Vancouver, Columbia Británica
26 de febrero de 1992
Las llamas de la hoguera bailaban con tanta energía que parecían compartir los nervios que sentía en ese momento. Todo estaba dispuesto para su representación. Bobby trató de concentrarse en su respiración para relajarse como le había enseñado su madre cuando era un crío.
-Cada Galliard tiene su propio estilo, cachorro-, le explicó brevemente su nuevo profesor, un Hijo de Gaia llamado Joshua Estrella-Fugaz.- No te preocupes por eso. Los únicos requisitos para nuestro oficio son una gran curiosidad para buscar nuevas historias, buena memoria para recordarlas e instinto para contarlas.
Bobby estaba seguro de tener las dos primeras cualidades, pero no tenía tanta confianza respecto a la tercera. Ciertamente, un punto a su favor era haber participado en el periódico del instituto. Bueno, en realidad, sólo había estado seis meses en ese periodicucho de mala muerte antes de cansarse y dejarlo voluntariamente. ¿Te parece que era necesario ese comentario sobre la discriminación racial en la noticia del teatro infantil, Bobby?, le había preguntado una vez Sarah Carlson, la "redactora más estirada de Canadá". ¿Y qué hay de malo en que el instituto patrocine algunas marcas de bebidas energéticas dentro de sus instalaciones?, le gritó furiosa en otra ocasión. Sarah era una snob estirada a la que le molestaba la diversidad de opiniones, claro, y también pensaba que el periódico del instituto era su patio particular de juegos. Bobby sólo lamentaba no haberse marchado antes. En ese momento había aprendido que había personas con las que no se podía dialogar y llegar a acuerdos donde todas las partes ceden un poco para ganar.
Sin embargo, esa noche se jugaba algo más importante que eso. Joshua Estrella-Fugaz se había tomado muchas molestias para prepararle para este momento y a Bobby le aterraba la posibilidad de fallarle. Y para colmo, el juez de la prueba sería el mismo Bron Mac Eire. ¿Cómo iba a impresionar con su humilde historia a un Galliard veterano como él? ¡No era justo! Durante unos segundos, la duda le dejó petrificado, como si fuese una estatua viviente perdida entre los viejos árboles de Stanley Park. ¿Qué ocurriría en el caso de que sólo consiguiera aburrir a esos dos? O peor aún, ¿y si se equivocaba al contar algún detalle? Sin pensar, observó a Bron y Joshua de espaldas a él conversando alegremente junto al fuego. "No hay ningún apoyo mejor que una pequeña hoguera por la noche para contar historias, cachorro", le había dicho Joshua para tratar de animarlo.
Bobby miró a su alrededor y suspiró aliviado al advertir que no había ningún otro Garou presente. No le habría gustado que su público fuera más numeroso de lo necesario. Es decir, era consciente que como Galliard tendría que contar las historias y relatos de la Nación Garou ante decenas de personas, pero ésta era su primera prueba y no un Consejo del clan. Al mirar al oscuro cielo, vio allí a Selene, brillando con su rostro de Luna Gibosa. La luna de los Galliard. Incluso ella parecía estar dándole ánimos con su luz plateada. Suspirando, Boby caminó hacia el fuego dispuesto a dar lo mejor de sí en esa prueba.
-.-
Días atrás, lo habían sacado de la habitación donde los tenían encerrados y los habían separado para que cada uno recibiese las lecciones de su Auspicio. El nuevo maestro de Bobby había sido Joshua Estrella-Fugaz, un hombre de rostro simpático que rondaba los treinta años. Alto y desgarbado, tenía el pelo castaño y rizoso, tal vez incluso algo enmarañado, pero siempre se mostraba educado y agradable con todo el mundo. Cuando se vieron por primera vez, Joshua vestía un jersey amarillo con rayas pardas y unos gastados pantalones de pana de color pardo. Al igual que Bobby, Estrella-Fugaz era un Galliard de la tribu de los Hijos de Gaia.
Joshua Estrella-Fugaz le explicó muchas cosas durante los siguientes días y Bobby descubrió que efectivamente su nuevo maestro tenía mucho que enseñarle. La cultura Garou era antigua, más antigua que la escritura de los humanos y la tradición oral conservaba sus mitos y leyendas más antiguas, así como las costumbres de las trece tribus Garou y las hazañas de todos sus héroes. Por tanto, un Galliard no era un mero cuentacuentos, ni era un simple historiador, sino que tenía la resposanbilidad de compartír la sabiduría del pasado con los guerreros del presente. En resumen, las Lunas Gibosas eran la memoria viviente de todos los clanes y tribus de la Nación Garou.
No obstante, esa no era la única tarea que debían desempeñar. Del mismo modo en que una Luna Gibosa podía emocionar a su público con el relato trágico de un héroe muerto hacía cientos de años, también podía influir en las emociones de otras personas para conseguir distintas metas. De ese modo, las habilidades sociales de los Galliard los convertían en excelentes animales sociales, preparados para tratar diplomáticamente con otros Garou, manipular a los humanos o ensalzar las hazañas de sus hermanos de su manada en los Consejos de los clanes. Los Galliard eran también los más indicados para entonar endechas por los guerreros caídos o celebrar con sus aullidos el nacimiento de un nuevo humano o lobo con sangre Garou en sus venas.
