Vancouver, Columbia Británica
3 de junio de 1994
La lluvia caía copiosamente por todo Stanley Park, dejando a su paso una fina cortina cristalina de agua que emborronaba el contorno de los árboles y la vegetación. Lars era una de las pocas personas que caminaban por los senderos del interior del parque en una zona que los humanos llamaban Tatlow Walk, al margen de los Guardianes, los Garou que vivían permanentemente en el túmulo y algún que otro despistado humano que había sido sorprendido por el temporal.
Cuando salió fuera del sendero para internarse en la vegetación, sintió el roce provocado por las ropas caladas contra su cuerpo. No es que eso le importase mucho, después de su experiencia faenando en alta mar, pero seguía siendo una pequeña molestia una vez que había probado la libertad de revestirte con la piel del lobo.
El Theurge estaba cansado. Había descansado menos de dos horas y la lluvia no hacía nada por mejorar su estado de ánimo, que era francamente pésimo. A pesar de que la oportunidad de reunirse de nuevo con los espíritus del parque había sido un gran alivio para él, la misma idea de encontrarse con Arthur Cunningham agriaba en gran medida ese consuelo, del mismo modo que las termitas carcomían sin distinciones todo tipo de árboles jóvenes y viejos.
Apartó con un brazo la empapada maleza, mientras seguía su camino con cautela. Los ojos de una criatura lobuna le escrutaron desde las sombras provocadas por un árbol de baja estatura, que mostraba un extraordinario follaje verdoso. Lars le devolvió una mirada indiferente y siguió su camino. El Guardián lo reconoció de inmediato, por lo que se alejó corriendo mientras proseguía su guardia.
Minutos más tarde, el Fenris encontró a la persona que estaba buscando. Estaba sentado sobre un viejo tocón de madera, con las palmas de sus manos apoyadas en sus rodillas y los ojos cerrados, indiferente por completo a las gotas de lluvia que caían sobre su cuerpo musculoso y lleno de cicatrices. Tan quieto estaba que parecía una auténtica estatua viviente, pero Lars no se engañaba. Sabía que Cunningham permanecía alerta frente al entorno que lo rodeaba, listo para saltar sobre cualquier enemigo. Por lo tanto, el Fenris se acercó con prudencia un par de pasos.
-Buenos días, Maestro del Rito-, le saludó formalmente.
El Colmillo Plateado volvió la cabeza hacia él y abrió los ojos al instante, observándolo en silencio con suma atención mientras alzaba ligeramente sus manos. Cuando lo reconoció, una mueca burlona se dibujó perezosamente en sus labios.
-Buenos días, Lars de las Cinco Garras de Gaia-, respondió Cunningham mientras se ponía en pie y caminaba hacia él. -¿Por qué interrumpes mi descanso?
-Traigo noticias graves para tus oídos y los de lord Abercorn.
Cunningham se detuvo y lo observó con mayor atención con sus fríos ojos azules. "Me está evaluando", se percató Lars. El Theurge miró a su alrededor para comprobar que no hubiera nadie en los alrededores, especialmente Señores de la Sombra o partidarios de Guttooth. Las severas advertencias de Canción-Oculta habían conseguido contagiarle la paranoia del alfa de su manada.
-Si vienes a informarme sobre la emboscada que sufristeis en New Westminster, pierdes el tiempo. Cathy Saynesbury ya nos dio todos los detalles que necesitábamos saber.
-No me cabe duda, pero no es exactamente eso lo que quería contarte, Maestro del Rito. Hemos descubierto aspectos insospechados y extremadamente urgentes que merecen la atención de lord Abercorn.
-Yo juzgaré eso, Luna Creciente-, respondió Cunningham con desdén. -Te daré la oportunidad de explicarte, pero espero por tu bien que no sea una pérdida de tiempo.
