Vancouver, Columbia Británica (Canadá)
7 de julio de 1992
Cuando sus hermanos le explicaron lo que habían averiguado, Lars supo inmediatamente que habían dado en el clavo. Es más, había sentido con total claridad el pesado hedor del Wyrm sobre el libro de rol que habían sacado de la habitación de Travis. Sin embargo, aún quedaba otro asunto pendiente de resolver: el aspecto físico del tipo que buscaban. Linda Davis les había dado una descripción que no se parecía en absoluto a la de ninguno de los tíos que salían en las fotografías del secuestrador. Para averiguar la verdad, tuvieron que enfrentarse a la terrible madre de Travis, que sólo accedió a identificar a su hijo en las fotografías cuando la amenazaron con torturarla de la forma más cruel posible. No lo iban a hacer, por supuesto, pero ella no lo sabía y el miedo le soltó la lengua. Confesó que su hijo era "esa mierdecilla gorda, de gafas y con diecisiete años".
Después de que la mujer hubiese contestado a todas sus preguntas, volvieron a amordazarla y dejarla maniatada sobre el mugriento sofá de su casa. En ese momento eran las cinco de la tarde. Sin más motivos para permanecer en ese apartamento infecto, se marcharon con la intención de encontrar cuanto antes al secuestrador. Se llevaron con ellos el libro de rol, así como algunas fotos de Travis y sus amigos para poder identificarlos nada más verlos. Mientras bajaban las escaleras del edificio, Crow hizo la inevitable pregunta:
-¿Por qué Linda Davis dijo que Travis tenía otro aspecto? ¿Creéis que ha tratado de engañarnos?
-No-, respondió él con seguridad. -Aquí están actuando misteriosos poderes sobrenaturales. Recuerda que ella le dejó llevarse a los niños sin oponer resistencia.
-Pero entonces, ¿contra qué nos enfrentamos, Lars?-, preguntó Voz-de-Plata.
-Lo sabremos cuando le echemos el guante a ese bastardo-, murmuró opaco el Theurge.
Cuando salieron del edificio, Lars se dio cuenta de que algo no iba bien, por lo que miró a su alrededor buscando cualquier detalle sospechoso mientras Voz-de-Plata y Crow discutían qué línea de autobús les llevaría más rápido al Centro de Convenciones de Vancouver. "¡Es ese coche!", pensó alarmado de pronto cuando reconoció un viejo Ford Fairmont de color azul oscuro aparcado en doble fila frente al portal. Estaba convencido de que ya había visto antes ese mismo coche en algún momento del día, aunque no podía recordar cuándo. Intentando disimular todo lo posible mientras miraba con discreción, Lars llegó a entrever la figura de un hombre de mediana en el asiento del conductor.
Para su sorpresa, el vehículo se puso en marcha y se incorporó al tráfico, desapareciendo rápidamente. "¿Estoy paranoico o ese tipo se ha largado porque lo he descubierto?", era una pregunta difícil de responder en esos momentos. "Puede que sólo haya sido una casualidad", pensó Lars. Entretanto, sus hermanos de manada, inconscientes de lo que había sucedido, ya habían decidido la línea de autobús que cogerían.
-.-
Mientras esperaban a que llegase el autobús que les llevaría al Centro de Convenciones de Vancouver, el Fenris estuvo investigando con mayor detenimiento el contenido del libro de rol. Por un lado, descubrió que tenía numerosas imágenes extremadamente violentas y sangrientas, además toda una procesión de figuras femeninas en diversos estados de desnudez y poses sensuales. Aunque eso atrajo inmediatamente su atención, trató de centrarse en averiguar datos relevantes mientras trataba de ocultar el contenido del libro a las otras personas que esperaban en la cola del autobús.
Pronto encontró detalles imposibles de ignorar. A pesar de que gran parte del texto era mala literatura para adolescentes, el Theurge encontró muchos datos reales acerca de los verdaderos hombres lobo como para sospechar que tal vez hubiese alguna oscura relación entre el secuestro de los niños, los misteriosos poderes de Travis y el juego de rol que tenía entre sus manos.
Unas líneas del libro cogidas al azar confirmaron rápidamente sus sospechas: Los crueles licántropos gobiernan sin oposición las tierras salvajes de todo el planeta. Para ellos, la Naturaleza es un retorcido patio de juegos donde cualquier cosa es posible, si uno tiene la fuerza y el coraje suficientes para reclamarla. En Norteamérica, su dominio discurre desde los sombríos montes y colinas de los Apalaches a las grandes llanuras del Medio Oeste o los siniestros bosques del gélido norte canadiense; ni siquiera las grandes ciudades humanas que disponen de amplios espacios verdes están completamente libres de su depravada presencia, como es el caso de Nueva York o Vancouver.
Lars sintió un repentino escalofrío. No sabía a qué debía tener más miedo, si a los datos reales que se escondían en el libro o a la nefasta imagen que se ofrecía de los hombres lobo. Una cosa estaba clara, quieran fuera que hubiera escrito ese juego de rol, sabía muy bien de qué hablaba y cómo manipular la información para engañar a los adolescentes que lo leyesen. Pasando más páginas precipitadamente encontró incluso una clara referencia a la Parentela:
En aquel distante pasado las tribus de los licántropos reclamaron sus propios reinos y a los indefensos humanos que moraban en sus nuevos dominios. Forzaron a sus víctimas a la endogamia para que engendrasen a sus malvados bastardos y su oscura semilla se convirtió en una maldición familiar que pasó de generación en generación en el más absoluto secreto entre las tribus nativo americanas, los irlandeses, los eslavos, los griegos, los escandinavos e incluso la vieja nobleza europea y rusa. Hoy en día, sus furiosos retoños maltratan a sus compañeros humanos en guarderías y colegios que acojan a estas minorías, abusando físicamente de los más débiles y sometiendo la voluntad de las desgraciadas personas por las que se sienten atraídos.
"¡Aquí está!", pensó Lars mientras cerraba el libro de golpe para subir al ruidoso autobús que acababa de llegar. La mente del Theurge estaba trabajando a toda prisa con la escasa información de la que disponía. Sabía que los niños secuestrados pertenecían a la tribu Fianna, cuya Parentela hundía sus raíces en los irlandeses, los galeses y otros descendientes de antiguos pueblos celtas, por lo que supuso que Travis debía haber estado merodeando por las guarderías y colegios de Richmond, un suburbio de Vancouver con un pequeño colectivo de emigrantes irlandeses, y había dado con Los Peces Azules. Su siguiente paso seguramente habría sido conseguir acceso a la guardería saliendo con Zoe Parker y manipulando de algún modo a Linda Davis... y estando involucrados en este asunto los poderes del Wyrm, era más que probable que las vidas y las mismas almas de Theo y Janine Worrell estuviesen en grave peligro.
El autobús estaba lleno, pero lograron llegar a la parte de atrás. Crow estaba ocupado hablándole de la antigua mitología celta a Voz-de-Plata que le escuchaba con atención y le hacía alguna pregunta verdaderamente interesada. "Tengo que darle las gracias. Hasta ahora ha estado manteniendo ocupado a Crow de forma muy inteligente para que no dé problemas", reconoció en silencio el Theurge mientras el autobús se ponía de nuevo en marcha.
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Cuando se bajó del vehículo en la parada correspondiente, Lars se quedó impresionado por la hermosa fachada blanca de cuatro plantas del Centro de Convenciones de Vancouver. Los arquitectos habían rematado el techo del edificio de una forma muy peculiar, dándole una forma parecida a las velas desplegadas por unos veleros navegando en formación. Por extraño que pareciera, le recordó el tiempo que había pasado embarcado tras fugarse de su casa en Noruega. Parecía que había pasado toda una eternidad después de aquel año de libertad en alta mar.
No obstante, un suceso borró la agradable sonrisa que se estaba dibujando en sus labios. Entre los coches aparcados cerca del paseo marítimo que conducía al Centro de Convenciones de Vancouver, Lars distinguió un viejo Ford Fairmont de color azul oscuro aparcado en doble fila. "¡Mierda!", pensó el Theurge. Cogió por el brazo a Crow y Voz-de-Plata y les empujó hacia el edificio mientras les decía:
-No miréis hacia atrás. No están siguiendo.
-¿Quién nos sigue?-, preguntó inmediatamente Voz-de-Plata.
-No lo sé-, reconoció Lars, -pero he visto el mismo Ford Fairmont azul aparcado en la calle donde vive Travis Long.
Crow le desobedeció inmediatamente cuando escuchó esas palabras y, sin dejar de caminar en ningún momento, miró hacia atrás para buscar el coche del que les había hablado. Lars se indignó cuando vio que su hermano le desobedecía tan descaradamente. "Entiendo que está preocupado por los niños secuestrados, pero no puede seguir actuando así", decidió el Theurge. "Voy a tener que hablar con él cuando tengamos tiempo".
-El conductor se ha bajado del coche-, dijo Crow. -Tienes razón. ¡Nos sigue!
-¡Entremos en el edificio!-, les ordenó Lars mientras empezaba a correr. No tenía el menor deseo de acabar enredado en una pelea callejera estando tan cerca del rastro de Travis. Con un poco de suerte, la persona que les estaba persiguiendo no haría ninguna locura con tantos testigos a su alrededor. Con un poco de suerte.
