Vancouver, Columbia Británica
25 de mayo de 1994
EL Theurge de la manada de las Cinco Garras de Gaia observaba impasible el trágico devenir de los acontecimientos. Su yo menos cínico se preguntaba si era posible que la misma Gaia hubiese transmitido un mensaje de guerra y muerte como el que pregonaba Guttooth, pero su lado más racional sospechaba que tal cosa sólo era un envite desesperado por parte de los Señores de la Sombra para tomar el poder del Clan del Pacto. En realidad, en esos momentos importaba poco que el mensaje del "Sacerdote de Gaia" fuese cierto o no, ya que ningún Garou podría detener el violento debate que estaba teniendo lugar en el túmulo.
-Soy "Descubre-al-Wyrm", una Media Luna de la tribu de las Furias Negras, y deseo pedir la palabra-, urgió una mujer de mediana edad que tenía una larga melena ensortijada y ojos castaños. -Estoy de acuerdo con la mayor parte de lo que habéis dicho tanto unos como otros en este Consejo Abierto. Es cierto que los humanos pueden ser una gran amenaza para la Madre Diosa. También es cierto que la influencia de nuestra Parentela y nuestros mejores esfuerzos diplomáticos no parecen debilitar la tendencia destructiva con la que el Wyrm ha marcado a la humanidad, pero ¿no es cierto también que gracias a la Alianza con las sanguijuelas y los humanos de Vancouver hemos controlado y eliminado de la ciudad la presencia de las empresas del wyrm? ¿No es cierto que hemos logrado limitar los peores efectos de la contaminación humana? ¿No es cierto que gracias a estos acuerdos podemos cuidar mejor de nuestro túmulo?
Una chica joven se levantó a su lado para hablar. Tenía el rostro enrojecido y los puños apretados por la rabia. Llevaba el pelo cortado a máquina y lucía un complejo tatuaje tribal en la mitad derecha de su cara.
-¡No estoy de acuerdo contigo hermana!-, dijo señalándola directamente con el dedo. -Puede que la Alianza limite las distracciones en nuestra guerra. Eso te lo concedo. Ahora yo te pregunto, ¿cuántos tratados apalabrados con las sanguijuelas han durado más de unas pocas décadas? ¿Quién crees que tiene más influencia entre los humanos, el Wyrm o nosotras?
Las dos mujeres continuaron discutiendo acaloradamente entre ellas a pesar de que ya hubiese terminado su turno para hablar. No fueron precisamente las únicas. La discusión y el enfrentamiento se habían extendido por todos los presentes, mientras el Captor de la Verdad, Caza-las-Sombras, el Maestro del Rito, Arthur Cunningham, y algunos Ancianos trabajaban sin descanso para evitar que los enfrentamientos llegasen a la sangre. Extrañamente, fue el aullido furioso de un enorme lobo de pelaje rojizo como la sangre, uno de los cinco Garras Rojas que habían acudido al Consejo Abierto, lo que acalló las discusiones más tensas.
-Los míos me llaman Vengador-de-Selene. Os diré algo que ya sabéis, pero que preferís ignorar. Cualquier paz tácita con los humanos y los cadáveres es una paz tácita con el Wyrm. Al final, todos tendréis que enfrentaros a la realidad que no queréis ver ante vuestros hocicos: no existe más opción que el combate. ¿Alguno de vosotros se atreverá a decir que son los peces, los animales, los pájaros o incluso las plantas las que expanden los venenos del Wyrm en las aguas, los cielos y la tierra de la Gran Madre? Sólo hay una cosa que debemos recordar: donde hay humanos, hay Tejedora y hay Wyrm.