Lars tragó saliva. La furia y la indignación crecían en su interior frente al inmerecido trato que le estaba brindando Cunningham. "Recuerda la misión", se dijo intentando tranquilizarse poco a poco. Asintió despacio con la cabeza durante unos pausados segundos, para hablar a continuación con un tono neutro y firme. Le explicó que una sanguijuela llamada Illana les había contado que algunos vampiros de la ciudad estaban siendo atacados por Garou. A continuación, omitiendo los acuerdos de Canción-Oculta con Thomas Hoggarth, le habló al Maestro del Rito que su manada había descubierto una reunión secreta en British Properties a la que habían acudido dos sanguijuelas y tres Garou, uno de ellos un conocido Ronin, llamado Sangre-Podrida, que había visitado Stanley Park hacía un par de meses. No habían hablado mucho entre ellos, pero se habían preguntado si todo iba según el plan. También le explicó que Lars y sus hermanos de manada habían intentado seguir a los Garou y capturarlos, pero que Sangre-Podrida había lanzado contra ellos a dos espíritus del Kaos.
-¿Así que los dejasteis escapar?-, preguntó Cunnigham.
-Como bien sabéis, quedan pocos espíritus del Kaos-, respondió Lars de inmediato. -Atacarlos hubiese sido un crimen que sólo habría beneficiado a la larga a la Tejedora o al Wyrm.
-Esa es una bonita excusa, pero una excusa al fin y al cabo. Tampoco tenéis pruebas que respalden vuestro testimonio. Por esta vez, seré indulgente con vuestra incompetencia. Retírate.
Arthur Cunningham, que llevaba siendo Maestro del Rito del Clan del Pacto durante muchos años, le dio la espalda dando por terminada la conversación, pero Lars no había acabado todavía. Canción-Oculta había insistido en que debía forzarlo a darles audiencia con lord Abercorn y el Theurge no pensaba volver a New Westminster con las manos vacías.
-Queda algo más que debo decir, Maestro del Rito-, le dijo
-¿Aún estás aquí?-, preguntó Cunningham con un tono de voz cargado de veneno y desdén, mirando apenas unos milímetros por encima de su hombro.
Lars pocas veces sintió el peso de la sangre Fenris corriendo con tanta fuerza por sus venas. La indignación dio paso al enfado y su corazón latió como un tambor de guerra anunciando un asalto. "¿Pero quién se cree que soy?", se preguntó. "¿Un jodido esclavo de los Colmillos Plateados?". A pesar de la lluvia, sintió cómo se le encendía el rostro y se le tensaban los brazos.
Cunningham se volvió por completo hacia él, sonriendo ahora de oreja a oreja. Aquello encendió más la rabia que sentía por el trato vejatorio al que estaba siendo sometido. No obstante, ese mar de furia se estrelló repentinamente contra un presentimiento fugaz. "Quiere que me enfrente a él", se percató el Theurge. "Me está provocando intencionadamente para que le desafíe".
Según las tradiciones de la Nación Garou, cuando un hombre lobo desafiaba a otro, el retado podía elegir si quería resolver sus diferencias mediante un combate, un duelo de miradas o un desafío de enigmas, lo que confería una gran ventaja a dicho Garou. Obviamente, Cunningham confiaba humillarlo en una de esas pruebas. "Pero, ¿por qué querría que lo retase?", se preguntó Lars. "¿Por su enemistad con Canción-Oculta? ¿Por los sucesos que están ocurriendo en Stanley Park?" El Theurge decidió no caer en la trampa y, usando todo el autocontrol que pudo reunir, volvió a hablar intentando aparentar más tranquilidad de la que sentía realmente.
-Las Cinco Garras de Gaia quieren informar de ello directamente a lord Abercorn-, logró decir.
-No sois merecedores de su atención-, respondió el Maestro del Rito.
-Aun así, tenemos que contarle personalmente lo que ha ocurrido. No podemos confiar en nadie más.
Ahora fue el rostro de Arthur Cunningham el que se enrojeció de pronto. Lars no había querido insultarlo de ese modo, pero no se arrepintió de decir lo que sentía en el fondo de su corazón después de haberlo hecho. Los ojos glaciales del Colmillo Plateado lo miraron con intensidad durante unos segundos más.
