Cabaña de Bill
4 de marzo de 1992
"Gracias, oh Gran Madre, por la generosidad de tus regalos", murmuró con respeto Voz-de-Plata. Dadas las circunstancias, agradecer a Gaia su ayuda era lo mínimo que podía hacer. La ventisca invocada por los Wendigo los habría matado a todos sin excepción, debilitándolos poco a poco hasta que el último de ellos hubiese caído rendido sobre la nieve. Bill los había salvado de ese injusto final. A pesar de los crímenes cometidos durante la Guerra de la Rabia, el hombre oso, el "Gurahl", se obligó a sí mismo a recordar, había vencido todos sus temores y había traído a su propio hogar a unos cachorros Garou a los que no conocía para ofrecerles cobijo y protección. Voz-de-Plata era muy consciente de que su anfitrión había sido extraordinariamente valiente. Si en su manada hubiese habido más Garou llenos de rabia y faltos de autocrítica como su hermano Mata-Parientes, ese acto de piedad y valor hubiese degenerado en una violencia sangrienta. Por fortuna, tanto para Bill como para ellos, habían conseguido apaciguar a su belicoso alfa.
El joven Hijo de Gaia volvió a admirar el hogar de Bill. Era una amplia y austera cabaña construida con gruesos troncos de árboles, capaz de soportar ventiscas peores que la que rugía en el exterior en esos momentos. El centro de la cabaña lo formaba un amplio salón comedor. Uno de los muros, hecho de mampostería de piedras grises, albergaba la chimenea cuyo fuego estaba dando calor a los cachorros. En el suelo yacía una piel del oso pardo más grande que había visto en su vida y, no es que Voz-de-Plata hubiese visto muchos personalmente, pero intuía que aquel ejemplar debía haber sido especialmente grande cuando aún vivía. A unos pasos de la chimenea, se hallaba una robusta silla de madera, donde su anfitrión debía sentarse todas las noches junto al fuego antes de acostarse. El único adorno presente en aquella sala era un escudo indio de piel sobre unas lanzas que colgaban de una pared.
Bill les había mostrado un lavabo situado tras una de las dos puertas de salón, ¡donde les esperaba una enorme bañera con patas en forma de zarpas de león! Su anfitrión hizo varios viajes al exterior para recoger agua del pozo y luego calentarla al fuego. Salvo Mata-Parientes, todos ellos habían disfrutado, de uno en uno, de un pequeño pero merecido baño de agua caliente después de tantos días de penurias. ¡Había sido una experiencia maravillosamente relajante!
Su anfitrión aprovechó el tiempo entre viaje y viaje al pozo de agua para llenar la mesa, compartiendo con ellos pan recién horneado, mantequilla fresca, miel, gelatina, mermelada y unos restos recalentados de piel de venado. Dos sencillas jarras de arcilla, una con hidromiel y la otra con agua, sirvieron de acompañamiento a la comida. ¡Voz-de-Plata no recordaba haber comido tanto y tan bien en toda su vida! Toda la manada comió hasta hartarse.
-.-
Cuando terminaron de comer, se volvieron a sentar junto al fuego, mientras Bill ocupaba su lugar cómodamente en su amplia silla de madera. Incluso sentado plácidamente, su anfitrión parecía llenar el salón con su benigna presencia. Mata-Parientes seguía nervioso y alerta, pero incluso él había empezado a aceptar la idea de que Bill no era un enemigo sino un aliado misterioso.
-Hacía mucho tiempo que no tenía invitados en mi hogar-, les explicó pacíficamente. -Espero que mi hospitalidad esté siendo de vuestro agrado.
-Tu hospitalidad ha superado todas nuestras expectativas-, respondió Canción-Oculta expresando en voz alta lo que sentía toda la manada. -Las palabras no pueden expresar toda la gratitud que te debemos.
-En todo caso el que se siente agradecido soy yo-, respondió su anfitrión. -Me alegra tener algo de compañía después de tanto tiempo. Pero tengo una pregunta que haceros. ¿Por qué, en el nombre de Gaia, os habéis aventurado tanto tiempo a través de esta ventisca poniendo en riesgo vuestras vidas?
-Bueno, es una historia larga y difícil de explicar-, respondió Faruq. -Fuimos enviados al Clan del Lobo Invernal para enfrentarnos a nuestro rito de iniciación...
