Vancouver, Columbia Británica
7 de junio de 1994
Esa noche estaban presentes todos los Garou de Vancouver y algunos representantes de la Columbia Británica. Las hogueras ardían acaloradamente, pero no había festejos que celebrar, ni gestas que honrar. La lumbre de las llamas apenas mantenía alejada las sombras de la noche, ya que las nubes ocultaban la gracia de Selene en su forma de Cuarto Decreciente. Los murmullos de los presentes cesaron de golpe cuando Arthur Cunningham, el Maestro del Rito, se incorporó para tomar la palabra. Las llamas iluminaron su poderosa musculatura repleta de viejas heridas y cicatrices rituales que representaban antiguos glifos Garou. Incluso los grupos más alejados pudieron escuchar con suma claridad su voz firme y autoritaria.
-Todos habéis oído el testimonio de las Cinco Garras de Gaia. Al calor de nuestra creciente y justa ira, hemos escuchado las fechorías que este traidor tramó con los siervos y sicarios del Wyrm. Él y algunos de sus secuaces engañaron a los jóvenes Cliath y Fostern para que provocasen la ruptura de la Alianza que todas las tribus juraron solemnemente respetar y proteger. Este traidor, el peor de todos los canallas, cometió el crimen más terrible que un Garou puede cometer: reveló a las hordas del Wyrm la localización del Buda Sonriente, y permitió y alentó a las fuerzas de nuestro enemigo ancestral para que profanasen ese bendito lugar. Y la ambición de este monstruo no se conformará con menos. Ha vendido su alma a la causa de la oscuridad y nos arrastrará a todos con él si no se lo impedimos. Por tus crímenes, Guttooth, debes ser ajusticiado como el peor de los traidores.
El aludido devolvió una mirada atrevida y desafiante al Maestro del Rito, evidenciando así la falta de arrepentimiento por sus actos. Algunos de los Garou presentes lo insultaron y lo abuchearon, deseando ejecutarlo ellos mismos. Canción-Oculta, que no se tenía por ser precisamente un simpatizante de Guttooth, tuvo que contenerse para no reprochar a aquella muchedumbre exaltada su pobre ambición de justicia.
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Los días anteriores a la celebración del Gran Consejo irrumpieron con una inusitada actividad febril en las vidas de los Garou del Clan del Pacto cuando las Cinco Garras de Gaia trajeron las malas noticias. La furia inicial que siguió al descubrimiento de que el Wyrm había creado un poderoso túmulo corrupto en el recinto ferial de la Expo sólo fue superada por la violenta reacción que tuvieron al enterarse del ataque perpetrado contra los Moradores de Cristal, la conspiración entre vampiros y hombres lobo liderada por el supuesto Sacerdote-de-Gaia y la sanguijuela llamada Stalest, y la muerte de Voz-de-Plata, un Garou famoso y querido por muchos de sus iguales.
Destroza-Perdiciones, el Fenris que ocupaba el honorable cargo de Protector del Clan, ordenó inmediatamente el refuerzo de las defensas en Stanley Park. En dos o tres días, todos los clanes y protectorados de la Columbia Británica habían enviado manadas y guerreros para proteger el suelo sagrado del túmulo a cualquier coste.
Sin embargo, un golpe inesperado cayó sobre ellos como un jarro de agua fría. Un puñado de Moradores de Cristal, que lograron salvarse del ataque del Wyrm contra el Buda Resplandeciente porque estaban ocupados en sus asuntos en otras partes de la ciudad, confesaron, conmovidos, que su tribu había descubierto un pequeño túmulo consagrado a Cucaracha en los cimientos del edificio y que lo habían estado protegiendo en secreto desde hacía décadas, temiendo que si revelasen el secreto, otras tribus más belicosas tratarían de apoderarse de él por la fuerza. No obstante, el Wyrm había atacado el edificio y el pequeño túmulo estaría a esas alturas corrompido sin remedio. La noticia trajo consigo un pesar mayor, si cabe, en esos días funestos para todos.
