Carretera 404, Ontario (Canadá)
7 de marzo de 1992
El joven Colmillo Plateado bostezó sin poder evitarlo, mientras miraba con aburrimiento la monótona área de descanso en la que habían detenido el tráiler después de recorrer tres horas de autovías y carreteras siempre en dirección norte. Lars había aprovechado el alto para curar las heridas de Faruq y Voz-de-Plata. A continuación, Canción-Oculta se había ofrecido voluntario para hacer guardia mientras sus hermanos dormían como podían dentro de la cabina del tráiler.
El área de descanso que habían elegido no era muy grande. El suyo era el único vehículo estacionado y no se veía a ninguna persona por los alrededores. A un lado tenían la autovía y al otro una línea caótica de árboles y maleza, parcialmente oculta por la nieve y el hielo.
Un movimiento dentro de la cabina atrajo la atención del Philodox. Al echar un vistazo, vio que Lars se había despertado y se incorporaba lentamente.
-¿Qué hora es?-, preguntó su hermano con un susurro ahogado repentinamente por un bostezo.
-Son las doce y media de la mañana-, le respondió el Philodox con la voz igual de baja. -¿No consigues dormir?
-No-. Le respondió Lars. -He dormido en sitios peores, pero tengo un hambre de lobo. No recuerdo la última vez que comí algo.
Canción-Oculta sabía perfectamente que el Fenris no estaba siendo completamente sincero. Todos tenían hambre, cierto, pero no era eso lo que impedía dormir plácidamente al Theurge. "¡Es el Narlthus!", pensó. Percibimos su presencia inconscientemente, incluso en sueños.
Canción-Oculta sabía perfectamente que el Fenris no estaba siendo completamente sincero. Todos tenían hambre, cierto, pero no era eso lo que impedía dormir plácidamente al Theurge. "¡Es el Narlthus!", pensó. Percibimos su presencia inconscientemente, incluso en sueños.
-Fueron las raciones de Bill.
-¿Eh? ¿Qué dices?
-Digo que lo último que comimos fueron las raciones de Bill, cuando buscábamos la herida en la tierra de la que te había hablado Búho-, le explicó pacientemente mientras seguía atento al exterior.
-Ah, es verdad. Lo había olvidado, -el Theurge tenía una mirada anhelante muy humana en esos momentos.
Hubo un largo silencio en el que ninguno de los dos dijo nada. Lo único que hicieron fue quedarse sumidos en sus propios pensamientos mientras vigilaban el exterior del tráiler a la espera de que ocurriese algo. Al final, Canción-Oculta se volvió para comprobar que sus hermanos seguían durmiendo y habló en voz baja:
-Oye, Lars, quiero hablar contigo ahora que Faruq y Voz-de-Plata están durmiendo.
-Dime, dime.
-Nuestra manada no puede permanecer sin alfa por más tiempo-, afirmó Canción-Oculta. -Esto no ha acabado. Lo sabes. Tenemos que tomar muchas decisiones importantes.
-Ya lo sé-, respondió malhumorado Lars. -Supongo que no quería tocar el tema... y que todavía estoy asimilando la muerte de Mata-Parientes. -La voz del Theurge perdió mucha de su fuerza cuando mencionó el nombre de su hermano fallecido.
-Yo también lo hecho de menos-, le respondió. -No sabes cuánto deseaba oír sus ronquidos mientras hacía guardia y vosotros dormíais. Pero él ya no está aquí y nosotros tenemos problemas muy urgentes. ¿Te has preguntado qué vamos a hacer con el meteorito que encierra a Narlthus? No podemos seguir recorriendo el país sin saber a dónde queremos llevarlo. Seguro que los siervos del Wyrm están utilizando todos sus recursos para encontrarnos.
-Yo también lo creo. Está bien. Hablémoslo. ¿Quieres ser tú el alfa de nuestra manada?
-En realidad estaba pensando en ti.
-¿En mí? No quiero serlo ni valgo para eso.
-¡Piénsalo bien!-, insistió él. -Todos te respetamos. Tus consejos son sabios. Luchaste como un demonio cuando estábamos en el edificio del Wyrm. Francamente no se me ocurre a nadie mejor para liderarnos. Creo que sabes que si reclamas ese privilegio nadie te lo discutiría.
-No, no, -protestó Lars. -No voy a hacerlo. Lo siento... De hecho, creo que el alfa deberías serlo tú.
