martes, 30 de abril de 2013

VOZ-DE-PLATA (5 - 5)

Vancouver, Columbia Británica
5 de junio de 1994


Selene estaba preciosa esa noche. Siempre lo estaba, naturalmente, pero esa noche en concreto su forma de cuarto decreciente parecía más frágil y delicada que nunca, como una pálida joven que abriese sus brazos para abrazar por última vez a su amado. Desde que había descubierto su herencia Garou, Voz-de-Plata había creado hermosas canciones por motivos más insignificantes. "Es preciosa, verdaderamente preciosa", reconoció el Galliard turbado. Mientras avanzaba junto a sus hermanos por el recinto ferial de la Expo, se dio cuenta de que nunca había compuesto una canción dedicada a la Celeste. "Cuando recuperemos la normalidad, te juro que lo haré", prometió en silencio. "Escribiré una canción en tu honor que nunca podré igualar de nuevo."

Unas nubes oscuras taparon la hermosa visión que estaba disfrutando, obligándolo a centrarse en la tarea que tenían entre manos. Roger Daly, el líder de los Moradores de Cristal de Vancouver, les había pedido que viniesen aquí para localizar el epicentro de las energías del Wyrm antes de que el Consejo de Ancianos enviase a los guerreros Garou cuando las sanguijuelas durmiesen durante el día. Y Canción-Oculta había aceptado. Estaba obligado a hacerlo de un modo u otro, pero el alfa de las Cinco Garras de Gaia estaba orgulloso de su hermano por haberlo hecho voluntariamente. Los últimos días habían sido extenuantes, pero contribuirían definitivamente a alcanzar la paz y derrotar al Wyrm una vez más, si la Gran Madre lo permitía.

-Allí-, susurró con voz queda una siniestra figura robusta y corpulenta. Crow les estaba señalando el edificio de acero y cristal en el que creía haber visto la sombra humanoide responsable del ataque que habían sufrido en el reciento ferial.

-Vamos-, gruñó quedamente Canción-Oculta, que había asumido previamente la forma del lobo cavernario que los Garou llamaban Hispo.

Los cinco Garou avanzaron con suma cautela, preparados para defenderse de una nueva emboscada en cualquier momento. Sin embargo, el temido ataque no llegó a producirse y pronto recortaron la distancia que los separaba de su objetivo, un edificio de hormigón, de unos doce metros de altura y planta rectangular. A pesar de que su fachada mostraba las mismas pintadas urbanas y marcas de deterioro, Voz-de-Plata intuyó que Crow había acertado de pleno. "Puede que el edificio parezca uno más en este maldito lugar, pero hay algo muy siniestro en él", se percató Voz-de-Plata mientras observaba con recelo el cartel caído que anunciaba que antaño había sido el pabellón perteneciente a Japón.

-Aquí apesta a Wyrm-, confirmó Canción-Oculta innecesariamente. -Nunca había sentido su presencia con tanta intensidad como en este momento.

-Buen trabajo-, sonrió Faruq en su escuálida forma Glabro. -Ahora volvamos al Buda Sonriente.

-¿Tienes miedo?-, preguntó Crow con una voz ronca y extremadamente gutural. A pesar de que su mole Crinos estaba quieta en estos momentos, todos los músculos de su cuerpo estaban tensos y tenía las garras preparadas para atacar.

-¿Bromeas? Nunca tengo miedo cuando me acerco a las puertas del infierno...

-Faruq tiene razón-, intervino Voz-de-Plata, -deberíamos irnos ahora mismo.

-No, no podemos-, susurró Lars. Su rostro, aunque torvo y ceñudo como sólo podía serlo un Garou en forma Glabro, parecía preocupado. -El Wyrm quiere convertir este lugar en un túmulo corrupto. ¿No lo notáis? Su influencia es más fuerte que la última vez que estuvimos en el recinto ferial. Tenemos que entrar ahí dentro e impedir que terminen lo que sea que están haciendo antes de que sea demasiado tarde. De lo contrario... ni siquiera nuestros guerreros servirán de mucho.

-¿Estás seguro de eso?-, gruñó enfadado Canción-Oculta.

-Pocas veces he estado tan seguro de algo en toda mi vida.

-.-

El pabellón parecía abandonado, pero no lo estaba realmente. Desde el momento en que subieron las pequeñas escaleras que los separaban de la entrada, pudieron escuchar voces amortiguadas y el reciente rastro oloroso del paso de un gran grupo de hombres y mujeres. Crow forzó la puerta, sacándola prácticamente de sus goznes, sin ningún esfuerzo y fue el primero en entrar. El resto de la manada lo siguió uno a uno hacia un oscuro vestíbulo desde el que pudieron escuchar con mayor claridad las voces y los sonidos procedentes de las entrañas del edificio. Todo parecía indicar que los humanos que habían allanado el edificio estaban montando su pequeña fiesta particular.

Las paredes del interior del pabellón estaban cubiertas de pintadas de todos los colores y formas. La mayoría estaban formadas por las consabidas palabras soeces, formas fálicas y garabatos que intentaban representar escenas sexuales, pero también pudieron ver unos pocos fraffitis de naturaleza más extraña que parecían no tener ningún sentido. Voz-de-Plata decidió dejar de perder el tiempo tratando de encontrarles una explicación y se concentró en los pasillos, vagamente iluminados por pequeños focos fluorescentes, unidos por sucios cables negros que recorrían las paredes.

-Por aquí-, les indicó Canción-Oculta con apenas un gruñido, acercándose a la fuente de ruidos más cercana a la entrada.

Faruq y Voz-de-Plata siguieron al alfa, mientras Crow y Lars cerraban la marcha para prevenir cualquier ataque por la espalda. Sin embargo, el Galliard pronto deseó haberse quedado atrás. Al otro lado de la primera puerta del pasillo escuchó una voz masculina, que cantaba alegremente a pesar de su ronquera.

-And you give yourself away/ and you give yourself away/... and you give/ and you give/... and you give yourself away.

Canción-Oculta empujó despacio la puerta con su cabeza sin hacer el menor ruido y se quedó de pronto muy quieto. Voz-de-Plata tuvo que estirarse para ver lo que estaba pasando dentro de la pequeña sala. La voz seguía ajena a su presencia.

-My hands are tied/my body bruised. She's got me with/nothing to win and/nothing left to lose.

El Galliard tembló al ver la macabra escena del pequeño cuarto sin ventanas. La voz procedía de un hombre de unos treinta y cuatro años, que tenía el rostro y el cuero cabelludo cubiertos de pequeñas cortes que se debía haber provocado con el sangriento filo del cuchillo que manejaba con su mano derecha. Las ropas del hombre estaban hechas jirones y cubiertas de sangre. Pero lo peor fue ver... lo que le estaba haciendo a su víctima, una pobre joven de unos dieciséis años, que yacía tumbada en el suelo, desnuda, con los ojos en blanco y una mirada perdida, probablemente a causa de las drogas. Gracias a ellas, la muchacha no había sufrido dolor alguno cuando aquel lunático había empezado a extraer la epidermis de su pierna izquierda, haciendo cuidadosos cortes con el cuchillo y tirando de la piel húmeda con su mano libre. Un capa de piel depositada sobre una pequeña lona de plástico indicaba a dónde había ido a parar los trozos de epidermis de la otra pierna.

-With or without you/ with or without...

Como Garou, Voz-de-Plata había tenido amplias oportunidades de ser testigo de las atrocidades cometidas por los siervos del Wyrm, pero nada le pudo preparar para una imagen como la que estaba contemplando. Su ira se apoderó de él, transformándolo involuntariamente en Crinos, aunque logró controlar su rabia lo suficiente para que no ser literalmente barrido por esta. No obstante, Canción-Oculta fue el primero en sobreponerse al shock y lanzar un fiero gruñido justo antes de abalanzarse sin piedad sobre el psicópata. El Philodox cogió la cabeza del hombre entre sus grandes fauces y apretó los colmillos hasta quebrarle todos los huesos del cráneo, mientras lo alzaba de un lado a otro de la sala. El monstruo convertido en víctima no murió en silencio, aunque sólo puedo emitir un breve gorgoteo de agonía y dolor antes de que su vida le fuese arrebatada brutalmente.

Voz-de-Plata se obligó a serenarse y se acercó inmediatamente a la joven para usar los poderes sanadores del Roce Materno. Entonando una apresurada plegaria a Gaia, cogió con torpeza los trozos de carne que aquel monstruo le había arrancado y los puso contra las heridas de la joven, al mismo tiempo que concentraba su energía en sanarla. No sabía si su don espiritual funcionaría de esa forma, pero estaba dispuesto a intentarlo de todas formas. Por fortuna, la carne arrancada se unió de nuevo a las heridas, dejando únicamente amplios hematomas y largas cicatrices como recuerdo de lo que había sucedido hacía escasos segundos. "Para ella será un precio pequeño comparado con lo que le estaba reservando este monstruo", pensó Voz-de-Plata aliviado.

-Tranquilo-, dijo la voz familiar de Lars mientras apoyaba su mano en su hombro para darle ánimos. -has actuado con rapidez. Estará bien.

-Afortunadamente, estaba drogada... de lo contrario, habría sufrido de un modo indescriptible.

Canción-Oculta había arrojado el cuerpo del hombre al suelo con evidente asco y se acercó hacia ellos para comprobar personalmente el estado de la muchacha, mientras Crow y Faruq hacían guardia nerviosos en el pasillo. El Philodox respiraba gravemente, intentando controlar todavía la rabia que había sentido.

-Vamos-, gruñó con esfuerzo. -El Wyrm nos reserva escenas más terribles que esta.

-.-

El Philodox no se había equivocado, pocas veces lo hacía en cualquier caso, pero esa fue la primera vez que Voz-de-Plata lo odió sinceramente por tener razón. Muchos Garou creían que los Hijos de Gaia eran demasiado sensibles y pacifistas para ser de alguna utilidad en la guerra contra el Wyrm. Hasta esa noche, el Galliard siempre había creído que les estaba demostrando lo contrario, que su coraje y su valentía desmentía ese tópico con hechos además de palabras. Sin embargo, temió perder el fuego de su interior ante la pura locura y corrupción del Wyrm. "¿Estoy realmente preparado para enfrentarme al ancestral enemigo de nuestro pueblo sin que mi piedad se convierta en un obstáculo para la victoria?", pensó aterrado numerosas veces.