Guttooth, el auto denominado Sacerdote-de-Gaia, había mantenido sabiamente al margen a la mayoría de sus partidarios de su conspiración, por lo que, una vez que ésta se supo, los jóvenes Garou que lo habían apoyado fieramente hasta entonces lo dejaron asqueados en manos de la justicia Garou. Aunque el Consejo de Ancianos todavía no había tenido tiempo para discutir su suerte, estaba claro que actuarían de forma contundente contra él. Muchos quisieron matarlo en el acto, aunque los líderes del Clan del Pacto lograron protegerlo hasta la celebración del juicio. El mismo Arthur Cunningham anunció entonces los cargos de los que se le acusaba: conspiración con el Wyrm, conspiración para destruir el túmulo de los Moradores de Cristal y traición al Clan del Pacto.
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-Durante demasiado tiempo he permitido que difamarais mi nombre, que calumniarais mis intenciones y que mancillarais mi linaje con insultos y agravios-, protestó furioso Guttooth dirigiéndose a la multitud reunida en aquel Gran Consejo. -¡Por la Gran Madre que ya habéis puesto a prueba mi paciencia en demasiadas ocasiones! ¿Queréis saber la verdad? ¿Creéis que estáis preparados para escucharla? Lo cierto-, dijo volviéndose para señalar a los Ancianos del Clan del Pacto, -es que os enorgullecéis de vuestra fuerza y edad al mismo tiempo que pactáis sin mostrar el menor escrúpulo con las fuerzas del Wyrm... ¡y luego os atrevéis a acusarme a mí del mismo crimen! ¿Hasta dónde llegará vuestra osadía, ancianos de las doce tribus de la Nación Garou? La edad os ha concedido experiencia pero no sabiduría. ¿Acaso me habéis exigido explicaciones antes de acusarme de estos horribles crímenes? No, porque teméis perder el control del espejismo que habéis construido en Vancouver. ¿Cómo podría haber ayudado a los siervos del Wyrm a masacrar a los Moradores de Cristal y profanar su túmulo secreto si desconocía su existencia como tantos otros de los Garou presentes esta noche? ¿Cómo podéis acusarme de traicionar a nuestro clan cuando trato de protegerlo de la locura de sus dirigentes? ¡Mensajero de Gaia o no, soy un verdadero Garou y no aceptaré más insultos!
Guttooth hizo una breve pausa para recuperar el aliento. Su discurso había conseguido acallar a la turba que pedía su cabeza segundos antes, demostrando una vez más el poderoso carisma y las dotes sociales del Señor de la Sombra.
-El Wyrm ha ido demasiado lejos, pero vosotros preferís acusarme a mí de vuestra negligencia. Nunca he dado explicaciones de mis actos en toda mi vida, aunque esta noche lo haré por el bien de Gaia y de la Nación Garou. Hasta ahora, las sanguijuelas habían respetado la Alianza porque convenía a sus intereses... pero ¿realmente creéis que iban a seguir honrando su palabra cuando se desatase el Apocalipsis y el Wyrm convocase a todos sus hijos para que luchen en su nombre? Vosotros, grandes estúpidos, estáis ciegos ante esta gran verdad: las sanguijuelas y los humanos elegirán libremente el bando del Wyrm. Ya lo hicieron hace milenios y ahora vemos las consecuencias de la pasividad y el abandono de nuestras obligaciones. Los grandes espíritus del Kaos me eligieron para llevar este mensaje esperando que todavía no fuese demasiado tarde, confiando en que pudiésemos poner fin al sufrimiento de la Gran Madre. Y sí, para cumplir esta misión, exploré las grietas de vuestra Alianza, descubriendo a sanguijuelas hambrientas de poder y muerte, y observando el aciago destino al que los Ancianos del Clan nos habían condenado a todos. Y sí, de nuevo para cumplir mi sagrada misión me alié con esas ambiciosas sanguijuelas, buscando acelerar lo inevitable y despertaros antes de que nuestra causa estuviese definitivamente perdida. Sin embargo, nunca, nunca revelé información importante sobre nuestra especie o nuestro clan. Y ahora que he hablado, ahora que he atendido vuestras exigencias, oiréis la mía. Esta noche todos vosotros debéis tomar un decisión, la más importante de vuestras vidas: salvar a nuestra Madre o condenarla al yugo del Wyrm.
