Campo de Batalla (Umbra Media)
De todos sus hermanos, Crow fue el que mostró mayor preocupación por Canción-Oculta una vez que salieron de White Hills. A pesar de que el alfa de la manada de las Cinco Garras de Gaia fingía encontrarse mejor, el Fianna lo conocía demasiado bien para saber que eso no era cierto. "Necesita encontrar a ese tipo y arreglar las cuentas que tienen pendientes", opinó para sí. "De lo contrario, su rabia lo consumirá por dentro."
El nuevo camino que estaban siguiendo era un viejo sendero de tierra despejada, que salía perezosamente de las colinas para adentrarse en una región más llana. Si la niebla les hubiese dado un maldito respiro, podrían conseguir mejores indicaciones para orientarse a través de esta zona, pero, por supuesto, ese no había sido el caso. Ni siquiera pudieron dejar atrás los gritos y los ruidos de las batallas pasadas que se repetían para siempre en este reino.
Lars les guiaba como mejor podía siguiendo las vagas indicaciones de la "brújula", seguido de cerca por Raimorantha y Susurros-del-Pasado, mientras que Faruq y él iban al mismo paso de Canción-Oculta. Avanzaban juntos como un grupo disperso, tratando de no perderse nunca de vista. El Theurge les había advertido que si se separaban demasiado, podrían necesitar varios años para reencontrarse de nuevo. Fuera cierto o no, el resto se había tomado muy en serio su advertencia.
Sin previo aviso, el suelo bajo sus pies se volvió más duro y consistente, transformándose en una roca tan negra como la misma noche, cuyo color delataba un origen volcánico. Al mismo tiempo, los fuertes gritos de guerra o dolor, las explosiones y los disparos enmudecieron al mismo tiempo. En la soledad de aquel camino cubierto de niebla, los seis Garou se detuvieron expectantes. El silencio les resultaba ahora más amenazador que cualquier sonido de batalla. Crow miró fijamente a Lars buscando respuestas, pero el Theurge parecía tan perdido como él.
-Hemos llegado-, susurró para que lo oyeran los demás.
Permanecieron quietos durante unos minutos esperando. Al principio, pensaban que serían testigos o participes de un nuevo escenario bélico del Campo de Batalla, pero cuando no ocurrió nada, Crow temió que hubiesen caído de cabeza en algún tipo de emboscada amparada en la niebla. Nuevamente, ésta tampoco se produjo. El Fianna estaba desconcertado.
-Sigamos el sendero-, sugirió por fin Canción-Oculta.
Cuando avanzaron de nuevo la niebla retrocedió ante sus pasos, como lo haría la oscuridad frente a la luz, revelando poco a poco una gran llanura de roca negra que se extendía más allá de donde alcanzaba la vista. Justo en ese mismo instante apareció un pequeño cartel de madera cuya superficie mostraba arañazos grabados en la madera, que en realidad eran signos del ancestral idioma Garou.
-¿Qué pone aquí?-, quiso saber intrigado el Fianna. Aunque podía hablar el idioma natural de los hombres lobo, no había sido iniciado en los misterios de su escritura.
-Indica que nos acercamos a la Llanura del Apocalipsis-, acertó a decir Susurros-del-Pasado.
Crow sintió un repentino escalofrío subiendo por su brazo derecho para extenderse luego a todo su cuerpo. Apocalipsis. La Batalla Final. El Último Día. En la cultura Garou, existían muchos nombres para describir ese terrible momento, cuando se decidiría el destino final de Gaia y de todas sus criaturas. Incluso los humanos que no pertenecían a la Parentela habían adoptado esa idea en muchas de sus propias religiones.
-No puede ser-, rechazó Canción-Oculta. -Lars, dijiste que en el Campo de Batalla se recrean todos los conflictos que han tenido lugar en el pasado, ¿verdad? Si el Apocalipsis todavía no ha ocurrido, ¿por qué ocupa una región de este reino?
-No lo sé-, respondió Lars mirando de nuevo con frustración su brújula en busca de respuestas.
-Tal vez ya no estemos en el Campo de Batalla-, aventuró Crow en voz alta. -La niebla y los gritos han desaparecido...
-Pero el cartel no-, le contradijo secamente Susurros-del-Pasado.
-¿Y qué?-, gruñó él a modo de respuesta.
-¿Qué importancia tiene?-, gruñó Raimorantha irritado. -Movámonos.
