miércoles, 23 de enero de 2013

CANCIÓN-OCULTA (3 - 1)

St. Claire, Washington (EE.UU.)
1 de noviembre de 1992

El joven Philodox abrió la la pequeña puertilla de la verja que rodeaba la caravana de los Wheeler, para luego llegar con paso decidido hasta la puerta. Sin embargo, antes de molestar a los desconsolados padres, echó un último vistazo a su alrededor para asegurarse de que todo estaba.en orden. Voz-de-Plata estaba detrás de él, con un mirada preocupada oscureciendo sus suaves ojos de color avellana. Faruq acababa de pasar a la parte de atrás de la propiedad y no se veía por ninguna parte a Lars y Crow. "Empieza el espectáculo", pensó para sí mismo mientras llamaba a la puerta.

Una mujer de pelo castaño, largo y enmarañado, la abrió de golpe. El aspecto de su cara era muy elocuente: tenía los ojos llorosos, casi rojos, en los que se veía una profunda tristeza que parecía no haber tocado fondo todavía. A pesar de las circunstancias por las que estaba pasando, el rostro de Anna Wheeler no lucía marca de ojeras, sino un brillo saludable y natural. Iba vestida con un jersey fino de un anodino color gris y unos pantalones lisos y oscuros, que evidenciaban un ligero exceso de peso. Estaba fumando un cigarrillo a medio terminar y les miró durante unos segundos entre sorprendida y decepcionada antes de hacer la inevitable pregunta sin soltar del todo la puerta de la caravana:

-¿Quiénes sois vosotros?- susurró ahora asustada.

-¿Anna Wheeler?-, preguntó Voz-de-Plata innecesariamente. -Somos becarios de un importante periódico de Seattle. Nuestro supervisor está aquí, en St. Claire, cubriendo la noticia de los secuestros y cree haber dado con la clave del caso. Sin embargo, desea comprobar algunos datos antes de compartir lo que sabe con el FBI.  Sólo le llevara unos minutos contestar a nuestras preguntas señora y, si nos ayuda, puede que este caso se resuelva en cuestión de días.

Canción-Oculta aprovechó la distracción de la mujer para utilizar discretamente su don de Olor de la Auténtica Forma sobre ella, sólo para estar seguros, y se sintió muy aliviado al comprobar que Anna Wheeler era completamente humana. Ella dio una lenta calada a su cigarrillo al mismo tiempo que intentaba escrutar sus intenciones. Se lo pensó un tiempo, pero la desesperación en la que se encontraba la ayudó a tomar la decisión correcta.

-Está bien, pero tendremos que tener la charla aquí fuera-, murmuró nerviosa mientras cerraba la puerta de la caravana con mucho cuidado. -Mi marido está durmiendo.

A ellos les pareció bien, por supuesto. Anna Wheeler cerró la puerta de su caravana con extremo cuidado y se alejó unos pocos pasos de la caravana. Miraba a su alrededor, nerviosa, como un animal herida al que hubieran arrinconado en un callejón sin salida. Su angustia era palpable y contagiosa. Canción-Oculta se sentía mal por albergar sospechas hacia ella, pero no podía descartar a ningún sospechoso por ahora. Mientras ella volvía a fumar de su cigarrillo, él uso el don del Sentir al Wyrm. Para su gran sorpresa, descubrió un ligero tufo del Wyrm, aunque era demasiado pequeño para saber si procedía de ella o de la caravana. En cualquier caso, el descubrimiento le puso en guardia inmediatamente.

-¿Qué queréis saber?-, preguntó ella con un corto suspiro.

-Todo-, respondió el Philodox, -pero empecemos desde el principio. Háblenos de la noche en que desapareció su hija Tracy.

-No hay mucho que contar. Mi hija siempre duerme en la misma cama que nosotros. La noche del jueves ella y yo fuimos a acostarnos mientras mi marido terminaba de ver una película, como hemos hecho tantas veces. Cuando sonó el despertador, vi que no estaba en la cama ni dentro la caravana. Todavía tenía la ropa con la que iba a ir al colegio sobre una de las sillas, perfectamente doblada como siempre... ella no la había cogido.

Anna Wheeler detuvo su relato emocionada, mientras trataba en vano de contener las lágrimas que estaban inundando en seguida sus ojos. Tiró el cigarrillo al suelo del césped y lo pisoteó con desidia, al mismo tiempo que se pasaba la mano por la cara para limpiarse las lágrimas.

-Tampoco había cogido sus zapatos... ni siquiera las zapatillas... ¿A dónde iba a ir ella sola descalza? La han secuestrado. ¡Alguien ha secuestrado a mi pequeña!

Voz-de-Plata apoyó la mano en su hombro para intentar darle fuerzas, en un gesto solidario lleno de compasión por su parte. Canción-Oculta, por otra parte, no podía permitirse ceder a la compasión. Tenía que averiguar la verdad para poder salvar a la pequeña Tracy Wheeler, así que continuó con su ronda de preguntas.

-¿La puerta y la ventana estaban bien? ¿No había señales de que hubiesen sido forzadas por la noche?

-Sí, estaban bien. Fue una de las primeras cosas que miró la policía.

-¿Y usted y su marido no escucharon nada inusual por la noche? ¿Ningún ruido?

-Lo único que me despertó fue mi marido al acostarse, pero luego dormí de un tirón el resto de la noche. Siempre estoy muy cansada cuando salgo del trabajo.

-¿Podría decirnos en qué trabaja, por favor?-, preguntó Voz-de-Plata.

