Para los que nunca habéis jugado, quizás todo esto os suene extravagante. Antes de nada, intentaré aclarar algunas ideas básicas. Empecemos por el principio: un juego de rol es un juego en el que se desempeña un determinado papel o personalidad.
Su historia comienza en 1966, cuando el profesor de sociología William
A. Gamson, del Boston College, creó el SimSoc (Simulated Society), un juego
utilizado en universidades y otros grupos para enseñar diversos aspectos de
sociología, ciencias políticas y habilidades de la comunicación. Este primer
juego no tenía ni fichas, ni tablero ni unas reglas estrictas. Se basaba
enteramente en la interpretación, el diálogo y la imaginación. Este concepto
fue tomando forma en Sociología y Psicología hasta hoy en día, usándose en entrevistas
colectivas de trabajo, estudios sobre el comportamiento social y cultural, etc.
No obstante, la parte de la historia que más nos interesa aquí es su aplicación lúdica. En 1974, un grupo de autores publicaron Dungeons & Dragons, que estaba basado en la mecánica de los juegos de estrategia (wargames), introduciendo elementos de la denominada fantasía heroica. Tuvieron que publicarlo por cuenta propia porque ninguna editorial confiaba en que se vendiera con suficiente éxito. A esta nueva modalidad del juego se la llamó "juego de rol", de la palabra francesa rôle, que significa "papel" en el sentido del personaje interpretado por un actor. Este nuevo tipo de juego conoció un éxito sin precedentes, en especial entre el público juvenil. Hoy en día, hay miles de juegos de rol diferentes.
Su mecánica es bastante sencilla. Los participantes son jugadores,
excepto uno que es el director del juego (también llamado guía, master, árbitro, narrador y un largo
et cetera). El director de juego cumple varias funciones: diseña el argumento general de la
trama, describe los escenarios, interpreta a los personajes no jugadores y es
el árbitro de las reglas del juego.
Por su parte, los jugadores asumen el "rol" de personajes imaginarios en una historia. Ellos mismos eligirán cómo es físicamente su personaje, sus capacidades sociales e intelectuales, sus habilidades para realizar diversas acciones... con las limitaciones establecidas en el libro de juego y el consenso entre los participantes. Para definir mejor los rasgos que caracterizan a sus personajes, los jugadores elaboran una hoja del personaje, que varía según el juego. Aquí tenemos un ejemplo:
La mecánica de juego es muy sencilla. El director de juego diseña una trama, el hilo argumental de la historia, en la que se verán involucrados los personajes de los jugadores. Estos interactúan entre ellos y con personajes secundarios, interpretados por el director, hasta que consiguen una meta preestablecida o llegan al final de la historia. Los jugadores toman libremente sus propias decisiones en todo momento a través de sus personajes, limitados únicamente por las reglas de juego o el marco ficticio pactado en el que se desenvuelve la historia. Sin embargo, habrá situaciones en las que querrán hacer acciones ficticias cuyo resultado es incierto: una carrera, saltar de una terraza a otra y escuchar una conversación al otro lado de una puerta sólo son unos pocos ejemplos de todas las posibilidades que pueden darse. Los juegos de rol resuelven estas situaciones mediante tiradas de dados; las reglas establecen cuándo tiene éxito una tirada y cuándo no, y a veces también fijan otros resultados inesperados para los jugadores.
Todo ello contribuye a la emoción del juego. El director ha diseñado una historia, una trama general y unos escenarios, pero las decisiones de los jugadores para con sus personajes y los resultados del azar pueden originar numerosos cambios en la historia. En definitiva, no hay un final claramente preestablecido, sino que los jugadores y el director lo van creando poco a poco. Algunas historias serán buenas, otras no tanto, pero sin duda todas serán únicas.
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