Una vez que llegamos a Alba Iulia, nos separamos inmediatamente. Sin que Crish lo supiese, había acordado con lord Sirme reunirnos en la abadía del hermano William la misma noche en que llegásemos a la ciudad para acordar una estrategia común. Lord Sirme debía acudir a la reunión acompañado del Lasombra Alfredo, mientras que yo traería a mi chiquillo Lushkar. Así pues, me dirigí directamente al edificio donde se ocultaba la capilla Tremere de Alba Iulia. Afortunadamente, Lushkar y Gardanth no tenían más malas noticias para mí. Los asuntos cotidianos de la ciudad habían transcurrido sin novedades y no habíamos recibido la visita de nuevos Cainitas durante mi ausencia. Satisfecho, ordené a Gardanth que custodiase la capilla y durante el camino hasta la abadía del hermano William, informé a Lushkar de la traición de Crish y de sus misteriosos embrujos.
Fuimos los primeros en llegar a la abadía y, pese a que no habíamos anunciado al Capadocio nuestros planes, mi Senescal supo hacerse cargo rápidamente de la situación. Decidió que la reunión tendría lugar en el refrectorio del edificio y despertó a varios de sus monjes para que estuviesen disponibles para satisfacer las necesidades de sus invitados. Por otro lado, aprovechó la ausencia del resto de los asistentes de la reunión para hacerme saber que Alfredo no sólo no había dado problemas, sino que, muy al contrario, se le había ofrecido su ayuda para resolver los problemas de la ciudad. Parecía ser que mi Senescal había intentado tenerlo ocupado hablándole de la perniciosa influencia del culto de Kupala y que el Lasombra se había puesto a investigar con gran eficacia. El hermano William parecía verdaderamente impresionado por la perspicacia de Alfredo, pero antes de que pudiese hacerle más preguntas a ese respecto, llegaron el resto de sus invitados.
Una vez que los cinco estuvimos reunidos en el refrectorio, lord Sirme y yo dimos cuenta de los actos de Crish y de la amenaza que suponía para todos los Cainitas de Alba Iulia. Cuando terminamos nuestro relato, el hermano William asintió pensativo, explicando que había recibido una misiva de su sire en la que le decía que los pocos Cainitas que tenían conocimiento de la existencia de Kupala creían que los Malkavian eran sus adoradores más numerosos en esta región del mundo. Además su parecía estar convencido de que el antiguo Malkavian llamado Octavio era el líder de este culto infernal. No pude evitar mostrar mi sorpresa. ¿Octavio? ¿El loco que me había confesado sus profecías en dos ocasiones? No tenía sentido sentido, pero ¿cómo podían ser racionales las acciones de una persona trastornada?
Alfredo intervino en ese momento para contarnos que los adoradores de Kupala se reunían en una casona de piedra en los barrios bajos de Alba Iulia y trazó un plan de ataque contra ellos bastante bueno. Asimismo, también nos indicó la localización de un granero, en una aldea cercana a la ciudad, donde era posible que se reuniesen. Lord Sirme, Lushkar y yo miramos con desconfianza al Lasombra. Era imposible que su investigación hubiese tenido éxito en tan poco tiempo, cuando nosotros habíamos conseguido tan poco en todos los años que habíamos estado en la ciudad. ¿Sería otro adorador de Kupala enviado para infiltrarse entre nosotros? Alfredo sonrió pagado de sí mismo al observar nuestras miradas incrédulas, adivinando fácilmente las razones de nuestra desconfianza. Con voz tranquila, nos explicó que éramos demasiados conocidos por nuestros enemigos, mientras que él tenía sus propios medios para moverse libremente sin que nadie se percatase de su presencia. Es más, desde el momento en que descubrió la identidad de algunos de los adoradores mortales de Kupala, se lo notificó al hermano William. Gracias a ello, ambos habían logrado infiltrar con éxito a sus propios espías. El Capadocio, por su parte, confirmó las palabras de Alfredo y nos advirtió que los seguidores de Kupala creían que si lo "despertaban", les salvaría de la Gehena.
Mi Senescal también nos contó otra noticia muy valiosa. El arquitecto Zelios había aparecido en su abadía hacía seis noches. El Nosferatu no sólo tenía también conocimiento de la existencia de Kupala, sino que además le explicó que tenía una capacidad innata para percibir las "líneas de ley", también llamadas líneas telúricas o sendas espirituales, y que construía sobre ellas fortalezas con el fin de encerrar al demonio Kupala en una especie de jaula mística. No obstante, para que su plan funcionase, debía inscribirse en esos enclaves unas runas mágicas que contendrían el poder infernal. Zelios le dio al hermano William una serie de pergaminos repletos de runas y grabados, y le pidió que me los entregase para que los gravara en las murallas de Alba Iulia y en los muros de Ceoris, al tiempo que él hacía lo propio en otros lugares de la región. Si inscribíamos a tiempo las runas, Kupala se despertaría mas volvería a dormirse inmediatamente. De lo contrario, Kupala liberaría todo su poder sobre las tierras valacas...
