jueves, 29 de noviembre de 2012

MATA-PARIENTES (1 - 6)


Mina de  uranio
6 de marzo de 1992

El joven alfa no había permanecido ocioso cuando Faruq se alejó para infiltrarse en la mina. Todo lo contrario, había supuesto que su hermano podía ser descubierto y organizó rápidamente al resto de la manada de cara a un posible rescate. Si ocurriría lo peor, les explicó, cargarían por el mismo camino que recorría ahora su hermano, llevándose por delante todo lo que encontrasen a su paso. Una vez que rescatasen a Faruq, retrocederían juntos hasta la seguridad de los bosques que se encontraban al otro lado del camino humano. Por tanto, Mata-Parientes ordenó a su manada que se acercaran todo lo posible a los límites del bosque sin que se les viese desde el camino humano.

La espera casi logró desquiciar a Mata-Parientes. Aunque sabía que el hecho de que no ocurriese nada significaba que Faruq todavía estaba a salvo, el lobo Fianna se sentía extremadamente impaciente. Estaban en el territorio del Wyrm, el enemigo ancestral de los Garou, y todos sus instintos Ahroun clamaban gritándole que liberase su rabia contra sus siervos. Mata-Parientes nunca había sentido odio. Esa era una emoción demasiado humana y extraña para él, pero las criaturas del Wyrm despertaban un violento rechazo que parecía poseer vida propia. Por ello, el joven Garou se sentía desgarrado por dentro ante la necesidad de matar y destruir a sus enemigos. No obstante, aguardó usando la poca paciencia que le quedaba para dar más tiempo a Faruq.

No tuvo que esperar demasiado tiempo, ya que un ruido atronador sonó en la distancia. Mata-Parientes reconoció el ruido de inmediato, al igual que sus hermanos.

-¡Un disparo!-, indicó innecesariamente Voz-de-Plata.

-¡Seguidme!-, ladró con salvajismo Mata-Parientes, avanzando mientras obligaba a su cuerpo a adoptar la forma Hispo del lobo prehistórico.

El resto de la manada se apresuró a alcanzarle, corriendo mientras adoptaban la forma mitad lobuna mitad humana de Crinos. Los cuatro cruzaron juntos el camino humano, sin encontrarse con ninguna de sus máquinas apestosas y siguieron corriendo directamente hacia las cuevas humanas. De la primera de ellas,  situada a unos veinte pasos, salió algo que apenas apenas podía ser considerado ya un hombre. Era casi tan alto como un Garou en forma Crinos. La piel de su cara y sus manos estaba cubierta de pústulas, llagas y heridas, cuyo hedor a azufre y putrefacción les llegaba incluso a la distancia a la que se encontraban los jóvenes Garou. Las pieles con las que se cubría estaban rotas por la presencia de púas óseas en los codos, rodillas y hombros. Y lo que era peor, estaba armado con uno de esos colmillos humanos que podían golpearte a distancia.

El hombre levantó su colmillo humano y provocó de nuevo otro gran ruido. Detrás suyo, Voz-de-Plata gimió de dolor cuando fue golpeado por el impacto del colmillos.

-¡Plata! ¡Son balas de plata!-, chilló el Galliard tratando de sobreponerse al dolor agónico que sentía en esos momentos.

La rabia de Mata-Parientes le ardía en las entrañas como un fuego abrasador. Se abalanzó sobre el  fomor antes de que pudiese volver a usar su colmillo humano y le mordió con sus enormes fauces a la altura del tobillo, enviándolo al suelo de un fuerte tirón. Canción-Oculta llegó a su lado y hundió una de sus garras en el pecho de la criatura. A pesar de la fuerza que le confería su forma Crinos, sólo logró clavar el filo de sus garras unos centímetros contra la correosa piel de la criatura. Unos pequeños gusanos armados con unas pequeñas mandíbulas negras en el extremo de sus bocas, salieron reptando de las heridas ayudados por la sangre derramada. Lars se acercó ayudando a caminar a Voz-de-Plata y protegiéndolo contra una de las paredes de la cueva humana.

La criatura intentó patear a Mata-Parientes para que le soltase el tobillo. El Ahorun soltó su pierna ignorando sus patéticos esfuerzos y se puso encima de él, mordiéndole el vientre con todas sus fuerzas. Esta vez manó más sangre, gusanos y trozos de carne, pero ni siquiera el grueso pellejo del fomor pudo soportar la gravedad de las heridas y la criatura chilló hasta morir.

Cuando Mata-Parientes levantó la vista, comprobó que sus hermanos estaban bien. Lars estaba curando las heridas de Voz-de-Plata y Canción-Oculta había debido invocar algún don concedido por los espíritus, porque su cuerpo brillaba con un fuerte fulgor plateado que hacía daño a los ojos si se lo miraba directamente.

