Vancouver, Columbia Británica (Canadá)
7 de julio de 1992
Su nombre humano era Crow O'Carrol, aunque todos los Garou que lo conocía preferían llamarlo Erguido-cual-Montaña. Se había ganado ese nombre gracias a su estatura y a ciertos hechos ocurridos durante su rito de iniciación. No obstante, él seguía prefiriendo que sus verdaderos amigos lo llamasen simplemente Crow.
Cuando llegó a la puerta de Ceili's, ignoró el cartel que advertía que el pub estaba cerrado esa mañana y empujó la puerta para entrar. La música y las voces del interior le dieron una calurosa bienvenida. "Mierda, llego tarde", pensó con irritación al ver al pequeño pero ruidoso grupo reunido alrededor de la barra. Algunos lo miraron y lo saludaron intentando hacer oír por encima del tumulto. Reconoció a Conall McAllary, un orgulloso Galliard de sangre escocesa que estaba obsesionado con la tarea de mantener viva la cultura y las costumbres de la antigua Parentela celta de los Fianna. Crow le devolvió el saludo y se acercó a la barra. Necesitaba tomar una jarra de cerveza para estar a tono en la reunión. No es que el alcohol en sí mismo le fuese ayudar, claro, pero en la experta opinión de la mayoría de los Fianna tampoco "estorbaba" mucho y Crow estaba completamente de acuerdo con esa pequeña perla de la sabiduría popular.
Thomas, el camarero de Ceili's y miembro de la Parentela, le sirvió una pinta de aspecto soberbio. Crow le sonrió agradecido y probó un buen trago. "Deliciosa", pensó disfrutando del momento.
-Pensaba que no ibas a aparecer nunca-, le dijo una voz femenina a su espalda.
La sonrisa de Crow se ensanchó aún más y se volvió despacio intentando ocultar su timidez en el rincón más profundo de su ser. Como sospechaba, era Baila-en-la-Tormenta, una hermosa joven galesa que tenía la mejor voz que había escuchado en su vida. "Está preciosa", se reconoció a sí mismo a su pesar. Crow se había sentido atraído por ella desde que la conoció, pero ella era una Garou y la Letanía prohibía expresamente las relaciones entre los suyos. De todas formas, se acercó para darle un cálido abrazo y se sintió extremadamente culpable de nuevo cuando no pudo evitar oler su pelo en el proceso.
-Me alegra verte-, le dijo ella soltándose del abrazo demasiado pronto para su gusto.
-No me perdería una de nuestras reuniones por nada en el mundo-, le respondió él.
-Eso está bien. Aquí al menos Thomas te puede dejar dormir en el almacén si coges una buena borrachera-, se burló ella.
-Necesitarías muchos barriles de cerveza para tumbarme, Gaby-, repuso él con seguridad.
Ella se rió negando con la cabeza y apoyó delicadamente su mano en su brazo.
-Cuando quieras una competición, avísame, pero luego espero que tu emotivo corazón irlandés no llore mucho si te humilla públicamente una galesa-, le ella dijo riéndose.
Crow también se rió. Quería hacer algún comentario ingenioso, pero lo único que pudo hacer fue dejarse llevar por la risa contagiosa de Baila-en-la-Tormenta y sonreír como un bobo. Tardó unos segundos de más en darse cuenta de que las voces a su alrededor estaban enmudeciendo de repente y que los hermosos ojos claros de Gaby habían adoptado una mirada preocupada. Crow se dio la vuelta para poder ver quién acababa de entrar en el pub.
Era Brendan Dooley, el Anciano Fianna en el Clan del Pacto. De piel pálida, tenía el aspecto de un hombre alto y muy delgado, de largos brazos y piernas. Su pelo era de color rojizo, casi rubio, y lo llevaba corto. Su rostro estaba afeitado con pulcritud. Vestía de manera informal y quizás algo anticuada. Se acercó a la barra y aceptó con aire ausente una Jameson's que le ofreció uno de los presentes. Luego les miró a todos con aire pensativo. Crow llevaba pocas semanas en el Clan del Pacto, pero durante ese tiempo había aprendido a interpretar las pasiones reflejadas en los ojos verdes del líder de los Fianna. En esos momentos, Brendan parecía extraordinariamente preocupado y furioso a partes iguales.
-Thomas, ¿puedes bajar la música por favor?-, pidió de repente. Su voz era grave y segura, pero su fuerte acento irlandés hacía difícil poder entenderlo con claridad. Sin embargo, Thomas hizo rápidamente lo que le pedió.
-Amigos, me temo que hoy soy portador de malas noticias para todos nosotros. Ayer por la mañana desaparecieron dos niños mellizos de la guardería Los Peces Alegres. Se llaman Theo y Janine Worrell. Tienen tres años de edad y pertenecen a nuestra Parentela.
Brendan alzó las manos para acallar las inmediatas exclamaciones de sorpresa e indignación que siguieron inmediatamente tras su fatídico anuncio. Esperó unos lentos segundos y volvió a hablar.
-Sus padres me llamaron por la noche. Informaron inmediatamente a la policía de Vancouver, pero por ahora no hay ninguna pista que pueda revelar quiénes son los culpables o dónde están los niños,como si simplemente hubiesen desaparecido de la guardería.
-¡Seguro que es cosa de las Sanguijuelas!-, gritó Eamon, un robusto guerrero barbudo.
-Odio a los vampiros tanto como tú, pero no sabemos si este secuestro es cosa de ellos-, gruñó Brendan hablando de repente sin darse cuenta en la lengua de los Garou. Sus gruñidos estaban cargados de furia y odio. -Y no vamos a romper la Alianza sin poder mostrar al resto de las tribus alguna prueba que confirme que han sido los vampiros. Tenemos que salvar a los niños y coger a los culpables. Por ese orden.
Crow asintió con la cabeza. "¡Esos cabrones van a lamentar el día en que nacieron!", pensó furioso mientras apretaba los puños. "Cómo caigan en mis manos..."
-Creo que este secuestro ha sido planeado específicamente contra nosotros, así que vamos a investigar el asunto a fondo, pero recordad que la policía también está investigando, por lo que tendréis que ir con cuidado para no romper el Velo. Eamon, quiero que tú y Baila-en-la-Tormenta visitéis a todos nuestros Parientes que tengan niños pequeños. Averiguad si han notado algo extraño en los últimos días y quedaros cerca para protegerlos en caso de que sea necesario.
-¡Dalo por hecho!-, respondió Gaby. Le hizo un gesto al Ahroun y ambos abandonaron el pub a toda prisa.
-¡MacAllary! Tú habla con los padres. Averigua todo lo que puedas.
Conall asintió, recogió su gastada mochila verde y se largó por la puerta de atrás.
-Quiero que los demás habléis con todos vuestros amigos, contactos y conocidos en las calles. Recurrid a cualquiera que pueda ayudarnos. Yo buscaré la ayuda de las otras tribus. ¿A qué estáis esperando? ¡Poneros en marcha de una vez!
La orden de Bredan sacó a Crow de su aturdimiento inicial y salió corriendo con tanta prisa que apenas tuvo tiempo para despedirse de los otros Fianna. Él no tenía muchos amigos en la ciudad, pero esperaba que sus hermanos de manada o Uktena pudiesen ayudarle de alguna forma a rescatar a esos niños desaparecidos.
-.-
Sus padres, unos orgullosos músicos irlandeses oriundos de Kerry, una bella región del condado de Munster en Eire, se decidieron a emigrar cuando él apenas tenía unos pocos años de edad. Se trasladaron a la Kelowna, una pequeña ciudad situada en la Columbia Británica canadiense. Al principio el cambio no había sido del agrado de Crow y tuvo muchos problemas para adaptarse en el colegio con otros niños y en general con cualquier persona que tratara de comunicarse con él. Afortunadamente, su gran altura y su naturaleza violenta habían mantenido alejados de él a los matones del colegio y luego del instituto. Sus padres pertenecían a la Parentela, por lo que supieron reconocer a tiempo las señales de su comportamiento huraño y estuvieron preparados para cuando llegó el momento de su Primer Cambio. Un suceso que seguía provocándole una gran vergüenza al joven Ahroun.