Fuimos los primeros en llegar a la abadía y, pese a que no habíamos anunciado al Capadocio nuestros planes, mi Senescal supo hacerse cargo rápidamente de la situación. Decidió que la reunión tendría lugar en el refrectorio del edificio y despertó a varios de sus monjes para que estuviesen disponibles para satisfacer las necesidades de sus invitados. Por otro lado, aprovechó la ausencia del resto de los asistentes de la reunión para hacerme saber que Alfredo no sólo no había dado problemas, sino que, muy al contrario, se le había ofrecido su ayuda para resolver los problemas de la ciudad. Parecía ser que mi Senescal había intentado tenerlo ocupado hablándole de la perniciosa influencia del culto de Kupala y que el Lasombra se había puesto a investigar con gran eficacia. El hermano William parecía verdaderamente impresionado por la perspicacia de Alfredo, pero antes de que pudiese hacerle más preguntas a ese respecto, llegaron el resto de sus invitados.
Una vez que los cinco estuvimos reunidos en el refrectorio, lord Sirme y yo dimos cuenta de los actos de Crish y de la amenaza que suponía para todos los Cainitas de Alba Iulia. Cuando terminamos nuestro relato, el hermano William asintió pensativo, explicando que había recibido una misiva de su sire en la que le decía que los pocos Cainitas que tenían conocimiento de la existencia de Kupala creían que los Malkavian eran sus adoradores más numerosos en esta región del mundo. Además su parecía estar convencido de que el antiguo Malkavian llamado Octavio era el líder de este culto infernal. No pude evitar mostrar mi sorpresa. ¿Octavio? ¿El loco que me había confesado sus profecías en dos ocasiones? No tenía sentido sentido, pero ¿cómo podían ser racionales las acciones de una persona trastornada?
Alfredo intervino en ese momento para contarnos que los adoradores de Kupala se reunían en una casona de piedra en los barrios bajos de Alba Iulia y trazó un plan de ataque contra ellos bastante bueno. Asimismo, también nos indicó la localización de un granero, en una aldea cercana a la ciudad, donde era posible que se reuniesen. Lord Sirme, Lushkar y yo miramos con desconfianza al Lasombra. Era imposible que su investigación hubiese tenido éxito en tan poco tiempo, cuando nosotros habíamos conseguido tan poco en todos los años que habíamos estado en la ciudad. ¿Sería otro adorador de Kupala enviado para infiltrarse entre nosotros? Alfredo sonrió pagado de sí mismo al observar nuestras miradas incrédulas, adivinando fácilmente las razones de nuestra desconfianza. Con voz tranquila, nos explicó que éramos demasiados conocidos por nuestros enemigos, mientras que él tenía sus propios medios para moverse libremente sin que nadie se percatase de su presencia. Es más, desde el momento en que descubrió la identidad de algunos de los adoradores mortales de Kupala, se lo notificó al hermano William. Gracias a ello, ambos habían logrado infiltrar con éxito a sus propios espías. El Capadocio, por su parte, confirmó las palabras de Alfredo y nos advirtió que los seguidores de Kupala creían que si lo "despertaban", les salvaría de la Gehena.
Mi Senescal también nos contó otra noticia muy valiosa. El arquitecto Zelios había aparecido en su abadía hacía seis noches. El Nosferatu no sólo tenía también conocimiento de la existencia de Kupala, sino que además le explicó que tenía una capacidad innata para percibir las "líneas de ley", también llamadas líneas telúricas o sendas espirituales, y que construía sobre ellas fortalezas con el fin de encerrar al demonio Kupala en una especie de jaula mística. No obstante, para que su plan funcionase, debía inscribirse en esos enclaves unas runas mágicas que contendrían el poder infernal. Zelios le dio al hermano William una serie de pergaminos repletos de runas y grabados, y le pidió que me los entregase para que los gravara en las murallas de Alba Iulia y en los muros de Ceoris, al tiempo que él hacía lo propio en otros lugares de la región. Si inscribíamos a tiempo las runas, Kupala se despertaría mas volvería a dormirse inmediatamente. De lo contrario, Kupala liberaría todo su poder sobre las tierras valacas...
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