martes, 30 de abril de 2013

VOZ-DE-PLATA (5 - 5)

Vancouver, Columbia Británica
5 de junio de 1994


Selene estaba preciosa esa noche. Siempre lo estaba, naturalmente, pero esa noche en concreto su forma de cuarto decreciente parecía más frágil y delicada que nunca, como una pálida joven que abriese sus brazos para abrazar por última vez a su amado. Desde que había descubierto su herencia Garou, Voz-de-Plata había creado hermosas canciones por motivos más insignificantes. "Es preciosa, verdaderamente preciosa", reconoció el Galliard turbado. Mientras avanzaba junto a sus hermanos por el recinto ferial de la Expo, se dio cuenta de que nunca había compuesto una canción dedicada a la Celeste. "Cuando recuperemos la normalidad, te juro que lo haré", prometió en silencio. "Escribiré una canción en tu honor que nunca podré igualar de nuevo."

Unas nubes oscuras taparon la hermosa visión que estaba disfrutando, obligándolo a centrarse en la tarea que tenían entre manos. Roger Daly, el líder de los Moradores de Cristal de Vancouver, les había pedido que viniesen aquí para localizar el epicentro de las energías del Wyrm antes de que el Consejo de Ancianos enviase a los guerreros Garou cuando las sanguijuelas durmiesen durante el día. Y Canción-Oculta había aceptado. Estaba obligado a hacerlo de un modo u otro, pero el alfa de las Cinco Garras de Gaia estaba orgulloso de su hermano por haberlo hecho voluntariamente. Los últimos días habían sido extenuantes, pero contribuirían definitivamente a alcanzar la paz y derrotar al Wyrm una vez más, si la Gran Madre lo permitía.

-Allí-, susurró con voz queda una siniestra figura robusta y corpulenta. Crow les estaba señalando el edificio de acero y cristal en el que creía haber visto la sombra humanoide responsable del ataque que habían sufrido en el reciento ferial.

-Vamos-, gruñó quedamente Canción-Oculta, que había asumido previamente la forma del lobo cavernario que los Garou llamaban Hispo.

Los cinco Garou avanzaron con suma cautela, preparados para defenderse de una nueva emboscada en cualquier momento. Sin embargo, el temido ataque no llegó a producirse y pronto recortaron la distancia que los separaba de su objetivo, un edificio de hormigón, de unos doce metros de altura y planta rectangular. A pesar de que su fachada mostraba las mismas pintadas urbanas y marcas de deterioro, Voz-de-Plata intuyó que Crow había acertado de pleno. "Puede que el edificio parezca uno más en este maldito lugar, pero hay algo muy siniestro en él", se percató Voz-de-Plata mientras observaba con recelo el cartel caído que anunciaba que antaño había sido el pabellón perteneciente a Japón.

-Aquí apesta a Wyrm-, confirmó Canción-Oculta innecesariamente. -Nunca había sentido su presencia con tanta intensidad como en este momento.

-Buen trabajo-, sonrió Faruq en su escuálida forma Glabro. -Ahora volvamos al Buda Sonriente.

-¿Tienes miedo?-, preguntó Crow con una voz ronca y extremadamente gutural. A pesar de que su mole Crinos estaba quieta en estos momentos, todos los músculos de su cuerpo estaban tensos y tenía las garras preparadas para atacar.

-¿Bromeas? Nunca tengo miedo cuando me acerco a las puertas del infierno...

-Faruq tiene razón-, intervino Voz-de-Plata, -deberíamos irnos ahora mismo.

-No, no podemos-, susurró Lars. Su rostro, aunque torvo y ceñudo como sólo podía serlo un Garou en forma Glabro, parecía preocupado. -El Wyrm quiere convertir este lugar en un túmulo corrupto. ¿No lo notáis? Su influencia es más fuerte que la última vez que estuvimos en el recinto ferial. Tenemos que entrar ahí dentro e impedir que terminen lo que sea que están haciendo antes de que sea demasiado tarde. De lo contrario... ni siquiera nuestros guerreros servirán de mucho.

-¿Estás seguro de eso?-, gruñó enfadado Canción-Oculta.

-Pocas veces he estado tan seguro de algo en toda mi vida.

-.-

El pabellón parecía abandonado, pero no lo estaba realmente. Desde el momento en que subieron las pequeñas escaleras que los separaban de la entrada, pudieron escuchar voces amortiguadas y el reciente rastro oloroso del paso de un gran grupo de hombres y mujeres. Crow forzó la puerta, sacándola prácticamente de sus goznes, sin ningún esfuerzo y fue el primero en entrar. El resto de la manada lo siguió uno a uno hacia un oscuro vestíbulo desde el que pudieron escuchar con mayor claridad las voces y los sonidos procedentes de las entrañas del edificio. Todo parecía indicar que los humanos que habían allanado el edificio estaban montando su pequeña fiesta particular.