"La vieja discusión", reflexionó en silencio el Theurge. El discurso de Vengador-de-Selene no era nuevo por parte de los suyos. La tribu de los Garras Rojas era única en la Nación Garou porque sólo procreaban con lobos. Despreciaban a la humanidad por sus crímenes contra Gaia y la abrumadora mayoría de ellos eran partidarios de restablecer el Impergium al precio que fuese necesario. Por fortuna, el resto de las tribus habían unido fuerzas para evitar que lograsen su empeño sin recurrir a la guerra abierta, pero eso no les disuadía en absoluto de seguir pidiendo incansablemente el exterminio de la humanidad. De hecho, siempre corrían rumores de unos pocos seres humanos que desaparecían misteriosamente en los territorios salvajes que aún controlaban los Garras Rojas.
-Comprendo tu dolor, Vengador-de-Selene-, dijo Rossalinde, la prima Garou de Voz-de-Plata, al levantarse ella también. Lars se había abstraído tanto del debate que no se había dado cuenta de que la joven había tomado la palabra, -aunque también comprendo las reticencias de las tribus. Al fin y al cabo, ¿quiénes entre nosotros no tiene a un humano como familiar, amigo o amante? La decisión es difícil de aceptar debido a nuestros fuertes lazos con la humanidad. Personalmente, estoy de acuerdo con el Sacerdote-de-Gaia y también opino que cuando hablamos de los humanos no podemos valorar las acciones de nuestros más allegados sino la de los humanos como especie... y al hacerlo, debemos recordar que nuestra Madre se muere.
Lars se quedó boquiabierto al escuchar a una respetada Garou, a una conocida pacifísta procedente de una tribu de Garou tolerantes y santurrones, manifestarse tan favorablemente a favor de la guerra contra la humanidad y el restablecimiento del Impergium. Rossalinde parecía sinceramente apenada, como si estuviese tomando una decisión extremadamente triste pero inevitable. Su intervención provocó una oleada de exclamaciones de sorpresa.
-¿Pero está loca?-, farfulló Voz-de-Plata asustado. -¿Se da cuenta de lo que ha hecho?
-¿Qué es esto?-, preguntó un hombre de mediana edad, que medía un metro sesenta y cinco de estatura y tenía el pelo negro y lacio. Era Nelson Chang, el líder de los Hijos de Gaia de Vancouver y uno de los Ancianos del Clan del Pacto. -Después de décadas de esfuerzos y dificultades, ¿vamos a tirarlo todo por la borda? Los humanos son criaturas de Gaia, como lo son los Garou o cualquier otra especie animal. ¿Vais a permitir que este autoproclamado "Sacerdote de Gaia" destruya en una sola noche la semilla que plantamos con tanto sacrificio? ¿Qué pretendéis hacer? ¿Mataréis a todos los humanos adultos, mujeres embarazadas, niños y recién nacidos?
Aunque la mirada del líder de los Hijos de Gaia no se separó ni un segundo de los ojos de Rossalinde, sus palabras iban dirigidas a todos los presentes. A pesar de la más que probable agitación que estuviese sufriendo en su interior, Nelson Chang hablaba con un tono de voz extremadamente tranquilo y sereno.
Otro Anciano se incorporó lentamente para hablar. Como líder de los Roehuesos de Vancouver, era un digno ejemplar de su especie. Debía tener unos cincuenta y cinco años. De postura encorvada y hombros anchos, su pelo gris ya empezaba a ralear y estaba manchado con sustancias en las que era mejor no pensar; es más, parecía que su barba gris y pimienta fuera capaz de contener a una nutrida población de roedores. Iba vestido con cualquier cosa que hubiese encontrado en los cubos de basura: cinco o seis camisetas unas encima de otras, unos pantalones vaqueros raídos y un sucio abrigo de marinero. Pocos que no lo conociesen de antemano dirían que era un Garou en lugar de un maloliente mendigo callejero.
