St. Claire, Washington (EE.UU.)
4 de noviembre de 1992
-No tienes buena cara.
-Gracias. Tú tampoco-, le respondió burlón el Caminante Silencioso.
-No, lo digo en serio-, insistió pacientemente-. ¿Qué te pasa?
Faruq y él estaban caminando por el reflejo umbral del centro de la ciudad. Desde la amplia calle por la que paseaban, pudieron ver los engranajes cubiertos de telarañas plateadas del viejo reloj del ayuntamiento. Pequeños seres arácnidos se afanaban por cubrir inútilmente la maquinaria con sus hebras, pero lo único que lograban era ralentizar el movimiento de las agujas de metal. El resto de la calle estaba vacía. No había espíritus en los fantasmales edificios de madera de los primeros tiempos de la ciudad ni en las escasas edificaciones modernas de ladrillo y cemento. En la bóveda celeste de la Umbra, Selene brillaba con todo su esplendor y belleza plateada.
-Supongo que estos días no estoy durmiendo todo lo que debería y eso me está pasando factura-, le respondió Faruq intentando contener un nuevo bostezo.
-A mí me sucede lo mismo. Me preocupa demasiado el futuro de los niños que aún siguen secuestrados.
-Puede que estén muertos, como los que encontramos en la tejeduría.
-Supongo que es posible, pero hasta que no encontremos todos los cuerpos me niego a perder la esperanza.
-Eres el mejor de todos nosotros. Espero sinceramente que tengas razón.
-Tú no piensas como yo, ¿verdad?
-Me gustaría estar equivocado pero estoy convencido de que Rapta Pañales es un gusano verdaderamente enfermizo. Dime una cosa: si pudiésemos capturar a ese malnacido, ¿qué harías con él? ¿Lo ejecutarías de inmediato o le darías una segunda oportunidad?
-Esa no es una pregunta precisamente fácil-, respondió incómodo. -Está claro que sus actos son malvados. Si fuera un humano normal y corriente lo entregaría al FBI para que los juzgasen los suyos, pero si es una criatura sobrenatural como parece evidente, entonces no hay cárcel en este mundo que pudiera retenerlo. Supongo que lo mejor que podríamos hacer en ese caso sería darle una muerte rápida.
-Eso parece más venganza que justicia.
-Ah, ya veo-, respondió Voz-de-Plata de mala gana. -Creí que estábamos manteniendo una conversación seria y en realidad sólo estabas utilizando conmigo tus trucos de Ragabash. Déjame decirte una cosa: los Hijos de Gaia tenemos fama de bonachones y compasivos, pero somos bien conscientes del poder del Wyrm. Cuando descubrimos a sus sicarios, los matamos como hacen todos los Garou. Sabemos que no existe otra solución.
-¿Y las sanguijuelas de Vancouver? ¿No sirven al Wyrm? ¿Por qué pactamos con ellos?
-Por favor, no me vengas con esas. El Wyrm tiene siervos más peligrosos que los vampiros. Mientras respeten los términos de nuestro acuerdo, pactamos con el mal menor para tener las manos libres contra el mal mayor y...
Voz-de-Plata cortó la conversación cuando vio a tres personas salir por una callejuela entre dos edificios a menos de veinte metros. Eran dos hombres y una mujer. Obviamente, Faruq y él estaban tan absortos con su charla que no que no se habían dado cuenta de que los habían seguido. El Galliard no sabía qué hacer, nada en los gestos de los desconocidos indicaba si eran amigos o enemigos. A su lado el Caminante Silencioso adoptó la forma Crinos por mera precaución.
El mayor de los desconocidos tendría poco más de treinta años. Era grande y musculoso. Tenía barba y una larga melena rubia. Iba vestido con una cazadora de cuero, una camiseta azul claro, unos gastados pantalones vaqueros y botas negras, y además estaba armado con un gran mazo de construcción, que sostenía con facilidad entre sus dos manos.
El otro hombre era algo más joven. Tenía un cuerpo esbelto y musculoso. Iba vestido con un atuendo paramilitar, con ropas de camuflaje y una cazadora de cuero con parches e insignias de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Completaba su atuendo con un pulcro corte militar sobre su pelo rojizo.
La mujer tendría unos veinte y cinco años más o menos. De origen hispano, tenía el pelo largo y negro, con un mechón de color blanco. Iba vestida con un mono de cuero de motorista, blanco y negro, y con numerosos bolsillos cosidos desde los que sobresalían los mangos metálicos de cuchillos arrojadizos.
-Tranquilos, no vamos a atacaros-, dijo ella con una sonrisa, -al menos de momento.