-Soy operaria en una cadena de montaje de Pangloss.

-¿Y su marido?

-Él no tiene trabajo. Lleva muchos años en paro.

-¿Y su familia? ¿Alguno de sus familiares vive en St. Claire?-, preguntó Canción-Oculta retomando el control de la conversación.

-No. Mi hija y mi esposo son la única familia que me quedaba hasta ahora... hasta este jueves... ella era la única razón de mi vida para seguir viviendo y si... si... le han hecho algo, no sé lo que voy a hacer... de verdad que no lo sé...

-Pero ¿quién coño sois vosotros?- gritó de repente una voz masculina.

Al volverse, vieron a un hombre de unos cuarenta años en la puerta de la caravana, apoyándose contra el marco para mantenerse en pie mientras sostenía en alto una botella de cerveza King a medio beber con su mano derecha. Tenía una barba corta y sin cuidar y sus ojos estaban vidriosos por el alcohol. Llevaba puesta una camiseta azul de un equipo llamado los Stallions, unos mugrientos pantalones vaqueros y unas zapatillas gastadas en una de las cuales asomaba el dedo gordo.

-¡Largo de aquí! ¿Me oís? ¡Fuera de nuestra propiedad o llamo al sheriff ahora mismo!-, dijo dando unos pasos torpes en su dirección. Luchaba contra el alcohol para poder decir cada una de las palabras que salieron de su boca.

-Frank, por favor, sólo intentan ayudarnos-, suplicó Anna mientras se interponía entre su marido y ellos temblando como un animal en peligro.

-¡Calla! ¡Cállate de una maldita vez y entra en nuestra jodida casa!-, le gritó el señor Wheeler señalando la caravana con la mano libre.

Ella aceptó sumisamente la orden, marchándose sin despedirse ni mirar atrás. El cuerpo de Canción-Oculta estaba crispado por la tensión. Durante unos segundos, tuvo la impresión de que aquel borracho iba a golpear a su mujer delante de ellos. Voz-de-Plata también debió haber intuido perfectamente lo mismo, porque su mirada bondadosa había sido sustituida por una más dura e iracunda.

-¿No me habéis oído, buitres? ¡Fuera de mi propiedad!-, volvió a gritar el hombre alzando en alto su botella de cerveza con un gesto que intentaba ser amenazador.

-Tiene razón. Vámonos antes de que alguien cometa una locura-, murmuró Voz-de-Plata a su lado.

Canción-Oculta sabía que tenía razón. Debían rescatar a Tracy Wheeler sin llamar la atención, así que se obligó a recordárselo a sí mismo. No obstante, el joven Philodox lanzó una mirada desafiante a Frank Wheeler mientras retrocedía durante unos pocos pasos antes de darle la espalda.

Los dos jóvenes se subieron a la furgoneta. Sus hermanos los estaban esperando allí. Una vez que entraron, Lars puso en marcha el vehículo para alejarse rápidamente de allí, mientras el señor Wheeler seguía apostado en la puerta de su caravana, vigilándoles hasta que lo perdieron de vista.

-.-

Voz-de-Plata les contó todo lo que se dijo durante la conversación. Recordaba hasta los detalles más pequeños gracias a un don de los Galliard que había aprendido antes de sus pruebas de Auspicio. El resto de la manada lo escuchó con suma atención hasta que terminó su relato.

-Hay algo más que debéis saber-, dijo Canción-Oculta cuando Voz-de-Plata terminó de contar lo que había pasado. -Descubrí un pequeño olor que delataba la influencia del Wyrm, pero ignoro si procedía de la caravana, de Frank Wheeler o de su esposa. ¿Vosotros qué habéis averiguado?

-Poco más que eso-, respondió Lars mientras aparcaba la furgoneta en una de las calles de la ciudad. -No descubrimos nada nuevo en la Umbra más allá de un sutil olor del Wyrm en el reflejo espiritual donde está la caravana.

-Pero no había rastro de Perdiciones, ni de otro espíritu que pudiese estar implicado-, añadió Crow visiblemente decepcionado.

-¿Y tú?-, preguntó a Faruq el Colmillo Plateado.

-Encontré un montón de huellas en la parte de atrás de la caravana. Supuse que la mayoría de ellas pertenecían a los policías que estaban investigando el caso, por lo que me alejé unos metros antes de seguir husmeando y di en el clavo. Hallé una huella, hecha por una bota militar, pero no sé si pertenece a un hombre o una mujer.

-¿Y ahora qué hacemos?-, quiso saber Crow. -No tenemos nada firme que nos conduzca al culpable.

-Tendremos que tener paciencia e investigar a las otras familias con hijos secuestrados. Tal vez descubramos alguna otra pista o puede que demos con el patrón del secuestrador. En cualquier caso, por ahora sólo veo tres detalles comunes en todos los secuestros: se produjeron de noche, sin forzar puertas o ventanas y sin que hubiera ningún testigo de los asaltos.

-¿Crees que el secuestrador es una sanguijuela?-, preguntó Lars sorprendido.

-No tiene por qué-, respondió Faruq por el alfa. -Muchas personas aprovechan la oscuridad de la noche para encubrir sus crímenes.

-A lo mejor deberíamos hacer patrullas nocturnas-, intervino Crow. -Puede que así pillemos antes al secuestrador.

-Esa idea no es del todo descartable-, reconoció Canción-Oculta. -De hecho, puede que tengamos que ponerla en práctica tarde o temprano. Por ahora creo que deberíamos ir a comer algo rápido y después probamos suerte investigando a las otras familias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario