Alrededores del Clan del Lobo Invernal
1 de marzo de 1992
Volvieron a reunirse todos junto al arroyo. Voz-de-Plata y él usaron el don del Roce Materno para curar las heridas más grave que habían sufrido sus hermanos en combate, haciendo que se cerrasen por sí mismas y obligando al dolor a disiparse. Lars se sorprendió en silencio al comprobar los destrozos que podían ocasionar las fauces y las garras de los Garou cuando atendió finalmente al pobre Voz-de-Plata, que había insistido tercamente en ser curado el último por si volvían a atacar los Wendigo. Ahora comprendía mejor a Bron cuando les dijo que los Garou eran las máquinas de matar de Gaia. "Si nosotros podemos hacer esto, ¿qué podrán hacer nuestros terribles enemigos?", pensó con fatalismo.
Sus hermanos de manada estaban discutiendo qué hacer a continuación. Parecía que una vez pasado el peligro del combate, los nervios se habían apoderado por fin de ellos. Canción-Oculta quería enterrar al Wendigo que había muerto luchando contra Mata-Parientes. Por su parte, el alfa consideraba antinatural hacer eso, diciendo que su cuerpo debía alimentar a las criaturas del bosque. Faruq gritaba que debían huir inmediatamente antes de que volviesen a atacarles y Voz-de-Plata trataba en vano de conciliar los ánimos de todos los presentes.
-Ya basta-, intervino con voz cansada. Todos se volvieron para mirarlo. -Hasta ahora hemos tenido mucha suerte, así que no podemos joderlo todo ahora. Mata-Parientes, tienes que alejarnos de este lugar antes de que seamos nosotros los que tengamos que llorar a un caído.
El lobo alfa pareció de acuerdo. Observó los cielos y luego olisqueó la brisa.
-Caminaremos sobre las aguas del arroyo hasta que os diga lo contrario y luego seguiremos a Helios-, dijo con suaves gruñidos.
-Pero eso nos alejará de las ciudades humanas. ¿Por qué quieres hacer eso?-, preguntó Faruq.
Mata-Parientes gruñó irritado y, sin responderle siquiera, empezó a caminar sobre las frías aguas del arroyo. Uno a uno, el resto de la manada lo siguió en fila, atentos a cualquier señal de peligro. Lars sintió de inmediato el dolor causado por las frías aguas en sus patas. Sin embargo, ninguno de ellos protestó ni se quejó. Avanzaron lentamente durante un tiempo hasta que al final Mata-Parientes eligió un tramo del arroyo para salir y volver a correr libremente por el bosque.
-.-
Unas horas después, el tiempo empeoró sin ningún aviso previo. Nubes oscuras impidieron ver siquiera los cielos. El viento se hizo más fuerte y traía consigo el temible frío del norte, congelando rápidamente todas las superficies rocosas y cualquier cosa que permaneciese quieta durante mucho tiempo. La nieve no tardó en hacer también su aparición, cubriéndolo todo con un grueso manto nevado. La visibilidad se redujo a casi tres metros. Lars, que había soportado algunos inviernos duros en Noruega, no había visto un temporal semejante en toda su vida. El frío le abrazaba incluso vistiendo la piel del lobo y adoptando la forma Crinos. El frío les quitaba fuerzas, les debilitaba. Era un monstruo insaciable que trataba de devorarlos a todos. Lars sospechó de inmediato que no era un fenómeno natural, pero no dijo nada hasta que no pudiese confirmar sus sospechas para no asustar a sus hermanos.
Dos horas después tuvieron que detenerse finalmente. Faruq se había desmayado sobre la nieve. Tenía fiebre y temblaba como un niño recién nacido. Voz-de-Plata y él también tenían temblores. Al comprobar que la ventisca no iba a amainar, Mata-Parientes eligió un lugar y, con la ayuda de Canción-Oculta, excavó una madriguera en la nieve para protegerlos de los peores estragos del frío. Por supuesto, a pesar de que durmieron juntos para darse calor, dentro del refugio seguía haciendo mucho frío. Lars no pudo evitar recordar los nueve días que pasó colgado de un abeto durante su prueba de auspicio. Si había logrado sobrevivir a las crueles costumbres de su tribu, no iba a dejar que lo derrotase una "pequeña ventisca".