-¿Yo?-, preguntó incrédulo el Philodox. -Debes estar bromeando. Toda la Nación Garou se reirá de nosotros si nuestra manada tiene a un metis como alfa.
-No me importa lo que piensen ellos-, le respondió el Fenris. -Lo sepas o no, eres un metis con el corazón de un auténtico líder. Has mantenido unida a la manada frente a todas las adversidades que nos han caído encima, tu voz tiene mucho peso en nuestras decisiones y tu orgullo no te impide escucharnos y adaptar tus ideas a las nuestras.
Sus palabras le afectaron mucho y aguardó en silencio durante largos minutos para poner en orden sus propios pensamientos. Era cierto que al principio había desafiado a Mata-Parientes por el liderazgo de la manada, pero luego había descubierto que lo había hecho únicamente porque eso era lo que su tribu y su familia esperaban de él. Por muy metis que fuera, seguía siendo un Colmillo Plateado. Únicamente cuando murió Mata-Parientes, Canción-Oculta había comprendido las verdaderas responsabilidades que implicaba el liderazgo.
-Está bien, yo lo reclamaré-, respondió finalmente Canción-Oculta-, pero debes prometerme una cosa.
-Tú dirás.
-Quiero tu palabra de que cuando me equivoque siempre me brindarás tus sabios consejos-, dijo el Philodox mirándole directamente a los ojos. -Sólo seré un buen líder si no teméis irritarme o avergonzarme. Y si por alguna razón la locura nublase mis pensamientos o mis actos, tendrás que desafiarme.
-Te lo juro solemnemente, Canción-Oculta.
Ambos se dieron la mano con mucha ceremonia. Sin embargo, vio cómo la tranquilidad abandonaba la mirada de Lars. El joven metis se volvió para mirar por el parabrisas ahí fuera. Un hombre anciano acaba de salir de entre los árboles y caminaba con paso tranquilo en su dirección, levantando un brazo para saludarles.
-¡Despertad! ¡Vamos!-, urgió a Voz-de-Plata mientras le tiraba del brazo que asomaba por detrás de los respaldos de los vehículos.
-¿Qué ocurre?-, preguntó Faruq de inmediato. -¿Nos atacan?
Todos se quedaron mirando al anciano que se acercaba caminando sin dificultades sobre algunas de las placas de hielo que cubrían el suelo bajo los árboles. Su pelo corto era completamente blanco, su rostro estaba cubierto de arrugas y sus ojos marcadamente rasgados revelaban sus orígenes asiáticos. Vestía unas ropas de invierno baratas y llevaba atada contra su espalda una alargada espada de aspecto plateado.
El anciano se detuvo a pocos pasos del tráiler, usando la cabina para no ser visto por los conductores de la carretera, aunque no hizo ningún gesto hostil o amenazador. Pese a que sus ojos perspicaces no perdían de vista lo que ocurría dentro de la cabina, una sonrisa serena iluminaba su rostro.
-Voy a ver qué quiere-, anunció Voz-de-Plata.
-Te acompaño-, respondió Canción-Oculta. Luego miró a Lars. -Si ocurre cualquier cosa, haz lo que sea necesario para llevar el tráiler al Clan del Lobo Invernal.
Canción-Oculta se agachó por debajo del asiento y adoptó la forma Lupus. Luego, él y Voz-de-Plata salieron del vehículo para hablar con el extraño. Canción-Oculta no perdió el tiempo y usó el don del Olor de la Auténtica Forma mientras se acercaban a él. "¡Es un Garou!", descubrió. "¿Pero dónde estarían sus lealtades?"
-¡Buenos días, cachorros!-, les saludó el anciano con entusiasmo, usando los gruñidos de la lengua Garou. -Soy Accolon, un Ahroun Athro de la tribu Contemplaestrellas. Me alegra ver qué estáis a salvo.
-Hola, Accolon-, respondió Canción-Oculta. -¿Qué haces aquí?-. La pregunta era demasiado directa, pero el Philodox necesitaba más tiempo para usar el don de Sentir al Wyrm.
-Buscándoos, naturalmente-, reconoció sin rodeos el anciano. -El Clan del Pacto ha enviado mensajeros a todos los clanes Garou cercanos al Clan del Lobo Invernal, pidiéndonos que apaciguásemos a los Wendigo y tratásemos de dar con vosotros antes de que ocurriese lo peor. Como he dicho, me alegra encontraros sanos y salvos.
