miércoles, 13 de febrero de 2013

EPÍLOGO: EL INFORME DEL SAD


DEPARTAMENTO DE JUSTICIA DE ESTADOS UNIDOS

FEDERAL BUREAU OF INVESTIGATION
DEPARTAMENTO DE ASUNTOS ESPECIALES



MEMORÁNDUM:6/12/92
Para: Thomas Little, Director Costa Oeste
De: Agente Especial Robert Danforth
Asunto: Rapta Pañales


Ha pasado un mes exacto sin que hayan ocurrido nuevos secuestros en St. Claire y el misterioso criminal apodado por la prensa como "Rapta Pañales" no ha vuelto a dar señales de vida. Todo parece indicar que ha abandonado definitivamente la ciudad o, si creemos el supuesto chivatazo del informante anónimo de la periodista Cindy Crawley (véase transcripción del interrogatorio nº36), dicho criminal estaría muerto, probablemente asesinado.

El caso deja tras de sí muchas incógnitas y muy pocas respuestas. Como ya he informado antes, el examen forense practicado a los cuerpos de los niños secuestrados reveló restos de lodo y polvo de carbón, lo que nos condujo a investigar una mina abandonada a las afueras de la ciudad. Al igual que ocurrió en la tejeduría donde encontramos los cuerpos de las primeras víctimas de Rapta Pañales, y donde tres agentes de la policía local perdieron la vida en acto de servicio, los perros se negaron asustados a seguir el rastro dentro de la mina. Semanas más tarde encontramos el cadáver de un mendigo flotando en un parcialmente inundado. El fallecido tenía marcas de desgarros y mordiscos propios del ataque una criatura salvaje de gran tamaño.

Todos los indicios parecían indicar que el vagabundo, que todavía no ha podido ser identificado, era otra víctima del misterioso “Rapta Pañales”, pero eso no encaja con el descubrimiento de numerosas huellas de patas de algún tipo de cánido, de lobo casi con toda seguridad, pertenecientes a varios ejemplares de esa especie. No obstante, parece muy improbable que un grupo de estos animales salvajes, sin inteligencia ni voluntad, se adentrara en esos túneles inundados para matar a un vagabundo.

Todas estas insinuaciones me llevan a la confirmación de la implicación de criaturas sobrenaturales en los sucesos que rodean los secuestros y asesinatos ocurridos en la ciudad y sus territorios vecinos. Estoy convencido de que los autores de estos crímenes son un grupo de licántropos, aunque también sospecho que abandonaron St. Claire después de realizar la llamada anónima citada anteriormente.

Por tanto, recomiendo que el departamento no archive definitivamente el caso y, muy al contrario, extreme la alerta en caso de que se repitan este tipo de misteriosos secuestros en otras localidades del estado de Washington. También sugiero alertar a nuestros compañeros del FBI en Seattle para que revisen las bases de datos de todos los crímenes cometidos por ciudadanos nativo americanos en la región durante los últimos cinco o diez años. Puede que así encontremos alguna pista o dato paralelo que nos permita avanzar en esta investigación. Por último, solicito oficialmente la asignación de munición de plata para todos los agentes especiales del SAD encargados de esta investigación.


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