A pesar de que la muerte del fomor no había saciado el ansia de destrucción del Ahroun, la aparición de la nada de dos mujeres de pieles arrugadas, colmillos afilados como tiburones y brazos terminados en horribles filos metálicos hizo que volviese a sentir aquel poderoso impulso de destrucción. Ignorando cualquier precaución de seguridad, cargó de frente contra una de ellas. Canción-Oculta hizo lo mismo contra la otra.

El lobo alfa obligó a la Perdición materializada a ceder terreno, mordiéndola varias veces mientras la perseguía sin darle tregua. Su carne no tenía el sabor de los seres vivos; en realidad, no tenía sabor alguno, como si fuese una vulgar imitación. La Perdición le atacó con sus garras, haciéndole pequeños cortes en una de sus patas y en la parte alta de su lomo, pero eso sólo consiguió enfurecer más a Mata-Parientes, hasta que el Ahroun consiguió apresar su cabeza contra sus fauces. La Perdición se debatió furiosa y le hizo un corte profundo en su vientre. Sin embargo, tras unos quejidos parecidos a los que haría una rama seca al partirse, Mata-Parientes logró reventarle la cabeza.

El Ahroun no tuvo tiempo para buscar con la mirada a sus hermanos de manada, ya que otra figura salió de una de las cuevas humanas. Parecía una mujer fuerte, alta para ser una humana, con una larga melena oscura y mucho vello por todo su cuerpo desnudo. Tenía numerosos dibujos que los humanos llamaban tatuajes por todo su cuerpo. La mujer lo miró con ojos enloquecidos y luego se rió sin control, mientras su cuerpo crecía de tamaño hasta adoptar una forma Crinos cubierta por un pelaje negro salpicado de marcas de sarna y heridas supurantes.

"¡Danzantes de la Espiral Negra!", se percató Mata-Parientes sintiendo una horrorosa familiaridad ante la figura que veía. Aún quedaban en ella suficientes rasgos Garou para reconocerla como un ser de su misma raza. Sin embargo, una sensación nauseabunda suplantó todo amago de empatía por parte del joven alfa. Ella sentía la misma conexión con Gaia que él, pero había elegido darle la espalda y adorar al Wyrm, al Corruptor y Destructor. Luego en cuestión de segundos, el asco dio paso a la rabia, adoptando también la forma Crinos sin pretenderlo.

La Danzante le ladró agresivamente para que se sometiera ante ella. Mata-Parientes, furioso más allá de toda razón, hizo caso omiso del ruido de otros colmillos humanos a su alrededor y se lanzó contra ella con un mensaje de muerte ardiendo en sus ojos. La Danzante se apartó en el último momento, evitando un impacto directo. Luego aulló con salvaje alegría. Al hacerlo, la piel que había bajo su pelaje se cubrió de gruesas y grandes escamas.

Mata-Parientes intentó destrozarle la cara con sus garras, pero la Danzante fue lo bastante rápida para apartarse del golpe sin sufrir ni un rasguño. Sin embargo, no pudo apartarse de un segundo golpe, que se hundió en uno de sus hombros, dejando tras de sí un pequeño surco de sangre que hizo que la Danzante dejase por fin de reír.

Siguieron atacándose mutuamente sin que ninguno diese al otro ningún cuartel. El combate estaba peligrosamente igualado. Mata-Parientes percibió una sombra saliendo de la cueva por la que había salido la   mujer contra la que luchaba. "¿Otro Danzante de la Espiral Negra?", pensó con un breve resquicio de cordura. Lanzó un poderoso golpe para apartar a la Danzante durante unos segundos y buscar a sus hermanos con la mirada.

Ellos también tenían sus propios problemas. Canción-Oculta seguía enfrentándose contra la Perdición que los había atacado, mientras que esta vez era Lars quien estaba en el suelo herido por el impacto de uno de los colmillos humanos. Cerca de ellos, Voz-de-Plata estaba peleándose cuerpo a cuerpo contra otro fomor grotesco y deforme, con la piel recubierta por una sucia capa de moho verde.

Mata-Parientes sintió un aguijonazo de dolor. La Danzante había aprovechado su despiste para clavarle sus garras en el brazo. El Fianna soltó un gruñido de dolor con los dientes apretados y le devolvió el golpe, llevándose con él sangre y trozos de carne del vientre. La Danzante aulló de dolor, apartándose de golpe.

Alguien se colgó de su espalda, derribándolo al suelo. Era un Crinos enorme, con una piel escamada sin ningún pelaje que la protegiera del frío. Mata-Parientes se revolvió en el suelo boca abajo sin poder escaparse, pero su atacante siguió forcejeando con él y riéndose triunfante.