-Cierto-, asintió Canción-Oculta. -Sigamos el camino.
-.-
Crow no sabía cuánto tiempo habían estado caminando hasta que lo vieron. Estaba seguro de que no había pasado un día, si es que la sucesión de los días y las noches seguía un orden natural en aquel reino. En cualquier caso, llegó un momento en que vieron el campamento. Al principio, sólo era un parche en mitad de aquella inmensidad oscura. Sin embargo, a medida que se fueron acercando pudieron observar mejor el mar de tiendas y pabellones que lo formaban, con las banderas e insignias de las doce tribus que componían la Nación Garou ondeando mecidas por el viento. A Crow le llenó de orgullo divisar los emblemas de los Fianna en aquel lugar. Por supuesto, el campamento no estaba vacío. Aquí y allá grupos de hombres lobo se retaban entre sí o participaban en batallas simuladas, como un ejército que se preparase para un combate inminente. Además de ellos, también había allí muchos espíritus, de los cuales las Lúnulas parecían ser las más numerosas.
Los seis Garou perdieron algunos minutos discutiendo si debían dejarse ver o no, pero la mayoría, entre los que se encontraba él, decidió que sí. Tanto si esos hombres lobo eran sombras de un futuro conflicto como si, por el contrario, eran verdaderos Garou como ellos mismos, podrían conseguir información muy útil hablando con ellos. No obstante, cuando apenas habían dado unos pocos pasos, descubrieron que una mujer les estaba observando intrigada a pocos pasos de distancia. De aproximadamente treinta años, tenía una larga melena de color rubio oscura, ojos azules y una mandíbula cuadrada. La punta redonda de su nariz resaltaba ligeramente un poco más de lo debido, quizás ayudada por la complexión delgada de su cuerpo. De algún modo, se había acercado a ellos sin ser vista ni oída.
-Sed bienvenidos-, les saludó con desparpajo. -Me llamo Gillian Ladrona-de-Secretos y soy una Ragabash de la tribu Fianna. ¿Quiénes sois vosotros?
-Gracias, Gillan-, respondió Susurros-del-Pasado. -Somos las Cinco Garras de Gaia. Canción-Oculta es nuestro alfa, un Philodox de la tribu de los Colmillos Plateados. Lars Sacrifica-Su-Propio-Ojo es un Theurge de la Camada de Fenris, Faruq es un Ragabash de los Caminantes Silenciosos, Crow Erguido-Cual-Montaña es un Ahroun de tu misma tribu y yo soy Susurros-del-Pasado, un Galliard de los Señores de la Sombra.
-¿Y tú?-, quiso saber ella preguntándole al otro Garou que viajaba con ellos.
-Me llamo Raimorantha-, respondió el aludido con orgullo. -Soy un Ahroun de la Camada de Fenris.
-¡Estupendo! Vuestra ayuda es bienvenida. El Ejército del Apocalipsis siempre necesita nuevos reclutas. Seguidme y os enseñaré esto.
-Me temo que debe haber un error, Gillian-, dijo Canción-Oculta con suma cautela. -No somos reclutas. Estamos inmersos en una búsqueda espiritual al servicio del Gran Uktena y, por alguna razón que todavía no entendemos, nos ha traído hasta aquí.
-Bueno, si vuestro tótem os trajo a la Llanura del Apocalipsis es evidente que quiere que os convirtáis en guerreros de nuestro ejército.
-¿Contra quién lucha el Ejército del Apocalipsis?-, preguntó Crow con curiosidad. -Veo mucho movimiento en el campamento pero ningún enemigo cerca.
-El enemigo todavía no ha venido, pero lo hará cuando llegue el Apocalipsis-, respondió ella con seguridad. -Hasta ese momento, nos entrenamos duramente y ponemos a prueba constantemente nuestras habilidades.
-¿Aquí?-, preguntó Faruq.
-Eso es. Cuando llegue el Último Día, las hordas del Wyrm invadirán la Umbra, comenzando por la Llanura del Apocalipsis. Sólo podrán ser derrotadas aquí y nosotros las aplastaremos. No importa cuántas Perdiciones lancen los amos de Malfeas contra nosotros, las aplastaremos a todas y salvaremos a Gaia.
-¿Y hasta entonces sólo os dedicáis a entrenaros?-, preguntó Canción-Oculta con incredulidad.