En otra pequeña sala, los Garou encontraron a una pareja mayor, de unos cincuenta años cada uno, que se estaban desfigurando mutuamente sus caras usando unas pequeñas cuchillas de afeitar. La sangre corría a raudales por sus cuerpos desnudos, oscureciéndolos con pequeños arroyos carmesíes, mientras intercambiaban exclamaciones jadeantes, llenas de excitación sexual y dolor lacerante. Una joven de unos veinte años y origen asiático permanecía desnuda entre sus pies, masturbándose violentamente con las piernas abiertas mientras la sangre de la pareja caía sobre ella. Había que poner fin a esa locura depravada. Crow y Faruq lo hicieron con rapidez y la manada continuó su camino sin mirar atrás.

Un poco más adelante, Voz-de-Plata y sus hermanos dieron con un grupo de cuatro hombres y tres mujeres de distintas edades y origen étnico. Se habían reunido en una sala de exposición y estaban disfrutando de una especie de festín... el cuerpo medio desmembrado y apenas reconocible a esas alturas de un niño inocente. De nuevo, los Garou se dejaron llevar por la ira ante las atrocidades que estaban contemplando sus ojos y masacraron a los culpables de forma rápida y expeditiva.

-¿Por qué hacen esto?-, preguntó Voz-de-Plata al soltar el cuerpo ensangrentado de uno de los caníbales. Pocas veces había tenido ocasión de mirar al mal a los ojos como esa terrible noche.

-El Wyrm necesita corromper física y psíquicamente un lugar para convertirlo en uno de sus túmulos-, le explicó Lars con voz cansada. -Hace días nos explicaste que las autoridades descubrieron que el suelo bajo el recinto ferial estaba lleno de terribles toxinas. Quizás los siervos del Wyrm lo están consagrando ahora con actos impuros, para alimentar las energías malignas que darán lugar al túmulo.

Ninguno de los presentes dijo nada. A su manera, cada uno de ellos estaba demasiado impresionado por los crímenes que estaban teniendo lugar, aunque todos compartían la necesidad de poner fin a esos actos nauseabundos. La responsabilidad recaía sobre sus hombros y ninguno de ellos podía ni debía rehuirla. Debían detener los planes del Wyrm, por sus víctimas, por Gaia. La rabia alimentó su determinación y se dirigieron al otro extremo del pabellón.

No habían dado ni cinco pasos, cuando escucharon unos gritos terribles y unos fuertes ruidos de pelea acercándose en su dirección. Todos menos Canción-Oculta, que permanecía en Hispo, adoptaron de inmediato la forma Crinos y se dispusieron para la batalla. Pasados unos segundos, aparecieron dos mujeres de mediana edad, atacándose sin cuartel. Sus caras y las manchas oscuras de sus ropas evidenciaban que ya se habían dado numerosas cuchilladas, leves y profundas. Tan ocupadas estaban intentando matarse mutuamente, que no repararon en los cinco Garou que les cortaban el paso.

-¡Putaaaaa!-, gritó la más obesa y bajita mientras daba una feroz arremetida contra su adversaria.

-¡Jódete, jódete!-, grito la otra al agarrarla de repente por el pelo y estrellar dos veces el mango del cuchillo contra su cara.

Era imposible adivinar quién había sido la agresora y quién la víctima que se estaba defendiendo, por lo que Voz-de-Plata miró confuso a Canción-Oculta, esperando sus instrucciones. El Philodox no tuvo tiempo de responder, ya que la mujer obesa hundió la punta de su cuchillo en el pecho de la otra con un golpe desesperado que le salvó temporalmente la vida. La segunda mujer le soltó el pelo con un gesto sorprendido  y clavó su propio cuchillo en uno de los ojos de su adversaria con sus últimas fuerzas. El golpe provocó un fuerte chasquido al quebrar el borde del hueso que rodea la cuenca ocular, seguido de un asqueroso sonido fluido.Las dos mujeres cayeron al suelo gritando. Sus cuerpos temblaron con violentos espasmos antes de morir. Voz-de-Plata las miró incrédulo, sin poder pronunciar palabra alguna. Faruq tampoco tenía ninguna broma con la que aliviar sus ánimos, pero tiró de él cuando percibió su mirada perdida para ponerse en marcha de nuevo.

La manada siguió caminando buscando a más humanos enloquecidos por el Wyrm. Notaron que algo iba mal cuando percibieron el olor a carne quemada y gasolina. Siguiendo la fuente de esos extraños olores, encontraron a un anciano sentado en el suelo de una pequeña sala, dedicándose a untar con sus dedos ennegrecidos pequeñas partes de su cuerpo desnudo con gasolina barata y prenderles fuego usando un gastado y viejo mechero plateado. Voz-de-Plata recordaría para el resto de su vida la expresión fascinada del viejo al comprobar cómo la carne burbujeaba y se derretía bajo el contacto de las llamas mientras gemía de dolor por la tortura que se estaba auto infringiendo. No pudiendo soportarlo más, Lars se adelantó al resto de sus hermanos y le rebanó el cuello con sus afiladas garras de Crinos, ofreciendo al anciano una muerte rápida e indolora. Canción-Oculta lanzó una última mirada al difunto y, endureciendo su corazón, se dirigió a sus hermanos con gruñidos firmes y inflexibles:

-¡Sed fuertes! Apenas quedan ya salas por registrar.

Su voz despertó al resto de los Garou y su carisma natural les forzó a hacer lo que ninguno de ellos deseaba realmente: seguir avanzando. Incluso Voz-de-Plata sintió una mayor confianza en su capacidad para soportar las pruebas a las que se estaban viendo sometidos. Canción-Oculta había logrado inspirarles, sacándoles de la peligrosa desidia que estaba sepultando sus almas con tantas atrocidades. Hubiese sido un momento glorioso, sacado de las mejores obras de la literatura épica, de no haber escuchado los llantos y los gritos infantiles amortiguados que provenían del piso de arriba. Voz-de-Plata miró a sus hermanos y todos pensaron lo mismo. "¡Niños!", la idea era dolorosa en sí misma. "¡Dulce Gaia, no!"

Los Garou se dispersaron sin dirigirse ni una sola palabra, buscando una escalera que les condujese al piso superior. Fue Voz-de-Plata el que la halló en primer lugar y fue él también el primero en subir los escalones a toda prisa con un impulso frenético y el temblor de una rabia apenas contenida atronando sin control en su interior. Al final de las escaleras había un estrecho pasillo, terminado en una puerta en cada extremo. Un nuevo grito le indicó al Galliard la dirección correcta.

Voz-de-Plata echó la puerta abajo sin pensarlo, para encontrarse con un espectáculo fruto de las peores pesadillas. Cuatro menores extremadamente pequeños de ambos sexos estaban desnudos y esposados a una tubería que recorría una de las paredes del cuarto. El Hijo de Gaia había interrumpido los crímenes de dos hombres, uno de ellos un sacerdote anglicano, a juzgar por las vestiduras tiradas en el suelo, mientras que el otro estaba vestido con un arrugado uniforme de policía. Ambos se habían dedicado hasta ese momento a abusar sexualmente de los menores y golpearlos con extrema brutalidad.

El supuesto sacerdote chilló presa del Delirio que afligía a los humanos cuando contemplaban a un Crinos, una recuerdo primigenio de los terribles tiempos del Impergium implantado en lo más profundo del alma humana. El hombre se hizo un ovillo y tembló aterrado fuera de sí. El segundo hombre tenía una voluntad más fuerte. Abandonó al niño del que estaba abusando para tratar de alcanzar su cinturón y la pistolera. Voz-de-Plata no le dio ninguna oportunidad real de defenderse. Cayó sobre él sin pensarlo y lo destrozó con sus garras, convirtiendo su cuerpo en jirones ensangrentados. Sin poder hacer caso de los gritos más aterrorizados si cabe de los niños que estaban esposados a la pared, el Galliard ajustició allí mismo al segundo pederasta, asplastándolo contra el suelo con fuertes golpes hasta que redujo su cuerpo a un montón de carne y huesos retorcidos.

Voz-de-Plata todavía estaba abrumado por la rabia, pero el alma se le cayó a los pies cuando contempló los rostros aterrorizados de los niños. "¡Están en estado de shock!", se percató. Con gran esfuerzo, obligó a su cuerpo a adoptar la forma Homínida y liberar a aquellas víctimas inocentes de sus ataduras. "Os juro que pagarán por esto, os juro que pagarán por esto", se repitió a sí mismo el Galliard mientras trataba de sanar sus heridas físicas.

lunes, 29 de abril de 2013

ERGUIDO-CUAL-MONTAÑA (5 - 5)

Vancouver, Columbia Británica
4 de junio de 1994

Esta vez él y sus hermanos tenían todo bajo control. Dado que conocían de antemano el terreno donde tendría lugar la reunión de los conspiradores, podrían acercarse lo suficiente para identificarlos a todos y escuchar sus planes. Todo dependía de que Rex no se hubiese equivocado ni que las Cinco Garras de Gaia hubiesen errado al presuponer que debían dirigirse a British Properties. Sin embargo, desde el momento en que informaron a los Ancianos del Clan del Pacto, su manada se había quedado sin margen de maniobra.

 Después de dormir unas insuficientes siete horas de sueño, volvieron a ponerse en marcha. Tal y como lo habían planeado, Lars condujo la furgoneta hacia el norte, cruzando el congestionado puente de Lions Gate para llegar a la exclusiva zona de montaña en la que residían los humanos más ricos e influyentes de Vancouver, y quizás, de toda la misma Columbia Británica. Sin embargo, esta vez no llegaron a entrar directamente en British Properties con su vehículo para evitar llamar la atención de los guardias de seguridad que vigilaban el vecindario. En lugar de eso, dejaron la furgoneta aparcada fuera de la carretera, detrás de un viejo cartel publicitario medio cubierto por una enmarañada enredadera. A continuación, caminaron de lado para alcanzar las tierras de la Penumbra.

