lunes, 15 de abril de 2013

ERGUIDO-CUAL-MONTAÑA (5 - 4)

Vancouver, Columbia Británica
3 de junio de 1994


El viejo recinto ferial de la Expo de 1986 estaba ubicado en la cara norte de False Creek. Voz-de-Plata les había contado muchas cosas de la historia de esa pequeña parte de la ciudad mientras recorrían con su furgoneta el camino más corto desde New Westminster. El Galliard les había explicado que antaño la zona había sido utilizada como lugar de intercambio de trenes y mercancías, aunque todo había cambiado cuando se anunció que Vancouver había sido escogida como sede para dicha feria internacional.

Los terrenos de False Creek se recalificaron rápidamente, construyendo coloridos edificios de entre 50 y 200 metros de largo, que parecieron brotar de la noche a la mañana, así como todo tipo de pabellones, cervecerías de estilo bávaro, restaurantes, cines, teatros y un largo etcétera en una extensión de costa de 0,7 kilómetros cuadrados. Entre sus atracciones figuraban una montaña rusa llamada la Máquina de los Gritos y un aparato gigante cuyo nombre previsto había sido el Challenger, que tuvo que ser cambiado a última hora debido al accidente real que sufrió el transbordador espacial ese mismo año.

En definitiva, la Exposición había sido un gran éxito. Entraron cantidades ingentes de dinero en la ciudad y mostró al mundo que Canadá hacía mucho que no era una tierra de iglúes y tramperos, sino un lugar donde hacer negocios y un destino turístico de primera calidad. Sin embargo, los problemas empezaron a partir del 13 de octubre, la fecha del último día de la Exposición.

Tras la ceremonia de clausura, los fuegos artificiales y los espectáculos con láseres, se desmontaron los pabellones prefabricados y se distribuyeron por todos los pueblos de la Columbia Británica, al igual que las banderas y las pancartas. Todo cuanto quedó después fue un yermo desolado. Voz-de-Plata también les explicó que hubo muchos inversores urbanísticos que intentaron sacar adelante sus propios proyectos para esa propiedad en primera línea de costa, pero la compañía más atrevida había sido Concord Pacific, que consiguió la autorización del ayuntamiento para construir una atractiva zona de apartamentos de lujo construidos sobre pequeñas islas artificiales y con canales de estilo veneciano entre ellas.

No obstante, dicha construcción nunca llegó a ponerse en marcha, ya que los exámenes preliminares mostraron que el suelo estaba altamente contaminado por una peligrosa mezcla de toxinas: aceites, pesticidas y otros productos químicos se habían estado filtrándose a la tierra desde hacía varias décadas. Los niveles de toxicidad eran tan altos que las autoridades municipales no sólo no pudieron conceder los permisos de construcción sino que ningún vertedero de la Columbia Británica aceptaría la tierra contaminada. El antiguo recinto ferial se convirtió así en un yermo urbano sin que los indignados ciudadanos de Vancouver pudiesen hacer nada para evitarlo.

Voz-de-Plata acababa de terminar la historia cuando Lars aparcó la furgoneta cerca del paseo marítimo que rodea North False Creek. Crow y sus hermanos se bajaron del vehículo. El Ahroun comenzaba a sentir la tensión del peligro y estaba listo para dar lo mejor de sí mismo en la lucha contra los enemigos de la Nación Garou. Pronto todas las preocupaciones desaparecerían cuando encontrasen al asesino o asesinos de los Colmillos de Fimbul.

-Han debido descubrir el refugio de una sanguijuela-, murmuró para sí.

-¿Qué dices?-, le preguntó Faruq intrigado.

-He dicho que los Fenris asesinados debieron haber encontrado el refugio secreto de una sanguijuela y esa cosa los mató a todos antes de que pudiesen dar la voz de alarma.

-Tendría que ser un vampiro muy peligroso para poder matar a varios guerreros Fenris al mismo tiempo, opinó Lars.

-Basta de especulaciones-, intervino Canción-Oculta. -Centrémonos en la tarea que tenemos entre manos. Por ahora sólo estamos echando un vistazo. Si permanecemos juntos y actuamos con inteligencia, no habrá adversidad que no podamos sortear.