-Me llaman Padre Isaac-, farfulló al principio para ganar seguridad poco después. -Sinceramente, creo que Guttooth está chalado y también creo que algunos de vosotros sois más estúpidos de lo que parecíais. Habláis con pura naturalidad de combates nobles por salvar a Gaia y de una guerra total que devolvería a la humanidad a su lugar natural. ¡Sois un atajo de imbéciles! ¿No veis las devastadoras fuerzas que los humanos podrían lanzar contra el planeta y contra la Nación Garou? Sé que vuestros valerosos corazones no querrán pensar en esa pregunta, sino en devolver algunos golpes en una lucha directa y honorable. ¡Imbéciles! ¡Imaginad por un momento el terrible precio que habría que pagar si obtuvieseis esa victoria! La mayor parte de Gaia quedaría convertida en cenizas y las fuerzas del Wyrm podrían masacrar a placer a los supervivientes. ¡La Gran Madre se convertirá en una tumba silenciosa si persistís en esta locura perversa!
Los argumentos de los dos Ancianos cayeron como una pesada losa sobre los Garou presentes en el Consejo Abierto. "Es fácil hablar de gloria y honor", reflexionó Lars en silencio, "pero no lo es tanto imaginar las expresiones de las víctimas inocentes cuyas vidas están en juego o darte cuenta de que tus acciones podían ayudar definitivamente al Wyrm a destruir a Gaia".
-Yo, Heraldo-de-Trueno, de la tribu de los Señores de la Sombra, pido la palabra-, intervino otro Garou. De unos treinta años, tenía el pelo castaño oscuro, barba recortada y una complexión física envidiable. -Veo que muchos de vosotros teméis el destino que hemos de afrontar. ¿Creíais que el Wyrm se limitaría a luchar con horribles monstruos? Desde la época romana, el Wyrm y la Tejedora han extendido su poder sobre Gaia gracias a los humanos. Todos vosotros podéis ver con vuestros propios ojos la devastación que causó en Gaia el fin del Impergium. ¿Y quiénes fueron los que liberaron a la humanidad de su responsabilidad para con Gaia? Los Colmillos Plateados.
Fueron ellos los que ordenaron la Guerra de la Rabia contra los otros cambiaformas, cuando masacramos a especies de las que hoy en día ni siquiera recordamos su nombre. Fueron los mismos Colmillos Plateados los que provocaron las guerras de las tribus en la Edad Media. Fueron los malditos Colmillos Plateados los que usaron la Corona de Plata en las islas británicas para que los Fianna y la Camada de Fenris se masacrasen entre sí, provocando un intenso conflicto que dura hasta la actualidad en algunas zonas de la Islas Británicas. Los mismos que permitieron que las tribus europeas robasen los túmulos de los Wendigo y los Uktena y masacrasen a su Parentela nativo americana. Fueron los mismos Colmillos Plateados los que permitieron por despecho que los Garras Rojas acabasen con las vidas de los Hijos de Gaia de Rusia y, al mismo tiempo, que exterminasen a toda la tribu de los Tasmanos en Australia.
Ésta es la tribu que sugirió firmar una tregua con los humanos y las sanguijuelas, los dos grandes peones del Wyrm. Está claro que la locura gobierna sus mentes, debilitándolas, atrofiándolas. ¿Vamos a permitirnos que su demencia arrastre a la derrota y la muerte a toda la Nación Garou? ¿Vamos a consentir que hundan en la corrupción y el olvido a la Gran Madre?
Nuevamente, volvieron a estallar pequeños grupos de coros de rugidos y voces. Algunos protestaron contra el malintencionado discurso de Heraldo-de-Trueno, otros apoyaron el mensaje del Sacerdote-de-Gaia. Los pequeños tumultos volvieron a aparecer inevitables. Uno de los agitadores, un lobo de pelaje blanco como la nieve procedente de la tribu Wendigo, logró hacerse oír de algún modo por encima de la multitud.
-Me conocen como Voz-del-Pueblo-Viejo. Quiero recordaros que desde hace algún tiempo, no hemos organizado ningún gran ataque contra las fuerzas del Wyrm. Nuestros hermanos Garou mueren en la guerra del Amazonas y en otros frentes, pero nosotros no combatimos porque nuestros líderes nos ordenan defender el túmulo a cualquier coste. Y yo os pregunto, cuando el Wyrm haya desfigurado tanto el rostro del Gran Espíritu que ni tan siquiera podamos reconocerlo, ¿cómo se supone que vamos a defender este lugar de sus ejércitos? Las fuerzas del Wyrm se hacen más poderosas con cada invierno de tregua que les demos. Ha llegado el momento de atacar y la única elección correcta es que la Nación Garou cargue contra los invasores humanos.