El reflejo espiritual del vecindario era extraño y familiar al mismo tiempo. Pequeñas islas de edificios cubiertos por telarañas plateadas estaban completamente rodeadas por espíritus primigenios de la indómita naturaleza salvaje que dominó la región hasta hace unos escasos 200 años. No obstante, la mayoría de los espíritus  locales estaban débiles, algunos incluso a punto de extinguirse, debido a la tala indiscriminada de árboles y el avance de la mal llamada "civilización". Como era habitual en él, Crow sintió un ramalazo de ira al ver este triste espectáculo, pero se esforzó por contener sus ansias de venganza. Esa noche debían actuar como espías, no como guerreros de Gaia, por lo que tendría que refrenar su rabia interior, al menos por el momento.

El resto de sus hermanos también sintieron notables emociones encontradas al comprobar una vez más el abusivo impacto de la humanidad sobre la superficie de Gaia, pero a diferencia de él, se centraron inmediatamente en la tarea que tenían entre manos. Lars les sorprendió a todos cuando aulló una canción sombría con voz queda. Crow lo miró sin comprender, hasta que una pequeña bandada de espíritus córvidos de plumas tan negras como la misma noche se posó en los árboles que los rodeaban, graznando con sus voces estridentes lo que parecía ser una respuesta a la canción del Theurge.

-¿Qué haces?-, quiso saber el Fianna. Durante unos segundos su mente se olvidó del odio y la rabia del Ahroun, mostrando una fascinada curiosidad poco habitual en él.

-Son mis nuevos aliados-, respondió Lars con tono ominoso.

-No veo como pueden sernos de ayuda-, replicó Faruq desdeñoso.

-No subestimes su pequeño tamaño, hermano-, respondió el Thergue. -Los cuervos son astutos y sabios. Serán nuestros ojos y oídos en la Umbra y nos ayudarán de formas que todavía no podemos comprender. No temáis. Hice pactos sagrados con ellos mientras vosotros dormíais. No nos dejarán abandonados.

-Bien hecho, Lars-, asintió Canción-Oculta sinceramente impresionado. -Toda ayuda es bienvenida.

Crow también mostró su aprobación con un austero movimiento de cabeza. La última vez que habían ido tras el rastro de Sangre-Podrida, el Ronin había utilizado a unos espíritus del Kaos para bloquearles el camino, confiando en que los Garou no atacarían a los escasos hijos supervivientes del gran espíritu del cambio. La buena idea de Lars les permitiría sortear ese tipo de trucos rastreros. "Ojala pudiese tener una conversación privada con Sangre-Podrida", pensó divertido el Ahroun. "Le sacaría toda la verdad a golpes si tuviese la oportunidad."

El familiar resplandor dorado de un par de ojos fijos en las sombras de los espíritus arbóreos les indicó que el tótem de la manada también estaba con ellos. "Esta noche debemos ser como tú, gran Uktena", rogó el Fianna en completo silencio. "Por favor, ayúdanos a ser sigilosos y escurridizos. Permítenos observar los acontecimientos desde las sombras". Tal y como se imaginaba, el sabio espíritu no dio muestras de haber escuchado su súplica.

-.-

Cuando llegaron a la lugar donde se encontraba la mansión en obras en el mundo físico, comprobaron inmediatamente que ni ellos ni Rex se habían equivocado. Dos manadas Garou patrullaban el bosque espiritual en la Penumbra. Protegidos por las sombras creadas por los grandes espíritus del bosque, las Cinco Garras de Gaia observaron durante un tiempo prudencial. De este modo, pudieron comprobar que una de las manadas estaba formada por los tres hombres lobo que habían visto en la primera reunión, incluyendo al infame Sangre-Podrida. El segundo grupo tenía seis miembros, de los cuales aproximadamente la mitad tenían el oscuro pelaje de los Señores de la Sombra. "Lo sabía, lo sabía", quería gritar el Fianna a sus hermanos. "Sabía que esos hijos de puta estaban metidos en esto".

Sin embargo, el corazón del Ahorun dio un vuelco cuando reconoció la forma lobuna de Baila-en-la-Tormenta, la joven Fianna con sangre galesa de la que Crow estaba secretamente enamorado. "¡No, tú no!", quiso gritar con todas sus fuerzas. La rabia amenazó con ahogarlo, impidiéndole respirar físicamente. Un pequeño gruñido de pura ira brotó de su garganta con vida propia y todos los músculos de su cuerpo se tensaron al instante. Sus hermanos lo miraron preocupados sin poder imaginarse siquiera la tragedia que estaba experimentando en esos momentos.

Voz-de-Plata se arrimó a él, apoyando su cabeza lobuna contra la suya en un gesto protector. Crow sintió un alivio repentino ante aquel simple gesto de hermandad y tuvo ganas de llorar emocionado. Sin embargo, el Galliard debió haber utilizado alguno los dones espirituales de su tribu, porque el alivio se convirtió rápidamente en una tranquilidad serena que dejó atrás, y por arte de magia, toda la tristeza y el dolor que habían abrumado su corazón pocos segundos antes. Agradecido, el Ahroun dio un fuerte lametón en el rostro lobuno de Voz-de-Plata y relajó su cuerpo para mostrar al resto de la manada que volvía a encontrarse bien. Sin embargo, no pudo apartar de la mirada de Baila-en-la-Tormenta con un pesar lejano, pero bien real, en lo más profundo de su corazón. Entretanto, Lars alzó una mirada lejana y perdida, completamente ausente de lo que acaba de suceder.

-Hay una docena de guardias armados al otro lado de la Celosía-, murmuró el Theurge con voz queda. -Llevan escopetas y subfusiles. Parecen peligrosos. También veo dos coches aparcados frente a la casa... y está llegando un tercero.

-Parece que llegamos justo a tiempo-, murmuró Canción-Oculta. -Tenemos que entrar en la mansión sin que nos vean. ¿Alguna idea?

-Yo podría hacerlo sin dificultad-, declaró Faruq.

-No, nos separaremos-, gruñó Canción-Oculta. -Estamos juntos en esto.

-Podemos utilizar a las cuervos-, sugirió Lars volviendo en sí, -para que distraigan a una de las manadas y colarnos en la casa antes de que nadie pueda darse cuenta.

-Es muy arriesgado-, respondió Voz-de-Plata.

-También podríamos intentar sortear a los guardias en el mundo físico-, propuso Faruq.

-Sus armas seguramente estarán cargadas con balas de plata-, intervino Crow suspirando. -Es mejor intentar seguir el plan de Lars. Tendremos mayores oportunidades de escapar con vida si nos descubren.

-¿Qué te pasa?-, preguntó Canción-Oculta muy preocupado. -No eres tú mismo.

-Ahora no puedo contarlo... quizá lo haga más tarde. No lo sé.

-Tenemos que tomar una decisión-, urgió Lars.

-.-

El plan del Theurge era muy sencillo y arriesgado al mismo tiempo. Había tantas cosas que podían salir mal, que lo mejor era no pensar en ellas y confiar en la misericordia de Gaia. Por fortuna, los cuervos interpretaron su papel a las mil maravillas. Crow nunca supo si Lars les había pedido que importunasen en concreto a Sangre-Podrida y sus compañeros Ronin, pero lo cierto es que la pequeña bandada de cuervos cayó directamente sobre ellos, graznando entusiasmados mientras daban rápidos picotazos en sus orejas y colas antes de apartarse de los torpes golpes de los hombres lobo, para volver a hostigarlos cuando podían. Los aullidos de alerta de Sangre-Podrida pusieron en guardia a la manada de los Señores de la Sombra en la que se hallaba Baila-en-la-Tormenta, que acudió rápidamente para averiguar qué pasaba. Esa era la ocasión que estaban esperando las Cinco Garras de Gaia.

Los Garou se acercaron al terreno donde se alzaba la mansión en obras y cruzaron la Celosía utilizando un pequeño espejo que Lars llevaba consigo. Normalmente, atravesar la barrera entre los mundos no era una tarea fácil ni estaba exenta de peligros, pero la lejanía al centro de la ciudad trabajó a su favor. Uno a uno fueron apareciendo en una pequeña sala de paredes de ladrillo desnudo. Crow fue el tercero en alcanzar el mundo físico de este modo. "Lo conseguimos", se percató pasivamente el Ahroun. Ahora estaba seguro de que Voz-de-Plata había influido en él de algún modo sobrenatural, porque a esas alturas debería estar en guardia y alerta. Sin embargo, seguía notando una plácida tranquilidad que era completamente ajena a su verdadera personalidad. Al igual que sus hermanos, Crow permaneció en completo silencio cuando escuchó las voces al otro lado de la pared de ladrillos.

-¿Por qué tus perros destruyeron a vampiros que no habían sido designados como blancos?-, preguntó una voz femenina con un reproche venenoso. -Vuestra torpeza nos ha privado de dos potenciales partidarios para nuestra causa. ¿Es que no puedes controlar a tus propios lacayos?

-Vigila tu tono, sanguijuela-, espetó la voz familiar de Guttooth, el supuesto Sacerdote-de-Gaia. -Responderé a tus preguntas cuando me expliques por qué los tuyos asesinaron a los Colmillos de Fimbul en el recinto de la Expo.

-¿Piensas que te debo alguna explicación?-, quiso saber la voz femenina. -No he sobrevivido a más de dos mil años de conspiraciones y muertes para ser humillada por un perro sarnoso con delirios de grandeza.

La tensión entre ambos era más que evidente y palpable incluso a pesar de las paredes que los separaban de la reunión. Faruq aprovechó esa pequeña pausa para señalar el marco vacío de la puerta y moverse en completo silencio hacia él, sin esperar a que Canción-Oculta diese su aprobación. "Típico de un Ragabash", pensó Crow con hastío. Sin embargo, el Ahroun siguió a su hermano de manada antes de que se metiese en problemas. Canción-Oculta hizo un gesto al resto para que esperasen en la habitación.

-¿Supongo que tampoco vas a querer hablar de vuestros planes para provocar esta noche un gran incendio en Stanley Park, maldita bruja?-, preguntó de pronto Guttooth. Su poderosa voz podía cortar el silencio como si de un afilado cuchillo se tratase.

Faruq se había detenido en un pasillo, a varios metros de las voces. Cuando Crow lo alcanzó, pudo ver a duras penas las figuras de los dos vampiros de la noche anterior, a los que Rex había identificado como Kyle y Neil, al igual que a una hermosa joven de unos veinte años, que lucía un vestido de seda de color borgoña, que se ajustaba a cada mílimetro de su cuerpo perfecto. Su cabellera roja le llegaba hasta los hombros, contrastando con la palidez mortecina de su piel. El otro grupo estaba formado por Guttooth y dos jóvenes Señores de la Sombra cuyos rostros Crow reconoció pero sin poder recordar sus nombres.