Las paredes del interior del pabellón estaban cubiertas de pintadas de todos los colores y formas. La mayoría estaban formadas por las consabidas palabras soeces, formas fálicas y garabatos que intentaban representar escenas sexuales, pero también pudieron ver unos pocos fraffitis de naturaleza más extraña que parecían no tener ningún sentido. Voz-de-Plata decidió dejar de perder el tiempo tratando de encontrarles una explicación y se concentró en los pasillos, vagamente iluminados por pequeños focos fluorescentes, unidos por sucios cables negros que recorrían las paredes.

-Por aquí-, les indicó Canción-Oculta con apenas un gruñido, acercándose a la fuente de ruidos más cercana a la entrada.

Faruq y Voz-de-Plata siguieron al alfa, mientras Crow y Lars cerraban la marcha para prevenir cualquier ataque por la espalda. Sin embargo, el Galliard pronto deseó haberse quedado atrás. Al otro lado de la primera puerta del pasillo escuchó una voz masculina, que cantaba alegremente a pesar de su ronquera.

-And you give yourself away/ and you give yourself away/... and you give/ and you give/... and you give yourself away.

Canción-Oculta empujó despacio la puerta con su cabeza sin hacer el menor ruido y se quedó de pronto muy quieto. Voz-de-Plata tuvo que estirarse para ver lo que estaba pasando dentro de la pequeña sala. La voz seguía ajena a su presencia.

-My hands are tied/my body bruised. She's got me with/nothing to win and/nothing left to lose.

El Galliard tembló al ver la macabra escena del pequeño cuarto sin ventanas. La voz procedía de un hombre de unos treinta y cuatro años, que tenía el rostro y el cuero cabelludo cubiertos de pequeñas cortes que se debía haber provocado con el sangriento filo del cuchillo que manejaba con su mano derecha. Las ropas del hombre estaban hechas jirones y cubiertas de sangre. Pero lo peor fue ver... lo que le estaba haciendo a su víctima, una pobre joven de unos dieciséis años, que yacía tumbada en el suelo, desnuda, con los ojos en blanco y una mirada perdida, probablemente a causa de las drogas. Gracias a ellas, la muchacha no había sufrido dolor alguno cuando aquel lunático había empezado a extraer la epidermis de su pierna izquierda, haciendo cuidadosos cortes con el cuchillo y tirando de la piel húmeda con su mano libre. Un capa de piel depositada sobre una pequeña lona de plástico indicaba a dónde había ido a parar los trozos de epidermis de la otra pierna.

-With or without you/ with or without...

Como Garou, Voz-de-Plata había tenido amplias oportunidades de ser testigo de las atrocidades cometidas por los siervos del Wyrm, pero nada le pudo preparar para una imagen como la que estaba contemplando. Su ira se apoderó de él, transformándolo involuntariamente en Crinos, aunque logró controlar su rabia lo suficiente para que no ser literalmente barrido por esta. No obstante, Canción-Oculta fue el primero en sobreponerse al shock y lanzar un fiero gruñido justo antes de abalanzarse sin piedad sobre el psicópata. El Philodox cogió la cabeza del hombre entre sus grandes fauces y apretó los colmillos hasta quebrarle todos los huesos del cráneo, mientras lo alzaba de un lado a otro de la sala. El monstruo convertido en víctima no murió en silencio, aunque sólo puedo emitir un breve gorgoteo de agonía y dolor antes de que su vida le fuese arrebatada brutalmente.

Voz-de-Plata se obligó a serenarse y se acercó inmediatamente a la joven para usar los poderes sanadores del Roce Materno. Entonando una apresurada plegaria a Gaia, cogió con torpeza los trozos de carne que aquel monstruo le había arrancado y los puso contra las heridas de la joven, al mismo tiempo que concentraba su energía en sanarla. No sabía si su don espiritual funcionaría de esa forma, pero estaba dispuesto a intentarlo de todas formas. Por fortuna, la carne arrancada se unió de nuevo a las heridas, dejando únicamente amplios hematomas y largas cicatrices como recuerdo de lo que había sucedido hacía escasos segundos. "Para ella será un precio pequeño comparado con lo que le estaba reservando este monstruo", pensó Voz-de-Plata aliviado.

-Tranquilo-, dijo la voz familiar de Lars mientras apoyaba su mano en su hombro para darle ánimos. -has actuado con rapidez. Estará bien.

-Afortunadamente, estaba drogada... de lo contrario, habría sufrido de un modo indescriptible.

Canción-Oculta había arrojado el cuerpo del hombre al suelo con evidente asco y se acercó hacia ellos para comprobar personalmente el estado de la muchacha, mientras Crow y Faruq hacían guardia nerviosos en el pasillo. El Philodox respiraba gravemente, intentando controlar todavía la rabia que había sentido.