-Sea entonces-, cedió Cunningham a regañadientes. -Esta tarde tu manada tendrá una audiencia privada con lord Abercorn para dar testimonio de lo ocurrido... pero nunca olvidaré esta afrenta, Fenris. Tenlo bien presente, porque tarde o temprano tendrás que responder ante mí por tus palabras.
Lars asintió y le dio la espalda al Maestro del Rito. Su corazón todavía bombeaba sangre con fuerza y le costaba respirar con normalidad. "Me pregunto cómo hubiese podido irle peor a Canción-Oculta...", pensó fugazmente mientras se alejaba del claro.
Cuando salió fuera del sendero para internarse en la vegetación, sintió el roce provocado por las ropas caladas contra su cuerpo. No es que eso le importase mucho, después de su experiencia faenando en alta mar, pero seguía siendo una pequeña molestia una vez que había probado la libertad de revestirte con la piel del lobo.
El Theurge estaba cansado. Había descansado menos de dos horas y la lluvia no hacía nada por mejorar su estado de ánimo, que era francamente pésimo. A pesar de que la oportunidad de reunirse de nuevo con los espíritus del parque había sido un gran alivio para él, la misma idea de encontrarse con Arthur Cunningham agriaba en gran medida ese consuelo, del mismo modo que las termitas carcomían sin distinciones todo tipo de árboles jóvenes y viejos.
Apartó con un brazo la empapada maleza, mientras seguía su camino con cautela. Los ojos de una criatura lobuna le escrutaron desde las sombras provocadas por un árbol de baja estatura, que mostraba un extraordinario follaje verdoso. Lars le devolvió una mirada indiferente y siguió su camino. El Guardián lo reconoció de inmediato, por lo que se alejó corriendo mientras proseguía su guardia.
Minutos más tarde, el Fenris encontró a la persona que estaba buscando. Estaba sentado sobre un viejo tocón de madera, con las palmas de sus manos apoyadas en sus rodillas y los ojos cerrados, indiferente por completo a las gotas de lluvia que caían sobre su cuerpo musculoso y lleno de cicatrices. Tan quieto estaba que parecía una auténtica estatua viviente, pero Lars no se engañaba. Sabía que Cunningham permanecía alerta frente al entorno que lo rodeaba, listo para saltar sobre cualquier enemigo. Por lo tanto, el Fenris se acercó con prudencia un par de pasos.
-Buenos días, Maestro del Rito-, le saludó formalmente.
El Colmillo Plateado volvió la cabeza hacia él y abrió los ojos al instante, observándolo en silencio con suma atención mientras alzaba ligeramente sus manos. Cuando lo reconoció, una mueca burlona se dibujó perezosamente en sus labios.
-Buenos días, Lars de las Cinco Garras de Gaia-, respondió Cunningham mientras se ponía en pie y caminaba hacia él. -¿Por qué interrumpes mi descanso?
-Traigo noticias graves para tus oídos y los de lord Abercorn.
Cunningham se detuvo y lo observó con mayor atención con sus fríos ojos azules. "Me está evaluando", se percató Lars. El Theurge miró a su alrededor para comprobar que no hubiera nadie en los alrededores, especialmente Señores de la Sombra o partidarios de Guttooth. Las severas advertencias de Canción-Oculta habían conseguido contagiarle la paranoia del alfa de su manada.
-Si vienes a informarme sobre la emboscada que sufristeis en New Westminster, pierdes el tiempo. Cathy Saynesbury ya nos dio todos los detalles que necesitábamos saber.
-No me cabe duda, pero no es exactamente eso lo que quería contarte, Maestro del Rito. Hemos descubierto aspectos insospechados y extremadamente urgentes que merecen la atención de lord Abercorn.
-Yo juzgaré eso, Luna Creciente-, respondió Cunningham con desdén. -Te daré la oportunidad de explicarte, pero espero por tu bien que no sea una pérdida de tiempo.