-.-
Alrededores del Clan del Lobo Invernal
2 de marzo de 1992
Mata-Parientes los despertó al día siguiente. La furia de la ventisca había enmudecido en el exterior. Pese a su debilidad, el estado de Voz-de-Plata y Lars había mejorado considerablemente. Sin embargo, ese no era el caso de Faruq. Su cuerpo, que había regresado inconscientemente a su forma homínida, estaba ardiendo a causa de las fiebres y temblaba sin control alguno. Todos estuvieron de acuerdo en que había que hacer algo, pero nadie sabía qué podrían hacer. Mata-Parientes y Canción-Oculta decidieron aprovechar la calma para salir del refugio y buscar comida urgentemente. Se vieron obligados a abrirse paso a través de la fría nieve hacia el exterior, y una vez que lograron salir, tuvieron que demorarse apelmazando la nieve de las paredes del refugio para que resistiese más tiempo.
Cuando se fueron, Lars dejó que Voz-de-Plata cuidase de Faruq y salió al exterior, decidido a buscar el consejo de los espíritus. La ventisca había amainado, cierto, pero el frío omnipresente no había abandonado la zona. Tardó un tiempo en encontrar una pequeña superficie de agua congelada y, cuando la halló, hizo añicos su superficie golpeándola varias veces. Luego se concentró en su reflejo en el agua para caminar de lado.
La Celosía en este lugar era débil, no tanto como el gran túmulo, pero no era la barrera espiritual que se alzaba en las ciudades. Siempre que caminaba de lado, Lars tenía la sensación de estar cruzando durante unos pocos segundos una masa esponjosa de algodón húmedo, y no por primera vez, se preguntó si sus compañeros de manada tendrían la misma sensación cuando cruzaban la muralla que separaba los mundos. Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando llegó al otro lado.
En la Penumbra el paisaje también estaba nevado, aunque se parecía más a un erial helado que al paisaje natural que había visto en el mundo real. Aquí Helios resplandecía con fuerza en los cielos umbrales aunque su luz no fuese suficiente para alejar al frío y espíritus del viento del norte recorrían grandes distancias en sus locas carreas. Parecía que el resto de los espíritus se habían escondido para evitar la furia de los vientos. Tras algunas dudas, Lars decidió moverse para buscar las respuestas que necesitaba. La vida de Faruq podría depender de ello.
Se alejó del estanque de agua y caminó prudentemente con la panza sobre la nieve, intentando no llamar la atención de los poderosos espíritus del viento. Se sobresaltó cuando sintió un pequeño pellizco en su cola. Se volvió para enfrentarse a su enemigo, pero sólo vio a un solitario espíritu de cuervo, con unas plumas negras como la noche, alzando el vuelo para alejarse de sus garras.
-¡Espera!-, gritó Lars. Los espíritus de cuervo eran curiosos por naturaleza, además de juguetones y extremadamente cotillas. Quizás éste podría ayudarle-¡Dime qué está pasando!
El espíritu de cuervo se alzó en el aire levemente, pero regresó planeando hasta donde se hallaba. Hizo ademán de acercarse, para luego alejarse volando bajo. Lars lo siguió corriendo tan rápido como le permitía la forma Crinos. Al final, el espíritu se posó sobre las ramas de un robusto ejemplar de pino y le graznó desde lo alto.
-¿No sabes lo que ocurre?-, preguntó con sorna. -¿No tienes ojos para ver, joven Theurge?
-Estas no son mis tierras-, le respondió Lars aparentando firmeza. -Veo lo que ocurre pero no lo comprendo. ¡Ayúdame, hijo de Cuervo! Muchos desdeñan tu sabiduría pero yo no lo hago.
El cuervo graznó algo completamente sin sentido. Lars tardó unos segundos en comprender que el espíritu se estaba riendo.
-Tratas de adularme para que te preste mi ayuda-, dijo entre carcajadas. -Está bien, te ayudaré sin pedirte a cambio nada más que tu nombre.
El joven Theurge se contuvo de aceptar de inmediato. Ragnor Caza-la-Niebla le había prevenido acerca de eso. Los nombres de los espíritus tenían un poder insospechado, que podía dar ventaja a los Theurge en sus negociaciones, pero también podía ocurrir lo contrario. ¿Quería dar el suyo a un espíritu tan chismoso como un cuervo? Al final, se dio cuenta de que no tenía más opción. Debía confirmar o descartar sus sospechas y averiguar cómo salvar a Faruq.
-Está bien. Acepto. Mi nombre es Lars. Soy una Luna Creciente de la tribu de la Camada de Fenris. Ahora dime por favor qué está ocurriendo?
-El Gran Wendigo está muy enfadado con vosotros-, le respondió el cuervo con un graznido suave que invitaba a la conspiración.