-No tiene sentido-, gruñó Raimorantha. -Si queréis afilar vuestras garras, deberíais asaltar las madrigueras del Wyrm, no esperarle mansamente en esta llanura.
-No lo entendéis. Nadie sabe cuándo estallará el Apocalipsis, pero cuando lo haga, será de forma repentina. No habrá tiempo para grandes planes ni estrategias. Es preciso que permanezcamos en la Llanura del Apocalipsis como tropa de avanzada para enfrentarnos al enemigo cuando dé la cara.
-Lo que tú no entiendes es que el enemigo ya está atacando a la Gran Madre-, replicó airadamente Susurros-del-Pasado. -La verdadera batalla se está librando en Gaia y no en esta llanura.
-Es cierto, Ladrona-de-Secretos-, intervino Crow. -Los siervos del Wyrm están redoblando sus ataques en el reino físico. Incluso me avergüenza reconocer que se han perdido algunos túmulos por nuestros clanes. Vuestro ejército debería regresar y combatir por Gaia en su reino.
-¡Es aquí donde se producirá la gran batalla!-, gritó ella con un fervor lleno de fanatismo. -¡En la Llanura del Apocalipsis! Podéis uniros a nuestras valientes filas o marcharos como perros cobardes. Vosotros elegís.
Su voz alcanzó un tono rabioso e inconscientemente adoptó la forma Crinos. Crow reaccionó de inmediato temiendo un ataque y adoptó la misma forma de guerra, mientras que Raimorantha se transformó en el lobo prehistórico que los Garou llamaban Hispo, enseñando los colmillos ante el insulto velado contra su coraje. Sin embargo, Canción-Oculta alzó sus manos para contenerlos mientras miraba a la mujer lobo.
-No queremos enfrentarnos contigo-, le intentó explicar. -Ahora tenemos que resolver una búsqueda espiritual, pero te aseguro que luego volveremos a Gaia para defenderla. Tú y todos los demás que os entrenáis tan duramente en este lugar deberíais hacer lo mismo, antes de que no quede nada que podáis defender en la Llanura del Apocalipsis.
-Nuestro ejército no necesita cobardes. ¡Marchaos!
-¡Vigila tus palabras o te arrancaré las tripas!-, ladró Raimorantha.
-¡Déjala en paz!-, gruñó Crow, interponiéndose entre ellos dos.
-¡El ojo de Kraken vuelve a marcar una dirección!-, anunció Lars sorprendido al percatarse de ese hecho.
Raimorantha parecía más interesado en cumplir sus amenazas contra Gillian, pero Crow frustraba cualquier intento por su parte de saltar contra la Ragabash. El Fenris le miró a los ojos y ladró amenazante, intentando someterlo. Crow sintió su salvaje ferocidad, su rabia latente, pero a pesar de todo mantuvo valientemente la mirada, sin dejarse atemorizar. Ninguno de los dos supo cuál sería el final del duelo de miradas, ya que Canción-Oculta los separó poniéndose entre ellos en forma humana.
-¡Vámonos!-, ordenó. -¡Ahora!
Crow se apartó de mala gana obedeciendo las órdenes de su líder. Lars estaba girando la "brújula" a un lado y a otro, como si quisiese comprobar que la nueva dirección era la correcta, mientras que Susurros-del-Pasado y Faruq no se separaban de él.
-No eres mi alfa-, gruñó Raimorantha, dando un paso hacia delante.
-No, no lo soy-, reconoció el Philodox, -pero ella nunca podrá lograr que nadie dude de tu valor, hijo de Fenris. No es digna de tu ira. Ven con nosotros, todavía nos queda un largo viaje y estoy convencido que encontrarás enemigos de tu talla.
Raimorantha tardó en decidirse unos largos segundos, pero finalmente dio la espalda a la Ragabash. Aliviado, Canción-Oculta también le dio la espalda, sin despedirse y los seis Garou volvieron a ponerse en marcha, saliendo fuera del camino. Crow echó un último vistazo atrás. Una manada de mujeres lobo, Furias Negras a juzgar por el color de sus pelajes, se había acercado a Gillian, seguramente para averiguar qué había pasado. "¿Cuántos túmulos se habrían salvado si hubieran estado allí estos guerreros?", se preguntó el Fianna a sí mismo mientras negaba con la cabeza. La niebla les envolvió rápidamente como una pesada mortaja fantasmal, limitando de nuevo su visibilidad, y volvieron a escuchar los gritos y los ruidos propios de un millar de batallas.
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