-Admito que Derek es un poco impulsivo-, reconoció la sanguijuela con una voz acerada, -pero es fácilmente manipulable. Deberías estarme más agradecida por haber salvado vuestro parque de juegos.

-Eres tú quién debería estarme agradecida. Sin mi ayuda, las sanguijuelas de Vancouver continuarían creyendo que Sigfried puede salvarlas de nuestra ira. Me necesitas, Stalest, más de lo que yo te necesito a ti.

-¡Perro desagradecido!-, gritó Kyle. -¡Vas a pagar por eso!

-¡Vamos!-, gritó uno de los Señores de la Sombra que acompañaban a Guttooth. -No eres un rival digno para los Señores de la Sombra.

-Contén a tus perros-, ordenó Stalest con desdén, mientras hacía un gesto apaciguador dirigido a Kyle.

-¡Vete a la mierda!-, le respondió desafiante el auto denominado Sacerdote-de-Gaia. -Los Garou no somos tus malditos peones.

-Vigila tu lengua, perro sarnoso... ¡o haré que te la arranquen!

Crow observó con incredulidad cómo los dos grupos se preparaban para enzarzarse en combate. Kyle apartó a Stalest, cubriéndola con su propio cuerpo, al mismo tiempo que Neil desenfundaba con una velocidad sobrehumana un pequeño revólver que llevaba escondido. El vampiro apuntó sin vacilar el arma directamente contra Guttooth, mientras los dos jóvenes Señores de la Sombra se transformaban en Crinos.

-¡Ni lo intentéis!-, les amenazó Neil muy en serio.

-La próxima vez acabaré contigo-, juró el Sacerdote-de-Gaia con una mirada tan fría como un glaciar.

-¡Loco, has cavado tu propia tumba!-, respondió la sanguijuela llamada Stalest sin dejar de retroceder hasta la puerta. -Cuando esto acabe, tu piel lobuna ocupará un ilustre lugar en mi refugio como advertencia para todos los que piensen desobedecer mis órdenes.

Kyle logró sacarla del pasillo, al mismo tiempo que Neil comenzaba a retroceder también sin dejar de apuntar en todo momento al pecho de Guttooth. Los Señores de la Sombra tenían el pelaje encrespado y mostraban sus enormes colmillos entre terribles gruñidos y ladridos. Cuando Neil salió corriendo por la puerta, Guttooth detuvo a sus compañeros.

-Ahora no-, murmuró a regañadientes. -Volvamos a la Penumbra.

Faruq le hizo un gesto a Crow para indicarle que debían retroceder antes de que los descubriesen. El Fianna asintió sorprendido. Afortunadamente, los Señores de la Sombra estaban demasiado atentos a la entrada de la mansión para darse cuenta de su presencia, pero Crow no quería tentar a la suerte. Habían averiguado más de lo que se hubieran imaginado. Ahora sólo tenían que salir con vida para contarles a los Ancianos del Clan del Pacto lo que había pasado.

-.-

-Me esperaba algo así-, respondió Roger Daly cuando Voz-de-Plata terminó de contar todo lo que habían averiguado en esta ocasión en British Properties, -pero esto confirma mis peores sospechas.

-Es irónico-, asintió Canción-Oculta. -Ha sido necesaria precisamente la colaboración entre un Garou y una sanguijuela para arruinar la paz entre nuestras dos razas. Lo peor de todo es que Guttooth y Stalest han estado a punto de tener éxito.

-No cantes victoria tan rápido-, respondió el líder de los Moradores de Cristal. -Tenemos mucho trabajo por delante. Todavía quedan algunos cabos sueltos por resolver, una guerra por detener y unos conspiradores que deben recibir su justo castigo.

-Sí, los conspiradores deben ser castigados-, repitió lentamente Crow sin poder evitar sentir un pequeño ramalazo de dolor en su interior. El poder que había usado sobre él Voz-de-Plata estaba desapareciendo y sus emociones volvían a renacer poco a poco con su habitual intensidad.

Las Cinco Garras estaban en el despacho de Roger Daly, en el edificio del Buda Sonriente, sentados en las dos sillas para las visitas o sobre la alfombra gris del suelo. El líder de los Moradores de Cristal les había ofrecido una copa cuando llegaron, y, para su sorpresa, esta vez todos la habían aceptado, queriendo olvidar el desagradable sabor de la traición en sus paladares.

-¿Crees que todos los Señores de la Sombra están implicados en esta conspiración?-, preguntó Lars.

-Es imposible saberlo con total seguridad. Estoy seguro de que Lucas Kawecki haría cualquier cosa con tal de ocupar el liderazgo de los Colmillos Plateados, pero es posible que Guttooth lo hubiese mantenido al margen de su conspiración. Sin duda, el Consejo de Ancianos tendrán que determinarlo.

-Puedes contar con nuestro testimonio-, respondió Voz-de-Plata.

-Lo sé, pero aún debo pediros que hagáis algo más esta noche.

-¿El qué?-, preguntó Canción-Oculta visiblemente suspicaz.

-Debéis volver a la Expo.

-¡Estas loco!-, respondió Faruq sin poder controlarse. -¡Pero si casi nos matan allí la última vez!

-Os juro que no puedo recurrir a nadie más. Toda mi gente está ocupada para evitar esta maldita guerra, incluso a Ruth Imparte-su-Justicia. Necesito que vayáis a la Expo. Si Lars tiene razón y el Wyrm está intentando crear un túmulo corrupto en el recinto ferial, tenemos que conocer el lugar exacto, para que nuestros guerreros ataquen el lugar exacto cuando podamos enviarlos.

-Lo haremos-, aceptó el alfa en nombre de la manada con un suspiro.

jueves, 25 de abril de 2013

FARUQ (5 - 4)

Vancouver, Columbia Británica
4 de junio de 1994

La enloquecedora conversación que habían tenido con Necross marcó un punto de no retorno en el corazón de Faruq. De haber podido, incluso hubiese estallado de carcajadas ¡y al diablo con las consecuencias! "Si nuestra mejor baza para mantener la paz es un vampiro enloquecido con más trastornos que pulgas tiene un Roehuesos, hemos caído muy bajo." Cuanto más pensaba en esa idea, más divertida la parecía, hasta llegar a un punto en que ya no importaba nada, ni las horribles sanguijuelas que protegían a Necross, ni Guttooth ni mucho menos la paz entre Garou y vampiros. Si le quitabas todas las cargas de importancia y responsabilidad que soportaban sus hombros, te dabas cuenta de que su situación era extremadamente ridícula. "Está claro que Roger Daly nos la ha jugado a base de bien".

A pesar de los pensamientos tan cómicos que se le venían a la cabeza, Faruq fingió seguir interesado en la conversación después de que el enano llamado Rex hubiese contado lo que había averiguado. Gracias a Gaia, no tuvo que esforzarse demasiado. La fragmentada mente de Necross había vuelto a perderse en su propia locura, arrastrada por sus miedos más ocultos. Esta vez la voz del vampiro sonó completamente aterrorizada y, con un tono extremadamente agudo, les suplicó que "no lo llevasen con los Otros". Canción-Oculta y Voz-de-Plata perdieron veinte minutos de su vida intentando convencerle de lo contrario, mientras el vampiro lloraba histérico mientras abundantes lágrimas de sangre resbalaban por sus pálidas mejillas.

Después de sus vanos intentos por sacar más información útil al señor de la Gran Biblioteca, el alfa de las Cinco Garras de Gaia pidió a Alberich que los devolviese a la superficie. El horrendo vampiro así lo hizo, aunque no sin antes repetir el proceso de empaparles las narices con el paño impregnado de productos químicos para anular su sentido del olfato y cubrirles luego las cabezas con las consabidas capuchas. Sus anfitriones los guiaron de nuevo durante lo que parecieron dos o tres horas, dando vueltas interminables y haciendo frecuentes descansos a intervalos al azar. No obstante, la última vez que hicieron un alto, Alberich les quitó inesperadamente las capuchas. "¡Estamos de nuevo en los aseos masculinos del Lamplighter Pub!", se percató Faruq completamente impresionado.

El local había cerrado hace horas y tenía las luces apagadas, pero la horrenda sanguijuela se movió entre las mesas con la facilidad que concede la experiencia para abrirles con su propio juego de llaves la puerta que daba a la calle. Por último, el bueno de Alberich, como no, pronunció una seca despedida.

-Recordad los juramentos que habéis pronunciado esta noche, dado que os va en ello la vida.

Faruq salió a la calle sin despedirse siquiera, notando una leve sensación de vacío en su nariz. "¡Malditas sanguijuelas!", pensó en silencio echando un último vistazo de reojo al viejo local: la puerta estaba cerrada, como si no se hubiese abierto más desde la hora de cierre.

-Este sitio me da escalofríos-, susurró para que lo oyesen sus hermanos.

-Ven, no te detengas-, le pidió Canción-Oculta. -Tenemos que volver cuanto antes a la furgoneta.

El oscuro cielo sobre sus cabezas parecía más claro de lo que debería, heraldo del cercano amanecer que estaba por llegar. Las Cinco Garras de Gaia tenían que ir ahora a Stanley Park e informar a los Ancianos del Clan del Pacto.

-.-

-¿Vosotros qué opináis de todo esto?-, preguntó Canción-Oculta sin poder evitar un fuerte bostezo.

-Necross está rematadamente loco-, afirmó Crow sin miramientos.

-Y nosotros lo estaremos aún más si confiamos en él-, lo apoyó Faruq. -¿Os imagináis las caras que pondrán la mayoría de los Ancianos cuando les contemos que la paz depende de una sanguijuela demente?

-Sin embargo, Roger Daly nos dijo que ese vampiro podía influir en Sigfried-, respondió Voz-de-Plata-, aunque no me ha quedado claro si el Príncipe es otro vampiro o una personalidad de Necross.

-Lo siento, pero si en realidad el Príncipe Sigfried es una de las múltiples caras de Necross, estamos verdaderamente jodidos-, contraatacó el Ragabash riéndose sin poder evitarlo.

-No tenemos forma de saberlo-, afirmó Lars malhumorado, -aunque confío que Alberich y los otros vampiros intervengan a favor de la paz.

