Vancouver, Columbia Británica (Canadá)
15 de marzo de 1992
-¿Nervioso?-, preguntó a su hermano.
-Sí, claro-, le respondió muy serio Faruq. -¡Y tú también deberías estarlo! Va a participar mucha gente en este consejo. He oído que puede que acudan unos cien Garou, la mayoría son de Vancouver, pero otros han venido de los alrededores para escucharnos.
-¿Ah sí?-, preguntó Lars intentando parecer desinteresado. -Curioso.
-¿Curioso? ¿Eso es todo lo que tienes que decir?-, preguntó alterado su hermano, elevando la voz un poco más de la cuenta. -Creo que ni siquiera te imaginas lo que se nos viene encima.
-Calma, calma. -le dijo con voz burlona. -Sólo vamos a participar en un Consejo. ¿Qué es lo peor que te puede ocurrir? ¿Que te trabes al decir tu parte en la Letanía del Regreso? ¿O que te cagues de miedo cuando veas que todos esos Ancianos y líderes te están observando atentamente para ver cómo la cagas?
-Eres un malnacido-, le contestó Faruq airado, dándole la espalda.
Lars sonrió de oreja a oreja al ver su reacción. Faruq utilizaba a menudo sus privilegios como Ragabash para convertirse en un auténtico incordio. Era bueno que probase de vez en cuando su propia medicina para que aprendiese a controlar un poco sus energías. Pese a sus bravuconadas, el joven Fenris tenía que reconocer él también estaba asustado. Éste iba a ser el primer Consejo al que iban a asistir como manada. "¡Ya podemos hacer las cosas bien a la primera o se reirán de nosotros durante muchos años!", pensó el Theurge.
Hacía una noche fría y austera, que permitía ver un cielo sin nubes donde Selene brillaba con todo su rostro descubierto junto al resto de las estrellas del firmamento. Bron Mac Eire les estaba guiando por uno de los senderos de Stanley Park, saludando a viejos amigos y conocidos suyos. Eso les había retrasado más aún, ya que su tutor conocía definitivamente a muchas personas. No les había presentado a nadie, claro, porque oficialmente todavía no eran Garou adultos, pero Lars sabría que eso cambiaría pronto. Canción-Oculta caminaba junto a Voz-de-Plata, tan atentos y llenos de curiosidad como él mismo a todo lo que ocurría a su alrededor. Faruq, por el contrario, se había quedado atrás, intentando mantener la compostura apropiada que pensaba que debía de tener un Garou. Cuando lo vio, Lars volvió a sonreír abiertamente sin poder evitarlo. Si Faruq se percató, no doy muestras de ello.
Bron se detuvo una vez más para saludar respetuosamente a un pequeño grupo de tres mujeres que caminaban siguiendo la misma dirección que ellos. "¡Estas pausas son tan mortales como las balas de plata!", pensó Lars desesperado. Para evitar el aburrimiento, se refugió en sus recuerdos. Parecía que había pasado una vida entera desde que se coló de polizón en aquel pesquero noruego hasta llegar a esa misma noche. Cuando pensaba en ello, le parecía que la persona que había estado soportando el brutal alcoholismo de sus padres no era él, sino otro adolescente, un joven noruego retraído y solitario que estaba condenado a caer en las drogas, la marginalidad y la degradación personal. "He vencido a mis demonios internos", se dio cuenta satisfecho. Por supuesto, el mérito no era del todo suyo. Inconscientemente o no, sus nuevos hermanos lo habían ayudado en cada paso de su camino. "Ellos son mi verdadera familia", pensó feliz de que así fuera.
Por fin, llegaron a Arco del Leñador, el centro espiritual del túmulo y el lugar donde se iba a celebrar el "Consejo Abierto". Los Ancianos de todas las tribus presentes en el Clan del Pacto estaban esperando a que diese comienzo la reunión junto a los troncos de cedro, saludando a muchos Garou, hablando entre ellos o simplemente aguardando en silencio a que diese comienzo la reunión.
-Esperad aquí, cachorros-, les dijo Bron Mac Eire. Ninguno de ellos se enfadó por la broma. Habían demostrado sobradamente su coraje y esta noche les sería reconocida su valía. Cuando el Fianna se alejó para saludar a un grupo de hombres y mujeres que formaban un pequeño pero ruidoso grupo a su derecha, Canción-Oculta trató de darles ánimos en voz baja:
-¡Que no cunda el pánico! Nos han explicado hasta la saciedad lo que va a pasar esta noche y todos conocemos la parte que tenemos que jugar, -empezó a decir su alfa. -En realidad, esta no es otra prueba, sino un merecido premio, una recompensa. Simplemente hemos venido para cumplir con las formalidades y para que nos den una o dos palmaditas en la espalda, así que no os preocupéis. ¡Todo saldrá bien!
Sus palabras fueron un pequeño bálsamo para los nervios de sus hermanos de manada. Incluso Faruq pareció aliviado, mostrando un lenguaje corporal más relajado. Lars asintió levemente con la cabeza para mostrar su apoyo al Colmillo Plateado. Luego miró a su alrededor. Solos o en pequeños grupos, seguían llegando más Garou desde todas las direcciones.
Mientras Voz-de-Plata decía algo al resto de su manada, el joven Theurge volvió a sumergirse en sus recuerdos intentando que la espera se le hiciese más llevadera. Después de todos los peligros a los que habían tenido que enfrentarse, habían capturado la prisión de Narlthus y se lo habían entregado a un extraño anciano Garou llamado Accolon. El Contemplaestrellas les prestó el dinero suficiente para comprar ropa y comida, y regresar a Vancouver en autocar cruzando prácticamente todo el sur del país. Comparado con su asalto a la mina de uranio y al edificio donde donde los sicarios del Wyrm habían escondido a Narlthus, ese pequeño había viaje había sido un juego de niños a pesar del frío y la nieve. Cuando por fin llegaron a Vancouver, Cathy Sanesbury, Anciana de la tribu de los Caminantes Silenciosos, les estaba esperando en la estación. Ella les dio un fuerte abrazo a cada uno y les contó que todo el Clan del Pacto había estado en vilo esperando a que llegasen a la ciudad.
A partir de ese momento, tuvieron que contar muchas veces su historia a muchas personas diferentes, pero al final los Ancianos de las tribus decidieron que a pesar de que no habían realizado un rito de iniciación oficial, los padecimientos y retos a los que se habían enfrentado los hacían merecedores de ser auténticos Garou adultos, estatus que les sería reconocido en el siguiente Consejo. Hasta entonces, podían descansar con un merecido descanso de la forma que les apeteciese. Canción-Oculta y Voz-de-Plata habían regresado temporalmente con sus familias de la Parentela, para tranquilizar a sus familiares y comunicarles que ya no podrían seguir viviendo con ellos. Lars sabía que no había sido un trago fácil para sus hermanos, pero todos sabían que no tenían otra opción; no si querían considerarse a sí mismos adultos. Faruq no visitó a su familia de acogida sino que se dedicó a vagabundear por la ciudad. En cuanto a él mismo, Lars prefirió mantenerse ocupado en la Penumbra de Stanley Park, aprendiendo todo lo que pudo de la sabiduría de los espíritus locales de la naturaleza.
La manada se reunió de nuevo esa misma mañana para prepararse para el "Consejo Abierto" del Clan Pacto. Canción-Oculta les explicó qué tenían que hacer y decir durante la reunión Garou. Faruq les contó que había oído que los Fianna estaban muy conmovidos por el trágico destino de Mata-Parientes y que había rumores de que tratarían de poner a uno de los suyos en su manada. Si ocurría eso, estaba claro que no podían negarse. Se consideraba espiritualmente armonioso que todos los rostros de Selene estuviesen representados en una manada y Mata-Parientes hubiese querido que uno de los suyos ocupase su lugar para protegerlos y encabezar la lucha contra el Wyrm.
Lars dejó de vagar en sueños cuando se dio cuenta de que un lobo de pelaje gris pardo, hombros anchos y mandíbula corta se acercó a los ancianos moviéndose rápidamente entre las personas presentes. "¡Es un Wendigo!", se dio cuenta el joven Theurge al reconocer el color de su pelaje. A su alrededor todas las conversaciones enmudecieron en el acto. Incluso los Ancianos se callaron y formaron un círculo alrededor del Arco del Leñador. El resto de los Garou formaron círculos concéntricos, alrededor de ellos, respetando una jerarquía bien visible donde los más sabios y fuertes esperaban en los círculos internos y los más jóvenes se quedaban en los círculos exteriores.
Voz-de-Plata les dijo entre susurros que el Wendigo se llamaba Voz-de-Trueno y que era un Galliard que ocupaba el cargo de Maestro del Aullido del Clan del Pacto. Una mirada hostil por parte de uno de los Garou asistentes hizo que el Hijo de Gaia se callase avergonzado por haber roto el silencio con su breve explicación.
El Wendigo alzó su cabeza y emitió un poderoso aullido que se debió escuchar en todo Stanley Park y más allá de esa tierra sagrada. Su voz llamó a todos los Garou y a los espíritus juramentados por las viejas alianzas, reclamando su presencia en ese Consejo Abierto del Clan del Pacto. El resto de los presentes adoptaron formas lobunas y unieron docenas de voces a la del Maestro del Aullido, creando una cacofonía de diferentes tonalidades y volúmenes. Parecía que todos los Garou del mundo habían elegido reunirse en Stanley Park esa misma noche.
Una pequeña loba de pelaje marrón aguado y diminutas marcas de sarna dejó de aullar para transformarse en Homínida. Tenía el aspecto de una mujer de mediana edad, de piel arrugada y con una sucia melena enmarañada. Pronto pudo averiguar que le faltaban varios dientes. Vestía con ropas mugrientas recogidas en diversos lugares de dudosa procedencia. "No hay duda de que es una Roehuesos", pensó Lars inmediatamente al verla. Los Garou presentes dejaron de aullar y le prestaron toda su atención.
-¿Para qué celebrar un Consejo? ¿No tenemos mejores cosas que hacer?- gritó con voz estridente.
-Celebramos este Consejo para honrar a los espíritus y escuchar las hazañas de los héroes pasados y presentes, -volvió a aullar Voz-de-Trueno. -Celebramos este Consejo para ofrendar una parte de nuestros espíritus a este lugar consagrado a la Gran Madre.
-Los espíritus no os necesitan-, respondió la mujer sin dejarse acobardar por la turba. -Ellos fueron, son y existirán. Para ellos, vosotros sólo sois juguetes entretenidos en el mejor de los casos.
-Los espíritus también son servidores de Gaia-, bramó Voz-de-Trueno. -Son nuestros guías y protectores, del mismo modo que nosotros les protegemos y cuidamos. Todas las tribus del Clan del Pacto honran sus juramentos con los espíritus.
La multitud de Garou reunidos en Stanley Park repitieron con sus aullidos el mensaje del Wendigo. "¡Es un ritual!", se percató maravillado. Tanto él como sus hermanos repitieron lo que decía Voz-de-Trueno. A continuación se hizo un breve silencio.
-Los muertos no necesitan que los recordéis-, insistió mujer. -¡No lo necesitan porque ya están muertos!
-Los muertos son nuestros antepasados-, respondió el Wendigo. -Honramos sus vidas y celebramos sus proezas como si fuesen nuestras. Si no puedes aprender de la sabiduría y las historias de nuestros mayores, estarás perdido y solo.
Todos los Garou reunidos volvieron a repetir los aullidos las palabras del Maestro del Aullido, confirmando la fuerza de sus creencias.
-Entiendo que queráis respetar a los espíritus y honrar a los caídos, pero ¿para qué tenemos que celebrar las hazañas de los vivos? Los que mandan os dirán que lo desean que creáis.
-Honramos a los vivos para saber quiénes son los héroes de nuestras tribus y manadas-, volvió a aullar Voz-de-Trueno. -Premiamos la gloria, el honor y la sabiduría. Castigamos la cobardía, la falsedad y la ignorancia. Damos justicia a quien la pide. Castigamos a los culpables. Honramos a nuestros líderes.
Nuevos aullidos, algunos de los cuales se volvieron claramente amenazadores, apoyaron los argumentos esgrimidos por el Wendigo. "Como esto no acabe pronto, esa valiente Ragabash va a tener un par de cicatrices nuevas", pensó alarmado Lars. "No me gustaría estar en su pellejo". Sin embargo, la mujer ignoró las amenazas y se mantuvo firme frente a los abucheos.
-¡Desperdiciáis vuestras energías conmigo!-, les gritó. -En lugar de enfrentaros a los siervos del Wyrm, os reunís aquí como viejos artríticos, quejándoos de vuestros dolores y contándoos historias que nadie se cree. Si tuvierais fuego en las venas, no desperdiciaríais ni siquiera una parte de vuestros espíritus en otra cosa que no sea la lucha contra el Wyrm. ¡Y no lo digo yo, lo dice la Letanía!
-La Letanía dice "No permitirás ninguna acción que provoque la profanación de un túmulo"-, respondió con firmeza el Maestro del Aullido, -Al dar una parte de nuestros espíritus mantenemos viva la magia de los túmulos y protegemos a la Gran Madre.
Los Garou reunidos volvieron a aullar para apoyar a Voz-de-Trueno, pero la cacofonía de aullidos y gruñidos se estaba volviendo salvaje. La mujer también lo percibió, porque adoptó su pequeña forma lobuna y se escurrió entre la multitud con la cabeza gacha y el rabo entre las piernas. A pesar de que todo formaba parte de un ritual, muchos Garou la insultaron llamándola "loca" mientras ella se escondía entre otros Roehuesos.
Una vez que cesaron los aullidos, un hombre salió de la multitud tras adoptar la forma Homínida. Tenía una estatura media y una complexión delgada, pero sus movimientos eran rápidos y seguros. Pasó junto a otros Garou sin mirarles siquiera, manteniendo la frente alta y soberbia. Lars lo conocía, al menos de oídas. Se llamaba Odia-la-Luz-de-Helios. Era un siniestro Theurge de la tribu de los Señores de la Sombra que había logrado alcanzar el cargo de Invocador del Kaos en el Clan del Pacto.
Cuando el Señor de la Sombra llegó al Arco del Leñador, permaneció unos segundos en silencio contemplando a la multitud.
-¿Quién de vosotros no ha tenido tratos con los espíritus?-, preguntó con fuerte y segura. -¿Quién de vosotros no se ha beneficiado alguna vez de sus dones? Selene nos bendijo con sus auspicios. Los Incarnae son los patrones espirituales de tribus enteras y otros espíritus son los guardianes y protectores de nuestros clanes, túmulos y manadas. A cambio ellos sólo nos exigen que les tratemos de un modo adecuado y que realicemos algunos servicios en su nombre.
Un profundo silencio siguió a las palabras del Señor de la Sombra. Todos los Garou conocían la importancia de los espíritus y aguardaron en actitud respetuosa a que el Invocador del Kaos siguiera hablando:
-¡Debemos ir a la Umbra!-, gritó el siniestro Theurge. -Debemos honrar a Cuervo, el tótem espiritual de nuestro túmulo, y a sus servidores espirituales. ¡Fortalezcamos nuestra alianza con ellos!
Todos los presentes aullaron su conformidad. Algunos utilizaron pequeños espejos y cristales que llevaban consigo, pero la mayoría corrieron hacia los lagos, para buscar su reflejo allí en la superficie de las aguas iluminadas únicamente por Selene y caminar de lado hacia la Penumbra. Una vez al otro lado de la Celosía, los Theurge invocaron a un avatar de Cuervo. Lars estuvo entre las demás Lunas Crecientes, asistiéndole en sus rituales y aprendiendo todo lo que podía. El resto de los Garou participaron a su manera entregándole sus ofrendas y cantándole hermosas canciones en su honor.
Cuando terminaron de honrar a Cuervo, los Garou del Clan del Pacto se reunieron con los tótems de sus manadas y con otros espíritus importantes de la Penumbra del túmulo. Lars estuvo muy ocupado durante ese tiempo, escuchando las demandas de los espíritus e intercediendo por ellos cuando pudo. Fue una tarea agotadora, pero el Consejo Abierto aún no había acabado. Por suerte, sus hermanos estuvieron allí para ayudarle en todo lo que pudieron.
-Los espíritus no os necesitan-, respondió la mujer sin dejarse acobardar por la turba. -Ellos fueron, son y existirán. Para ellos, vosotros sólo sois juguetes entretenidos en el mejor de los casos.
-Los espíritus también son servidores de Gaia-, bramó Voz-de-Trueno. -Son nuestros guías y protectores, del mismo modo que nosotros les protegemos y cuidamos. Todas las tribus del Clan del Pacto honran sus juramentos con los espíritus.
La multitud de Garou reunidos en Stanley Park repitieron con sus aullidos el mensaje del Wendigo. "¡Es un ritual!", se percató maravillado. Tanto él como sus hermanos repitieron lo que decía Voz-de-Trueno. A continuación se hizo un breve silencio.
-Los muertos no necesitan que los recordéis-, insistió mujer. -¡No lo necesitan porque ya están muertos!
-Los muertos son nuestros antepasados-, respondió el Wendigo. -Honramos sus vidas y celebramos sus proezas como si fuesen nuestras. Si no puedes aprender de la sabiduría y las historias de nuestros mayores, estarás perdido y solo.
Todos los Garou reunidos volvieron a repetir los aullidos las palabras del Maestro del Aullido, confirmando la fuerza de sus creencias.
-Entiendo que queráis respetar a los espíritus y honrar a los caídos, pero ¿para qué tenemos que celebrar las hazañas de los vivos? Los que mandan os dirán que lo desean que creáis.
-Honramos a los vivos para saber quiénes son los héroes de nuestras tribus y manadas-, volvió a aullar Voz-de-Trueno. -Premiamos la gloria, el honor y la sabiduría. Castigamos la cobardía, la falsedad y la ignorancia. Damos justicia a quien la pide. Castigamos a los culpables. Honramos a nuestros líderes.
Nuevos aullidos, algunos de los cuales se volvieron claramente amenazadores, apoyaron los argumentos esgrimidos por el Wendigo. "Como esto no acabe pronto, esa valiente Ragabash va a tener un par de cicatrices nuevas", pensó alarmado Lars. "No me gustaría estar en su pellejo". Sin embargo, la mujer ignoró las amenazas y se mantuvo firme frente a los abucheos.
-¡Desperdiciáis vuestras energías conmigo!-, les gritó. -En lugar de enfrentaros a los siervos del Wyrm, os reunís aquí como viejos artríticos, quejándoos de vuestros dolores y contándoos historias que nadie se cree. Si tuvierais fuego en las venas, no desperdiciaríais ni siquiera una parte de vuestros espíritus en otra cosa que no sea la lucha contra el Wyrm. ¡Y no lo digo yo, lo dice la Letanía!
-La Letanía dice "No permitirás ninguna acción que provoque la profanación de un túmulo"-, respondió con firmeza el Maestro del Aullido, -Al dar una parte de nuestros espíritus mantenemos viva la magia de los túmulos y protegemos a la Gran Madre.
Los Garou reunidos volvieron a aullar para apoyar a Voz-de-Trueno, pero la cacofonía de aullidos y gruñidos se estaba volviendo salvaje. La mujer también lo percibió, porque adoptó su pequeña forma lobuna y se escurrió entre la multitud con la cabeza gacha y el rabo entre las piernas. A pesar de que todo formaba parte de un ritual, muchos Garou la insultaron llamándola "loca" mientras ella se escondía entre otros Roehuesos.
Una vez que cesaron los aullidos, un hombre salió de la multitud tras adoptar la forma Homínida. Tenía una estatura media y una complexión delgada, pero sus movimientos eran rápidos y seguros. Pasó junto a otros Garou sin mirarles siquiera, manteniendo la frente alta y soberbia. Lars lo conocía, al menos de oídas. Se llamaba Odia-la-Luz-de-Helios. Era un siniestro Theurge de la tribu de los Señores de la Sombra que había logrado alcanzar el cargo de Invocador del Kaos en el Clan del Pacto.
Cuando el Señor de la Sombra llegó al Arco del Leñador, permaneció unos segundos en silencio contemplando a la multitud.
-¿Quién de vosotros no ha tenido tratos con los espíritus?-, preguntó con fuerte y segura. -¿Quién de vosotros no se ha beneficiado alguna vez de sus dones? Selene nos bendijo con sus auspicios. Los Incarnae son los patrones espirituales de tribus enteras y otros espíritus son los guardianes y protectores de nuestros clanes, túmulos y manadas. A cambio ellos sólo nos exigen que les tratemos de un modo adecuado y que realicemos algunos servicios en su nombre.
Un profundo silencio siguió a las palabras del Señor de la Sombra. Todos los Garou conocían la importancia de los espíritus y aguardaron en actitud respetuosa a que el Invocador del Kaos siguiera hablando:
-¡Debemos ir a la Umbra!-, gritó el siniestro Theurge. -Debemos honrar a Cuervo, el tótem espiritual de nuestro túmulo, y a sus servidores espirituales. ¡Fortalezcamos nuestra alianza con ellos!
Todos los presentes aullaron su conformidad. Algunos utilizaron pequeños espejos y cristales que llevaban consigo, pero la mayoría corrieron hacia los lagos, para buscar su reflejo allí en la superficie de las aguas iluminadas únicamente por Selene y caminar de lado hacia la Penumbra. Una vez al otro lado de la Celosía, los Theurge invocaron a un avatar de Cuervo. Lars estuvo entre las demás Lunas Crecientes, asistiéndole en sus rituales y aprendiendo todo lo que podía. El resto de los Garou participaron a su manera entregándole sus ofrendas y cantándole hermosas canciones en su honor.
Cuando terminaron de honrar a Cuervo, los Garou del Clan del Pacto se reunieron con los tótems de sus manadas y con otros espíritus importantes de la Penumbra del túmulo. Lars estuvo muy ocupado durante ese tiempo, escuchando las demandas de los espíritus e intercediendo por ellos cuando pudo. Fue una tarea agotadora, pero el Consejo Abierto aún no había acabado. Por suerte, sus hermanos estuvieron allí para ayudarle en todo lo que pudieron.
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