Al principio, Bobby se había sentido mareado por la responsabilidad que exigían estos deberes, pero hizo un gran esfuerzo por estar a la altura de las expectativas de su maestro. De este modo aprendió los principios básicos para alterar a voluntad su propia voz, adecuándola a sus necesidades y a las emociones que tratase de despertar en las personas que lo rodeaban. Descubrió que existían trucos mnemotécnicos para recordar detalladamente todas las historias que tuvo que almacenar en el interior de su cabeza. Afortunadamente, Joshua Estrella-Fugaz fue muy paciente con sus progresos y siempre parecía tener a mano la historia de algún otro joven Galliard que estaba aprendiendo el oficio para usarla como ejemplo inspirador. Con él a su lado, fue menos difícil aprenderlo todo en tan poco tiempo.
Joshua Estrella-Fugaz también le había hablado de su propia tribu, los Hijos de Gaia. Con evidente orgullo, le había explicado a Bobby los antiguos orígenes de los Garou que renunciaron a la violencia como primer recurso en aquellos tiempos remotos, aceptando al benévolo Unicornio como patrón espiritual. Fueron los primeros Hijos de Gaia quienes se habían opuesto al sangriento reinado del Impergium y fueron ellos los que habían tratado de apaciguar los frecuentes enfrentamientos entre las tribus de la Nación Garou. En ese aspecto, habían obtenido resultados desiguales, pero se habían ganado sobradamente el respeto de todas las partes por sus constantes esfuerzos para arbitrar en sus disputas, buscando soluciones justas que tratasen de beneficiar a todas las criaturas de Gaia. A pesar de todo, muchas de las tribus más belicosas subestimaban a los Hijos de Gaia por su "pacifismo", pero cuando el Wyrm asomaba abiertamente su feo rostro, los Ahroun de la tribu luchaban sin dudar hombro con hombro con el resto de los Garou.
Bobby se sintió muy cómodo con la forma de pensar de los Hijos de Gaia. Al fin y al cabo, sus padres eran miembros de la Parentela de su tribu y, aunque desconociesen muchos secretos de los Garou, lo habían educado discretamente en los valores generales de los Hijos de Gaia. Bobby estaba de acuerdo en que este mundo necesitaba más compromisos y menos guerras, pero también sabía que había un momento en que los inocentes tenían que ser defendidos con algo más que palabras.
Estrella-Fugaz también había hecho algo más por el joven Garou. Lo había acompañado de noche a la Umbra en Stanley Park y le había ayudado a buscar el favor de algunos espíritus. Un Antepasado compartió con él el don de la Persuasión, que le ayudaría a mejorar sus habilidades sociales frente a los humanos normales. Uno de los avatares de Unicornio le enseñó a curar las heridas usando un don llamado el Roce Materno. Y, finalmente, durmiendo una noche en las tierras umbrales del túmulo, comprendió los secretos del don del Recuerdo Perfecto.
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Se acercó despacio a la hoguera. Bron y Joshua pusieron fin a su conversación con educación y le prestaron toda su atención. Bobby se inclinó delante de la hoguera para que las llamas iluminasen su rostro con sus luces danzantes, tornándolo más serio y grave. Durante unos instantes, no dijo nada, sino que se limitó a permanecer en silencio, mirándoles directamente a los ojos, primero a Joshua Estrella-Fugaz y luego a Bron. Por fin, habló con una voz clara y segura:
¡Saludos, Bron Mac Eire, Cantor de Historias, Galliard Athro de la tribu Fianna! ¡Saludos para ti también, Joshua Estrella-Fugaz, Galliard Adren de los Hijos de Gaia! Os doy las gracias por estar aquí, compartiendo vuestro fuego conmigo para escuchar la historia que os traigo esta noche.
Cuando Bron Mac Eire me mandó que buscase un relato que contaros esta noche, las dudas me asaltaron. ¿Qué historia puedo contaros si ya conocéis todas las que he aprendido? Al principio pensé en crear una historia nueva, una que honrase a Estrella-Fugaz en su papel de maestro para un joven cachorro, pero descarté esa idea porque le debo demasiado para intentar recompensarle con un solo relato. Pasé mucho tiempo buscando mi canción, haciendo demasiadas preguntas a los Garou que me encontré en Stanley Park y, finalmente, hallé la historia que me estaba esperando. Siempre había estado allí, aguardando en silencio a que abriese los ojos para reconocerla, pero mis inquietudes la habían ocultado. Esta noche voy a dar voz a los que fueron oprimidos pero lograron alzarse con palabras de paz y esperanza.
