martes, 13 de noviembre de 2012

FARUQ (1 - 3)


Vancouver, Columbia  Británica
18 de febrero de  1992

Sus nuevos amigos se habían marchado, dejándolo abandonado en su habitación. Bueno, realmente no lo habían dejado solo, simplemente habían tenido que separarse para acompañar a otros Garou que les habían a enseñar nuevos secretos. Sin embargo, nadie vino a buscar a Faruq. Cuando se dio cuenta de que su espera iba para largo, se tumbó y trató de dormir un poco más. Por una vez, podría descansar sin tener que soportar los ronquidos de Mata-Parientes y Canción-Oculta.

-.-

-¡Eh, despierta! ¡Vamos, arriba! ¡Despierta, gandul!

La voz risueña lo sacó de su pesado sueño. Faruq se incorporó frotándose los ojos para encontrarse de frente con la mujer de la parada de autobús que había colaborado en su secuestro hacía ya varios días. Si la memoria no le fallaba, le había dicho que se llamaba Cathy Saynesbury.

-Tenías que ser tú...-, dijo el joven Garou.

-Sí, era inevitable-, le respondió ella. -Ya te dije que ibas a tener la suerte de conocer a muchas personas interesantes. ¿Decepcionado?

-No, en ese sentido no-, tuvo que reconocérselo, -pero si lo próximo que vas a decirme es que esta cómoda habitación es una cortesía del Hilton para jóvenes Garou, puedes ahorrártelo.

-Ya. Mira, Faruq. Aunque me encantaría pasarme los próximos días teniendo una amena charla de comentarios ingeniosos contigo, tú no estás en mi liga, chaval, y, por otra parte, tengo muchas cosas que enseñarte.

-Vale, pero una última pregunta. ¿Por has tardado tanto en dejarte caer por aquí?

-Tengo más obligaciones además de cuidar de un cachorro indefenso como tú.

-Pero... -Faruq puso tono de absoluta inocencia. -¿No habías dicho que dejásemos para otro momento los comentarios ingeniosos?

-Eso dije, -le respondió Cathy con una sonrisa deslumbrante antes de salir de la habitación.

-.-

Fueron caminando durante más de una hora hasta que llegaron a Dunbar, una serie de barrios limítrofes con las propiedades del campus de la Universidad de la Columbia Británica y con dos pequeños parques naturales. Faruq sospechaba que Cathy le había hecho dar un rodeo intencionado, volviendo a pasar incluso por algunas calles, pero no dijo nada. No sabía a qué estaba jugando esa mujer y hasta que conociera las reglas, no pensaba meter la pata. Al menos, de momento. Finalmente, Cathy Saneysbury se decidió a entrar en un viejo restaurante en los bajos de un edificio de apartamentos de cuatro plantas con una hermosa fachada de cristalería. El restaurante de comida rápida, por el contrario, era viejo y no debía haber recibido ninguna reforma importante desde hacía lo menos treinta años. Incluso el mobiliario parecía gastado. La canción de Hound Dog interpretada por Elvis Presley les recibió cuando entraron en el local. Cathy fue derecha al reservado situado al final de la barra y se sentó allí. Faruq no tuvo más remedio que seguirla. Se fijó en que la clientela tampoco era muy estricta. Había un grupo de universitarios en una de las mesas, y dos tipos vestidos de traje y un hombre gordo leyendo el periódico sentados en los taburetes de la barra.

-¿Por qué estamos aquí?

-Para comer, claro-. Le respondió con una rápida sonrisa. -Creí que después de varios días comiendo pan mohoso, agradecerías una buena hamburguesa con patatas fritas.

-¿Pero no se supone que lo de la habitación meada y el pan mohoso son parte de la tradición que nos ayudará a superar el rito de iniciación?

-No lo sé. -Respondió ella muy seria. -¿Donde está escrito? ¿Y qué sentido tiene de todas formas? Puede que ni siquiera salgas con vida de tu rito de iniciación. Deberías poder comer hasta hartarte. Venga, pide lo que quieras. Una cosa está claro: hagas lo que hagas, personalmente yo he venido a cenar.

Faruq se sorprendió por la oferta de Cathy. El estómago llevaba protestando todo el tiempo desde que cruzaron la puerta del restaurante y olieron el maravilloso aroma de la carne haciéndose en los fuegos de la cocina. "¡Dulce Gaia! Si esto es una prueba de autocontrol, la voy a fallar miserablemente", pensó mientras se decidía. Al final, el hambre pudo más que sus buenas intenciones y se puso a estudiar la carta con detenimiento. Cuando la camarera les tomó nota, se sorprendió de todo lo que pidió Faruq. Incluso él mismo estaba sorprendido de tener tanta hambre.