Unos pocos Uktena y Wendigo mostraron su total conformidad con el enérgico discurso de Voz-del-Pueblo-Viejo, un discurso de guerra que apelaba a las heridas más recientes de las dos tribus Garou de origen nativo americano. Afortunadamente, otro Anciano Garou se puso en pie para contestarle.
Era Jim George, el líder de los Wendigo, un hombre nativo americano, de un metro noventa de estatura y unos cien kilos de peso, aunque sus hombros anchos y su musculatura bien desarrollada daban fe de su constitución fornida. Debía rondar los treinta años, tenía el rostro ancho y la nariz ancha, ojos oscuros y llevaba su pelo negro recogido en una trenza ceremonial hasta la altura de los hombros. Iba vestido con un traje tradicional nativo americano hecho de piel curtida.
-Soy Jim George, Luna Llena de la estirpe de Wendigo-, dijo lentamente. -Tú, Voz-del-Pueblo-Viejo, y todos los que estáis de acuerdo con Guttooth estáis confundiendo nuestros problemas, que deben ser resueltos en orden en los momentos más apropiados para ello. Te creía más sabio, Voz-del-Viejo-Pueblo. ¿Acaso no ves que el Sacerdote de Gaia no es más que otro ambicioso invasor europeo? ¿Deseas esclavizar a toda nuestra tribu bajo su tiranía y la de los suyos?-, el hombre se volvió para observar a los Garou presentes en la reunión con sus fríos ojos oscuros. -Hace mucho tiempo juramos ante Gaia y los poderosos espíritus de este lugar sagrado que protegeríamos este túmulo de la profanación del Wyrm. Parece que algunos habéis olvidado que también juramos no sólo que las tribus de Vancouver no irían a la guerra entre sí, sino que protegeríamos a los humanos que habitasen en los territorios del Clan del Pacto. Ese fue un compromiso de honor que los antepasados de las trece tribus en Vancouver juraron respetar. No permitiré que lo olvidéis nunca.
Era Jim George, el líder de los Wendigo, un hombre nativo americano, de un metro noventa de estatura y unos cien kilos de peso, aunque sus hombros anchos y su musculatura bien desarrollada daban fe de su constitución fornida. Debía rondar los treinta años, tenía el rostro ancho y la nariz ancha, ojos oscuros y llevaba su pelo negro recogido en una trenza ceremonial hasta la altura de los hombros. Iba vestido con un traje tradicional nativo americano hecho de piel curtida.
-Soy Jim George, Luna Llena de la estirpe de Wendigo-, dijo lentamente. -Tú, Voz-del-Pueblo-Viejo, y todos los que estáis de acuerdo con Guttooth estáis confundiendo nuestros problemas, que deben ser resueltos en orden en los momentos más apropiados para ello. Te creía más sabio, Voz-del-Viejo-Pueblo. ¿Acaso no ves que el Sacerdote de Gaia no es más que otro ambicioso invasor europeo? ¿Deseas esclavizar a toda nuestra tribu bajo su tiranía y la de los suyos?-, el hombre se volvió para observar a los Garou presentes en la reunión con sus fríos ojos oscuros. -Hace mucho tiempo juramos ante Gaia y los poderosos espíritus de este lugar sagrado que protegeríamos este túmulo de la profanación del Wyrm. Parece que algunos habéis olvidado que también juramos no sólo que las tribus de Vancouver no irían a la guerra entre sí, sino que protegeríamos a los humanos que habitasen en los territorios del Clan del Pacto. Ese fue un compromiso de honor que los antepasados de las trece tribus en Vancouver juraron respetar. No permitiré que lo olvidéis nunca.
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