruñidos en la lengua Garou.

-Saludos, Protector-, respondió Canción-Oculta con tono humilde, sabiendo perfectamente que el viejo Lupus se tomaba muy a pecho cualquier cosa que pudiese malinterpretar como una ofensa o un desafío.

-Os felicito-, gruñó Destroza-Perdiciones. -En el pasado, habéis demostrado que tenéis la fuerza necesaria para enfrentaros con el peligro y la astucia para reconocerlo. Ahora que la mayoría de vosotros sois Fostern, estáis preparados para ocupar un puesto de mayor responsabilidad entre los Guardianes del Clan del Pacto. Es un gran honor aceptar ese deber.

-Lo aceptamos con mucho gusto, Protector-, respondió el alfa de su manada con el suficiente tacto.

-¿Cuál será nuestra nueva responsabilidad?-, preguntó a su vez Faruq con curiosidad.

Destroza-Perdiciones le gruñó irritado sin ningún disimulo. "De acuerdo, juguemos al lobo bueno", pensó el Ragabash mientras su cuerpo adoptaba la forma Lupus que en los Caminantes Silenciosos tenía aspecto de un cánido de pelaje azabache con cabeza de Anubis. A continuación, Faruq se tumbó boca arriba, mostrando su vientre y el gaznate, como muestra de completa sumisión. Aunque sus hermanos de manada le conocían perfectamente para saber que estaba fingiendo, incluso burlándose del Protector con su falsa representación de sumisión, Destroza-Perdiciones aceptó el gesto del Ragabash dándole únicamente un doloroso mordisco en una de las orejas. Eso hizo que Faruq se incorporase de golpe, mientras maldecía para sus adentros al Fenris. La oreja le escocía si se la hubiesen atravesado con un clavo afilado. Destroza-Perdiciones gruñó de nuevo, aunque esta vez parecía divertido. A continuación se volvió de nuevo hacia Canción-Oculta.

-La Alianza con las sanguijuelas establece que los Garou vigilemos los alrededores de Vancouver para impedir que entren más sanguijuelas en la ciudad sin el permiso del vampiro que gobierna a los suyos. A partir de ahora, las Cinco Garras de Gaia vigilaréis la parte de su ciudad que los humanos llaman New Westminster. ¿Conocéis ese lugar?

-En efecto, Protector-, respondió con educación Canción-Oculta.

-Bien, vigilad sobre todo los caminos humanos, el puente y los parques desde el atardecer hasta después del amanecer. Cazad a todos los fomori que se crucen en vuestro camino. Si podéis capturar con vida a las sanguijuelas que intenten entrar en Vancouver, hacedlo; de lo contrario, no mostréis piedad. En caso de que tengáis problemas contra los que no podáis enfrentaros, informad a las manadas que vigilan los territorios cercanos.

El viejo Fenris se marchó sin despedirse. El mensaje estaba claro y las Cinco Garras de Gaia sabían lo que tenían que hacer. Sin embargo, Faruq estaba convencido de que las cosas no iban a resultar tan fáciles como parecían.

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El territorio que tenían que patrullar estaba bien delimitado por la calle Columbia, el puente Pattullo y el río Fraser al sur, Queen's Park y Glenbrook Ravine Park al oeste y la calle 6ª al norte. Las Cinco Garras de Gaia habían llegado a las cinco de la tarde, para tener tiempo suficiente para familiarizarse con el terreno. Se habían dado cuenta inmediatamente de la cantidad de terreno que les tocaba cubrir, pero en términos generales estaban contentos con la asignación. New Westminster tenía dos grandes parques y suficientes zonas ajardinadas para que cualquier manada de hombres lobo se sintiese cómoda con la asignación. De hecho, la pequeña ciudad, que pertenecía al Distrito Regional del Gran Vancouver, era lo suficientemente acogedora para que cualquiera de ellos se sintiese pronto a sus anchas.