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Las palabras de Guttooth crearon una gran sensación de intranquilidad en Canción-Oculta. Sus dones espirituales le indicaban que el Señor de la Sombra no mentía o, al menos, que creía que no estaba mintiendo. "¿Y si nos estamos cometiendo un grave error en este juicio?", se preguntó angustiado desde el momento en que la duda comenzó a germinar en su corazón.
-¿Es posible que esté sirviendo a los grandes espíritus del Kaos?-, le preguntó en voz baja a Lars.
-No lo sé-, reconoció con humildad el Theurge de su manada. -Nunca he tenido tratos con esos espíritus. Nuestras historias cuentan que sólo pueden existir en las regiones más remotas de la Umbra, puesto que la influencia de la Tejedora es anatema para ellos, y que son capaces de obrar todo tipo de milagros, pero sus intenciones y planes me son completamente desconocidos.
Canción-Oculta se mordió el labio inconscientemente cuando se le ocurrió otra posibilidad. "¿Y si las sanguijuelas han alterado su mente de alguna manera?", se preguntaba ahora. "De nuevo, necesitamos más tiempo para investigar, para llegar al fondo de este asunto".
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-¿Cuándo no hemos tomado esa decisión?-, respondió Nelson Chang, el líder de los Hijos de Gaia, mientras se ponía lentamente en pie. -La tomamos todos los días y todas las noches. Cada minuto de nuestras vidas elegimos a la Gran Madre. Algunos luchan, otros investigan los misterios de su creación y otros curan la carne y el espíritu. ¿Crees que tu demagogia barata puede seguir dividiendo y confundiendo a este clan? Somos Garou, somos los siervos de Gaia... Tu "guerra" no traerá más que sufrimiento y desolación. Si fueses verdaderamente sincero, sabrías que tus planes no son más que un genocidio, que sólo puede servir a los planes del Wyrm. Siento verme obligado a esto, pero debes expulsado del Clan del Pacto y de la Nación Garou inmediatamente.
Algunos de los presentes apoyaron la decisión del líder de los Hijos de Gaia, pero muchos más, entre ellos Crow, seguían pidiendo medidas más severas y letales que el ostracismo total. En su opinión, Guttooth estaba mintiendo descaradamente al afirmar que no había revelado la localización del Buda Sonriente a las sanguijuelas y, por tanto, era culpable indirectamente de la muerte de muchos Moradores de Cristal, además de la de Voz-de-Plata. Sin embargo, se impuso un nuevo silencio cuando se puso de pie el líder de los Wendigo, el Ahroun llamado Jim George.
-Admiro la habilidad con la que has manipulado tus argumentos; honra tu gran ingenio y carisma. No obstante, eso no evita el hecho de que nos has traicionado. Con tus juegos, has alterado el equilibrio de poder de las sanguijuelas y Gaia ha perdido una de sus tierras sagradas. Tu pasión sólo puede conducirnos al desastre, a uno mayor incluso que la Guerra de la Rabia. Dejarte con vida es demasiado peligroso, pero ajusticiarte con la muerte sólo daría crédito a tus artimañas. Espero que convertirte en Ronin te ofrezca la sabiduría suficiente para comprender la gravedad de tus crímenes.
Una vez que Jim George volvió a tomar asiento, se incorporó pesadamente Padre Isaac, el mendigo que representaba a la tribu de los Roehuesos en el Consejo de Ancianos. De hombros anchos y cuerpo encorvado, el viejo ahogó un tímido bostezo que asomaba de su mugrienta barba gris antes de tomar la palabra.
-Vivo o muerto, eres un portador de desgracias. Tus bonitos discursos no han hecho más que dividirnos y debilitar nuestras fuerzas. Daly ha muerto, la mayoría de los Moradores de Cristal de Vancouver han muerto y tú eres el culpable-, dijo señalándolo con un dedo dominado por una larga uña amarillenta.
-Ya hemos jugado durante demasiado tiempo a tus juegos, Guttooth-, sentenció Brendan Dooly poniéndose en pie. -Si la guerra contra la humanidad es inevitable, la afrontaremos cuando llegue el momento adecuado. Lo único que importa ahora es que el Wyrm quiere devorar nuestra ciudad y tú nos distraes con tus peroratas acerca de los espíritus y el Apocalipsis. Eres un peligroso estorbo, y lo que es peor, un colaboracionista. Exijo tu ejecución inmediata por el dolor que has traído a nuestro clan.