-¿Quiénes sois?-, preguntó Voz-de-Plata intentando averiguar si sus intenciones.
-Somos Garou, como vosotros-, respondió el hombre más joven. -Nuestra manada se llama los Lobos Errantes. Yo soy Samuel, una Media Luna de la Camada de Fenris, y ellos son Andrew y Caprice. ¿Quiénes sois vosotros?
El nombre de la manada le resultaba familiar a Voz-de-Plata. Era una de las escasas manadas nómadas que recorrían el mundo enfrentándose contra cualquier criatura del Wyrm que encontrasen a su paso sin estar atadas a ningún clan. Se decía que estaba formada por valientes héroes de la Camada de Fenris. El Galliard no tenía forma alguna de confirmar que ellos eran quiénes decían ser, pero decidió darles un margen de confianza. Tampoco le tenía muchas más opciones.
-Nosotros formamos parte de la manada de las Cinco Garras de Gaia. Mi nombre es Voz-de-Plata, Luna Gibosa de los Hijos de Gaia. Pertenecemos al Clan del Pacto, en Vancouver.
-Yo soy Faruq-, respondió cortante el Ragabash.
-No he oído hablar de vosotros-, respondió Samuel comedido, -pero sí del Clan del Pacto. La Letanía es muy clara: "Combatirás al Wyrm donde more y críe". Eso no deja espacio para pactos cobardes con las sanguijuelas... ¿Y bien, Caprice?
-Parece que están limpios.
-De acuerdo, asintió Samuel pensativo. -Ayer descubrimos que andabais merodeando por St. Claire y os hemos estado vigilando. ¿Qué hacéis en la ciudad?
-Lo mismo podríamos preguntaros nosotros-, respondió Faruq con un gruñido.
-Vigila el tono de tus palabras, Caminante Silencioso-, le amenazó el hombre llamado Andrew mientras apretaba con firmeza el mango de su mazo de construcción.
-Tranquilo, no ha pretendido faltarnos al respeto, ¿verdad?
-No, seguro que no era su intención-, medió Voz-de-Plata. -Faruq es un Ragabash y siempre está gastando bromas a todo el mundo.
-No me digas-, dijo Caprice mientras sonreía de forma abierta. -Me empiezas a caer mucho mejor.
-Estamos en esta ciudad para atrapar al secuestrador que llaman Rapta Pañales-, les explicó el Galliard.
-No habéis tenido éxito-, gruñó provocador Andrew.
-Es un cobarde escurridizo-, dijo Faruq, -pero lo atraparemos. Sus crímenes no quedarán sin castigo.
-¿Y vosotros? ¿A qué habéis venido a St. Claire?-, preguntó Voz-de-Plata con la esperanza de cambiar el rumbo de la conversación y desviar la creciente tensión entre Andrew y Faruq.
-Estábamos de paso en la ciudad y descubrimos que la factoría de Pangloss oculta una base de operaciones del Wyrm. Vamos a atacarla esta misma noche.
-¿Así que fuisteis vosotros los que matasteis al guardia de Pangloss en el Loose Caboose?-, preguntó Faruq atando cabos.
-Sí-, respondió Caprice. -El malnacido hedía a Wyrm y nuestro grandullón tuvo que ponerle en su sitio.
-Nosotros intentamos entrar hace dos días y tuvimos suerte de salir de ahí con vida-, les intentó explicar el Galliard. -Tienen cámaras, alarmas, armas automáticas con plata, fomori y un Colmillo Plateado corrupto llamado Dmitri que protege las instalaciones.
-¿Un Garou traidor?-, preguntó Andrew escupiendo al suelo. -¡Aplastaré el cráneo de ese cobarde antes de que tenga tiempo de mearse encima!
-Ese Dmitri, ¿es el jefe de los siervos del Wyrm?-, preguntó Samuel sin hacer caso de la bravata de su hermano.
-No, nuestro alfa Canción-Oculta descubrió a la persona al mando. Es el director de la factoría. Un humano corrupto llamado Michael Norge. Tiene su despacho en la última planta del edificio principal.
-¿Seguro que se llamaba así?-, preguntó Samuel con el rostro enrojecido de rabia.
-Eso fue lo que nos dijo Canción-Oculta-, respondió Faruq. -Palabra por palabra.
-Gracias, por la información. Vámonos.
-Espera, ¿a dónde vais?-, preguntó Voz-de-Plata preocupado. -¿No me has oído? Ese lugar está bien protegido.¡Seguro que habrá más guardias después de nuestro ataque!