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Pagaron el dinero de la entrada y finalmente accedieron al Centro de Convenciones de Vancouver. El interior del edificio era un espacio amplio y muy bien iluminado por unas grandes cristaleras que daban directamente al paseo de la playa de la ciudad. La madera era el principal material de construcción, cubriendo el suelo, las paredes y el techo. Sin tiempo para otra cosa que no fuera correr, se dirigieron directamente hacia las salas destinadas a la convención de juegos de rol. Pasaron junto a un cartel amarillo con la fotografía de una cara redonda y pálida, pelo rubio oscuro y unas gafas tras la que se ocultaban unos ojos febriles; unas enormes letras negras anunciaban que Evan Stump, diseñador del juego "Licántropo: el Rapto", daría una charla por la tarde en la jornada de apertura. "¡Mierda! ¡A estas alturas ya no estará en la ciudad!", pensó Lars frustrado. "Me habría gustado preguntarle un par de cosas". Pasaron junto a otros carteles que anunciaban otros eventos hasta que por fin llegaron a las salas de rol.
Lo que vieron allí les dejó atónitos. Más de un centenar de personas, adolescentes, universitarios y treintañeros vagaban por los pasillos entre los blancos puestos de las empresas del mundillo de los juegos de rol o participaban en las actividades de juegos y competiciones en decenas de mesas. Los más entregados a su hobby incluso venían disfrazados como si fueran sus personajes de ficción favoritos, haciéndose fotos entre ellos y jugando mientras mientras arrojaban dados de extrañas formas y colores. Las voces de las conversaciones de tantas personas eran creaban un efecto ensordecedor incluso en aquella amplia sala.
-¿Cómo encontraremos a Travis en medio de todo este follón?- preguntó Crow soprendido.
-Observando con calma y mucha atención-, le respondió mientras le hacía un gesto para acercarse a un puesto de una empresa llamada Stan Paxton Games, que mostraba numerosos libros con portadas llenas de imágenes alusivas al sexo y las drogas. Lars fingió echar un vistazo rápido a un juego llamado "Bendita Maldición" y luego volvió al pasillo seguido de sus hermanos.
-Que cada uno coja una foto-, les susurró. -Si veis a Travis o alguno de sus amigos, avisad al resto antes de hacer nada. ¡Lo digo en serio!-, lo último lo dijo mirando directamente a los ojos a Erguido-cual-Montaña.
Voz-de-Plata asintió y Crow les dio algunas de las fotos que habían cogido en la habitación del secuestrador. Luego se separaron un poco para cubrir mayor terreno. Caminaban a prisa, intentando despistar también al misterioso conductor que los había seguido hasta el Centro de Convenciones mientras miraban por todas partes a su alrededor. Parecía que estaban buscando una aguja en un pajar.
Lars pasó junto a otros puestos de juegos de rol. Era impresionante contemplar tanta variedad para lo que en su opinión eran unos simples juegos. Había extraños títulos como "Cowboy No Muerto", "Radicales de Superhéroe", "Lamias & Laberintos" y un largo etcétera. En las mesas las personas que habían venido jugaban a todo, desde cartas con dibujos extraños a juegos más clásicos. Un grupo de góticos, vestidos todos ellos de negro y con las caras completamente maquilladas de blanco y negro simulando cráneos y sombras siniestras, jugaban a lo que parecía un juego ambientado en los relatos de Edgar Allan Poe.
El Fenris dejó de prestar atención a las mesas para fijarse en otro puesto, que pertenecía a una empresa llamada Blag Dog Game Factory y que estaba lleno de pequeños grupos de adolescentes excitados. En concreto, lo que le llamó la atención fue uno de los libros expuestos, cuya portada era idéntica al libro que tenía en su mano. Su título también era el mismo: "Licántropo: el Rapto". Sintiendo una inmediata curiosidad, se acercó al puesto. Los dos encargados estaban discutiendo entre ellos a voz en grito, echándose de la culpa de alguna nimiedad. Saltaba a la vista que no se podían ni ver y les daba igual que hubiera más personas escuchando su patético espectáculo. Entretanto, Lars pudo ver unos libros en cuyas portadas se veían unos vampiros de una línea de juego llamada "Aparecido: el Cautivador", así como otras con títulos como "Brujo: la Pretensión", "Espectro: la Aniquilación", "Hadas: la Desilusión", "Humano: el Protagonista" y "Pervertido: el Pacto".
"En el nombre de Gaia, ¿qué es todo esto?", se preguntó Lars mientras miraba incrédulo los libros. A su alrededor, los jugadores habituales de la línea fanfarroneaban sobre sus personajes o sobre los nuevos poderes que detallaban los nuevos suplementos. El Theurge se sintió completamente perdido. Pocas veces en su vida se había sentido tan desconectado de la realidad en la que vivía como en aquellos momentos.
-¡Lars! ¡Bobby! ¡Venid! ¡Corred!-, oyó escuchó a Crow a duras penas por encima del resto de las voces del tumulto reunido en aquella sala.
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