Su manada se movió de un extremo a otro de New Westminster utilizando una furgoneta nueva que pertenecía a Canción-Oculta. El líder de la manada les había explicado que el vehículo era un regalo de un tío suyo llamado Adam, un Pariente al que tenía mucho cariño aunque procurase no hablar mucho de él. A pesar de la movilidad que les proporcionaba la furgoneta Ford Ranger de Canción-Oculta, las Cinco Garras de Gaia también recorrían a veces a pie las calles para comprobar de primera mano que no pasase nada extraño en el territorio que tenían que vigilar.

Desde el principio Faruq se había sentido emocionado por cambiar de aires. New Westminster prometía más entretenimiento que Stanley Park y su nueva responsabilidad suponía un reto más que interesante. De hecho, añadía algo de emoción a sus aburridas vidas. Aunque Canción-Oculta intentó mantener el orden, era evidente que todos ellos compartían la misma euforia recién descubierta. Por su parte, Faruq estaba tan contento que se portó bastante bien con sus hermanos, sin gastarles más bromas que las necesarias.

Después de varias vueltas sin que ocurriese nada destacable, decidieron recorrer a pie el paseo de Glenbrook Ravine Park  a eso de las dos de la mañana. Hacía una buena noche a pesar de la fría brisa que soplaba desde la rivera del río. A esas horas no había ni un alma más en el parque y el silencio sólo era roto por los grillos y alguna que otra ave nocturna. Las Cinco Garras de Gaia caminaban en completo silencio, atentos a cualquier sonido extraño. Canción-Oculta y Crow habían adoptado la forma Lupus, mientras que los demás avanzaban con sus formas humanas originales. El plan era que si se topaban con algún testigo humano, pareciesen tres jóvenes sacando a pasear a dos grandes perros. No era un plan brillante, pero al menos daría cierta cobertura para no romper el Velo sin renunciar a los sentidos mejorados del oído y el olfato de sus formas lobunas.

Sus precauciones no cayeron en saco roto, ya que Canción-Oculta se detuvo a la mitad del paseo, con las orejas alzadas y el cuerpo tenso. El alfa miraba con atención a los árboles del margen derecho del camino. Crow no tardó en imitarle. "¡Genial!", pensó Faruq. "¡Ya tenemos problemas el primer día!". El Ragabash miró durante unos segundos a Lars, que asintió en silencio. A continuación, Faruq metió la mano por debajo del abrigo, donde llevaba oculta una afilada estaca hecha aprovechando una gruesa rama caída de uno de los árboles más viejos de Stanley Park. En teoría, la estaca les serviría para inmovilizar a una sanguijuela una vez que la clavasen en su corazón putrefacto, pero Faruq no había esperado probar ese método tan pronto.

De repente, una loba de crines grises salió de su escondite entre la maleza. Tenía manchas blancas y parduzcas a lo largo de su lomo, su cuello y su cabeza. La loba mantuvo inclinada su cabeza y se acercó a ellos despacio. "Falsa alarma", suspiró Faruq aliviado mientras dejaba la estaca de madera dentro de su abrigo. Crow y Canción-Oculta permanecieron alertas de todos formas y el resto de las Cinco Garras de Gaia salvo el Ragabash siguió su ejemplo.

La loba por su parte se transformó en una hermosa mujer morena de unos veinte años y baja estatura. Su piel era extremadamente pálida, casi cenicienta, su cabello marrón no llegaba a rozar sus hombros y sus ojos tenían una tonalidad completamente grisácea. La joven se estaba completamente desnuda, sin mostrar pudor alguno. Durante unos instantes, Faruq pudo apreciar la belleza de su cuerpo salvaje y fuerte, así como sus rasgos más femeninos. Una sonrisa tímida y alegre apareció en los labios oscuros de la joven, lo que hizo que el corazón del Caminante Silencioso latiera con fuerza.

-Mi nombre es Illana-, se presentó la joven despacio. Sus palabras traían consigo el sonido de tierras lejanas y distantes. -No vengo a haceros daño.

-No huele a Wyrm-, anunció Lars en voz alta.

-Yo soy Faruq-, respondió él dando un paso adelante mientras le ofrecía su mano y adoptaba su mejor sonrisa. -Es un placer conocerte.

-¡Es una vampira!-, gruñó Canción-Oculta justo cuando su hermano le iba a dar la mano a la desconocida.