-¡Qué!-, gritó Bill, alarmado y furioso por primera vez, poniéndose rápidamente en pie. El volumen de su furiosa voz se fue volviendo más alto, rivalizando con los rugidos de la ventisca en el exterior. -¿Por qué no me lo habéis advertido, por todos los demonios? ¡He arruinado vuestra prueba con mi estúpida ayuda!
Mata-Parientes se irguió en su forma Lupus, mostrando abiertamente sus colmillos y ladrando furioso. "¡Oh, no! ¡Otra vez no!", pensó alarmado Voz-de-Plata. Superando su miedo, se puso de pie entre unos y otros por segunda vez en ese día y, dándole la espalda al alfa de su manada, trató de explicarse ante de que la situación escapase definitivamente al control de todos los presentes.
-¡Nuestro rito fue suspendido!-, gritó tratando de hacerse oír. -¡Los Wendigo suspendieron la celebración de nuestro rito de iniciación!
-¿Es cierto eso?-, les preguntó Bill recuperando lentamente la calma.
-Sí, te lo juro por lo más sagrado-, asintió Voz-de-Plata. Mata-Parientes dejó de ladrar a su espalda, pero la intuición del Hijo de Gaia le decía que el alfa sólo estaba buscando cualquier señal de amenaza por parte del Gurahl para saltar inmediatamente sobre él.
-Nos dijeron que el Clan del Pacto había asesinado a sus cachorros y que, por tanto, ya no se veían obligados a atender nuestro rito de iniciación-, aclaró Voz-de-Plata.
-Luego nos echaron a patadas de su Clan y trataron de asesinarnos-, intervino Faruq.
-Y el Gran Wendigo envió esta ventisca como venganza-, añadió Lars con voz distante.
Bill pareció aturdido por las explicaciones de los jóvenes Garou. Daba la impresión que la gravedad de los hechos le había dejado tan perplejo y perdido como lo estaban ellos mismos. Tanteó con su mano hasta encontrar uno de los brazos de la silla y se volvió a sentar pensativo.
-Lamento mucho lo ocurrido-, se disculpó. -Está claro que llevo mucho tiempo solo y mis modales ya no son lo que eran... Conozco la importancia que da vuestro pueblo al rito de iniciación y temí que mi intervención hubiese arruinado la honorabilidad de vuestra prueba. Os pido mis más sinceras disculpas.
Voz-de-Plata asintió en silencio. Luego se volvió a sentar junto a sus compañeros de manada, que también aceptaron las disculpas de su anfitrión. Vio cómo Mata-Parientes dudó al principio, pero acabó sentándose sobre sus cuartos traseros, sin fiarse del todo de las palabras del Gurahl. Todos permanecieron callados durante unos minutos, mirándose incómodos hasta que Bill rompió el tenso silencio.
-Puedo hacerme una idea de lo que habéis tenido que pasar-, dijo pensativo. -Pero os aseguro que mientras permanezcáis en mi cabaña, estáis a salvo de la ira de los Wendigo. Podéis quedaros todo el tiempo que deseéis.
-Te damos las gracias de nuevo, Bill-, respondió Canción-Oculta, -pero tendremos que marcharnos cuando amaine la ventisca. Nuestras familias y amigos en el Clan del Pacto estarán preocupados temiendo nuestra suerte. Además, hemos jurado por nuestro honor que averiguaríamos qué les ha pasado a los cachorros de los Wendigo y que los culpables de sus muertes sufrirían su merecido castigo.
Bill asintió pensativo ante las palabras del Colmillo Plateado, mientras Faruq miraba con incredulidad a Canción-Oculta. "¿Hemos jurado?", parecía preguntar su mirada. Voz-de-Plata tuvo que contener una sonrisa. Lars también se había dado cuenta del matiz de las palabras del Philodox y enarcó una ceja sorprendido.
-Lo entiendo y como os he dicho antes podréis marcharos cuando lo deseéis-, respondió finalmente Bill, -pero hasta que eso suceda, en estas tierras existe la costumbre de que las personas que comparten un fuego deben compartir también las mejores historias que conozcan. ¿Os gustaría intentarlo?