Los cinco Garou caminaron juntos en completo silencio. Sus nervios les mantenían completamente despiertos y en guardia, a pesar del cansancio que empezaban a sentir por haber estado toda la noche patrullando las calles de New Westminster. Pronto comprobaron que el paseo marítimo no estaba abandonado precisamente, ya que numerosos paseantes, patinadores y ciclistas lo recorrían incluso a esas horas de la mañana. Sin embargo, Crow pudo comprobar que los humanos que recorrían aquel paseo parecían intranquilos, mirando nerviosos a un lado y a otro, como si intuyesen que algo iba mal a pesar de que hacía una mañana verdaderamente espléndida, con una agradable temperatura que se incrementaría gradualmente y un caluroso sol reinando solitario en un cielo despejado de nubes. La brisa marina traía consigo el olor fresco del mar y el salitre, aunque misteriosamente no había ninguna gaviota volando por los alrededores. "Aquí pasa algo raro", se dio cuenta el Arhoun. Una breve mirada le confirmó que sus hermanos también lo habían percibido.

Tras una pequeña caminata, llegaron a la entrada del viejo recinto ferial. Una oxidada verja impedía el acceso a las instalaciones. Tras mirar a su alrededor para asegurarse de que no hubiera ningún agente de policía cerca, saltaron de uno en uno la verja. El interior del recinto era un desastre debido a los años de abandono. Por doquier, hierbas y matojos crecían alrededor de las bases de hormigón de las antiguas instalaciones, y pequeñas bandadas de mosquitos de aspecto malsano se arremolinaban en algunas zonas, atraídos por los restos de basura abandonados. El edificio más cercano tenía un cartel caído en el que aún se leían Kodak Pacific Bowl. "No parece que haya nadie en casa", pensó Crow adelantándose un par de pasos. Faruq se había puesto a su altura, mientras que Canción-Oculta y Voz-de-Plata habían adoptado la forma de lobo cavernario que los Garou llamaban Hispo. Lars, por su parte, tenía la mirada perdida, concentrado en algo.

-Vamos a dar una vuelta por el recinto antes de entrar en los edificios-, propuso Canción-Oculta.

Aunque todos estaban de acuerdo, también se hallaban muy nerviosos y tensos, sabiendo que podían ser víctimas de una emboscada en cualquier momento. Pasaron junto al esbelto tubo circular que había sido en el pasado la Space Tower. Crow recordó haberla visto por televisión y sintió una llamarada de ira cuando contempló unas patéticas pintadas con formas fálicas hechas por gamberros a los que no les había importado mancillar sus recuerdos. Las paredes de una de las estaciones de monoraíl del recinto ferial mostraban las mismas marcas de gamberrismo urbano.

La manada pasó junto a otros edificios de hormigón. La mayoría no conservaba sus antiguos carteles, por lo que era imposible averiguar que países o regiones los habían ocupado. Cuanto más tiempo pasaba Crow en esa zona, estaba cada vez más convencido de que una o más sanguijuelas debían estar escondiéndose por en el sótano de alguno de aquellos edificios vacíos. El recinto ferial tenía muchas ventajas para esas criaturas del Wyrm. Los humanos no solían merodear por aquel lugar abandonado, lo que les debía ofrecer mucha privacidad para sus siniestras actividades, y estaba lo suficientemente cerca del centro de la ciudad para que pudiesen conseguir sangre con suma facilidad. "Registrar cada edificio nos llevará prácticamente todo el día", se percató el Fianna.

-Apesta a Wyrm-, gruñó Canción-Oculta cuando estaban a 100 metros de lo que había sido la tercera estación de monoraíl de la Exposición.

La manada había cruzado por debajo de un puente de carreteras para acceder a la siguiente parte del recinto ferial y había pasado junto a más edificios abandonados, encontrándose únicamente con la ocasional rata asustadiza y los omnipresentes mosquitos. Crow miró a su alrededor buscando señales que delatasen la presencia de enemigos en las cercanías y deseó una vez más poder tener el don místico que permitía a sus hermanos de manada detectar la presencia del Wyrm con tanta facilidad.