En un pasado remoto, Selene iluminaba con su luz plateada las tierras bañadas por el río Fraser, que estaban habitadas por docenas de poblados de los parientes de los Wendigo y Uktena. Fue un joven Theurge de la primera tribu, llamado Pookcha, quien descubrió que estas tierras eran sagradas y, junto con otros chamanes de las tribus puras, crearon un Gran Túmulo consagrado a la amistad intertribal. Con el tiempo, los guardianes del Gran Túmulo decidieron sabiamente que sus tierras sagradas siempre estarían abiertas a todas sus manadas, clanes y tribus, haciendo poderosos juramentos sagrados a los grandes espíritus de la Umbra para que fuesen testigos de sus honorables intenciones. Eran gentes nobles y sencillas, que amaban su hogar y a sus parientes.
Sin embargo, la tragedia no tardó en presentarse bajo la forma de humanos europeos que exploraban la región en nombre de sus lejanos reinos. El que tuvo más éxito fue el capitán George Vancouver. Los Garou nativos podían haber rechazado a aquellos visitantes. Habían escuchado historias de sus traiciones y guerras que habían ocasionado en otras tierras. Hubiesen sido presas fáciles para ellos, pero los Garou decidieron respetar sus juramentos y acogieron a los colonos en sus tierras como si de hermanos perdidos se tratasen. Como bien sabemos, los colonos europeos incumplieron muchos de sus acuerdos y trajeron consigo la muerte en forma de epidemias y guerras. Peor aún, junto aquellos humanos europeos más tarde llegaron también Garou de la Camada de Fenris y de los Señores de la Sombra, tribus famosas por su belicosidad que no compartían el espíritu de concordia y paz de las tribus nativas, aunque es justo decir que a finales del siglo XIX todas las tribus de la Nación Garou estaban representadas de un modo u otra en la región conocida como la Columbia Británica.
Los Wendigo fueron partidarios de coger sus armas para defenderse de los invasores. Pronto hubo numerosos enfrentamientos y conflictos entre los nativos y los recién llegados. Sin embargo, un sabio Theurge Wendigo, llamado Chupkheem, supo que la sangre derramada sólo conduciría al desastre a su pueblo y los humanos que se contaban entre los colonos. Fue ese valiente quien detuvo la justa furia de su pueblo y quien invitó a los líderes de las tribus invasoras a un Consejo en el Gran Túmulo. Imaginad durante unos instantes la cara que debieron poner esos Garou cuando descubrieron la espiritualidad que emanaba de este lugar sagrado, cuando sintieron el amor de la Gran Madre cruzando ambos lados de la Celosía.
Chupkheem convenció a todos los Garou del Consejo de que luchar por un túmulo consagrado a la paz era una perversión del Wyrm. Les obligó a reconocer que no existía nada más importante que defender a Gaia y que todos los Garou eran iguales a sus ojos. Todos los presentes tuvieron que reconocer la verdad de sus palabras. Uno a uno juraron que no habría más luchas entre ellos en los alrededores del Gran Túmulo y que todas las tribus por igual tenían derecho a visitar y permanecer en esa tierra sagrada. Los líderes Garou hicieron juramentos sagrados a los espíritus para compartir la autoridad y la responsabilidad del Gran Túmulo. Ese fue el nacimiento de la Alianza de Vancouver y del Clan del Pacto del que ahora formamos parte. Esa es la herencia que hemos heredado de la valentía de Chupkheem. Esa es la promesa de esperanza que nos aguarda a todas las tribus Garou.
Bobby permaneció callado después de terminar su relato. La historia de los orígenes de la Alianza de Vancouver le había emocionado. No había sido fácil crearla a partir de los relatos de los Wendigo y la Camada de Fenris, pero lo había conseguido a pesar de todas las dificultades. Observó una vez más a Joshua y a Bron Mac Eire. Estrella-Fugaz le estaba sonriendo ahora de oreja a oreja. Por el contrario, Bron parecía serio, casi enfadado.
-Has acortado la historia-, le reprochó escuetamente con una mirada intensa.
-Sí, lo hice-, reconoció con humildad Bobby. -Hay demasiados relatos. Podría haber hablado de las gestas de cada líder Garou en aquel Consejo, incluso podría haber contado qué ocurrió después, pero el mensaje de la historia se habría perdido. No quise ofreceros una narración épica, sino un mensaje de esperanza para Gaia, los Garou y los humanos. Si he cometido un...
-No, no te has equivocado-, lo interrumpió Bron con una sonrisa socarrona. -Francamente, lo has hecho muy bien. Es sólo que no me gustan las historias breves, ya sabes. Creo que a partir de esta noche te has ganado un nombre Garou. ¿Qué ta parece Voz-de-Plata? ¿Estás de acuerdo, Josh?
-Sí, es un buen nombre- , confirmó Joshua Estrella-Fugaz-. Me recuerda a un tipo que conocí hace años a las afueras de una...
Bobby dejó escuchar durante unos instantes. "Voz-de-Plata. Sí, desde luego que me gusta", pensó con alegría. Estaba impaciente por contárselo a sus nuevos hermanos.
Gracias, Rebellion! Me alegra que haya sido así :)
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