St. Claire, Washington (EE.UU.)
16 de noviembre de 1998
Cobijado bajo unos enmarañados matojos, Faruq observó atentamente a su hermano. Creyéndose a salvo de miradas indiscretas, Crow buscó con la mirada los cuernos plateados de Selene y entonó una serie de complejos aullidos, que el Caminante Silencioso reconoció sin esfuerzo como el Saludo a la Luna, un rito menor en honor a la venerable Celeste. Por primera vez en mucho tiempo, el Ragabash contuvo sus deseos de interrumpir a su hermano de manada y dejó que finalizase el ritual. Quizás mantuvo las formas por respeto a Crow, o más probablemente, lo venció su veneración personal por Selene. En cualquier caso, decidió esperar pacientemente a que el ritual terminase por sí mismo. Cuando Crow hubo acabado de aullar, Faruq se irguió y avanzó hacia él arrastrando ligeramente los pies, para asegurarse de que el Fianna había sentido su presencia.
-¿Qué quieres ahora?-, preguntó Crow con evidente exasperación.
-Traigo un mensaje de Canción-Oculta-, respondió él comedido.
-Muy bien. Si es cierto, dámelo ya.
-Por favor. Tienes que pedirlo por favor.
-Nuestro alfa te ha pedido que me lo des, ¿no?-, inquirió el Ahroun con una suficiencia burlona. -Pues no perdamos más tiempo. Escúpelo.
-Está bien... espera.. oh, vaya. Se me ha olvidado. Lo siento.
-Seguro que sí-, respondió Crow sarcástico, lo que provocó a su vez una sonrisa verdaderamente genuina en el rostro del Caminante Silencioso.
-Te juró que te lo iba a contar-, se defendió él sin mucho énfasis.
-Ajá. ¿Sabes al menos dónde está Canción-Oculta para que pueda preguntarle a él?
-Sí, claro. Está en el túmulo-, siguió diciendo Faruq mientras hacía un gesto con la mano para quitarle importancia al asunto. -Creo que está en la tienda de Padre-Noche y Lars.
Un gruñido malhumorado brotó de la garganta de Crow y el Ahroun adoptó inmediatamente la forma del lobo. A continuación corrió entre los árboles y las zarzas en dirección al campamento del Clan de las Visiones Ocultas. Sin molestarse en cambiar de forma, Faruq echó a correr tras él para darle alcance.
-¿Puedo acompañarte?-, preguntó burlón.
-¡No! ¡Olvídalo!
-Era una pregunta de cortesía-, respondió el Ragabash intentando contener la risa. -Te acompañaré de todos modos.
Su hermano no se molestó siquiera en gruñir. Simplemente imprimió más velocidad a su cuerpo, abriéndose paso violentamente entre la vegetación en un fútil intento por dejarlo atrás. La sonrisa de Faruq se ensanchó aun más en su rostro. "¿Cómo es posible que crea que va a ganar a un Caminante Silencioso en una carrera?", se dijo mientras vacilaba en ofrecerle o no una ventaja justa que volviese emocionante la carrera. No obstante, a diferencia de la fábula de la liebre y la tortuga, el Ragabash se decidió por incordiar a su hermano de manada durante todo el trayecto en lugar de dormirse en los laureles.
-.-
Faruq llegó cruelmente solo unos segundos antes de que lo hiciese Crow. Serpiente-Roja, la Protectora del túmulo, lo saludó con un gesto silencioso de la lanza de madera finamente tallada que siempre llevaba consigo y volvió a su escondite original entre la maleza. El tocado de huesos que llevaba alrededor del cuello no provocó el menor ruido delator y la Wendigo se camufló entre la vegetación, desapareciendo como por arte de magia.
El campamento del clan consistía en seis tiendas tradicionales de madera, pieles de animales y tiras de cuero endurecido, que habían aprovechado los cimientos ruinosos del primitivo asentamiento colonial de St. Claire. Tres enormes tótems de madera, tallados con gran detalle, se erguían en el centro, en el punto exacto donde se concentraban las misteriosas energías espirituales del túmulo. Los tótems representaban a los espíritus totémicos de estas tierras sagradas, destacando por encima de todos ellos la figura informe de Niebla, el tótem espiritual del Clan de las Visiones Ocultas. Las llamas de la hoguera ensombrecieron el rostro de Guardián-del-Pueblo-Viejo, mientras despellejaba las pieles de unas liebres. Sonrisa-de-la-Mañana, irritado sin duda porque Ron Benson se había vuelto a quedar dormido, estaba contando de mal humor una de sus famosas historias a un pequeño grupo de Garou. Faruq sonrió al ver el estupendo trabajo de Ron. El Ragabash siempre se disculpaba por su falta de educación aduciendo que el Galliard simplemente no tenía el talento necesario para entretener al público, pero el resto del clan sabía bien que eso no era cierto.
El Caminante Silencioso y Crow no se acercaron a las hogueras de los Uktena y los Wendigo, sino que dieron un pequeño rodeo para llegar a la tienda que ocupaban Padre-Noche y Lars. Por alguna razón sutil que ninguno de los dos entendía del todo, la tienda del anciano estaba alejada del campamento sin ningún motivo aparente, casi al pie de la senda de grava que conducía a la mina en la que las Cinco Garras de Gaia habían matado a la lastimosa criatura conocida popularmente como Raptapañales.
Cuando llegaron a la entrada de la tienda, Faruq se adelantó para apartar la piel y entrar primero en su interior. Fue recibido por una agradable caricia de aire caliente procedente de la pequeña lumbre que iluminaba el interior. Lars estaba tumbado sobre su lecho, cubierto por unas pesadas mantas entretejidas con símbolos extraños; alguien le había colocado un emplasto, cubriendo su ojo izquierdo, aunque afortunadamente el Fenris parecía estar durmiendo en esos mismos momentos. A su lado se encontraba Canción-Oculta, sentado silenciosamente con una expresión entristecida. En el otro extremo de la tienda, se hallaba Susurros-del-Pasado, el Galliard de la tribu de los Señores de la Sombra que se había unido a su manada después de la inesperada muerte de Voz-de-Plata. Faruq se sentó a su lado, sabedor de que Crow le tenía poco afecto, probablemente porque le culpaba injustamente de los hechos sucedidos en el Clan del Pacto o alguna otra idea igual de injusta y descabellada.
-No ha dicho nada desde que te fuiste-, le gruñó el Galliard en la lengua de los Garou.
Faruq asintió sin saber muy bien qué hacer a continuación. Susurros-del-Pasado había adoptado la forma Lupus para ocupar el menor espacio posible dentro de la tienda y su lustroso pelaje negro, oscuro como la misma noche, brillaba a la luz de la lumbre como el carbón recién extraído de las entrañas de la tierra. Por su parte, Crow se sentó justo entre Canción-Oculta y el Fenris herido. Su mal humor parecía haberse esfumado de golpe, sorprendido por el lastimoso estado de su hermano de manada.
-Gracias por traerlo tan rápido-, susurró el Colmillo Plateado volviéndose hacia Faruq.
-Ha sido un placer-, respondió el Ragabash mostrando la seriedad que exigía la situación.
Crow se volvió también para mirarlo con un gesto incrédulo que hizo que Faruq sintiese ganas de dar saltos de alegría de no estar Lars herido a su lado. El Ahroun se limitó a lanzarle su típica mirada silenciosa que intentaba decirle "me las pagarás". El Caminante Silencioso optó, por su parte, por encogerse de hombros y permanecer callado. "Antes tendrás que cogerme, guerrero-grande-pero-torpe-y-lento", intentaba responderle él sin usar ninguna palabra ni gesto que lo delatase delante de los demás.
-Lars, estamos todos como querías-, dijo el Philodox en voz baja mientras apretaba ligeramente el hombro del Fenris para despertarlo. -¿Vas a contarnos ahora qué demonios te ha pasado?
El Theurge abrió despacio el único ojo que le quedaba y miró con dificultad a sus hermanos. Su estado era tan lastimoso, que Faruq se apiadó de él inmediatamente, olvidándose de Crow y sus estúpidas amenazas.
-El Gran Uktena nos ha elegido para realizar una búsqueda espiritual en la Umbra-, murmuró con voz quebrada.
Las palabras del Fenris cayeron como una pesada losa sobre sus hermanos de manada, aunque ninguno de ellos podía decir que estuviese sorprendido del todo. Era evidente que su tótem espiritual quería algo de ellos. Saber al fin cuáles eran sus deseos después de tantos enigmas y misterios suponía un inmenso alivio.
-¿Qué quiere que busquemos?-, preguntó Canción-Oculta con la voz encogida por la emoción. Al principio, Faruq no entendió su reacción, pero luego recordó que el alfa les había contado en cierta ocasión que su padre, un renombrado Colmillo Plateado, había desaparecido en una búsqueda semejante para no volver a ser visto jamás.
-No lo sé-, confesó estoicamente el Theurge emitiendo apenas un hilo de voz.
-¿Cómo qué no lo sabes?-, preguntó Faruq incrédulo. -¿Cómo se supone que vamos a encontrar lo que quiere Uktena si no lo sabes?
-Lo sabremos en el momento adecuado. Todo llegará a su debido tiempo.
-¿Y qué te pasó en el ojo?-, quiso saber Crow con desconfianza.
-Tuve que hacer un gran sacrificio para conseguir la llave que abre el salón del conocimiento-, respondió el Theurge enigmáticamente mientras intentaba erguirse en su lecho. -Con ella en nuestro poder, tendremos éxito donde tantos han fracasado.
-De acuerdo, de acuerdo-, asintió Canción-Oculta, obligando al Theurge a permanecer tumbado. -Has perdido mucha sangre. Ahora debes descansar todo lo que puedas antes de que sigamos discutiendo este asunto.
-¡Imposible!-, aulló Lars negando con la cabeza. -Debemos partir mañana en cuanto anochezca. Es muy importante que nuestra senda empiece de ese modo.
-Se hará como dices-, murmuró el Philodox no muy convencido. -Tú descansa todo lo que puedas. Nosotros hablaremos con nuestros anfitriones y nos prepararemos para el viaje.
-Bien, descansaré-, susurró Lars. -Tengo que recuperar mis fuerzas.
-Vamos a dejarlo solo-, pidió a los demás el Colmillo Plateado, dando por finalizada la reunión de la manada.
Los Garou fueron saliendo de la tienda uno a uno, despidiéndose brevemente de su hermano herido. Faruq se demoró intencionadamente para ser el último en salir y poder hablar sin que lo escuchase nadie más que Lars.
-Eres un terco cabezota. ¿Vas a decirme qué te pasó en el ojo?
-Se lo entregué a Kraken-, murmuró el Theurge antes de ceder finalmente al sueño.
-Terco cabezota-, repitió Faruq mientras abandonaba la tienda.
El Caminante Silencioso y Crow no se acercaron a las hogueras de los Uktena y los Wendigo, sino que dieron un pequeño rodeo para llegar a la tienda que ocupaban Padre-Noche y Lars. Por alguna razón sutil que ninguno de los dos entendía del todo, la tienda del anciano estaba alejada del campamento sin ningún motivo aparente, casi al pie de la senda de grava que conducía a la mina en la que las Cinco Garras de Gaia habían matado a la lastimosa criatura conocida popularmente como Raptapañales.
Cuando llegaron a la entrada de la tienda, Faruq se adelantó para apartar la piel y entrar primero en su interior. Fue recibido por una agradable caricia de aire caliente procedente de la pequeña lumbre que iluminaba el interior. Lars estaba tumbado sobre su lecho, cubierto por unas pesadas mantas entretejidas con símbolos extraños; alguien le había colocado un emplasto, cubriendo su ojo izquierdo, aunque afortunadamente el Fenris parecía estar durmiendo en esos mismos momentos. A su lado se encontraba Canción-Oculta, sentado silenciosamente con una expresión entristecida. En el otro extremo de la tienda, se hallaba Susurros-del-Pasado, el Galliard de la tribu de los Señores de la Sombra que se había unido a su manada después de la inesperada muerte de Voz-de-Plata. Faruq se sentó a su lado, sabedor de que Crow le tenía poco afecto, probablemente porque le culpaba injustamente de los hechos sucedidos en el Clan del Pacto o alguna otra idea igual de injusta y descabellada.
-No ha dicho nada desde que te fuiste-, le gruñó el Galliard en la lengua de los Garou.