Lars tragó saliva. La furia y la indignación crecían en su interior frente al inmerecido trato que le estaba brindando Cunningham. "Recuerda la misión", se dijo intentando tranquilizarse poco a poco. Asintió despacio con la cabeza durante unos pausados segundos, para hablar a continuación con un tono neutro y firme. Le explicó que una sanguijuela llamada Illana les había contado que algunos vampiros de la ciudad estaban siendo atacados por Garou. A continuación, omitiendo los acuerdos de Canción-Oculta con Thomas Hoggarth, le habló al Maestro del Rito que su manada había descubierto una reunión secreta en British Properties a la que habían acudido dos sanguijuelas y tres Garou, uno de ellos un conocido Ronin, llamado Sangre-Podrida, que había visitado Stanley Park hacía un par de meses. No habían hablado mucho entre ellos, pero se habían preguntado si todo iba según el plan. También le explicó que Lars y sus hermanos de manada habían intentado seguir a los Garou y capturarlos, pero que Sangre-Podrida había lanzado contra ellos a dos espíritus del Kaos.
-¿Así que los dejasteis escapar?-, preguntó Cunnigham.
-Como bien sabéis, quedan pocos espíritus del Kaos-, respondió Lars de inmediato. -Atacarlos hubiese sido un crimen que sólo habría beneficiado a la larga a la Tejedora o al Wyrm.
-Esa es una bonita excusa, pero una excusa al fin y al cabo. Tampoco tenéis pruebas que respalden vuestro testimonio. Por esta vez, seré indulgente con vuestra incompetencia. Retírate.
Arthur Cunningham, que llevaba siendo Maestro del Rito del Clan del Pacto durante muchos años, le dio la espalda dando por terminada la conversación, pero Lars no había acabado todavía. Canción-Oculta había insistido en que debía forzarlo a darles audiencia con lord Abercorn y el Theurge no pensaba volver a New Westminster con las manos vacías.
-Queda algo más que debo decir, Maestro del Rito-, le dijo
-¿Aún estás aquí?-, preguntó Cunningham con un tono de voz cargado de veneno y desdén, mirando apenas unos milímetros por encima de su hombro.
Lars pocas veces sintió el peso de la sangre Fenris corriendo con tanta fuerza por sus venas. La indignación dio paso al enfado y su corazón latió como un tambor de guerra anunciando un asalto. "¿Pero quién se cree que soy?", se preguntó. "¿Un jodido esclavo de los Colmillos Plateados?". A pesar de la lluvia, sintió cómo se le encendía el rostro y se le tensaban los brazos.
Cunningham se volvió por completo hacia él, sonriendo ahora de oreja a oreja. Aquello encendió más la rabia que sentía por el trato vejatorio al que estaba siendo sometido. No obstante, ese mar de furia se estrelló repentinamente contra un presentimiento fugaz. "Quiere que me enfrente a él", se percató el Theurge. "Me está provocando intencionadamente para que le desafíe".
Según las tradiciones de la Nación Garou, cuando un hombre lobo desafiaba a otro, el retado podía elegir si quería resolver sus diferencias mediante un combate, un duelo de miradas o un desafío de enigmas, lo que confería una gran ventaja a dicho Garou. Obviamente, Cunningham confiaba humillarlo en una de esas pruebas. "Pero, ¿por qué querría que lo retase?", se preguntó Lars. "¿Por su enemistad con Canción-Oculta? ¿Por los sucesos que están ocurriendo en Stanley Park?" El Theurge decidió no caer en la trampa y, usando todo el autocontrol que pudo reunir, volvió a hablar intentando aparentar más tranquilidad de la que sentía realmente.
-Las Cinco Garras de Gaia quieren informar de ello directamente a lord Abercorn-, logró decir.
-No sois merecedores de su atención-, respondió el Maestro del Rito.
-Aun así, tenemos que contarle personalmente lo que ha ocurrido. No podemos confiar en nadie más.