Los acontecimientos se precipitaron por sí solos a partir de ese momento. El asfalto se fundió bajo sus pies a  una gran temperatura, aunque él pudo apartarse a tiempo de un salto antes de que el líquido quemase sus botas. Casi en ese instante, cuatro seres aparecieron de la nada, rodeándolos por todas las direcciones. En lugar de brazos tenían filos con forma de guadañas y colmillos afilados donde debían haber estado los dientes de sus caras apergaminadas. "¡Maldición, son Psicomaquias!", pensó mientras trataba de incorporarse del suelo.

Voz-de-Plata se convirtió en Crinos y se lanzó a la carga contra una de ellas, mientras aullaba valientemente un desafío. La Perdición sonrió sombría, apartándose de su camino y alzando con un gesto cansado una de sus afiladas extremidades metálicas. Hubiese acertado la espalda del Galliard sin dificultad si no hubiese sido por Faruq, que interpuso una especie de antiguo cuchillo curvo en su mortífera trayectoria para proteger al Hijo de Gaia.

Apenas se hubo levantado, Crow tuvo que hacer frente a su propio adversario, apartándose justo a tiempo del golpe de otra Psicomaquia y lanzando un contraataque afortunado que logró llevarse por delante parte de la esencia espiritual de esa vil criatura. Lars se había transformado en Crinos a pocos metros de donde se encontraba el Ahroun y estaba luchando contra otra Perdición. De repente, una especie de lluvia de agujas plateadas surgió a poca altura sobre la cabeza de Canción-Oculta. El alfa de la manada aulló de dolor mientras se arrastraba con dificultad con una docena de puntas plateadas clavadas sobre su piel. Otra Perdición fue a su encuentro dispuesta a rematarlo.

Crow apartó de un manotazo a la Psicomaquia con la que se estaban enfrentando y cargó contra la que intentaba acabar con el alfa, chocando violentamente contra ella y derribándola brutalmente al suelo de hormigón. Voz-de-Plata y Faruq destrozaron a la Perdición contra la que se enfrentaban, lanzando un par de golpes coordinados que desgarraron la carne materializada del espíritu, que tenía ahora un sombrío tono translúcido. Lars, por su parte, seguía involucrado en su pelea personal contra otra Psicomaquia.

-Tenemos que retroceder-, aulló Canción-Oculta desde el suelo.

Crow se puso sobre la indefensa Perdición a la que había derribado y comenzó a desgarrarla con sus garras de Crinos, estampándola contra el suelo repetidas veces. Sin embargo, oyó un aullido estremecedor. Cuando se volvió, vio a Faruq de rodillas, sosteniéndose la cabeza con ambas manos mientras su cara mostraba una agonía atroz. "¿Qué diablos está pasando aquí?", se preguntó el Ahroun sin comprender nada. Voz-de-Plata trataba de proteger al Caminante Silencioso, interponiéndose entre él y la Perdición con la que estaban luchando.

La Psicomaquina que había atacado a Crow al principio del combate eligió ese momento para volver a atacar. El Ahroun estaba demasiado confuso por los extraños sucesos que estaban acompañando a la pelea, por lo que no vio ni pudo evitar el tajo de la Perdición. Sólo sintió un dolor abrasador por la espalda, a la altura de la cintura. Canción-Oculta se transformó en Crinos e intentó ayudarlo mordiendo el vientre de la criatura, que gritó unas palabras incomprensibles.

Unos disparos interrumpieron la pelea. Las balas impactaron contra la Psicomaquia que acaba de levantarse. Sin embargo, no sólo causaron las heridas que provocarían cualquier arma de fuego normal, sino que descargaron pequeños rayos eléctricos sobre la Perdición, chamuscándola hasta destruir su cuerpo materializado. Una mujer bajita, de pelo castaño corto y tez pálida había aparecido al otro lado de un edificio hacía escasos segundos. Iba vestida con un conservador traje negro de hombre y una gabardina gris, y sostenía entre sus manos una beretta automática con la que acaba de abrir fuego.