Numerosos vítores y gruñidos enfurecidos secundaron la sentencia del líder de los Fianna locales. Crow alzó su voz con ellos, ignorando la mirada de reproche que le dirigía Canción-Oculta. El líder de la Camada de Fenris, Stefan Ewald, tomó la palabra en ese momento, acallando con su mirada severa a todos los exaltados antes de dirigirse al Sacerdote-de-Gaia.
-Escucha sabandija, hablas de la guerra con demasiada ligereza. Yo he visto más de las que tú en toda tu miserable vida, así que voy a explicarte una verdad universal: hay guerras que benefician más a nuestros enemigos que a nosotros mismos. No puedes seguir disimulando. Eres un farsante y un traidor, y si este consejo no se atreve a condenarte a muerte por tus crímenes, te retaré personalmente a un duelo sin cuartel. Así tendrás la oportunidad de comprobar en primera persona cómo tratamos los Fenris a la escoria como tú.
Los gritos de aprobación por parte de los compañeros de tribu de Stefan Ewald fueron ensordecedores. La mayor parte de los Garou reunidos se habían convertido en una turba cuya sed de sangre sólo podía aplacarse con la muerte de Guttooth. Hubo algunas tímidas voces en su interior que pidieron escuchar al resto de los Ancianos, pero quedaron enmudecidas por el tumulto.
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Los ánimos estaban demasiado tan caldeados para continuar con la sesión, que Arthur Cunningham tuvo que declarar un breve descanso antes de proseguir con las acusaciones y la reunión del Gran Consejo. Fue una acción muy prudente por su parte, puesto que incluso las Cinco Garras de Gaia estaban divididas respecto a Guttooth.
-Es culpable-, sentenció tercamente Crow.
-No lo sabes, no puedes saberlo-, replicó Canción-Oculta. -¿Y si nos hemos equivocado al analizar los hechos? El juicio es prematuro y debería ser pospuesto.
-¿Para qué?-, preguntó Faruq. -Es tan culpable como el pecado. Los Señores de la Sombra siempre están involucrados en conspiraciones para ascender en la jerarquía social y este trató de tomar un gran atajo sin importarle las consecuencias.
-Creo que Canción-Oculta se refiere a que deberíamos calmar nuestros ánimos y enfocar el problema desde todos los ángulos-, intervino Lars conciliador.
-Pero... ¿no estuvo conspirando con sanguijuelas para provocar la guerra? ¿Qué más pruebas necesitáis?
-Todas las que sean necesarias para cerciorarnos del grado de culpabilidad e inocencia de sus actos-, respondió Canción-Oculta impaciente. -De lo contrario, este juicio será una farsa, un simulacro de justicia, y nuestros esfuerzos no habrán servido para nada. Pensadlo bien. Seguro que Voz-de-Plata se sentiría avergonzado de permitir que sucediese algo semejante... ¿Vamos a honrar así su memoria?
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Cuando se reanudó el Gran Consejo, Jacques Lapointe, el único Garou que representaba a la tribu de los Contemplaestrellas, tomó la palabra y esperó pacientemente a que se le permitiese hablar.
-Guttooth, has devuelto las acusaciones que se han presentado contra tu ambición con más mentiras y juegos de palabras. Eres una criatura carente de honor y como tal deberás ser tratada. Por ello, pido humildemente a los líderes de este Gran Consejo que te conviertan en un Ronin, despojándote de tu nombre, tu rango y todos tus logros pasados. Quizá con el tiempo encuentres la forma de deshacer todo el mal que has provocado con tus crímenes. Quizá, con el tiempo, Gaia te perdonará y podrás regresar a su gloria.
Cathy Saynesbury se levantó para tomar también la palabra. Los Caminantes Silenciosos era la segunda tribu menos numerosa en la Columbia Británica pero todo el mundo apreciaba el agudo ingenio de su líder. El rostro jovial de la Ragabash no mostraba la agradable sonrisa que la solía acompañar siempre, sino que parecía tan tenso y serio como exigía la situación.
-No puedo añadir nada más. Jacques ha vuelto a hablar con justicia y sabiduría. Yo también mantengo que Guttooth debe ser declarado Ronin inmediatamente hasta que descubra el error de sus crímenes y pueda tratar de enmendarlos.