-No importa. Es lo que tenemos que hacer-, respondió Samuel con la mente puesta en otra parte.
-Mira, ¿por que no esperas un día o dos? ¡Ayúdanos a coger a Rapta Pañales y nosotros convenceremos a nuestro alfa para que ambas manadas asalten juntas la factoría de Pangloss!
-No podemos esperar tanto tiempo. Suerte con el secuestrador.
-¡Sí, los verdaderos guerreros de Gaia no temen a la muerte!-, fanfarroneó Andrew.
Voz-de-Plata observó atónito cómo ambos ignoraban sus advertencias, caminando de vuelta al callejón del que habían salido. Sin embargo, Caprice no hizo ademán de moverse.
-¿No vienes?-, le preguntó Samuel cuando reparó en la ausencia de la mujer.
-Os alcanzaré en seguida-, respondió ella. -Quiero que lleven un mensaje a una buena amiga mía en Vancouver.
-De acuerdo, pero date prisa-, respondió el líder de la manada de los Lobos Errantes sin mirar atrás.
-No se lo tengáis en cuenta-, les susurró Caprice cuando sus hermanos de manado no pudieran oírla. -Normalmente, se toman muy en serio su papel de guerreros Fenris elegidos de Gaia, pero esta vez es una cuestión de honor y reaccionan de forma más exagerada aún.
-No lo entiendo-, susurró también el Galliard.
-Un espíritu de Ancestro le ha dicho a Samuel que alguien de su linaje fundó esta ciudad hace unos ciento cincuenta años y de algún modo corrompió todo el territorio después de masacrar a todos los nativo americanos que vivían aquí. Vamos a ayudarle redimir el honor de su familia.
-¿Y por qué nos cuentas todo esto?-, preguntó Faruq sorprendido.
-Porque si caemos, quiero que todos los Garou sepan que los Lobos Errantes murieron luchando contra el Wyrm y que Samuel hizo todo lo que estuvo en su mano para corregir los pecados de sus antepasados. Ellos son demasiado orgullosos para pedirlo, pero ¿haríais eso por mí, por favor?
-Lo haremos, no te preocupes-, respondió Voz-de-Plata conmovido ante la humilde petición de la mujer. -Espero que regreses con vida para darme todos los detalles de la batalla, pero si no volvéis, cantaré personalmente vuestras hazañas a todo el que me escuche.
-Yo también-, dijo Faruq. -Una cosa más. En la Penumbra, la factoría es una plaga espiritual llena de Kalus y de elementales líquidos corruptos.
-Lo sé, los hemos visto de lejos-, respondió la mujer.
-Descubrimos demasiado tarde que los Kalus son cobardes-, insistió el Caminante Silencioso, -no nos atacaron cuando huimos a pesar de que estábamos heridos y en desventaja numérica. Mientras os mantengáis apartados de los elementales líquidos, puede que tengáis una buena oportunidad de atacar por sorpresa si lo hacéis desde la Umbra.
-Gracias. Le daré ese consejo a Samuel. Ahora tengo que irme. Suerte- La despida de Caprice fue breve pero amistosa. La mujer salió corriendo inmediatamente para alcanzar a sus hermanos.
-¡Que Gaia y Selene os protejan!-, les deseó Voz-de-Plata de todo corazón. El Galliard se sentía como si estuviese abandonando a aquellos orgullosos Garou a su suerte, pero su manada tenía que atrapar a Rapta Pañales y salvar a los niños que pudiesen. -Faruq, ¿crees que lo conseguirán?
-Si siguen mi consejo y no son unos simples fanfarrones, al menos tendrán una oportunidad.
-¿Un Garou traidor?-, preguntó Andrew escupiendo al suelo. -¡Aplastaré el cráneo de ese cobarde antes de que tenga tiempo de mearse encima!
-Ese Dmitri, ¿es el jefe de los siervos del Wyrm?-, preguntó Samuel sin hacer caso de la bravata de su hermano.
-No, nuestro alfa Canción-Oculta descubrió a la persona al mando. Es el director de la factoría. Un humano corrupto llamado Michael Norge. Tiene su despacho en la última planta del edificio principal.
-¿Seguro que se llamaba así?-, preguntó Samuel con el rostro enrojecido de rabia.
-Eso fue lo que nos dijo Canción-Oculta-, respondió Faruq. -Palabra por palabra.
-Gracias, por la información. Vámonos.
-Espera, ¿a dónde vais?-, preguntó Voz-de-Plata preocupado. -¿No me has oído? Ese lugar está bien protegido.¡Seguro que habrá más guardias después de nuestro ataque!
-No importa. Es lo que tenemos que hacer-, respondió Samuel con la mente puesta en otra parte.
-Mira, ¿por que no esperas un día o dos? ¡Ayúdanos a coger a Rapta Pañales y nosotros convenceremos a nuestro alfa para que ambas manadas asalten juntas la factoría de Pangloss!
-No podemos esperar tanto tiempo. Suerte con el secuestrador.
-¡Sí, los verdaderos guerreros de Gaia no temen a la muerte!-, fanfarroneó Andrew.
Voz-de-Plata observó atónito cómo ambos ignoraban sus advertencias, caminando de vuelta al callejón del que habían salido. Sin embargo, Caprice no hizo ademán de moverse.
-¿No vienes?-, le preguntó Samuel cuando reparó en la ausencia de la mujer.
-Os alcanzaré en seguida-, respondió ella. -Quiero que lleven un mensaje a una buena amiga mía en Vancouver.
-De acuerdo, pero date prisa-, respondió el líder de la manada de los Lobos Errantes sin mirar atrás.
-No se lo tengáis en cuenta-, les susurró Caprice cuando sus hermanos de manado no pudieran oírla. -Normalmente, se toman muy en serio su papel de guerreros Fenris elegidos de Gaia, pero esta vez es una cuestión de honor y reaccionan de forma más exagerada aún.
-No lo entiendo-, susurró también el Galliard.
-Un espíritu de Ancestro le ha dicho a Samuel que alguien de su linaje fundó esta ciudad hace unos ciento cincuenta años y de algún modo corrompió todo el territorio después de masacrar a todos los nativo americanos que vivían aquí. Vamos a ayudarle redimir el honor de su familia.
-¿Y por qué nos cuentas todo esto?-, preguntó Faruq sorprendido.
-Porque si caemos, quiero que todos los Garou sepan que los Lobos Errantes murieron luchando contra el Wyrm y que Samuel hizo todo lo que estuvo en su mano para corregir los pecados de sus antepasados. Ellos son demasiado orgullosos para pedirlo, pero ¿haríais eso por mí, por favor?
-Lo haremos, no te preocupes-, respondió Voz-de-Plata conmovido ante la humilde petición de la mujer. -Espero que regreses con vida para darme todos los detalles de la batalla, pero si no volvéis, cantaré personalmente vuestras hazañas a todo el que me escuche.
-Yo también-, dijo Faruq. -Una cosa más. En la Penumbra, la factoría es una plaga espiritual llena de Kalus y de elementales líquidos corruptos.
-Lo sé, los hemos visto de lejos-, respondió la mujer.
-Descubrimos demasiado tarde que los Kalus son cobardes-, insistió el Caminante Silencioso, -no nos atacaron cuando huimos a pesar de que estábamos heridos y en desventaja numérica. Mientras os mantengáis apartados de los elementales líquidos, puede que tengáis una buena oportunidad de atacar por sorpresa si lo hacéis desde la Umbra.
-Gracias. Le daré ese consejo a Samuel. Ahora tengo que irme. Suerte- La despida de Caprice fue breve pero amistosa. La mujer salió corriendo inmediatamente para alcanzar a sus hermanos.
-¡Que Gaia y Selene os protejan!-, les deseó Voz-de-Plata de todo corazón. El Galliard se sentía como si estuviese abandonando a aquellos orgullosos Garou a su suerte, pero su manada tenía que atrapar a Rapta Pañales y salvar a los niños que pudiesen. -Faruq, ¿crees que lo conseguirán?
-Si siguen mi consejo y no son unos simples fanfarrones, al menos tendrán una oportunidad.
-.-
Justo cuando la luna llena estaba en su punto más alto escucharon los primeros disparos desde la lejanía. Faruq y él estaban en esos momentos paseando en completo silencio por la calle a altura del cine Lyric. Pudieron escuchar los disparos perfectamente.
-Parecen armas automáticas-, murmuró Faruq. -Los Lobos Errantes han empezado su ataque.
-Sí, deben estar armando una buena en la factoría. ¡Ojalá hubiesen esperado un par de días!
-Aun así Canción-Oculta no permitiría participar en el ataque a ninguna de las Cinco Garras de Gaia. Recuerda que dio su palabra de honor.
-Lo sé pero eso no evita que me sienta fatal por dentro-, respondió Voz-de-Plata.
-Cada uno tenemos que afrontar nuestras propias batallas, Bobby. Ellos eligieron la suya y tenemos que aceptarlo. No podemos salvar a todas las personas que se cruzan en nuestro camino.
El Galliard escuchó sorprendido las palabras de Faruq. "¿Es consciente de la sabiduría latente en sus palabras?", se preguntó Voz-de-Plata. Aunque inevitablemente aceptaba la guerra contra el Wyrm para salvar a la Gran Madre, la filosofía de los Hijos de Gaia también estaba cargada de conceptos como pacifismo, altruismo y respeto. Sin embargo, muchos Garou de su tribu acababan perdidos cuando se veían sobrepasados por un mundo que no respondía a su brújula ética. Sin embargo, Faruq le acababa de ofrecer uno de los consejos más sabios que había escuchado en toda su vida: "No podemos salvar a todas las personas que se cruzan en nuestro camino". Voz-de-Plata miró con respeto a su hermano. "No se cómo se las arregla para sorprenderme siempre que puede", pensó mientras asentía con la cabeza.
El tiroteo duró unos largos minutos antes de terminar con un tenso silencio. No había forma de saber si esa era una señal buena o mala, pero el Galliard se dio cuenta de que no se veía ningún coche de policía cruzar a toda velocidad las calles de St. Claire con las luces y la sirena encendidas para ver qué demonios estaba ocurriendo en la fábrica de Pangloss. De hecho, la mayoría de los coches patrulla estaban aparcados escrupulosamente frente a la comisaría de la ciudad. Voz-de-Plata anotó ese extraño detalle en su mente y continuó su ronda, incapaz de hacer otra cosa.
Durante la madrugada del cinco de noviembre, a tan solo un par de horas antes de la llegada del amanecer, escuchó el aullido de Crow. "Seguid sus huellas en la cueva del espíritu cuervo", les dijo el Fianna. El aullido era la señal de que habían dado con Rapta Pañales y el mensaje les indicaba cómo seguir su pista. El Galliard se convirtió en Lupus y lanzó su propio aullido: "Vamos allí tan rápido como podamos". Faruq ya se había puesto a correr, transformándose en un lobo negro de un salto.
-Parecen armas automáticas-, murmuró Faruq. -Los Lobos Errantes han empezado su ataque.
-Sí, deben estar armando una buena en la factoría. ¡Ojalá hubiesen esperado un par de días!
-Aun así Canción-Oculta no permitiría participar en el ataque a ninguna de las Cinco Garras de Gaia. Recuerda que dio su palabra de honor.
-Lo sé pero eso no evita que me sienta fatal por dentro-, respondió Voz-de-Plata.
-Cada uno tenemos que afrontar nuestras propias batallas, Bobby. Ellos eligieron la suya y tenemos que aceptarlo. No podemos salvar a todas las personas que se cruzan en nuestro camino.
El Galliard escuchó sorprendido las palabras de Faruq. "¿Es consciente de la sabiduría latente en sus palabras?", se preguntó Voz-de-Plata. Aunque inevitablemente aceptaba la guerra contra el Wyrm para salvar a la Gran Madre, la filosofía de los Hijos de Gaia también estaba cargada de conceptos como pacifismo, altruismo y respeto. Sin embargo, muchos Garou de su tribu acababan perdidos cuando se veían sobrepasados por un mundo que no respondía a su brújula ética. Sin embargo, Faruq le acababa de ofrecer uno de los consejos más sabios que había escuchado en toda su vida: "No podemos salvar a todas las personas que se cruzan en nuestro camino". Voz-de-Plata miró con respeto a su hermano. "No se cómo se las arregla para sorprenderme siempre que puede", pensó mientras asentía con la cabeza.
El tiroteo duró unos largos minutos antes de terminar con un tenso silencio. No había forma de saber si esa era una señal buena o mala, pero el Galliard se dio cuenta de que no se veía ningún coche de policía cruzar a toda velocidad las calles de St. Claire con las luces y la sirena encendidas para ver qué demonios estaba ocurriendo en la fábrica de Pangloss. De hecho, la mayoría de los coches patrulla estaban aparcados escrupulosamente frente a la comisaría de la ciudad. Voz-de-Plata anotó ese extraño detalle en su mente y continuó su ronda, incapaz de hacer otra cosa.
Durante la madrugada del cinco de noviembre, a tan solo un par de horas antes de la llegada del amanecer, escuchó el aullido de Crow. "Seguid sus huellas en la cueva del espíritu cuervo", les dijo el Fianna. El aullido era la señal de que habían dado con Rapta Pañales y el mensaje les indicaba cómo seguir su pista. El Galliard se convirtió en Lupus y lanzó su propio aullido: "Vamos allí tan rápido como podamos". Faruq ya se había puesto a correr, transformándose en un lobo negro de un salto.
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