Sin embargo, su buena suerte pareció haberse terminado justo después del rito de iniciación, debido a que no había más cachorros Fianna a los que pudiera unirse para formar una manada. Naturalmente, podía integrarse en una de las manadas preexistentes pero Crow prefería estar con otros Garou que compartiesen su misma edad. ¿Qué joven de su edad no deseaba algo así? Sin embargo, se llevó una amarga sorpresa cuando descubrió que las circunstancias no eran las adecuadas. En ese momento, el joven Fianna incluso se planteó no unirse a ninguna manada, pero los sabios de su clan se lo desaconsejaron encarecidamente. "Un lobo sin manada siempre está condenado a la locura y la muerte", le reprendieron sus Ancianos. "Acepta la suerte que te ha tocado".
Por fortuna, la Gran Madre tenía otros planes para él. Llegaron noticias procedentes de Vancouver. El Clan del Pacto había recuperado a sus retoños perdidos. La manada de cachorros había demostrado una valentía y una astucia increíbles al capturar la prisión de una poderosa Perdición del Wyrm, aunque un lobo Fianna llamado Mata-Parientes había muerto durante la hazaña. Los Fianna de Vancouver invitaban a cualquier joven Ahroun de su tribu a unirse a las filas de esta prometedora manada. Sobra decir que Crow apenas desperdició tiempo para suplicar a sus Ancianos lo dejasen unirse a las Garras de Gaia. Se sintió increíblemente afortunado cuando se lo permitieron. Tras despedirse de su familia y amigos, se trasladó rápidamente a Vancouver dispuesto a comenzar una nueva vida.
Crow recordaba muy bien los nervios que había sentido cuando abandonó Kelowna. Tenía miedo a que los jóvenes héroes de las Garras de Gaia lo rechazasen o que tal vez no estuviese a su altura. Cuando llegó al Clan del Pacto por primera vez y le presentaron a los que serían sus nuevos hermanos, Crow descubrió aliviado que los relatos que había escuchado habían sido exagerados. Las Garras de Gaia sólo eran cuatro jóvenes Garou que sencillamente se habían visto envueltos en una situación extraordinariamente compleja, de la que habían salido airosos gracias a su astucia y su perseverancia al servicio de la Gran Madre.
A pesar de que su alfa fuese un metis, el Fianna había sentido de inmediato un fuerte respeto por Canción-Oculta y se hicieron amigos rápidamente. Otro de sus hermanos por el que sintió una gran estima era Faruq. Pese a que el Caminante Silencioso iba y venía a su antojo, sabía divertirse y tenía un ingenio repleto de comentarios mordaces que podían sonrojar incluso a un camionero borracho.
Sus relaciones con sus otros hermanos de manada eran más complejas y difíciles. Aunque Crow también tenía fuertes lazos emocionales con ellos, era consciente de que no les tenía el mismo aprecio. Le hubiera gustado congeniar con Voz-de-Plata, pero, por alguna razón que no entendía, eso no había sido posible. Lars, por otra parte, era un asunto completamente distinto. En su opinión, el Fenris era un pretencioso que escondía muchos secretos para poder seguir dándose aires de importancia y mantenerse como beta de la manada, algo que despertaba una cierta envidia en el joven Fianna.
Crow recordaba muy bien los nervios que había sentido cuando abandonó Kelowna. Tenía miedo a que los jóvenes héroes de las Garras de Gaia lo rechazasen o que tal vez no estuviese a su altura. Cuando llegó al Clan del Pacto por primera vez y le presentaron a los que serían sus nuevos hermanos, Crow descubrió aliviado que los relatos que había escuchado habían sido exagerados. Las Garras de Gaia sólo eran cuatro jóvenes Garou que sencillamente se habían visto envueltos en una situación extraordinariamente compleja, de la que habían salido airosos gracias a su astucia y su perseverancia al servicio de la Gran Madre.