Todos sus hermanos se volvieron hacia Voz-de-Plata, animándolo en silencio a que interviniese como el Galliard que era. El Hijo de Gaia aceptó el reto, aunque permaneció en silencio pensando en las historias que conocía. Durante unos instantes, estuvo tentado de contar la misma historia que había impresionado a Bron Mac Eire y Joshua Estrella-Fugaz, acerca de las hazañas de Chupkheem, el Wendigo cuya sabiduría condujo a la fundación de la Alianza y del Clan del Pacto, pero al final descartó la idea, decidiéndose por una vieja canción de su propia tribu.
"Los Garou nacieron en el amanecer del mundo,
para proteger a su Madre, pero estos lobos poderosos,
engañados por el Wyrm,
lucharon unos contra otros
Todos los hijos de Gaia y todas las hijas de Gaia
emprendimos caminos separados.
Ahora escalamos la abrupta colina que conduce a la paz.
Todos somos Hijos de Gaia, todas las tribus son Una,
de la guerra venimos y la paz es nuestro hogar.
Profundos son los ojos del tiempo,
las tribus se dividieron y cada una adoptó un bando.
Dos bandos se necesitan para hacer la guerra,
y los Garou murieron, y sus lazos de sangre desaparecieron.
La corrupción empapó el núcleo de la Nación.
La Madre los observó y sus grandes ojos lloraron.
En un túmulo de masacre,
donde la muerte y la corrupción hicieron
que cinco de sus hijos e hijas
en el nido de la Madre, contra su seno,
los cinco muertos yacieran
fríos como la tierra.
Pero hubo un nuevo nacimiento:
La Gran Gaia parió ese día.
A cada uno de ellos habló, y a la vida despertaron,
uno por cada Luna bendita.
Su aliento sagrado les despertó de la muerte
un favor que no merecían.
Eran inmaculados Hijos de Gaia,
que protegerían la paz de la Madre.
Las tribus se unieron, sus corazones brillaron,
pero las peleas nunca cesaron.
Y de esta canción debéis aprender
que vuestra misión es curar este mundo oscuro;
mantened viva la esperanza, como aquellos cinco hijos.
¡Haced realidad el amor y la paz de vuestra Madre!"
Voz-de-Plata sonrió para sí mismo al final de su canción. Había conseguido emocionar a todos los presentes con la sencillez y la fuerza de la canción de su tribu. Y lo que era más importante, el Galliard estaba convencido de que una pequeña parte de su mensaje había calado en sus hermanos. Incluso los ojos de Bill parecían cristalinos a la luz del fuego de la chimenea. Pasados unos minutos, el hombre oso se recostó contra el respaldo de su silla.
-Una canción magnífica, joven Garou-, dijo con voz suave. -Tu pueblo debe estar muy orgulloso de tu temprana habilidad. Honraré tu canción contándoos una antigua leyenda contada en raras ocasiones por los Galliard más sabios de la tribu Wendigo:
"Hace muchos, muchos años, mucho antes de que el hombre blanco llegara a esta parte del mundo, este lugar estaba habitado por una tribu de Caminantes del Viento que dominaban estas tierras y las gobernaban como un imperio helado. En este pueblo vivía una poderosa chaman llamada Ella-Llora-Hielo, muy famosa entre los suyos porque se enfrentó a un espíritu malvado. El espíritu se llamaba Narlthus y no podía ser destruido ni atado a ningún objeto de la tierra, pero Ella-Llora-Hielo susurró a los cielos, haciendo caer una piedra de otro mundo. La gran chaman ató a Narlthus a la piedra celeste y ésta golpeó las montañas con gran fuerza, quedando así enterrado completamente. Pero las leyendas cuentan que la montaña está al norte, no muy lejos de aquí, y que un día Narlthus renacerá e intentará derrotar a los descendientes de Ella-Llora-Hielo."
La historia de Bill fue breve, pero Voz-de-Plata tuvo que reconocer que el hombre oso supo darle el tono ominoso de voz, provocándoles a todos un pequeño escalofrío, porque... ¿cuánta verdad se ocultaba tras esa leyenda? Voz-de-Plata no quería conocer la respuesta, no cuando las Lunas Gibosas de una tribu que tenía como tótem a un espíritu caníbal eran reticentes a contar siquiera la historia.
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