Justo en ese momento, todos los presentes pudieron escuchar el sonido producido por un viejo cuerno, cuyas reverberaciones alcanzaron toda la mina. Mata-Parientes notó algo extremadamente familiar y lejano en aquel sonido. Durante unos instantes, creyó escuchar la mismísima voz de los primeros antepasados Garou, de los tiempos en que ni siquiera existían las tribus. El sonido del cuerno entró en él y Mata-Parientes  notó el espíritu del Primer Ahroun poseyéndolo por completo.

-.-

Cuando volvió a recuperar el control de sus actos, se sentía confuso. Su vista se recuperó a duras penas, observando la caótica destrucción que lo rodeaba. Cuatro cuerpos humanos yacían destrozados a su alrededor sobre el suelo rocoso, en diversos estados de desmembramiento y muerte. Sus colmillos humanos yacían tirados como árboles frágiles que hubiesen sufrido la ira de los fuertes vientos.

Él mismo tenía en su cuerpo graves heridas que no podría curar por sí mismo ni el poderoso cuerpo de un Garou. Se sentía débil y cansado, y su sangre manchaba la tierra al igual que la de sus enemigos. Miró a su alrededor. Canción-Oculta trataba de ponerse en pie, ayudando a Faruq, que tenía varias heridas producidas por colmillos humanos.

Ya había anochecido y Selene brillaba plateada en el cielo negro con su rostro de luna gibosa. Se hallaban junto a la valla que rodeaba la mina, bajo una de las torres. Mata-Parientes no vio a Lars ni a Voz-de-Plata en el fondo de la mina ni en sus alrededores, pero sí vio a numerosos enemigos.

Desde las cuevas humanas venían corriendo tres enormes figuras en forma Crinos, con pelajes oscuros y marcas de deformidades. Una de ella tenía dos pozos de llamas verdes en lugar de ojos, unas fauces serpentinas y un pelaje gris enmarañado. Los Danzantes llegarían a ellos en pocos minutos. El lobo Fianna estaba seguro de que les aguardaba un destino peor que la muerte, si caían en manos de sus enemigos. "Todo es culpa mía", se recriminó en silencio. Decidió adoptar la única solución posible.

-¡Marchaos!-, gruñó a sus hermanos. -¡Os conseguiré todo el tiempo que pueda!

-¡No!-, le desafió Canción-Oculta. -¡No te abandonaremos! ¡Moriremos juntos luchando como una manada!

-¡No nos iremos!-, susurró Faruq al tiempo que pequeños hilos de sangre caían desde sus colmillos.

-¡Avisad a los Wendigo!-, les ordenó Mata-Parientes mientras gruñía amenazador al Colmillo Plateado.

Lágrimas de frustración inundaron los ojos de Canción-Oculta, pero tuvo que aceptar su decisión. Tiró de Faruq y lo llevó hacia el camino humano sin que el Ragabash tuviese fuerzas para resistirse.

Mata-Parientes vio cómo sus enemigos se acercaban más y más, y aulló su desafío para recibirles:

-¡Soy Mata-Parientes, Ahroun de la tribu Fianna!

Cuando al fin llegaron ante él, Mata-Parientes se sintió reafirmado en su decisión. Su manada jamás hubiese logrado derrotarlos. Uno de los Danzantes tenía un grueso labio leporino, la piel cubierta por hongos y moho, y estaba cojo de su pata izquierda, pero a pesar de todos esos defectos era con mucho el Garou más alto que había visto en su vida y su cuerpo parecía ser puro músculo. El otro era un hombre lobo en forma Crinos completamente normal, a excepción de su pelaje gris sucio con manchas de óxido rojo.

La Danzante de las llamas verdes en lugar de ojos alzó sus zarpas para detener a sus compañeros y se adelantó unos pasos para encararse personalmente con el joven Fianna.

-Reconozco que eres un guerrero muy valiente-, gruñó con voz severa. -Si te rindes ahora, te perdonaremos tu mísera vida y te ofreceremos la oportunidad de asesinar y destruir en nombre del Wyrm.

-¡Nunca!-, gruñó con firmeza Mata-Parientes. Luego, saltó para caer sobre ella, tratando de matar al menos a aquella Danzante, que parecía la alfa de su propia manada.

No obstante, la Danzante abrió sus fauces y vomitó sobre él un torrente de llamas verdes. Mata-Parientes aulló de dolor mientras aquel fuego tóxico quemaba todo su cuerpo hasta dejar únicamente unos restos humeantes. Por fortuna, no tardó mucho tiempo en morir.

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