-.-

Afortunadamente, no hablaron mucho durante la cena. Faruq tenía la boca ocupada comiendo su hamburguesa doble con guarnición de patatas, las alitas de pollo y el perrito caliente con mostaza. Cathy sólo cenó una hamburguesa con queso, aunque parecía muy divertida por la voracidad del joven Garou. Al final, la camarera les trajo los postres. Sólo tenían tarta de manzana, pero les aseguró que era la mejor tarta de manzana a este lado de la frontera. Desde luego, tenía un aspecto muy suculento. Cathy aprovechó ese momento para ir al baño mientras Faruq tanteaba con la cuchara su postre.

Faruq se terminó su trozo de tarta antes de que ella volviera. Durante unos segundos, tuvo la maliciosa idea de robarle a ella un poco de postre, pero descartó la idea, no por falta de ganas sino de espacio en su estómago. Por curiosidad, miró a las puertas de los baños. "¡Mujeres! ¿Por qué tardan tanto?", pensó con sorna. Unos pequeños golpecitos en el cristal lo sacaron de sus pensamientos. "¡Es Cathy! ¿Qué demonios hace en la calle saludándome?" Faruq tardó unos segundos en pillarlo. Ella se había llevado su abrigo al baño y no había pagado la cuenta. "Mierda, mierda, mierda". El joven Garou trató de mantener la serenidad. No tenía dinero. Miró a la camarera, que le devolvió una sonrisa recelosa al ver a través del cristal a Cathy en la calle y, luego, se volvió para llamar al cocinero. Faruq aprovechó ese momento para levantarse y salir corriendo hacia la puerta del local. Oyó gritos y maldiciones a su espalda, pero no se volvió para ver las enfurecidas reacciones de los trabajadores del restaurante. Cuando salió a la calle, vio a Cathy correr y girar por una esquina. Trató de perseguirla y la alcanzó en un callejón cercano. Bueno, la verdad era que no la había  alcanzado, sino que ella le estaba esperando allí, riéndose a carcajada limpia.

-¿Por qué has hecho eso?-, le gritó enfadado.

-Ha sido divertido. Deberías haber visto la cara que pusiste cuando me estaba despidiendo.

-No tiene gracia. Se supone que deberías estar enseñándome cosas nuevas como Garou y en lugar de eso te comportas como una adolescente en su fiesta de cumpleaños. ¡Y aquí el adolescente soy yo, joder!

-¿De verdad crees que no te estoy enseñando cosas nuevas?-, le preguntó ella recuperando un poco la tranquilidad y dejando de reír. -Estás aprendiendo, aunque no te des cuenta.

-Pues explícamelo, porque tienes razón. No me doy cuenta.

-Rompiste el ayuno al que te habían sometido estos días porque aceptaste que era innecesario. No es un principio de la Letanía, ni parte de un juramento hecho a los espíritus, sino simplemente una costumbre estúpida. Los Ragabash nacen durante la Luna Nueva para poner a prueba todas las leyes, normas y costumbres, cachorro. Selene nos ha dado ese derecho. Pero los que nos rodean no siempre lo verán así. Como el cocinero que te perseguía. En esos casos, hay que estar preparado para aprovechar cualquier oportunidad para salir corriendo o esconderse, cachorro. Por lo tanto, has aprendido que un Ragabash debe tener una mente rápida y lista para la improvisación.

-¿Y marcharnos sin pagar también era algo que debía aprender?

-No-, le respondió ella con naturalidad. -Ese es un pequeño golpe al orgullo de cierto Señor de la Sombra  que, cosas de la vida, es el verdadero propietario del restaurante. A veces algunos necesitan que les bajen un poco los humos. No te preocupes, él es listo y captará el mensaje. Esa es otra lección Ragabash que puedes aprender. Vivimos en una sociedad guerrera donde todo parece demasiado serio o demasiado grave. A veces es necesario algo de humor para recordar que estamos vivos o para herir algún que otro ego. Ese es otro regalo de Selene para los Ragabash.

-¿Y todo se reduce a eso? ¿Infringimos las normas, salimos corriendo y molestamos a los otros Garou?

-Es una forma muy simplista de verlo. Recuerda, Faruq, nosotros no actuamos al azar. Si rompemos las normas, lo hacemos para asegurarnos de que éstas aún conservan su valor en la actualidad. Otras veces jugamos al abogado del diablo para que los otros Garou aprecien la importancia de algunas leyes.