Cuando escucharon su decisión hubo pequeños abucheos y protestas, que fueron silenciadas rápidamente por la mayoría de los presentes. A continuación, Lukasz Kawecki tomó la palabra para gran sorpresa de todos los Garou reunidos frente a las hogueras. Todo el mundo ignoraba cuál era realmente la posición oficial de los Señores de la Sombra en este caso y parecía que iba a aclararse:
-Eres la vergüenza de nuestra tribu-, le recriminó señalándolo con el dedo. Su voz, cargada con ese fuerte acento de Europa Oriental tan característico en él, sonó tan inflexible como condenatoria. -No sólo has mancillado el sagrado linaje que corre por tus venas, sino también el honor de los Señores de la Sombra. No eres mejor que las sanguijuelas y los humanos contra los que te opones usando trucos y poderes del Wyrm. Nuestra tribu te repudiará hasta el fin de tus días, independientemente de lo que decida este consejo, aunque mi voto personal exija tu ejecución inmediata.
Hubo más exclamaciones y voces exaltadas pidiendo la muerte de Guttooth, pero Arthur Cunningham las acalló con un gesto para ofrecer el turno de palabra a Olga Norquist y Mira-Lejos, las dirigentes de las Furias Negras y las Garras Rojas respectivamente. Sin embargo, para sorpresa de todos los presentes, ambas Garou rechazaron la oportunidad de pronunciar su voto y se negaron en redondo a dar cualquier explicación por ello, al igual que hizo Coros, la líder de los Uktena locales.
"¿Por qué?", se preguntó Lars como tantos otros. "¿Por qué no intervienen?" La mente del Theurge intentó encontrar un sentido a sus actos. "Dicen que las Furias Negras y las Garras Rojas tienen estrechos vínculos con el Kaos, cada una a su propio modo. ¿Habrá sido sincero Guttooth al sugerir los grandes espíritus del Kaos le encargaron una misión? ¿Y por qué Coros no interviene?" No tuvo tiempo para llegar a ninguna conclusión importante, ya que el Maestro del Rito anunció que lord Montgomery Abercorn tomaría la palabra.
-Guttooth de los Señores de la Sombra-, murmuró con cansancio el anciano líder de los Colmillos Plateados, que parecía haber envejecido de golpe diez o veinte años más, -te sentencio a muerte por tus crímenes contra Gaia y toda la Nación Garou. ¿Deseas pronunciar unas últimas palabras ante este consejo?
La mitad de la multitud congregada en Stanley Park estalló como si cobrase vida propia, aullando su aprobación o maldiciendo e insultando al acusado, mientras la otra mitad negaba tristemente con la cabeza o manifestaba su desacuerdo. El condenado dio la espalda a los Ancianos, dirigiéndose directamente a los Garou reunidos en Stanley Park. Sus ojos no mostraban ya la mirada segura y desafiante que había exhibido hasta ese momento, sino que parecían más bien derrotados, como si aceptasen al fin su ineludible destino.
-No puedo creer que lo hagáis-, intentó hacer oír. -Estáis dando la espalda a nuestras tradiciones, a los espíritus y a la mismísima Gaia. No sois los defensores de la Gran Madre, sino unos cobardes. ¡Y os atrevéis a llamarme traidor y ajusticiarme como si fuese un vulgar criminal! Yo os maldigo. Cuando Selene se haya perdido en la oscuridad del Apocalipsis, cuando la piel de Gaia estalle en llamas y las hordas del Wyrm amenacen con devorarlo todo a su paso, estaréis solos. Los grandes espíritus del Kaos os repudiarán como los habéis repudiado vosotros esta noche. ¡Gaia morirá por vuestra culpa! Ella... Ella...
Jamás pudo terminar lo que estaba diciendo. Guttooth cayó primero sobre sus rodillas y luego se desplomó fulminado sobre la hierba. La multitud enmudeció de pronto. Los Garou más cercanos intentaron levantar su cuerpo inerte para que los Theurge aplicasen sus talentos curativos. Tras largos e infructuosos intentos, tuvieron que darse por vencidos y reconocer con frustración que Guttooth había muerto por causas desconocidas para ellos. Su cuerpo no mostraba ninguna clase de lesión, externa ni interna, ni parecía haber sido víctima de veneno alguno. En cualquier caso, los Ancianos decidieron quemarlo para impedir que sus restos descansasen en el cementerio de los héroes del Clan del Pacto.