-¿Por qué crees eso?-, preguntó Canción-Oculta interesado.

-Pensadlo bien-, respondió el Theurge concentrado en conducir. A esas horas tan tempranas el tráfico de la ciudad era escaso pero incipiente y Lars conducía despacio para evitar problemas a pesar del cansancio que parecía ir adueñándose de él. -Esos vampiros se han tomado demasiadas molestias.

-¿Para que no supiésemos cómo entrar la biblioteca?-, quiso saber Crow.

-En parte sí-, confirmó Lars-, pero también para construir las instalaciones y reunir todos esos antiguos textos y documentos que atestan sus estanterías.

-Entiendo lo que quieres decir-, asintió de pronto Voz-de-Plata. -Si finalmente estalla la guerra entre Garou y vampiros, la Gran Biblioteca podría acabar destruida.

-Desde luego, eso jugaría a nuestro favor-, murmuró pensativo Canción-Oculta. -Quizá por eso Rex reveló abiertamente la conversación que había escuchado a Kyle.

-Pero... ¿estamos seguros de que decía la verdad?-, interrumpió Faruq.

-Lo estamos. Usé mis dones espirituales de Philodox durante toda la conversación.

-Entonces todo queda en manos de los Ancianos...

-.-

Tal como se suponía, la reunión del Consejo de Representantes se celebró durante las primeras horas de la mañana, exactamente a las nueve en punto, en una espesa arboleda al sur de Stanley Park. Una vez realizadas las viejas fórmulas rituales de apertura, Roger Daly, vestido con un caro traje de negocios en forma Homínida, tomó la palabra para explicar a los presentes el motivo de la reunión y los graves peligros que amenazaban a la paz del Clan del Pacto. A continuación, el líder de los Moradores de Cristal informó que la manada de las Cinco Garras de Gaia estaba presente para dar testimonio de los hechos.

Voz-de-Plata fue el portavoz de la manada. Explicó con acierto y la máxima brevedad las noticias que les había traído Illana acerca de los ataques protagonizados por hombres lobo contra algunos vampiros durante las últimas noches. A continuación el Galliard describió con igual veracidad de la emboscada que habían sufrido ellos en sus propias carnes durante una de sus patrullas. Citando una fuente anónima que les informó de una reunión secreta en British Properties, narró el encuentro que habían observado furtivamente entre unos Garou renegados, liderados por el Ronin conocido como Sangre-Podrida, y dos vampiros, uno de ellos llamado Kyle, que estaban de acuerdo en que todo marchaba "según el plan".

Faruq ya conocía esa parte de la historia, por lo que el tiempo que invirtió Voz-de-Plata en explicar todos los sucesos que habían vivido durante los últimos días se convirtió en una especie de ordalía personal en la que debía luchar por permanecer despierto y con los ojos abiertos. Aunque los Ancianos del Clan del Pacto perdonasen la irreverencia de verlo bostezar en una reunión tan importante como la que estaba teniendo  lugar gracias a su condición de Ragabash, Faruq no deseaba dejar malparados a sus hermanos de manada, por lo que luchó con todas sus fuerzas contra el cansancio y el sueño.

Ignorando su feroz lucha por mantenerse despierto, el Galliard continuó su relato sin que le flaqueasen las fuerzas en ningún momento. Habló de lo que lo vieron en el recinto ferial de la Expo, de los extraños poderes del Wyrm y de la inestimable ayuda de Ruth Imparte-Su-Justicia. Lars tomó brevemente la palabra en ese punto para anunciar lo que llevaba cavilando tanto tiempo en silencio: en su opinión, el Wyrm estaba reuniendo energías para convertir las instalaciones de la Expo en un poderoso túmulo corrupto en el interior de la ciudad. Los Ancianos se tomaron muy en serio su advertencia, pero prefirieron terminar de escuchar el relato antes de debatir conjuntamente acerca del problema. Voz-de-Plata también explicó su conversación con Roger Daly, su entrevista con Necross y las noticias que habían averiguado por medio de Alberich y Rex, destacando la segunda reunión que se produciría esa misma noche.

Cuando su hermano hubo terminado su relato, los Ancianos no podían evitar mostrar su preocupación por la gravedad de los hechos. Todos estuvieron de acuerdo en que debían descubrir a los conspiradores y en que el túmulo del Wyrm era su máxima prioridad. Sin embargo, pronto llegaron a la misma conclusión que Roger Daly el día anterior: las sanguijuelas considerarían un acto de guerra el hecho de que un grupo numeroso de guerreros Garou entrase en la ciudad para destruir y purificar un supuesto túmulo del Wyrm.

En ese instante, Mira-Lejos, una gran loba de pelo castaño rojizo que actualmente dominaba a las manadas de Garras Rojas en la Columbia Británica, tomó la palabra para advertir a los Garou reunidos que no podría controlar por más tiempo la llamada de la guerra en los corazones de los Garou de su tribu. Ello no causó muchas sorpresas entre los Ancianos del Consejo. Mira-Lejos siempre había sido una excepción entre los suyos, una Garra Roja paciente e introspectiva. La mayoría de los Garou de su tribu eran firmes partidarios de la guerra contra humanos y sanguijuelas, por lo que apoyaban abiertamente la llamada de Guttooth.

No obstante, esos mismos Ancianos sí quedaron estupefactos cuando Stefan Ewald, el veterano líder de la Camada de Fenris, tomó también la palabra para describir con distintas palabras la misma situación. A sus cincuenta años, Stefan medía un metro noventa y cinco y pesaba alrededor de ciento veinte kilogramos de puro músculo. Llevaba el pelo rubio corto y un poblado bigote. Era difícil imaginarse a cualquiera de sus subordinados desafiando su voluntad, pero ese parecía ser el caso. El viejo guerrero parecía extremadamente incómodo, de modo que se ofreció inmediatamente voluntario para encabezar un ataque contra el túmulo del Wyrm en la Expo.

El líder de los Señores de la Sombra, un individuo de un metro noventa de altura pero delgado como un alambre, tomó la palabra en ese instante.Tenía pómulos altos, una mandíbula fuerte y una nariz aguileña, con espesas cejas negras, pelo hasta los hombros y un bigote acicalado. Cuando habló, todos los presentes escucharon su magnífica voz llena de cierto distanciamiento y reserva. Su acento extranjero, proveniente de algún lugar de Europa oriental, contribuía a magnificar su estampara de viejo noble europeo. Lucas Kawecki afirmó que, "si los Colmillos Plateados no podían solucionar esta crisis, no quedaría más remedio que deponerlos de su puesto".

Faruq se percató sin dificultad de que los Ancianos estaban divididos. Stefan Ewald parecía compartir esa idea, al igual que Coros, una loba esbelta que se había convertido en líder de los Uktena hace poco más de diez años. No obstante, sus opiniones fueron acalladas por una gran mayoría que recorría a los Ancianos de las restantes trece tribus, llegando incluso recurrir a la Letanía:

-El líder no será desafiado en tiempo de guerra-, citó pacientemente Jacques Lapointe, el único Contemplaestrellas presente en la Columbia Británica.

Por supuesto, las discusiones y los debates se prolongaron a partir de este punto, saltando fácilmente de un problema a otro sin llegar nunca a una solución satisfactoria. Para erradicar a los peones del Wyrm en el recinto ferial, había que apaciguar a las sanguijuelas y para eso tendrían que detener los planes de los conspiradores que habían tramado la guerra entre los vampiros y los Garou de Vancouver. Parecía que todos los problemas estaban interconectados hasta un punto sin solución.

Tras hablar en privado con Roger Daly durante un receso, el propio lord Abercorn tomó la palabra para tranquilizar los ánimos del resto de los Ancianos y de las tribus a las que representaban. Con voz cansada pero llena de confianza, informó a los otros líderes que elegiría a los Garou en los que más confiaba para resolver este problema, pero que, dada la naturaleza de la delicada misión que tendrían que afrontar, sus nombres permanecerían en secreto por el momento.

La decisión del líder de los Colmillos Plateados no sentó bien a muchos Ancianos del Consejo de Representante, incluyendo a algunos de sus partidarios más fieles, como Brendan Dooly, líder de los Fianna, Olga Norquist, la líder regional de la tribu de las Furias Negras, o el guerrero Wendigo llamado Jim George. Sin embargo, los Ancianos acabaron aceptando el hecho de que lord Abercorn había tomado una decisión inamovible, lo que puso fin a la reunión. Faruq no se había alegrado tanto de algo así en toda su vida. "Cuando me eche a dormir, no conseguirán despertarme ni en un par de siglos", pensó el Ragabash con una sonrisa cansada en sus labios.

El Caminante Silencioso estaba tan agotado que no vio cómo Roger Daly se acercaba a ellos, al igual que les ocurrió a sus hermanos de manada. El astuto Morador de Cristal eligió darles alcance cuando no había más Garou por los alrededores para tener un conversación privada.

-Felicidades-, dijo escuetamente. -Lord Abercorn os ha elegido a vosotros para llegar al fondo de este asunto de una vez por todas.

-¿Estás hablando en serio?-, preguntó Faruq con incredulidad. No le hizo falta buscar la confirmación de Canción-Oculta y sus dones de Philodox. La noticia era lo bastante mala por sí misma para ser cierta.

-¿Qué tenemos que hacer?-, preguntó con un suspiro el alfa de las Cinco Garras de Gaia.

-Colaros en la reunión de los conspiradores, averiguar quiénes son sus líderes y volver inmediatamente al Buda Sonriente para informarme de todo. A partir de ese punto, tomaremos las decisiones oportunas.

-¿Por qué lord Abercorn te ha puesto al mando?-, quiso saber Crow.

-Confía en mi criterio respecto a los vampiros. Es todo lo que necesitáis saber.

jueves, 18 de abril de 2013

LARS (5 - 4)

Vancouver, Columbia Británica
4 de junio de 1994

-¿Dónde estamos?-, quiso saber Crow cuando se detuvieron por enésima vez. Su voz estaba llena de resentimiento y suspicacia.

El silencio fue su única respuesta. Los horrendos vampiros que hacían las veces de guías se limitaron a dejarlos descansar sentados en un suelo pedregoso durante unos largos minutos.

-Mantén la calma, Crow-, susurró Canción-Oculta. -Esto terminará pronto.