Lars sabía que el Gran Wendigo era un Incarna, un poderoso espíritu, que merodeaba por las heladas tierras del norte. Se decía que era un caníbal y que devoraba el corazón de sus enemigos. También era el tótem protector de la tribu Garou que llevaba su nombre. Ahora todas las piezas empezaban a encajar.
-Es por los cachorros muertos del Clan del Lobo Invernal, ¿verdad? ¿Nos ha enviado la ventisca para vengarse de nosotros?
-¡Sí, sí!-, respondió emocionado el cuervo.
-Pero no tenemos nada que ver con la muerte de esos cachorros-, protestó Lars.
El espíritu iba a responderle algo, pero fuera lo que fuera se convirtió en un graznido de puro terror y levantó el vuelo tan rápido como pudo. Maldiciendo, Lars miró a su alrededor y vio a dos espíritus del viento volando furiosos directamente hacia él. Sin perder un instante, el Theurge salió corriendo hacia el pequeño estanque de agua desde el que había caminado de lado, perseguido de cerca por los espíritus del viento, que lo zarandeaban y lo empujaban violentamente como si fuese un muñeco de trapo en las manos de unos niños que se peleasen por él.
A lo lejos, Lars pudo escuchar el enorme rugido de una inmensa bestia. El cielo umbral comenzó a oscurecerse de pronto, cubierto por un manto de nubes grises. Los espíritus soltaron al Theurge para recorrer con deleite las primeras energías de la ventisca espiritual. Lars no perdió el tiempo. Se concentró en observar su reflejo en el agua, cruzó la Celosía y se encontró de improviso en el mundo material. Aturdido, miró a su alrededor. Aquí el cielo seguía despejado, pero no permanecería así mucho tiempo.
El joven Theurge lanzó un aullido de advertencia a sus hermanos que estaban de caza. El mensaje fue breve y muy claro: "La ventisca volverá muy pronto. Regresad al refugio". Sus hermanos le respondieron desde algún lugar en los bosques. Lars comenzó a correr de vuelta mientras el viento volvía a traer copos de nieve y las nubes oscurecían el cielo nuevamente.
-Está bien. Acepto. Mi nombre es Lars. Soy una Luna Creciente de la tribu de la Camada de Fenris. Ahora dime por favor qué está ocurriendo?
-El Gran Wendigo está muy enfadado con vosotros-, le respondió el cuervo con un graznido suave que invitaba a la conspiración.
Lars sabía que el Gran Wendigo era un Incarna, un poderoso espíritu, que merodeaba por las heladas tierras del norte. Se decía que era un caníbal y que devoraba el corazón de sus enemigos. También era el tótem protector de la tribu Garou que llevaba su nombre. Ahora todas las piezas empezaban a encajar.
-Es por los cachorros muertos del Clan del Lobo Invernal, ¿verdad? ¿Nos ha enviado la ventisca para vengarse de nosotros?
-¡Sí, sí!-, respondió emocionado el cuervo.
-Pero no tenemos nada que ver con la muerte de esos cachorros-, protestó Lars.
El espíritu iba a responderle algo, pero fuera lo que fuera se convirtió en un graznido de puro terror y levantó el vuelo tan rápido como pudo. Maldiciendo, Lars miró a su alrededor y vio a dos espíritus del viento volando furiosos directamente hacia él. Sin perder un instante, el Theurge salió corriendo hacia el pequeño estanque de agua desde el que había caminado de lado, perseguido de cerca por los espíritus del viento, que lo zarandeaban y lo empujaban violentamente como si fuese un muñeco de trapo en las manos de unos niños que se peleasen por él.
A lo lejos, Lars pudo escuchar el enorme rugido de una inmensa bestia. El cielo umbral comenzó a oscurecerse de pronto, cubierto por un manto de nubes grises. Los espíritus soltaron al Theurge para recorrer con deleite las primeras energías de la ventisca espiritual. Lars no perdió el tiempo. Se concentró en observar su reflejo en el agua, cruzó la Celosía y se encontró de improviso en el mundo material. Aturdido, miró a su alrededor. Aquí el cielo seguía despejado, pero no permanecería así mucho tiempo.
El joven Theurge lanzó un aullido de advertencia a sus hermanos que estaban de caza. El mensaje fue breve y muy claro: "La ventisca volverá muy pronto. Regresad al refugio". Sus hermanos le respondieron desde algún lugar en los bosques. Lars comenzó a correr de vuelta mientras el viento volvía a traer copos de nieve y las nubes oscurecían el cielo nuevamente.
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