jueves, 6 de diciembre de 2012

VOZ-DE-PLATA (1 - 7)


Toronto, Ontario (Canadá)
7 de marzo de 1992

La gruesa malla de la Celosía trató de detenerle, pero el Hijo de Gaia se abrió paso tan rápido como pudo para llegar al otro lado. El aparcamiento subterráneo estaba iluminado en el mundo físico por las típicas luces  amarillas de emergencia, que apenas bastaban para iluminar con un tenue resplandor el espacio entre las columnas de hormigón ocupado por las plazas vacías para coches. A unos cuarenta metros por delante suyo, podía ver perfectamente la figura alargada del tráiler que buscaban. Incluso percibía débilmente la maligna presencia que se ocultaba en su interior. El lugar olía a gasolina y aceite para automóviles, lo cual resultó un alivio afortunadamente un alivio para él, después del hedor que habían tenido que soportar en el reflejo umbral de este lugar.

"¿Dónde demonios está Faruq?", pensó nervioso Voz-de-Plata. Los jóvenes Garou habían comprobado ya que algunas veces necesitaban más tiempo para caminar de lado. En Stanley Park, Bron les había explicado que eso dependía de factores como el desarrollo de los vínculos que unían a los Garou con Gaia, el grosor de la Celosía y la naturaleza impredecible de la Umbra. A veces el paso de un mundo a otro podía ser instantáneo, mientras que otras podía durar largos minutos. En el peor de los casos, el Theurge les había asegurado que uno podía encontrarse atrapado en las telarañas de la Celosía, lo cual era algo extremadamente peligroso, ya que los hijos de la Tejedora podrían intentar atacarles. El Hijo de Gaia rogaba porque Faruq sólo se estuviese retrasando un poco.

Un pequeño sonido apagado llamó inmediatamente su atención. Parecía provenir de las sombras del aparcamiento. Volvió a oírlo otra vez y otra más: eran unos pasos pesados. Una figura salió a la luz cerca del tráiler. Era un tipo enorme y fortachón, de más de un metro noventa de estatura. Iba vestido con un sucio mono gris de electricista cubierto de manchas de sangre y suciedad. Una sucia máscara de hockey le ocultaba la cara y parecía tener la cabeza llena de quemaduras. "¡Esto no me puede estar pasando!", se sorprendió el Galliard, "¡Pero si es el jodido Jason Voorhees de Viernes 13!" Para rematar la sensación de déjà vu que sintió en ese momento, ese psicópata llevaba un machete cuyo filo estaba manchado de sangre seca y suciedad. El tipo podía ser solo un imitador, pero a Voz-de-Plata le daba la impresión de que las manchas de sangre eran demasiado realistas para no ser de verdad.

El hombre se quedó allí quieto, mirándolo agresivamente mientras fingía respirar con esfuerzo a través de la máscara. Voz-de-Plata no sintió miedo, sólo estupor por la sorpresa. "Casi parece una broma cutre", se dijo a sí mismo conteniendo una sonrisa.

-¡No tengo tiempo para películas!-, le gritó al hombre al mismo tiempo que cargaba contra él. El clon de Jason también corrió a su encuentro, aunque lo hizo lentamente, como una vieja locomotora a la que le costaba ponerse en marcha.

Los dos chocaron con la misma violencia mostrada por los jugadores de rugby durante los primeros minutos de un partido de final de liga. El choque le dejó magullado el hombro izquierdo. Voz-de-Plata había tenido la sensación de estrellarse contra una columna de hormigón armado. El fomor casi cayó al suelo, pero se mantuvo erguido en el último momento. Voz-de-Plata le asestó un golpe con sus garras, rasgándole el mono con unos pequeños surcos de sangre. El hombre no sólo no gritó, sino que respondió intentando golpearlo con su machete. El filo de su arma se hundió unos pocos centímetros en el brazo derecho del Hijo de Gaia, cortando la piel hasta chocar contra el hueso. "¡Este cabrón es tan fuerte y tan rápido como un Garou", descubrió Voz-de-Plata intentando ignorar el dolor que le abrasaba el brazo. "Debe ser un fomor, como los guardias de la mina". Esa idea no lo tranquilizó en absoluto.

Le dio un nuevo golpe con su garra izquierda, arrancándole grandes trozos de sangre del pecho. El tipo pareció no inmutarse y barrió el aire con su machete intentando cercenarle una pierna. Voz-de-Plata se apartó de un salto hacia atrás, evitando el golpe por muy poco. A continuación, se volvió sobre sí mismo y se inclinó, mordiendo con sus fauces el hombro izquierdo de su enemigo. Oyó el chasquido de los huesos al quebrarse y sintió el sabor metálico de su sangre impía. El mordisco fue tan fuerte que esta vez el hombre sí gritó de agonía. Aun así, el fomor intentó golpearlo sin éxito con el machete, pero el Hijo de Gaia se adelantó y le hundió sus garras en el vientre, destrozando sus órganos internos y poniendo fin a la vida de aquella cosa.