Ahora fue el rostro de Arthur Cunningham el que se enrojeció de pronto. Lars no había querido insultarlo de ese modo, pero no se arrepintió de decir lo que sentía en el fondo de su corazón después de haberlo hecho. Los ojos glaciales del Colmillo Plateado lo miraron con intensidad durante unos segundos más.
-Sea entonces-, cedió Cunningham a regañadientes. -Esta tarde tu manada tendrá una audiencia privada con lord Abercorn para dar testimonio de lo ocurrido... pero nunca olvidaré esta afrenta, Fenris. Tenlo bien presente, porque tarde o temprano tendrás que responder ante mí por tus palabras.
Lars asintió y le dio la espalda al Maestro del Rito. Su corazón todavía bombeaba sangre con fuerza y le costaba respirar con normalidad. "Me pregunto cómo hubiese podido irle peor a Canción-Oculta...", pensó fugazmente mientras se alejaba del claro.
-.-
A pesar de sus dudas, consiguieron lo que se proponían. Lord Montogmery Abercorn, Anciano Ahroun de los Colmillos Plateados escuchó con atención a Voz-de-Plata, que ofreció una pormenorizada narración de los hechos, desde sus encuentros con la vampiresa llamada Illana, a la emboscada que sufrieron en el parque Albert Crescent. Al igual que había hecho Lars anteriormente, el Galliard también respetó los acuerdos a los que había llegado el alfa de su manada con Thomas Hoggarth, omitiendo cualquier referencia sobre el vampiro que moraba en el Royal Center. No obstante, lord Abercorn no era débil mentalmente a pesar de su prolongada edad y, cuando Voz-de-Plata acabó su relato,preguntó acerca de ese pequeño detalle.
-¿Cómo supisteis dónde tendría lugar esa reunión de la que habláis?-, quiso saber el Anciano.
A pesar de que se había concedido una audiencia privada con el líder de los Colmillos Plateados, lord Cunningham también estaba presente junto al trono en que se sentaba el Anciano, asintiendo en silencio cuando su señor hizo la pregunta. Lars tuvo que esforzarse para evitar mirar directamente al Maestro del Rito con el fin de no provocar un nuevo enfrentamiento durante la audiencia.
-Una persona comprometida con la paz nos advirtió poco antes de que se produjera, lord Abercorn-, intervino Canción-Oculta con sinceridad. -Únicamente nos impuso como condición que guardásemos su anonimato y nosotros juramos por nuestro honor que así sería.
-Comprendo lo que dices, Canción-Oculta, pero os aconsejo que a partir de ahora no os mostréis tan generosos a la hora de comprometer vuestro honor. Me temo que existen juramentos que acarrean cargas más importantes de las que pensamos en un principio.
-Os estamos muy agradecidos por vuestro consejo, lord Abercorn.
-Habéis descubierto aspectos desconocidos del grave problema que tenemos entre manos. Como bien sabéis, estamos en un momento delicado. Los partidarios de Guttooth claman pidiendo venganza por los ataques de las sanguijuelas. Hemos de ser precavidos hasta que podamos llegar al fondo de este asunto.
Lord Abercorn apoyó su brazo derecho en el apoyabrazos del trono, mientras los arrugados dedos de su mano cubrían la mitad de sus labios en actitud reflexiva. El Anciano transmitía una gran calma y seguridad, pero Lars intuía que en el interior de su corazón debía estar enfrentándose a las mismas dudas que habían tenido ellos mismos. Al final, el líder de los Colmillos Plateados tomó una decisión.
-Os pido que no contéis a nadie más lo que habéis descubierto hasta el próximo Consejo Abierto del Clan del Pacto. Utilizaré ese tiempo para ganar apoyos entre los Ancianos del resto de las tribus e investigar este asunto con discreción. Regresad a vuestras patrullas en New Westminster actuando con completa normalidad hasta que os llame.
-Así se hará, lord Abercorn-, respondió Canción-Oculta en nombre de las Cinco Garras de Gaia, aunque Lars tenía serias de dudas acerca del acierto de esa decisión.
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