Lars permaneció sumergido por completo en sus propios pensamientos. Desde que sus anfitriones les habían tapado las cabezas con las capuchas y anulado su sentido del olfato, habían estado caminando durante un largo tiempo, tal vez incluso un par de horas. El único sonido que habían escuchado eran los ruidos de sus propios y torpes pasos, así como unos pocos chillidos nerviosos provocados por alguna rata a la fuga. El Theurge tenía muy claro que las sanguijuelas les habían introducido en túneles subterráneos y, aunque había tratado de llevar la cuenta de todos los giros y pasos que habían dado, sin contar los descansos, incluso él se había sentido perdido sin remedio. Por fortuna, estaba seguro de que Voz-de-Plata podría recordar el camino si fuese necesario. Su prodigiosa mente Galliard recordaría sin dificultad detalles tan nimios como esos.

El mundo de Lars dio un repentino vuelco cuando le quitaron la capucha. A pesar de las opresivas sombras que reinaban en la estancia vacía en la que se encontraban sus hermanos y los vampiros que los habían traído hasta aquí, sus ojos tardaron en acostumbrarse al resplandeciente fulgor de un pequeño brasero. Parpadeando con gran esfuerzo, pudo ver a Alberich retirando la soga de la capucha de Canción-Oculta para dejar al descubierto la cabeza del Colmillo Plateado. Los otros vampiros se movieron con rapidez para hacer lo mismo al resto de sus hermanos de manada.

Lar aprovechó esos escasos segundos de tranquilidad para intentar averiguar dónde estaban, pero fue en vano. Se hallaban en una sombría y pequeña cámara rectangular, con una única puerta metálica de entrada y salida. Las marcas dejadas toscamente sobre la roca indicaban a las claras que habían tallado directamente  la sala en la piedra gris, pero no había ningún mueble ni elemento decorativo que le permitiese averiguar dónde estaban. "Debe ser una especie de pequeño vestíbulo para las visitas", pensó el Theurge.

-Ahora darán comienzo los juramentos rituales-, les advirtió Alberich. -Recordad que su quebrantamiento fulminará vuestras vidas en el acto.

-.-

El ritual se prolongó durante lo que pareció otra hora más, aunque Lars aprendió muchas cosas durante el proceso. Observó atentamente cómo los vampiros, dirigidos por una sanguijuela con aspecto de mendigo, entonaban una serie de cánticos en un idioma desconocido para él, mientras el mismo Alberich entregaba a cada Garou un pequeño saquito de cuero donde les pidió que depositasen un mechón de pelo. Una vez que Lars y sus hermanos hicieron lo que les pedían, Alberich entregó los saquitos al horrendo vampiro disfrazado de mendigo, que hundió su cuchillo en su mano izquierda, atravesándola de un extremo a otro con un chillido de dolor. A continuación, humedeció con su propia sangre los saquitos de cuero hasta que adquirieron un tono completamente carmesí.

"¡Están usando magia de la sangre!", se percató el Theurge. Hasta donde él sabía, la magia de sangre era  un tipo de magia negra que usaba la sangre maldita de los vampiros para canalizar sus energías mágicas. Los mechones de pelo que habían donado forzosamente los Garou servirían para atar sus juramentos a sus mismas vidas. "¡Ay de aquel que rompa los juramentos que vamos a pronunciar!", pensó Lars sin perder de vista las reacciones de desagrado de sus hermanos. "Cuando esto acabe, tengo que advertirlos para que no cometan ese error".

Cuando el vampiro mendigo terminó de cubrir con su sangre los saquitos de cuero, se acercó al brasero de latón y abrió con cuidado su pequeña rejilla. A continuación, señaló a Faruq, pidiéndole que dijese en alto su nombre y que jurase en nombre de las fuerzas más sagradas que nunca revelaría la existencia de este lugar, ni dónde se encontraba ni el aspecto que tenía Necross. El Ragabash hizo todo esto a regañadientes y el vampiro depositó en las brasas el saquito con su mechón de pelo, apartándose cuidadosamente cuando una llamarada verde brotó de las ascuas formando una pequeña columna de llamas de unos treinta o cuarenta centímetros de alto durante al menos diez segundos. Lars abrió los ojos mudo de sorpresa cuando comprobó que el fuego había consumido por completo el saquito de cuero. A continuación el vampiro señaló uno a uno al resto de los hombres lobo, obligándoles a recitar los mismos juramentos y quemando igualmente los sacos con los sacos pequeños hasta que no quedó de ellos nada más que cenizas.

-Al formular los sagrados juramentos-, afirmó Alberich con apenas un susurro, -os habéis hecho merecedores del honor de reuniros con Necross. Seguidme, por favor.

-.-

Esta vez no les volvieron a poner las capuchas, sino que salieron libremente de la cámara en donde se encontraban, para llegar a un pasillo oscuro hecho rudimentariamente con mortero y piedras viejas. Uno de los extremos desaparecía a la izquierda hasta perderse en la opresiva oscuridad, mientras que al otro lado, se hallaba un par de gruesas puertas con refuerzos de hierro negro y símbolos místicos rayados directamente en su superficie. Uno de ellos, una media luna encerrada en una pira inquietó en gran media al Theurge, que no pudo apartar la vista de ella desde el momento en que la vio.

-¿Dónde estamos?-, preguntó Canción-Oculta sin esperar realmente una respuesta.

-Ante las puertas de la Gran Biblioteca-, respondió Alberich con una nota de orgullo en su voz.

El vampiro empujó con solemnidad uno de aquellos portones, abriéndolo sin esfuerzo aparente. Parecía que sus compañeros no los habían seguido hasta aquí, pero Lars estaba predispuesto a poner en duda lo que percibían sus sentidos después de haber visto aparecer de la nada a esos vampiros en los aseos del Lamplighter Pub.

Lo que contemplaron asombrados al otro lado de los portones resultó tan sorprendente como la presencia de aquella entrada fuera de lugar bajo las calles de Vancouver. Una pasarela de madera recorría unas paredes llenas de nichos de piedra y polvorientas estanterías, ocupadas a su vez por todo tipo de tablillas de madera o piedra, papiros, pergaminos, mapas, incunables y manuscritos de todo tipo. La única iluminación disponible consistía en algunas antorchas enclaustradas en jaulas de hierro y unas pocas velas de luces trémulas aquí y allí. Unas escaleras descendían en dos tramos a derecha e izquierda durante tres pisos más, mientras que pequeños corredores partían desde cada piso hasta llegar a nuevas salas del complejo.

-¡Es increíble!-, exclamó Voz-de-Plata.

-No puede ser cierto-, musitó Faruq mientras se frotaba los ojos sin terminar de creerse lo que atestiguaban sus sentidos.

Crow y Canción-Oculta permanecieron mudos de asombro, mientras que Lars abrió los ojos temblando sin control ante los tesoros y conocimientos perdidos que debían reposar ocultos en el lugar que Alberich había llamado la Gran Biblioteca. Ahora el Theurge comprendía mejor las extraordinarias precauciones y exigencias que les habían forzado a aceptar.

Alberich caminó hacia las escaleras con paso lento para darles tiempo a seguirlo y comenzó a descender despacio. Cuando llegaron al piso más profundo, los Garou se habían recuperado de la impresión y creían estar listos para su encuentro con Necross. El suelo estaba cubierto por baldosas de piedra y pequeñas mesas reposaban en lugares aislados para la lectura sosegada. Una criatura tan horrible como el mismo Alberich o cualesquiera de sus compañeros dejó de copiar a mano un antiguo texto para dirigirles una mirada cautelosa antes de volver a concentrarse en la tarea en la que estaba sumergido. Alberich lo ignoró y guió a Lars y sus hermanos hasta una estantería cercana, donde un hombre la había desnudado de sus preciosos contenidos y se hallaba examinando cada tomo uno a uno buscando la respuesta de algún misterio ignoto.

-Mi señor, nuestros invitados han llegado-, les anuncio Alberich.

El hombre estaba lejos de compartir la fealdad o el horrendo aspecto del resto de los vampiros que moraban en este lugar. Con un metro ochenta y una complexión excesivamente delgada, disfrutaba de una belleza decadente que podía haber sido digna de un personaje de las clásicas obras de Edgar Allan Poe. Vestido  de forma informal con anticuado batín de seda bajo el cual llevaba un traje anticuado de color azul marino más propio del siglo XIX que de la época actual. Un discreto pañuelo rojo le tapaba el cuello, contrastando visiblemente con la palidez de su piel. Su rostro estaba libre de bigote, barba o patillas alargadas, sus labios estaban amoratados, sus orejas marcadas y su pelo era corto y de color castaño.

-¿Y bien? ¿Quiénes sois?-, preguntó amistoso.

-Yo soy Canción-Oculta, señor, y mis compañeros se llaman Lars, Voz-de-Plata, Crow y Faruq. Roger Daly nos envía para mostraros su preocupación por las crecientes tensiones entre vampiros y hombres lobo. Por alguna razón desconocida, el Príncipe Sigfried se niega a responder a sus llamadas y...

-Yo soy el Príncipe Sigfried.

La autoritaria respuesta de Necross cortó de raíz lo que fuera que hubiera pensado decir Canción-Oculta, que no pudo evitar abrir los ojos sorprendido por el dramático giro que acaba de dar la conversación. Lars dejó de mirar las estanterías y los textos que contenían creyendo haber escuchado mal al vampiro. El Theurge no se percató que el resto de sus hermanos estaban tan sorprendidos como él, aunque Alberich, muy al contrario, permanecía estoico al lado de la sanguijuela, preparado para protegerlo si las circunstancias lo exigían. En cualquier caso, su rostro deforme era una máscara impenetrable que no dejaba traspasar sus intenciones.

-¿Vos sois el Príncipe Sigfried?-, preguntó sorprendido el Colmillo Plateado.

-Eso he dicho. Soy el Príncipe Sigfried y mientras permanezcáis en Vancouver haréis lo que yo diga.

-Pero señor...

-¡Príncipe! Recuerda tu posición, cambiaformas.

-Disculpad, Príncipe Sigfried-, rectificó Canción-Oculta. -No pretendía ofenderos.

-Eso está mejor.

El Philodox permaneció callado durante unos segundos recuperándose de la sorpresa y reorganizando sus pensamientos. Lars podía comprender su confusión. Él mismo la estaba experimentando en esos momentos, dudando acerca de cómo responder ante esta importante novedad.