Dejó caer el cuerpo del fomor al suelo con un gesto de desagrado y se detuvo unos preciosos segundos para que su cuerpo curase las heridas que le habían hecho.

-Una demostración excelente-, dijo una voz masculina cercana al camión. -El "doctor Dolor" ha sido descuidado, pero no te preocupes. Nosotros somos más profesionales.

La persona que estaba hablando salió a la luz. Era un joven mayor que él, de unos veinticinco años, de  un metro setenta de altura y complexión fuerte. Llevaba el pelo moreno anudado en una coleta por detrás de la cabeza, tenía unos atractivos rasgos asiáticos y sus ojos parecían dos esmeraldas verdes. Vestía un traje de negocios de color gris oscuro y en su mano derecha empuñaba una pistola automática de calibre medio con la que le apuntaba directamente.

Había dos "hombres" más a su lado. El más alto y fibroso, tenía una cabeza pequeña comparada con su gran torso y sus anchos brazos. Llevaba el pelo cortado al cepillo, de color rubio teñido, y hacía gala de unos fríos ojos azules y cara malhumorada. Iba vestido con un uniforme de vigilante de seguridad y llevaba una porra extensible en la mano derecha. El otro era un ser humano desnudo, de rasgos neutros, sin órganos sexuales ni  rasgos faciales o corporales distintivos. Tampoco parecía tener vello capilar. Sólo tenía un par de ojos y una gran boca abierta de par en par.

Faruq apareció en ese mismo a su lado. El asiático le disparó sorprendido, fallando por muy poco, y Voz-de-Plata aprovechó el momento para cargar contra ellos, temiendo no tener una oportunidad mejor que esa. El tipo de la porra extensible se interpuso entre él y sus compañeros, deteniendo su carga a base de golpes contra el aire y contra sus brazos. Voz-de-Plata tuvo que retroceder, aullando de dolor. Este fomor era igual de fuerte que el que el psicópata muerto. Faruq pasó a su lado como una exhalación y cayó sobre la cosa asexuada. El asiático retrocedió para ganar un buen ángulo de tiro.

Voz-de-Plata se agachó, recibiendo varios golpes dolorosos en la espalda y golpeó las piernas del fomor con un barrido de su poderoso brazo. Tuvo suerte y logró derribarlo al suelo. El tipo intentó incorporarse gruñendo como un animal salvaje, pero el Galliard lo aplastó contra el suelo usando su propio cuerpo y, aferrándole la cabeza con sus garras, golpeó su cara varias veces contra el asfalto hasta que el "hombre" se quedó completamente inerte.

En ese momento, sonó un disparo y el Hijo de Gaia sintió un fuerte aguijonazo en su hombro derecho. El dolor se convirtió en una agonía abrumadora. "Balas de plata", pensó mientras caía al suelo. Parecía que la bala se había quedado alojada dentro de su clavícula y su roce contra los huesos le provocaba un intenso dolor. El Galliard usó todas las fuerzas que le quedaban para intentar proteger su mole Crinos tras una de las columnas.

Sonó otro disparo en el aparcamiento. Esta vez fue Faruq el que aulló de dolor. Voz-de-Plata se asomó unos segundos, logrando ver el pelaje oscuro de su hermano arrastrándose inútilmente por el hormigón, mientras dejaba un rastro de sangre tras de sí.

-¡Eh, lobo!-, gritó el asiático-. ¡Ponte al descubierto si no quieres que remate a tu amigo!

Voz-de-Plata maldijo para sí mismo. Podía intentar correr hasta la siguiente columna y desde ahí cargar contra el asiático, pero a lo mejor su enemigo intentaba matar a Faruq antes de que pudiese impedirlo. Tenía que elegir entre hacerse con el camión o salvar a su hermano de manada. ¿Qué podía hacer? "En realidad, no tengo elección", pensó amargado. Adoptó la forma Homínida y salió de su cobertura con los brazos en alto.

-No lo hagas-, dijo innecesariamente. -Me rindo

-¡Quédate quieto!-, le respondió el asiático. -No intentes jugármela. Prefiero entregaros vivos, pero también me recompensarán si estáis muertos.

-Tranquilo. No dispares-, murmuró Faruq con voz débil, aunque el asiático pareció no haberlo oído.

-La has cagado, lobo-, le dijo con una sonrisa cruel. -Si hubieses venido a por mí cuando tenías la oportunidad, tal vez me hubieses matado y obtendrías el premio gordo, pero ahora... Yo hubiera preferido una muerte rápida ahora a lo que os espera.

En ese momento apareció Canción-Oculta tras el asiático. Su oportuna intervención desequilibró la partida. El fomor volvió a ser increíblemente rápido, apartándose y disparando justo en el momento en que presintió que algo iba mal. Sin embargo, la bala no dio en el blanco, sino que pasó por el minúsculo espacio formado por el costado y el brazo derecho del Colmillo Plateado.

Faruq se incorporó en ese momento, tapándose la hemorragia del vientre con su mano derecha, y le gritó:

-¡Pon en marcha el tráiler!-, su voz parecía más serena, como si antes hubiese exagerado su debilidad para que el fomor se confiara respecto a la gravedad de su herida. -¡Yo trataré de abrir la reja de la entrada!

Ignorando su propia herida, Voz-de-Plata corrió directamente hacia el vehículo. Pasó al lado de Canción-Oculta y del asiático. El fomor había dejado atrás las contemplaciones; los dedos de sus manos se habían unido para formar garras bestiales y un grueso tentáculo carnoso había brotado de su estómago rasgando la camisa. Al Colmillo Plateado le esperaba un combate difícil.

Abrió la puerta del tráiler y entró dentro de la cabina, agachándose para retirar la cubierta que protegía los cables y hacer el maldito puente. Los dedos le temblaban de los nervios que sentía. Tardó un tiempo más largo del habitual en conseguir encender el contacto. El camión rugió como una bestia embravecida cuando su motor se puso por fin en marcha.

Desde el cristal, pudo ver a Lars ayudando a Canción-Oculta a derrotar al asiático, que yacía comvulsionándose sobre el suelo con la piel desgarrada, mientras que Faruq había logrado hacer subir la persiana usando alguno de los controles de la cabina del guardia de seguridad. "Lo peor ya ha pasado", pensó Voz-de-Plata.

-¡Ya está! ¡Venid rápido!-, trató de hacerse oír.

Canción-Oculta y Lars ayudaron a Faruq a acercarse y lo subieron a la cabina. Luego ambos adoptaron la forma Homínida.

-¿Alguno de vosotros sabe cómo conducir uno de estos tratos con marchas?-, preguntó el Gallliard.

-Yo siempre he conducido con vehículos con marchas. Puedo intentarlo-, le respondió Lars.

Avanzaron varios metros y luego el camión se detuvo de golpe.

-¿No decías que podrías conducirlo?- preguntó nervioso Faruq.

-Dije que sé conducir con un coche con marchas, pero esto es un jodido tráiler.

Voz-de-Plata no sabía si reír o llorar. Habían arriesgado sus propias vidas para llegar aquí y todos sus esfuerzos no iban a servir de nada porque no sabían conducir un maldito camión. ¡Era algo tan surrealista! Miró a Canción-Oculta pero el Philodox tenía puesta toda su atención en el Fenris.

-¡No lo molestéis ahora!-, les dijo intentando mantener la calma. -Vamos, Lars. ¡Puedes hacerlo!

No lo consiguieron a la primera ni a la segunda, ni a la tercera, pero después de varios intentos lograron sacar el tráiler del aparcamiento y hacerlo avanzar por las calles de la ciudad sin quemar el embrague ni realizar movimientos demasiado sospechosos. El cielo estaba clareando en ese mismo momento y el sol teñía las nubes de un color púrpura anaranjado.

-¿A dónde vamos?-, preguntó Lars nervioso.

-Llévanos tan al norte como puedas-, sugirió Canción-Oculta.

Faruq había encontrado una mochila con ropa usada y maloliente detrás de los respaldos de los asientos. Lars se pudo un jersey de cuello alto que le quedaba grande, mientras Voz-de-Plata sujetaba el volante. Luego él se puso una camisa y unos vaqueros, quedándose sentado en el otro extremo de la cabina. Faruq y Canción-Oculta adoptaron la forma Lupus y permanecieron escondidos detrás de la cabina. El Hijo de Gaia encontró un gastado mapa de carreteras cuando estuvo rebuscando en la guantera del vehículo. Siguiendo sus indicaciones, Lars introdujo el tráiler en la autovía 401 y luego cogió un desvío para seguir por la 404.

Un coche de la policía de Toronto les siguió durante unos pocos metros. Lars intentó seguir conduciendo de la forma habitual, evitando hacer nada sospechoso. Todos ellos contuvieron la respiración. Sin embargo, el coche de policía acabó pasándoles de largo a toda velocidad mientras encendía las luces y las sirenas para acudir a alguna llamada de emergencia. Al final, lograron salir de Toronto cuando el sol ya iluminaba los edificios de la ciudad a través de las nubes del cielo.

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