Faruq pareció pensativo, pero tuvo que reconocer que lo que le decía tenía sentido. Cathy se puso a caminar, haciéndole gestos para que la siguiera. A regañadientes, Faruq lo hizo, reflexionando acerca de lo que le acababan de decir.

-¿Has oído hablar de Reflejo-Triste?-, le preguntó ella de improviso.

-No, ¿quién es?

-Era un Ragabash de los Hijos de Gaia. Él ya era un veterano en los 70 cuando yo ni siquiera había experimentado el Primer Cambio. La cuestión es que Reflejo-Triste se dio cuenta de que en todos los clanes que había visitado los cachorros debían pasar primero su rito de iniciación para ser reconocidos como Garou y, si sobrevivían, recibían las enseñanzas de su correspondiente Auspicio. Esa era una costumbre de  tiempos tan antiguos que nadie recordaba su origen.  Reflejo-Triste se dio cuenta de que los cachorros tendrían más posibilidades de superar su rito de iniciación si partían con la ventaja de conocer algunas enseñanzas y pruebas de su Auspicio. Tras muchas dudas y vacilaciones, defendió esa idea en el siguiente Consejo del Clan del Pacto. 

Como te puedes imaginar aquello levantó una gran polémica. Nuestra cultura es por necesidad muy conservadora y ni siquiera los Hijos de Gaia se mostraron unidos respecto a su propuesta. Sin embargo, Reflejo-Triste estaba preparado para tanta oposición y supo dar respuesta a todos los argumentos contrarios a los suyos. Por ejemplo, la Camada de Fenris y los Fianna argumentaon que no tenía sentido enseñar las artes de los Auspicios a unos Garou que podían no volver de su rito de iniciación. Él les respondió que cada vez quedaban menos cachorros como para enfrentarlos a pruebas mortales sin la preparación adecuada. Y cuando llegó el momento en que ni siquiera la razón podría convencer a aquellos cabezotas, Reflejo-Triste se dirigió directamente al líder de los Colmillos Plateados, Montgomery Abercorn, rogándole que examinase su propuesta con el mismo talante con el que él había traído la tregua con las Sanguijuelas al Consejo de Representantes.

Aquella fue una jugada muy inteligente por su parte. Los Colmillos Plateados estaban obligados a reconocer que las tradiciones podían cambiarse en beneficio de la Nación Garou, lo que dio mucha legitimidad a los argumentos de Reflejo-Triste. El anciano Colmillo Plateado, aunque estaba atrapado entre dos fuegos, acabó teniendo que aceptar los argumentos del Ragabash. Apoyó su idea ante el Consejo de Representantes del Clan del Pacto y, tras muchos debates y duelos, acabó consiguiendo que se aceptase la idea de adiestrar a los cachorros en sus Auspicios antes de someterlos al rito de iniciación. Desde entonces, somos el clan que ha perdido menos cachorros en ese tipo de pruebas, aunque por ahora el resto de los clanes de la Nación Garou no comparte nuestra sabiduría.

-Ahora entiendo lo que me querías decir con eso de poner a prueba las leyes y estar preparado para cuando los demás no puedan aceptarlo.

-¿Ves? Ya estás dando tus primeros pasos en la oscura senda de la Luna Nueva, pero hay más.

-¿Más?

-Sí-, afirmó ella con rotundidad. -Selene también quiso que los Ragabash fuesen espías. Al nacer en la oscuridad, aprendimos inconscientemente a caminar en las sombras, ocultándonos de nuestros enemigos, espiando sus planes y saboteando sus esfuerzos desde dentro. Supongo que ese es el papel Ragabash más valorado por el resto de la Nación Garou.

-.-

Durante el día viajaron juntos por toda la ciudad, de norte a sur y de este a oeste. De noche, dormían en casas de la Parentela de otras tribus y compartían sus historias con ellos. Faruq aprendió muchas cosas de Cathy, llegándola a apreciar sinceramente. Ella siguió enseñándole los secretos de los Ragabash a través del ejemplo, aunque de vez en cuando compartía con él alguna historia interesante.

En la Umbra de Stanley Park, los espíritus compartieron con él algunos de sus dones. De un espíritu guardián de la humanidad, aprendió el don de la Persuasión, para manipular las emociones humanas. Un espíritu de Camaleón le enseñó a pasar entre otras personas sin ser observado a través del don de Ojo Nublado. Y finalmente, un espíritu de guepardo compartió con él parte de su rapidez a través del don de Velocidad de Vértigo.