-Vamos-, gruñó con esfuerzo. -El Wyrm nos reserva escenas más terribles que esta.

-.-

El Philodox no se había equivocado, pocas veces lo hacía en cualquier caso, pero esa fue la primera vez que Voz-de-Plata lo odió sinceramente por tener razón. Muchos Garou creían que los Hijos de Gaia eran demasiado sensibles y pacifistas para ser de alguna utilidad en la guerra contra el Wyrm. Hasta esa noche, el Galliard siempre había creído que les estaba demostrando lo contrario, que su coraje y su valentía desmentía ese tópico con hechos además de palabras. Sin embargo, temió perder el fuego de su interior ante la pura locura y corrupción del Wyrm. "¿Estoy realmente preparado para enfrentarme al ancestral enemigo de nuestro pueblo sin que mi piedad se convierta en un obstáculo para la victoria?", pensó aterrado numerosas veces.

En otra pequeña sala, los Garou encontraron a una pareja mayor, de unos cincuenta años cada uno, que se estaban desfigurando mutuamente sus caras usando unas pequeñas cuchillas de afeitar. La sangre corría a raudales por sus cuerpos desnudos, oscureciéndolos con pequeños arroyos carmesíes, mientras intercambiaban exclamaciones jadeantes, llenas de excitación sexual y dolor lacerante. Una joven de unos veinte años y origen asiático permanecía desnuda entre sus pies, masturbándose violentamente con las piernas abiertas mientras la sangre de la pareja caía sobre ella. Había que poner fin a esa locura depravada. Crow y Faruq lo hicieron con rapidez y la manada continuó su camino sin mirar atrás.

Un poco más adelante, Voz-de-Plata y sus hermanos dieron con un grupo de cuatro hombres y tres mujeres de distintas edades y origen étnico. Se habían reunido en una sala de exposición y estaban disfrutando de una especie de festín... el cuerpo medio desmembrado y apenas reconocible a esas alturas de un niño inocente. De nuevo, los Garou se dejaron llevar por la ira ante las atrocidades que estaban contemplando sus ojos y masacraron a los culpables de forma rápida y expeditiva.

-¿Por qué hacen esto?-, preguntó Voz-de-Plata al soltar el cuerpo ensangrentado de uno de los caníbales. Pocas veces había tenido ocasión de mirar al mal a los ojos como esa terrible noche.

-El Wyrm necesita corromper física y psíquicamente un lugar para convertirlo en uno de sus túmulos-, le explicó Lars con voz cansada. -Hace días nos explicaste que las autoridades descubrieron que el suelo bajo el recinto ferial estaba lleno de terribles toxinas. Quizás los siervos del Wyrm lo están consagrando ahora con actos impuros, para alimentar las energías malignas que darán lugar al túmulo.

Ninguno de los presentes dijo nada. A su manera, cada uno de ellos estaba demasiado impresionado por los crímenes que estaban teniendo lugar, aunque todos compartían la necesidad de poner fin a esos actos nauseabundos. La responsabilidad recaía sobre sus hombros y ninguno de ellos podía ni debía rehuirla. Debían detener los planes del Wyrm, por sus víctimas, por Gaia. La rabia alimentó su determinación y se dirigieron al otro extremo del pabellón.

No habían dado ni cinco pasos, cuando escucharon unos gritos terribles y unos fuertes ruidos de pelea acercándose en su dirección. Todos menos Canción-Oculta, que permanecía en Hispo, adoptaron de inmediato la forma Crinos y se dispusieron para la batalla. Pasados unos segundos, aparecieron dos mujeres de mediana edad, atacándose sin cuartel. Sus caras y las manchas oscuras de sus ropas evidenciaban que ya se habían dado numerosas cuchilladas, leves y profundas. Tan ocupadas estaban intentando matarse mutuamente, que no repararon en los cinco Garou que les cortaban el paso.

-¡Putaaaaa!-, gritó la más obesa y bajita mientras daba una feroz arremetida contra su adversaria.

-¡Jódete, jódete!-, grito la otra al agarrarla de repente por el pelo y estrellar dos veces el mango del cuchillo contra su cara.

Era imposible adivinar quién había sido la agresora y quién la víctima que se estaba defendiendo, por lo que Voz-de-Plata miró confuso a Canción-Oculta, esperando sus instrucciones. El Philodox no tuvo tiempo de responder, ya que la mujer obesa hundió la punta de su cuchillo en el pecho de la otra con un golpe desesperado que le salvó temporalmente la vida. La segunda mujer le soltó el pelo con un gesto sorprendido  y clavó su propio cuchillo en uno de los ojos de su adversaria con sus últimas fuerzas. El golpe provocó un fuerte chasquido al quebrar el borde del hueso que rodea la cuenca ocular, seguido de un asqueroso sonido fluido.Las dos mujeres cayeron al suelo gritando. Sus cuerpos temblaron con violentos espasmos antes de morir. Voz-de-Plata las miró incrédulo, sin poder pronunciar palabra alguna. Faruq tampoco tenía ninguna broma con la que aliviar sus ánimos, pero tiró de él cuando percibió su mirada perdida para ponerse en marcha de nuevo.