-¿Puedes decirnos a qué clan perteneces, por favor?-, preguntó Voz-de-Plata con respeto.
-Al Clan del Prado de Central Park, que está situado en la isla de Manhattan-, les respondió el Contemplaestrellas pacientemente con una de sus tranquilas sonrisas.
Canción-Oculta seguía muy nervioso. El hedor producido por las emanaciones de Narlthus era tan intenso que rodeaba todo el área de descanso, haciendo que fuese imposible saber si Accolon estaba corrompido por el Wyrm o no usando sus dones.
-Perdona que te hagamos tantas preguntas-, se disculpó Canción-Oculta, -pero hemos sido testigos de muchas traiciones y engaños.
-Lo entiendo. Lleváis perdidos muchos días y puedo ver en vuestros ojos que os habéis tenido que enfrentar a grandes peligros, pero debéis creerme cuando os digo que no vengo a haceros daño. De hecho, os puedo decir que Bron Mac Eire está muy preocupado por vosotros.
Canción-Oculta y Voz-de-Plata le creyeron inmediatamente. No sólo porque hubiera usado el nombre de Bron, el famoso Cantor de Historias del Clan del Pacto, sino porque su instinto les decía que el Contemplaestrellas estaba siendo completamente sincero. Aun así, el joven Philodox intuyó que todavía faltaba una pieza más en su relato.
-Te creo, Accolon, y me alegro mucho de habernos encontrado-, empezó a decir, -pero ¿cómo has conseguido encontrarnos? Has hecho un largo viaje andando desde New York.
-En realidad-, les dijo el anciano, - tuve una visión profética de un gran mal alzándose en las tierras del norte si nadie lo impedía, por lo que llevo dos semanas recorriendo estas tierras. Hace dos días me encontré por casualidad con un Caminante Silencioso que se hace llamar Recorre-las-Sendas-Ocultas-de-Gaia. Él me contó que el Clan del Pacto os estaba buscando. Afortunadamente, unos espíritus me advirtieron que había una fuerte presencia del Wyrm por aquí y me acerqué a investigar. Cuando os vi dentro de la cabina del vehículo, supuse que erais los cachorros perdidos de los que todo el mundo estaba hablando. Debéis tener una historia muy interesante que contar.
-Si, así es-, le respondió Canción-Oculta satisfecho por las explicaciones de Accolon, -pero dejaré que sea nuestro Galliard quien te la cuente.
-.-
Al Hijo de Gaia le llevó un buen rato explicarle todo lo que les había pasado desde que fueron expulsados del Clan del Lobo Invernal, omitiendo naturalmente la ayuda que les había prestado el Gurahl llamado Bill. A decir verdad, Voz-de-Plata podía haber sido más breve, pero el Galliard se tomó aquel momento como una excelente oportunidad para practicar sus habilidades. Además Accolon no le metió prisa, sino que pareció disfrutar en silencio de la historia, interrumpiendo únicamente para pedir que aclarase algunos detalles. Canción-Oculta había aprovechado que esos dos estaban ocupados, para ir a tranquilizar a Lars y Faruq. El Theurge detuvo el motor y se bajó del tráiler en forma Lupus, mientras el Ragabash seguía vigilando los alrededores dentro de la cabina del vehículo.
-Desde luego, es una gran historia-, murmuró para sí Accolon. -Lamento que unos Garou tan jóvenes como vosotros hayáis tenido que sufrir todas esas penalidades y peligros, pero indudablemente estos son los Últimos Tiempos anunciados por las profecías. El mero hecho de que hayáis sobrevivido ya dice mucho de vuestra valía. Estoy convencido de que los ancianos de vuestro clan estarán de acuerdo.
-Gracias, pero aún queda algo más por hacer-, respondió Canción-Oculta. -Tenemos que ocultar a Narlthus para que los siervos del Wyrm no puedan liberarlo nunca de su prisión.
-Esa responsabilidad me corresponde a mí-, le dijo el Contemplaestrellas. -Como bien dices, hay que ocultar el meteorito. Encontraré el lugar perfecto, con la ayuda de Gaia y Esfinge, y me llevaré el secreto a la tumba si es preciso.
-Pero entonces, ¿qué hacemos nosotros?-, preguntó Voz-de-Plata.
-Volver a casa-, respondió Accolon. -Allí podréis recuperaros de vuestras heridas y preparar vuestros cuerpos y vuestras mentes para las terribles pruebas que nos depara el futuro para proteger a Gaia y a todos sus hijos.
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