A pesar de que su alfa fuese un metis, el Fianna había sentido de inmediato un fuerte respeto por Canción-Oculta y se hicieron amigos rápidamente. Otro de sus hermanos por el que sintió una gran estima era Faruq. Pese a que el Caminante Silencioso iba y venía a su antojo, sabía divertirse y tenía un ingenio repleto de comentarios mordaces que podían sonrojar incluso a un camionero borracho.
Sus relaciones con sus otros hermanos de manada eran más complejas y difíciles. Aunque Crow también tenía fuertes lazos emocionales con ellos, era consciente de que no les tenía el mismo aprecio. Le hubiera gustado congeniar con Voz-de-Plata, pero, por alguna razón que no entendía, eso no había sido posible. Lars, por otra parte, era un asunto completamente distinto. En su opinión, el Fenris era un pretencioso que escondía muchos secretos para poder seguir dándose aires de importancia y mantenerse como beta de la manada, algo que despertaba una cierta envidia en el joven Fianna.
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Cuando llegó a la puerta de Ceili's, ignoró el cartel que advertía que el pub estaba cerrado esa mañana y empujó la puerta para entrar. La música y las voces del interior le dieron una calurosa bienvenida. "Mierda, llego tarde", pensó con irritación al ver al pequeño pero ruidoso grupo reunido alrededor de la barra. Algunos lo miraron y lo saludaron intentando hacer oír por encima del tumulto. Reconoció a Conall McAllary, un orgulloso Galliard de sangre escocesa que estaba obsesionado con la tarea de mantener viva la cultura y las costumbres de la antigua Parentela celta de los Fianna. Crow le devolvió el saludo y se acercó a la barra. Necesitaba tomar una jarra de cerveza para estar a tono en la reunión. No es que el alcohol en sí mismo le fuese ayudar, claro, pero en la experta opinión de la mayoría de los Fianna tampoco "estorbaba" mucho y Crow estaba completamente de acuerdo con esa pequeña perla de la sabiduría popular.
Thomas, el camarero de Ceili's y miembro de la Parentela, le sirvió una pinta de aspecto soberbio. Crow le sonrió agradecido y probó un buen trago. "Deliciosa", pensó disfrutando del momento.
-Pensaba que no ibas a aparecer nunca-, le dijo una voz femenina a su espalda.
La sonrisa de Crow se ensanchó aún más y se volvió despacio intentando ocultar su timidez en el rincón más profundo de su ser. Como sospechaba, era Baila-en-la-Tormenta, una hermosa joven galesa que tenía la mejor voz que había escuchado en su vida. "Está preciosa", se reconoció a sí mismo a su pesar. Crow se había sentido atraído por ella desde que la conoció, pero ella era una Garou y la Letanía prohibía expresamente las relaciones entre los suyos. De todas formas, se acercó para darle un cálido abrazo y se sintió extremadamente culpable de nuevo cuando no pudo evitar oler su pelo en el proceso.
-Me alegra verte-, le dijo ella soltándose del abrazo demasiado pronto para su gusto.
-No me perdería una de nuestras reuniones por nada en el mundo-, le respondió él.
-Eso está bien. Aquí al menos Thomas te puede dejar dormir en el almacén si coges una buena borrachera-, se burló ella.
-Necesitarías muchos barriles de cerveza para tumbarme, Gaby-, repuso él con seguridad.
Ella se rió negando con la cabeza y apoyó delicadamente su mano en su brazo.
-Cuando quieras una competición, avísame, pero luego espero que tu emotivo corazón irlandés no llore mucho si te humilla públicamente una galesa-, le ella dijo riéndose.
Crow también se rió. Quería hacer algún comentario ingenioso, pero lo único que pudo hacer fue dejarse llevar por la risa contagiosa de Baila-en-la-Tormenta y sonreír como un bobo. Tardó unos segundos de más en darse cuenta de que las voces a su alrededor estaban enmudeciendo de repente y que los hermosos ojos claros de Gaby habían adoptado una mirada preocupada. Crow se dio la vuelta para poder ver quién acababa de entrar en el pub.