-Ha habido varios ataques entre vampiros y hombres lobo de Vancouver. La tregua está a punto de saltar por los aires. ¿Puedo preguntaros por qué no habéis atendido a las llamadas de Roger Daly?

-Un Príncipe no tiene que dar explicaciones a sus súbditos.

-Pero entenderéis que eso ha despertado muchas suspicacias entre los nuestros.

-¿El qué?-, preguntó el vampiro con un apenas hilo de voz.

-El hecho de que no hayáis atendido las llamadas de Roger Daly-, respondió el alfa de las Cinco Garras de Gaia con creciente nerviosismo.

-¿Quién te crees que eres para preguntarme esas cosas?-, preguntó amenazador el vampiro, acercándose con un movimiento repentino que casi no podía seguirse con los ojos. La sanguijuela había desnudado sus colmillos y miraba furiosa a su hermano. -Será mejor que te controles. tío, o te arrancaré la cabeza y me beberé tu sangre tan rápido que tus amigos se van a creer que eres una botella de refresco.

Crow dio un paso adelante para ayudar a su hermano, al mismo tiempo que Alberich desenfundaba el sable de caballería. "¡Mierda!", exclamó Lars preparándose para la pelea. Sin embargo, Voz-de-Plata trató de interponerse y separarlos con los brazos.

-¡No debemos romper la tregua!-, gritó el Galliard. Su voz rasgó la oscuridad de la Gran Biblioteca, provocando pequeños ecos que repitieron estúpidamente sus palabras.

-¡Cállate, puto hippy!-, gritó a su vez más amenazador el vampiro. -A mí no me das órdenes.

Las horrendas sanguijuelas que les habían guiado desde el Lamplighter Pub aparecieron de golpe de la nada, rodeándolos en todas las direcciones. Lars percibió un fulgor fanático en sus ojos. Crow seguía encarado con Alberich y Necross o Sigfried, con Voz-de-Plata encogido entre ellos, mientras que Faruq y él protegían las espaldas de sus hermanos del resto de los vampiros.

-No hay necesidad de pelear, Príncipe Sigfried-, intercedió Canción-Oculta para intentar calmar los ánimos. -Si no queréis que hablemos pacíficamente, nos iremos por donde hemos venido.

-Sigfried no está aquí para protegerte, mocoso.

-¿Cómo? ¿No está?-, preguntó Voz-de-Plata sin comprender realmente lo que estaba pasando.

-Está loco-, susurró Lars mientras maldecía en silencio a Roger Daly por haberles puesto en esa peligrosa situación.

Durante unos instantes, nadie hizo ni dijo nada, aguardando el siguiente movimiento de sus rivales. Alberich y sus horribles compañeros parecían estatuas listas para cobrar vida en cualquier momento, mientras que Lars y sus hermanos comprendían al fin su situación.

-Lo siento, pero Sigfried ya no está aquí con nosotros-, dijo al fin el vampiro con voz amanerada. Sus palabras rompieron el silencio y, de no ser por la tensión reinante, Lars habría estallado en carcajadas por el repentino cambio. -Quizás debáis hablar con Necross la próxima vez que vuelva. ¿Os apetece tomar algo... un café, quizá?

-¿Un café?-, repitió estúpidamente Voz-de-Plata.

-Sí, un café. También tenemos infusiones, vinos y buenos licores añejos.

-¿Quién eres?-, preguntó Lars arriesgándose a dar la espalda a los dos vampiros más cercanos a él.

-Mi nombre es Darla.

-Hola, Darla-, la saludó Canción-Oculta comenzando a comprender también. -Tus amigos temen que podamos hacerte daño. ¿Puedes decirles que se tranquilicen?

-Amigos míos, debemos ser buenos anfitriones y tratar bien a nuestros invitados. Os ruego que confiéis en  ellos como yo lo hago o nunca podremos tener más visitas-, pidió el vampiro mirando a Alberich y sus compañeros con ojos suplicantes.

El efecto fue inmediato. Las horribles criaturas que los habían rodeado, se alejaron a regañadientes, aunque permanecieron a una distancia prudente, dispuestos a volver a intervenir si fuese necesario. Sin embargo, Alberich no se apartó del vampiro al que protegía, aunque enfundó la espada de caballería de nuevo en su vaina y permaneció a unos corteses pasos de distancia.

-Gracias. Gracias a todos.

-Muchas gracias a ti, Darla-, musitó aliviado Voz-de-Plata.

-No tenéis por qué darlas-, respondió el vampiro. -Me encantan las visitas. Sólo espero que Gered no vuelva a molestaros.

-¿Quién es Gered?-, preguntó Faruq.

-Un gamberro que sólo busca problemas, meterse en peleas y reventar cosas. Cuanto menos trato tengáis con él, mejor.

-¿Puedes decirnos dónde está Sigfried?-, quiso saber Lars.

-No sé dónde está. Quizás fue a buscar a Necross-, respondió el vampiro. -¿Os han enseñado nuestra casa?

-No, no lo han hecho-, respondió abatido Canción-Oculta, reflejando en parte la frustración de la manada al tener que tratar con un poderoso vampiro enloquecido. -Pero tenemos que hablar de cosas muy importantes con Necross... ¿podrías buscarlo, por favor?

-¿No preferís que os enseñe primero la casa?-, preguntó ella triste.

-Lo siento, pero tenemos que hablar urgentemente con él-, respondió Canción-Oculta.

-Si tenemos tiempo después de la conversación, yo estaré encantado de que me la enseñes-, afirmó Lars.

-¡Y yo también!-, se apuntó Faruq.

-Bueno... entonces... de acuerdo.

El cuerpo del vampiro se inclinó hacia delante, con la mirada ausente y los brazos caídos, al igual que haría una marioneta cuyo titiritero hubiese soltado de pronto las cuerdas. "¡Qué vuelva Necross, dulce Gaia, qué vuelva Necross!", suplicó Lars en silencio.

-Bienvenidos a la Gran Biblioteca-, respondió el vampiro adoptando una afectada pose aristocrática.

-¿Sois Necross?-, preguntó Canción-Oculta lleno de dudas.

-Por supuesto. ¿Quién podría ser si no?-, respondió el vampiro mientras sonreía a Alberich como si el Philodox hubiese hecho una pregunta muy graciosa.

-Me alegra conoceros por fin-, respondió el alfa intentando recuperar el hilo original de la conversación. -No sé si estáis al corriente de los hechos, pero ha habido varios ataques entre hombres lobo y vampiros que están haciendo peligrar la tregua que reina entre nuestras dos especie.

-No, no estaba informado-, respondió el vampiro. -¿Por qué no me habéis informado Alberich?

-Os pido disculpas, señor. Creía... que os habían avisado.

-Un error inexcusable, viejo amigo. Confío en que no se repita.

-Si me permitís la impertinencia-, intervino Canción-Oculta intentando aprovechar al máximo el tiempo del que disponía antes de que otra personalidad tomase el control del cuerpo del anciano vampiro, -uno de nuestros líderes, Roger Daly, ha intentado ponerse en contacto con el Príncipe de Vancouver, pero Sigfried ha ignorado sus llamadas, lo que ha puesto muy nerviosos a nuestros líderes, que no pueden evitar preguntarse si los vampiros quieren una nueva guerra.

-¿Por qué haría eso el Príncipe? Es el máximo interesado en mantener la paz en su ciudad.

-Señor-, intervino Alberich, -nadie ha visto al Príncipe en las últimas noches, aunque su esposa Julie Foster asegura que está ocupado pero que pronto se encargará de controlar esta situación.

-Hasta donde sabemos nosotros-, asintió Canción-Oculta, -ella está haciendo llamamientos en favor de la paz, pero no está consiguiendo los resultados deseados. También hemos oído que un vampiro llamado Derek está revolviendo las aguas para apoyar una guerra abierta.

-Traéis noticias muy preocupantes-, respondió Necross mientras se pasaba la mano por la frente con un gesto cansado. Lars temió que el vampiro volviese a recaer en otra de sus personalidades múltiples y miró apremiante al Colmillo Plateado para que se diese prisa.

-Así es, señor-, respondió el alfa con gran premura, -pero aún hay más cosas que debéis saber. Mis compañeros y yo descubrimos una reunión secreta. Voz-de-Plata, cuéntale a Necross lo que averiguamos.

Voz-de-Plata se dispuso a ello rápidamente y, sin perder el tiempo, narró con todo lujo de detalles la reunión entre los tres hombres lobo y los dos vampiros, describiendo a la perfección a cada uno y repitiendo de memoria las palabras que se habían dicho entre ellos esa noche. Necross ofrecía mayores muestras de cansancio. Alberich no se separó de su señor en ningún momento y continuó vigilando todos sus movimientos con la máxima atención.

-¡Los conozco!-, gritó una voz desconocida a su espalda.

Sorprendido, Lars se volvió para encontrarse inesperadamente con un enano junto a él. De un metro veinte de estatura, tenía el pelo moreno, con amplias entradas en los márgenes de la cabeza, ojos de mirada enloquecida en sus ojos de color ámbar y una mueca torcida a modo de sonrisa. El enano vestía sin gusto ni estilo alguno, luciendo un chaleco negro con lunares dorados, una corbata roja, una camisa verde de cuello estrecho y unos pantalones azules.

-¿Qué quieres decir, Rex?-, preguntó Necross con evidente hastío.

-¡Son Kyle y Neil!-, respondió entusiasmado el enano mientras se abría paso entre las Cinco Garras de Gaia sin ningún temor. -¡Son Kyle y Neil!

-¿Sabes dónde podemos encontrarlos?-, preguntó Crow. -Queremos hacerles algunas preguntas.

-¡Claro!-, respondió el enano. -Esta noche les oí hablar entre ellos a escondidas. Creían que estaban solos, pero claro... no lo estaban. Neil le decía a Kyle que la reunión para discutir lo de la guerra sería mañana a las diez en el lugar de siempre. ¿He averiguado algo importante?

miércoles, 17 de abril de 2013

CANCIÓN-OCULTA (5 - 4)

Vancouver, Columbia Británica
3 de junio de 1994

Después de pasarse casi todo el día durmiendo a pierna suelta, Roger Daly se puso en contacto con ellos  a través de Ruth Imparte-Su-Destino para informarles que había conseguido concertar una reunión con el vampiro llamado Necross. El encuentro tendría lugar en los aseos masculinos del Lamplighter Pub a las 12 de la noche exactamente y el líder de los Moradores de Cristal destacó la importancia de la puntualidad en estos delicados momentos. Canción-Oculta se sintió ligeramente molesto por ese apunte innecesario, pero tras pensarlo mejor, comprendió que Roger Daly estaba sometido a mucha presión y no había pretendido insultarlos en ningún momento.