La manada siguió caminando buscando a más humanos enloquecidos por el Wyrm. Notaron que algo iba mal cuando percibieron el olor a carne quemada y gasolina. Siguiendo la fuente de esos extraños olores, encontraron a un anciano sentado en el suelo de una pequeña sala, dedicándose a untar con sus dedos ennegrecidos pequeñas partes de su cuerpo desnudo con gasolina barata y prenderles fuego usando un gastado y viejo mechero plateado. Voz-de-Plata recordaría para el resto de su vida la expresión fascinada del viejo al comprobar cómo la carne burbujeaba y se derretía bajo el contacto de las llamas mientras gemía de dolor por la tortura que se estaba auto infringiendo. No pudiendo soportarlo más, Lars se adelantó al resto de sus hermanos y le rebanó el cuello con sus afiladas garras de Crinos, ofreciendo al anciano una muerte rápida e indolora. Canción-Oculta lanzó una última mirada al difunto y, endureciendo su corazón, se dirigió a sus hermanos con gruñidos firmes y inflexibles:

-¡Sed fuertes! Apenas quedan ya salas por registrar.

Su voz despertó al resto de los Garou y su carisma natural les forzó a hacer lo que ninguno de ellos deseaba realmente: seguir avanzando. Incluso Voz-de-Plata sintió una mayor confianza en su capacidad para soportar las pruebas a las que se estaban viendo sometidos. Canción-Oculta había logrado inspirarles, sacándoles de la peligrosa desidia que estaba sepultando sus almas con tantas atrocidades. Hubiese sido un momento glorioso, sacado de las mejores obras de la literatura épica, de no haber escuchado los llantos y los gritos infantiles amortiguados que provenían del piso de arriba. Voz-de-Plata miró a sus hermanos y todos pensaron lo mismo. "¡Niños!", la idea era dolorosa en sí misma. "¡Dulce Gaia, no!"

Los Garou se dispersaron sin dirigirse ni una sola palabra, buscando una escalera que les condujese al piso superior. Fue Voz-de-Plata el que la halló en primer lugar y fue él también el primero en subir los escalones a toda prisa con un impulso frenético y el temblor de una rabia apenas contenida atronando sin control en su interior. Al final de las escaleras había un estrecho pasillo, terminado en una puerta en cada extremo. Un nuevo grito le indicó al Galliard la dirección correcta.

Voz-de-Plata echó la puerta abajo sin pensarlo, para encontrarse con un espectáculo fruto de las peores pesadillas. Cuatro menores extremadamente pequeños de ambos sexos estaban desnudos y esposados a una tubería que recorría una de las paredes del cuarto. El Hijo de Gaia había interrumpido los crímenes de dos hombres, uno de ellos un sacerdote anglicano, a juzgar por las vestiduras tiradas en el suelo, mientras que el otro estaba vestido con un arrugado uniforme de policía. Ambos se habían dedicado hasta ese momento a abusar sexualmente de los menores y golpearlos con extrema brutalidad.

El supuesto sacerdote chilló presa del Delirio que afligía a los humanos cuando contemplaban a un Crinos, una recuerdo primigenio de los terribles tiempos del Impergium implantado en lo más profundo del alma humana. El hombre se hizo un ovillo y tembló aterrado fuera de sí. El segundo hombre tenía una voluntad más fuerte. Abandonó al niño del que estaba abusando para tratar de alcanzar su cinturón y la pistolera. Voz-de-Plata no le dio ninguna oportunidad real de defenderse. Cayó sobre él sin pensarlo y lo destrozó con sus garras, convirtiendo su cuerpo en jirones ensangrentados. Sin poder hacer caso de los gritos más aterrorizados si cabe de los niños que estaban esposados a la pared, el Galliard ajustició allí mismo al segundo pederasta, asplastándolo contra el suelo con fuertes golpes hasta que redujo su cuerpo a un montón de carne y huesos retorcidos.

Voz-de-Plata todavía estaba abrumado por la rabia, pero el alma se le cayó a los pies cuando contempló los rostros aterrorizados de los niños. "¡Están en estado de shock!", se percató. Con gran esfuerzo, obligó a su cuerpo a adoptar la forma Homínida y liberar a aquellas víctimas inocentes de sus ataduras. "Os juro que pagarán por esto, os juro que pagarán por esto", se repitió a sí mismo el Galliard mientras trataba de sanar sus heridas físicas.

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