Era Brendan Dooley, el Anciano Fianna en el Clan del Pacto. De piel pálida, tenía el aspecto de un hombre alto y muy delgado, de largos brazos y piernas. Su pelo era de color rojizo, casi rubio, y lo llevaba corto. Su rostro estaba afeitado con pulcritud. Vestía de manera informal y quizás algo anticuada. Se acercó a la barra y aceptó con aire ausente una Jameson's que le ofreció uno de los presentes. Luego les miró a todos con aire pensativo. Crow llevaba pocas semanas en el Clan del Pacto, pero durante ese tiempo había aprendido a interpretar las pasiones reflejadas en los ojos verdes del líder de los Fianna. En esos momentos, Brendan parecía extraordinariamente preocupado y furioso a partes iguales.
-Thomas, ¿puedes bajar la música por favor?-, pidió de repente. Su voz era grave y segura, pero su fuerte acento irlandés hacía difícil poder entenderlo con claridad. Sin embargo, Thomas hizo rápidamente lo que le pedió.
-Amigos, me temo que hoy soy portador de malas noticias para todos nosotros. Ayer por la mañana desaparecieron dos niños mellizos de la guardería Los Peces Alegres. Se llaman Theo y Janine Worrell. Tienen tres años de edad y pertenecen a nuestra Parentela.
Brendan alzó las manos para acallar las inmediatas exclamaciones de sorpresa e indignación que siguieron inmediatamente tras su fatídico anuncio. Esperó unos lentos segundos y volvió a hablar.
-Sus padres me llamaron por la noche. Informaron inmediatamente a la policía de Vancouver, pero por ahora no hay ninguna pista que pueda revelar quiénes son los culpables o dónde están los niños,como si simplemente hubiesen desaparecido de la guardería.
-¡Seguro que es cosa de las Sanguijuelas!-, gritó Eamon, un robusto guerrero barbudo.
-Odio a los vampiros tanto como tú, pero no sabemos si este secuestro es cosa de ellos-, gruñó Brendan hablando de repente sin darse cuenta en la lengua de los Garou. Sus gruñidos estaban cargados de furia y odio. -Y no vamos a romper la Alianza sin poder mostrar al resto de las tribus alguna prueba que confirme que han sido los vampiros. Tenemos que salvar a los niños y coger a los culpables. Por ese orden.
Crow asintió con la cabeza. "¡Esos cabrones van a lamentar el día en que nacieron!", pensó furioso mientras apretaba los puños. "Cómo caigan en mis manos..."
-Creo que este secuestro ha sido planeado específicamente contra nosotros, así que vamos a investigar el asunto a fondo, pero recordad que la policía también está investigando, por lo que tendréis que ir con cuidado para no romper el Velo. Eamon, quiero que tú y Baila-en-la-Tormenta visitéis a todos nuestros Parientes que tengan niños pequeños. Averiguad si han notado algo extraño en los últimos días y quedaros cerca para protegerlos en caso de que sea necesario.
-¡Dalo por hecho!-, respondió Gaby. Le hizo un gesto al Ahroun y ambos abandonaron el pub a toda prisa.
-¡MacAllary! Tú habla con los padres. Averigua todo lo que puedas.
Conall asintió, recogió su gastada mochila verde y se largó por la puerta de atrás.
-Quiero que los demás habléis con todos vuestros amigos, contactos y conocidos en las calles. Recurrid a cualquiera que pueda ayudarnos. Yo buscaré la ayuda de las otras tribus. ¿A qué estáis esperando? ¡Poneros en marcha de una vez!
La orden de Bredan sacó a Crow de su aturdimiento inicial y salió corriendo con tanta prisa que apenas tuvo tiempo para despedirse de los otros Fianna. Él no tenía muchos amigos en la ciudad, pero esperaba que sus hermanos de manada o Uktena pudiesen ayudarle de alguna forma a rescatar a esos niños desaparecidos.
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