-¡Por aquí!-, les gritó.

Crow se fijó que el asfalto comenzaba a hundirse bajo los pies de Canción-Oculta y apartó a su hermano de un salto antes de que el hormigón fundido le quemase los pies. Faruq se alejó tambaleándose hacia la mujer mientras Voz-de-Plata le protegía de la Psicomaquia con la que se enfrentaba. Lars mantenía a raya a la otra con gran esfuerzo. La Perdición a la que el Ahroun había vapuleado trató de incorporarse con dificultad, pero fue abatida por una nueva ráfaga de tres balas del arma de la desconocida. De nuevo, volvieron a brotar multitud de rayos eléctricos de las balas que impactaron y frieron su cuerpo materializado.

-¡Puedo moverme yo solo!-, protestó Canción-Oculta. -Ayuda a Lars.

Crow no se lo pensó dos veces y cargó en auxilio de su hermano de manada. Si hubiese tardado unos segundos más, el Theurge probablemente hubiese muerto, ya que otra lluvia de agujas plateadas apareció esta vez sobre él. Sin embargo, la carga de Crow derribó a la Perdición y apartó a su hermano milagrosamente del punto donde se encontraba, salvándole la vida. El Ahroun luchó unos segundos por recuperar el equilibrio para no caerse y, por último, lanzó un fuerte golpe de su garra contra la Psicomaquia, destrozando literalmente su cuerpo. Sonó otra nueva ráfaga de disparos, que abatió al último espíritu impuro, el que se enfrentaba contra Voz-de-Plata.

-¡Seguidme, rápido!-, les gritó por última vez la mujer antes de salir corriendo por donde había venido.

Crow se quedó el último para proteger la retirada de sus hermanos de manada. Le pareció ver una sombra  humana al otro lado del cristal sucio de un gran edificio de hormigón. Durante unos aterradores segundos, tuvo la vívida impresión de que la sombra le estaba señalando. El Ahroun se sintió inmovilizado. "¿Qué me está pasando?", se preguntó completamente atemorizado. Sus brazos y sus piernas se negaban a responder sus órdenes, como si se hubiese convertido en una estatua. No podía mover ni un solo músculo de su cuerpo  ni respirar y su corazón dejó poco a poco de latir.

Lars tiró de él con un brusco movimiento y lo que fuera que le habían hecho dejó de funcionar inmediatamente. Crow miró a su hermano con ojos llenos de terror y se dejó guiar por él. Fue una carrera apresurada, enloquecida, más propia de una pesadilla que de una experiencia real. Sin ser del todo consciente de lo que hacían, saltó la oxidada verja metálica junto al Fenris y siguió a sus hermanos, ya en forma Homínida, y a la extraña mujer que los había ayudado hasta una callejuela en la calle Beatty.

-¿Qué te pasó?-, preguntó Lars intentando recuperar el aliento con gran esfuerzo.

-Vi una sombra humana en un edificio y luego me quedé inmovilizado, sin poder moverme ni respirar.

-Ha sido un embrujo-, asintió el Theurge. -Probablemente fuera la misma persona o cosa que hizo que el asfalto se derritiese bajo nuestros pies o que hacía aparecer de la nada esas putas agujas plateadas.

Interrumpieron su conversación cuando alcanzaron a sus hermanos de manada. Voz-de-Plata estaba dando un masaje en la cabeza de Faruq, aliviándole los dolores que sentía usando seguramente el don del Roce Materno, mientras Canción-Oculta se arrancaba en silencio y una mueca torcida las agujas plateadas que se habían clavado en su piel. Lars se arrodilló a su lado para curarle sus heridas. La mujer por su parte, les observaba en silencio, vigilando la calle.

-¿Quién eres?-, le preguntó Crow sin fiarse del todo de su oportuna aparición.

-Mi nombre es Ruth, aunque me llaman Imparte-Su-Justicia. Soy una Luna Nueva de la tribu de los Moradores de Cristal.

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