No obstante, su muerte levantó todo tipo de rumores y chismes. Algunos sugirieron más tarde que Guttooth había sido envenenado en secreto por Lukas Kawecki, para impedir que se conociese su participación en la conspiración con las sanguijuelas. Otros afirmaron que los espíritus del Kaos habían castigado al difunto Señor de la Sombra por pretender ser su mensajero o, por el contrario, por haber fallado en la tarea que le habían impuesto. También hubo, como no, quién aseguró que su muerte fue un castigo de la propia Gaia por haber causado tantas muertes y dolor. Nadie pudo averiguar nunca la verdad o, de conocerla, jamás la reveló al resto de los Garou del Clan del Pacto. Sin pretenderlo, el nombre de Guttooth y su misteriosa muerte quedaron grabados para siempre en las historias de los Garou de Vancouver.
Por otra parte, el Consejo de Ancianos no pudo ignorar la destrucción del Buda Sonriente y la muerte de los Moradores de Cristal, por lo que declaró la guerra contra todas las sanguijuelas de la ciudad. En cierto modo, Guttooth había conseguido parte de sus objetivos, aunque no del modo en que se había imaginado. Se hicieron planes y se organizaron los ataques. Durante los días siguientes, las manadas asaltaron los refugios de varias sanguijuelas, entre ellos el de la propia Stalest, y exterminaron a todas los vampiros que encontraron en su interior, sin hacer distinciones entre amos y criados. También atacaron los clubes donde acudían a "alimentarse" y ejecutaron a todo nuevo vampiro que intentase entrar en la ciudad.
Las sanguijuelas respondieron sin mostrar clemencia alguna. El Príncipe Sigfried y sus principales partidarios sobrevivieron al asalto inicial de los hombres lobo para tramar su venganza. Las compañías madereras recibieron permisos extraordinarios de las autoridades estatales para la tala de amplias zonas de la Columbia Británica, incluyendo algunos terrenos sagrados para los Garou. Las personas de origen nativo americano, muchas de ellas Parientes de las tribus Wendigo y Uktena, sufrieron el acoso de la policía y grupos de supremacía blanca. También hubo planes para urbanizar algunas parcelas de Stanley Park, pero los esfuerzos de los Hijos de Gaia y los Colmillos Plateados lograron frustrarlos antes de que fuese demasiado tarde. Y, finalmente, las patrullas Gangrel jugaron por las noches a un sangriento juego de caza con las patrullas de los hombres lobo, reduciendo paulatinamente el número de guerreros Garou disponibles para enfrentarse a otras amenazas del Wyrm.
Por supuesto, los mortales sospecharon que algo estaba pasando. Los periódicos publicaban grandes titulares acerca de la oleada de violencia, atracos e incendios que asolaban Vancouver, con imágenes y reportajes impactantes de los hechos, y la Real Policía Montada de Canadá no tardó en denunciar que se había desatado una guerra brutal entre las bandas del crimen organizado por hacerse con el control de los negocios ilegales de la ciudad. Los votantes pidieron mano dura a sus políticos y estos acordaron aumentar los fondos y las prerrogativas de las fuerzas del orden, ignorando que al hacerlo, favorecían así los intereses de los vampiros.
Las Garras de Gaia siguieron patrullando New Westminster, enfrentándose en varias ocasiones contra las patrullas del vampiro llamado Derek, aunque afortunadamente no llegaron a perder a ninguno de los suyos en el proceso. Además, honraron su palabra y jamás revelaron lo que sabían de Necross y su Gran Biblioteca, Alberich o Thomas Hoggarth y su relojería. Curiosamente, no volvieron a saber nada de ellos, ni tampoco de Illana, la vampiresa que les había ayudado tantas veces. Posteriormente, un Garou avergonzado por la participación de algunos miembros de su tribu solicitó unirse a su manada y las Garras de Gaia volvieron a ser cinco de nuevo, pero el destino aún les reservaba un futuro lleno de incógnitas.
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