Una noche ella le habló de la triste historia de la tribu a la que pertenecían los dos. Le dijo que los suyos habían habitado en una tierra mágica llamada Khem, a la que la mayoría de los humanos llamaban ahora Egipto. Los suyos habían vivido allí protegiendo su hogar contra el Wyrm según las leyes de Gaia, pero la desgracia cayó sobre ellos por culpa de Osiris y Set. Esas dos antiguas y poderosas sanguijuelas ambicionaban controlar el primitivo reino de Khem y enfrentaron a sus descendientes en una guerra total para apoderarse de la tierra de los Caminantes Silenciosos. A sus antepasados no les gustó ninguno de los dos bandos, pero puesto que Set y los suyos hedían más a Wyrm, decidieron convertirlos en el objetivo prioritario de sus ataques. Sin embargo, la fatalidad quiso que Set derrotase a Osiris y que concentrase todo su inmenso poder para lanzar sobre todos los Caminantes Silenciosos una terrible maldición que dura incluso hoy en día. Con sus embrujos, Set consiguió separarlos para siempre de sus antepasados Garou, sin que pudiesen escuchar de nuevo sus sabios consejos como hacían el resto de las tribus de la Nación Garou. Con su maldad, Set logró expulsarlos de Khem y los obligó a convertirse en nómadas, vagando por las tierras de otros. Su Parentela fue dispersada en todas las direcciones y ellos la siguieron para no perder lo poco que les quedaba. Desde entonces, los Caminantes Silenciosos eran nómadas incapaces de encontrar una tierra a la que llamar hogar. Por tanto, todos ellos juraban por lo más sagrado encontrar el modo de deshacer el embrujo de Set.

Faruq sintió tristeza y rabia a partes iguales al escuchar aquella historia. Recordó a su madre, viajando por Estados Unidos y Canadá sin poder quedarse en ningún lugar. Ella no era feliz viviendo como lo hacía. Eso lo sabía incluso su pequeño hijo. Parecía ser feliz, incluso se divertía en algunos breves momentos, pero desde luego ansiaba algo más inconscientemente. Si una Pariente de su tribu podía sufrir así, ¿cuál sería el dolor experimentado por un Garou que conocía la causa de semejante desgracia? En aquel momento, Faruq se juró a sí mismo por su honor que lo haría, que recuperaría el hogar que nunca había conocido.

-.-

Vancouver, Columbia Británica
28 de febrero de 1992

Cathy le estaba esperando sentada sobre un viejo tocón de madera mientras hablaba con Nube-de-Montaña, el Ragabash de la tribu Uktena que había propuesto el desafío. Ella sonrió cuando lo vio acercase y avisó al otro Garou.

-Has tardado, cachorro. Me tenías preocupada.

-No ha sido tan fácil como parecía en un principio-, repuso Faruq intentando recuperar el aliento. -Después de esto, mi lista de amigos en Stanley Park se va a reducir un poco más.

-Lo comprenderán cuando se tranquilicen-, intervino Nube-de-Montaña. -No te preocupes.

-Eso espero-, respondió Faruq. -Me dijiste que tenía que enfrentar entre sí a dos Guardianes de Stanley Park y robar un objeto personal a otro. Te aseguro que Anastasia, de las Furias Negras, y Mirada-de-Tormenta, de los Señores de la Sombra, han tenido algo más que palabras esta mañana. Eso fue fácil.

-Incluso los humanos al otro lado del mundo se han enterado-, confirmó Nube-de-Montaña.

Faruq se detuvo, bajó la mochila al suelo y sacó de su interior un elaborado collar de huesos, que entregó inmediatamente al Uktena.

-Pertenece a Llora-de-Noche-, el Philodox de las Garras Rojas-, explicó sin necesidad, -pero creo que deberías devolvérselo antes de que se enfade de verdad. Si lo está buscando, no tardará en encontrar un rastro que lo conduzca hasta aquí.

Nube-de-Montaña asintió lentamente en silencio, mientras admiraba el primitivo collar que había hecho el Lupus de las Garras Rojas. Cathy le dio un abrazo sincero. El tipo de abrazo que da una hermana mayor cuando el pequeño de la familia logra algo importante por primera vez.

-¡Muy bien, lo has conseguido!

Faruq se sintió conmovido por su gesto. "Ahora sí tengo una verdadera familia", pensó conteniendo las lágrimas.

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