En cualquier caso, las Cinco Garras de Gaia cenaron copiosamente en New Westminster antes de dirigirse a Gastown, la zona de la ciudad en la que se encontraba el pub, para echar un vistazo una hora antes de la reunión. Todos estuvieron de acuerdo en que merecía la pena explorar el terreno antes de quedar atrapados en un local cerrado con un vampiro tan poderoso e influyente.

Gastown comprendía un área de seis manzanas situadas en la ubicación original de Vancouver, en la parte noreste del centro actual de la ciudad. Sus antaño orgullosos edificios de ladrillo y mortero se estaban viniendo abajo, puesto que los sucesivos alcaldes habían destinado los fondos municipales a la construcción de los grandes rascacielos de acero y cristal que reinaban en el distrito financiero durante décadas, en lugar de reformar todo el área para convertirla en una gran atracción turística como demandaban muchos ciudadanos. El resultado había sido una zona urbana de edificios en ruinas y ennegrecidos por la contaminación, donde atracadores y vagabundos merodeaban libremente por sus oscuros callejones.

El Lamplighter Pub tenía la distinción de ser uno de los locales más antiguos de Vancouver, aunque muy pocos de sus parroquianos lo supiesen. El sucio edificio de dos plantas bajo el que se encontraba era uno más en Gastown, aunque se hallaba en la esquina de dos calles amplias pero de escasa iluminación. Al margen de eso, no encontraron ningún otro detalle digno de interés.

Cuando entraron en el interior del pub, descubrieron un lugar oscuro y lleno de humo, donde los viejos recordaban viejas glorias al amparo de las jarras de cerveza y los más jóvenes, sentados en pequeños grupos, intentaban olvidar sus problemas. Rodeando unas anticuadas neveras para botellas de cerveza, había una barra rectangular de madera negra donde descansaban varios caños de cerveza. Un camarero de unos cincuenta años atendía a los parroquianos, mientras otro que debía ser su hijo se ocupaba de hacer rodar un barril metálico al fondo del local. Contando por lo alto, Canción-Oculta creía  que debía haber unas treinta personas en el pub, pero el ambiente general era tranquilo y sosegado.

-¡Me gusta!-, exclamó Crow entusiasmado mientras se frotaba las manos con una sonrisa al ver la lista de cervezas pintada en una de las paredes con descuidadas letras rojas.

-Recuerda a lo que hemos venido-, le aconsejó.

-Aun así, me tomaré un par de jarras mientras esperamos.

-No pierdas el tiempo-, intervino Faruq. -Los Fianna son incorregibles.

Crow se acercó a la barra acompañado de Lars, mientras el resto tomaban asiento en una mesa libre cercana a los aseos. Un grupo de veinteañeros estaba jugando en la máquina de dardos, mientras dos ancianos realizaban movimientos interminables sobre un sucio tablero de ajedrez, lleno de quemaduras de tabaco. Canción-Oculta usó su don espiritual de Sentir al Wyrm, pero no advirtió nada que lo tuviese que poner en guardia.

-¿Quieres que vayamos a vigilar fuera?-, le preguntó Voz-de-Plata.

-No-, respondió el Philodox con una sonrisa. -Ya estamos en la boca del lobo. Es mejor que permanezcamos juntos hasta que salgamos de este sitio.

-.-

La manecilla del minutero fue pasando lentamente en el viejo reloj que colgaba solitario de una de las paredes. La mesa estaba ocupada por tres jarras vacías que se había ventilado Crow y una a medio beber por Lars. Algunos clientes se habían marchado durante ese tiempo y otros nuevos habían ocupado sus asientos. Canción-Oculta empezaba a estar preocupado, porque ahora sí pudo captar el hedor del Wyrm en el Lamplighter Pub. "Tal vez uno de ellos sea Necross", reflexionó en silencio. "O quizás esté cerca, vigilándonos atentamente desde algún minúsculo agujero en las paredes". La voz invisible que sólo podía oír el Colmillo Plateado aprovechó esos instantes para intentar sembrar más dudas en él, pero el Philodox rechazó sin esfuerzo sus vanas tentativas para convencerlo de la necesidad de unirse al Wyrm.

Por fin, llegó el momento que estaban aguardando. Sólo quedaban cinco minutos para que el viejo reloj  de la pared marcase las doce en punto. Canción-Oculta hizo un gesto discreto y se levantó para ir a los aseos. Crow y Voz-de-Plata le acompañaron como habían acordado previamente, mientras que Lars y Faruq entrarían pasados dos minutos.

Los aseos se podían definir como rudimentarios en el mejor de los casos. Baldosas rotas de un sucio color que debió haber sido verde en algún momento del siglo XX cubrían el suelo y las paredes. El techo mostraba numerosas quemaduras de mechero, así como pequeños garabatos apenas legibles. Tres meaderos estaban empotrados contra una pared, mientras que al otro lado de la aseo había dos retretes y un  único lavabo lleno de manchas grises. El olor a orín era muy fuerte, lo que inevitablemente hizo que Canción-Oculta se preguntase cuántas veces limpiarían con lejía esos aseos.

Aunque parecía que no había nadie más aparte de ellos en los aseos masculinos, abrieron de todas formas las puertas de los retretes para comprobarlo. Parecía que sus precauciones habían sido innecesarias. No había nadie más. Pasados un par de minutos, se les unieron Faruq y Lars.

-He estado en sitios peores que este-, afirmó el Ragabash.

-Seguro que sí-, confirmó Canción-Oculta. -Parece que tendremos que esperar por Necross, después de todo.

-No será necesario-, respondió una voz desconocida con un marcado acento extranjero.

Al principio, Canción-Oculta creyó que la maldición que padecía había adoptado una nueva forma, mudando de piel como lo haría una serpiente. Sólo cuando se dio cuenta de que sus hermanos también se habían sobresaltado, tuvo la certeza de que la voz había sido real.

La puerta del retrete más alejado se abrió con un movimiento suave y de su interior salió una figura de lo que antaño debió haber sido un hombre. La criatura, pues no había una palabra mejor para describirla, vestía un pulcro uniforme militar de época rojo, con cinto blanco, charreteras doradas y un cinto blanco del que colgaba una espada de caballería. La cara del monstruo era un pellejo estirado de cuello con mejillas hundidas al que le faltaba la nariz y del que apenas se distinguían los labios. Sus ojos azules estaban hundidos en las cuencas sombrías, aunque revelaban una mirada tan dura como fría. También tenía una barbilla puntiaguda y dos orejas terminadas en puntas retorcidas.

-¿Tú... tú eres Necross?-, preguntó Canción-Oculta intentando superar la turbación que sentía al contemplar el rostro del vampiro y despertaba el don espiritual de Verdad de Gaia.

-No. Mi nombre es Alberich. Necross me ha enviado para llevaros ante él-, la voz del vampiro apenas era un susurro ahogado, pero se oía con la suficiente claridad como para identificar sus orgullosos orígenes centroeuropeos.

-Eso no era lo acordado-, repuso el Philodox tras comprobar que el vampiro no estaba mintiendo.

-Supongo que no es lo que os han dicho. Permitidme dejar bien claro desde el principio que Necross nunca abandona su refugio secreto, por lo que tengo que guiaros hasta él. No obstante, para que esto suceda deben darse dos condiciones que debéis aceptar.

-¿Cuáles?

-En primer lugar, debéis permitir que untemos vuestras narices con un pañuelo impregnado en productos químicos y que os tapemos las cabezas con capuchas cerradas para que el refugio de nuestro amo siga permaneciendo en secreto.

-¿Pretendes dejarnos indefensos en vuestras manos?-, preguntó Crow con incredulidad. -¡Estás completamente loco!

-Tiene razón-, manifestó Faruq indignado.

-Nuestras condiciones no son negociables-, repuso el vampiro. -Si queréis reuniros con Necross, tenéis que aceptarlas.

-Pero tienes que entender nuestros recelos...-, intentó interceder Voz-de-Plata.

El vampiro negó en silencio con la cabeza y se mantuvo tercamente en su posición, con los brazos cruzados a la altura del pecho, esperando.. Hasta ahora, el instinto de Philodox de Canción-Oculta le decía que la sanguijuela había sido sincera. "Tenemos que intentarlo", se reafirmó el Colmillo Plateado.

-¿Cuál es la segunda condición?

-Que os sometáis a un ritual de naturaleza mágica por el que juréis no revelar nada sobre Necross o su refugio.

"¡Condenados vampiros!", meditó el Philodox en silencio. "Están obsesionados con su maldito secretismo". Canción-Oculta únicamente conocía de los vampiros lo que Illana les había contado y algunas historias protagonizadas por algunos héroes de su tribu que se enfrentaban contra esas criaturas nocturnas del Wyrm. El alfa miró a sus hermanos buscando su opinión en silencio. Lars y Faruq asintieron despacio con la cabeza, mientras Crow hacía exactamente lo contrario. Faruq permanecía indeciso, mirando con preocupación al vampiro. Al final, Canción-Oculta tomó su decisión.

-De acuerdo, aceptamos vuestras condiciones... pero no guardaremos en secreto nuestra conversación con Necross. Nuestros líderes deben conocer los detalles de lo que hablemos.

Ahora fue Alberich el que permaneció pensativo, barajando en silencio las órdenes que debía haber recibido y la propuesta que acaba de oír. Después de un largo silencio, el vampiro pareció tomar su propia decisión.

-Sea pues.

Dicho esto, aparecieron tres personas más en los aseos. De alguna forma, habían permanecido invisibles durante toda la reunión. Cada una de ellas era un espécimen igual de horrendo que el mismo Alberich. La mayoría estaban completamente calvos, tenían dedos retorcidos y caras repletas de pústulas, verrugas y lunares malsanos. Dos de esos vampiros vestían como vagabundos, mientras que una mujer llevaba las mismas ropas que habían visto en una joven que bebía en el pub.