Faruq asintió sin saber muy bien qué hacer a continuación. Susurros-del-Pasado había adoptado la forma Lupus para ocupar el menor espacio posible dentro de la tienda y su lustroso pelaje negro, oscuro como la misma noche, brillaba a la luz de la lumbre como el carbón recién extraído de las entrañas de la tierra. Por su parte, Crow se sentó justo entre Canción-Oculta y el Fenris herido. Su mal humor parecía haberse esfumado de golpe, sorprendido por el lastimoso estado de su hermano de manada.
-Gracias por traerlo tan rápido-, susurró el Colmillo Plateado volviéndose hacia Faruq.
-Ha sido un placer-, respondió el Ragabash mostrando la seriedad que exigía la situación.
Crow se volvió también para mirarlo con un gesto incrédulo que hizo que Faruq sintiese ganas de dar saltos de alegría de no estar Lars herido a su lado. El Ahroun se limitó a lanzarle su típica mirada silenciosa que intentaba decirle "me las pagarás". El Caminante Silencioso optó, por su parte, por encogerse de hombros y permanecer callado. "Antes tendrás que cogerme, guerrero-grande-pero-torpe-y-lento", intentaba responderle él sin usar ninguna palabra ni gesto que lo delatase delante de los demás.
-Lars, estamos todos como querías-, dijo el Philodox en voz baja mientras apretaba ligeramente el hombro del Fenris para despertarlo. -¿Vas a contarnos ahora qué demonios te ha pasado?
El Theurge abrió despacio el único ojo que le quedaba y miró con dificultad a sus hermanos. Su estado era tan lastimoso, que Faruq se apiadó de él inmediatamente, olvidándose de Crow y sus estúpidas amenazas.
-El Gran Uktena nos ha elegido para realizar una búsqueda espiritual en la Umbra-, murmuró con voz quebrada.
Las palabras del Fenris cayeron como una pesada losa sobre sus hermanos de manada, aunque ninguno de ellos podía decir que estuviese sorprendido del todo. Era evidente que su tótem espiritual quería algo de ellos. Saber al fin cuáles eran sus deseos después de tantos enigmas y misterios suponía un inmenso alivio.
-¿Qué quiere que busquemos?-, preguntó Canción-Oculta con la voz encogida por la emoción. Al principio, Faruq no entendió su reacción, pero luego recordó que el alfa les había contado en cierta ocasión que su padre, un renombrado Colmillo Plateado, había desaparecido en una búsqueda semejante para no volver a ser visto jamás.
-No lo sé-, confesó estoicamente el Theurge emitiendo apenas un hilo de voz.
-¿Cómo qué no lo sabes?-, preguntó Faruq incrédulo. -¿Cómo se supone que vamos a encontrar lo que quiere Uktena si no lo sabes?
-Lo sabremos en el momento adecuado. Todo llegará a su debido tiempo.
-¿Y qué te pasó en el ojo?-, quiso saber Crow con desconfianza.
-Tuve que hacer un gran sacrificio para conseguir la llave que abre el salón del conocimiento-, respondió el Theurge enigmáticamente mientras intentaba erguirse en su lecho. -Con ella en nuestro poder, tendremos éxito donde tantos han fracasado.
-De acuerdo, de acuerdo-, asintió Canción-Oculta, obligando al Theurge a permanecer tumbado. -Has perdido mucha sangre. Ahora debes descansar todo lo que puedas antes de que sigamos discutiendo este asunto.
-¡Imposible!-, aulló Lars negando con la cabeza. -Debemos partir mañana en cuanto anochezca. Es muy importante que nuestra senda empiece de ese modo.
-Se hará como dices-, murmuró el Philodox no muy convencido. -Tú descansa todo lo que puedas. Nosotros hablaremos con nuestros anfitriones y nos prepararemos para el viaje.
-Bien, descansaré-, susurró Lars. -Tengo que recuperar mis fuerzas.
-Vamos a dejarlo solo-, pidió a los demás el Colmillo Plateado, dando por finalizada la reunión de la manada.
Los Garou fueron saliendo de la tienda uno a uno, despidiéndose brevemente de su hermano herido. Faruq se demoró intencionadamente para ser el último en salir y poder hablar sin que lo escuchase nadie más que Lars.
-Eres un terco cabezota. ¿Vas a decirme qué te pasó en el ojo?
-Se lo entregué a Kraken-, murmuró el Theurge antes de ceder finalmente al sueño.
-Terco cabezota-, repitió Faruq mientras abandonaba la tienda.
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