miércoles, 20 de marzo de 2013

LARS (5 - 2)

Vancouver, Columbia Británica
1 de junio de 1994

El clima de tensión que se empezaba a respirar en Vancouver entre los Garou y las sanguijuelas podía cortar como una navaja. Las Cinco Garras de Gaia eran conscientes de ello y actuaron en consecuencia. Por ahora, habían decidido que Crow, Canción-Oculta y Lars "patrullarían" a pie las calles de New Westminster. Si llegaban a encontrarse en una situación que no pudiesen manejar, Voz-de-Plata y Faruq aparecerían con la furgoneta para alejarse rápidamente. Era un plan forzosamente sencillo, pero poco más podían hacer aparte de eso.

La patrulla de la noche anterior había discurrido sin incidentes, por lo que la manada sólo había tenido que descansar bien durante el día antes de volver a ponerse en marcha otra vez al atardecer... cuando las sanguijuelas se despertaban de su sueño. A Lars no le tranquilizaba esa idea en absoluto. La Alianza podía ser necesaria, pero confiar en la buena voluntad de los vampiros le parecía un error. No obstante, se abstuvo de compartir sus ideas, ya que, para bien o para mal, se había jurado a sí mismo aceptar la decisión del alfa de su manada.

Así pues, Lars se había limitado a caminar taciturno al lado de Canción-Oculta y Crow en forma Homínida durante las primeras horas de la noche. Los tres habían recorrido casi toda la quinta avenida, luego bajaron hacia el río a través de la calle undécima y, finalmente, deshicieron la calle Columbia hasta llegar al parque Albert Crescent y el puente Pattullo.

No se habían encontrado con ningún intruso durante la "ronda", de modo que se habían limitado a disfrutar de la noche. El cielo estaba lo suficientemente despejado desde la noche anterior para permitirles contemplar la mitad del hermoso rostro de Selene y el débil resplandor de lejanas estrellas que ya observaban con curiosidad a las pequeñas criaturas de Gaia en el amanecer de los tiempos. La noche era cálida, cargada de una humedad invisible. Si el instinto del Theurge no le engañaba, se acercaba un verano excelente en todos los sentidos.

Crow y Canción-Oculta detuvieron sus pasos al mismo tiempo. Ambos estaban muy tensos, como si hubiese pasado algo extremadamente grave. Lars miró a su alrededor buscando cualquier indicio de peligro, pero lo único que vio fueron árboles dispersos y el tráfico nocturno de vehículos en la calle Columbia.

-Están frente a nosotros-, murmuró el Ahroun apretando los puños.

-No ataquéis hasta que yo lo ordene, ¿de acuerdo?-, les ordenó el alfa de la manada. -Quiero averiguar qué quieren.

Lars asintió mientras volvía a mirar al frente, buscando con la mirada entre la maleza y los árboles. Los vio en ese momento: tres figuras furtivas pertenecientes a dos hombres y una mujer. Todos ellos iban vestidos con ropa práctica y resistente, como si fueran un grupo de montañistas perdidos, pero estaban armados con revólveres y cuchillos de combate. No les estaban apuntando directamente con sus armas, pero eso no hizo que Lars se sintiese más seguro en absoluto. De hecho, sintió una punzada de nervios cuando comprobó que todos ellos tenían la piel cenicienta.

-¿Quiénes sois?-, preguntó el alfa con voz firme. -¿Qué queréis?

-Una explicación-, respondió uno de los hombres. Tenía una oscura melena salvaje que abultaba en su cabeza y dos cicatrices paralelas en la mejilla izquierda. Sus dos manos no eran humanas en modo alguno, sino que se asemejaban más a las garras de un animal siniestro. -¿Podemos acercarnos para parlamentar?

Canción-Oculta no respondió de inmediato. Lars se dio cuenta de que la mente del Philodox debía estar evaluando todas las posibilidades. No obstante, el alfa acabó asintiendo en silencio con la cabeza. El corazón del Fenris bombeó con fuerza en su pecho. Las sanguijuelas dieron los últimos pasos que los separaban de ellos con extrema cautela, como si esperasen ser traicionados en cualquier momento.

-Ya os habéis acercado bastante-, dijo el Colmillo Plateado. -¿Quiénes sois?

-Me llamo Caleb-, respondió el líder de las sanguijuelas al mismo tiempo que les mostraba una enloquecida sonrisa dominada por dos afilados colmillos.

Antes de que ninguno de ellos pudiera reaccionar, Crow recibió un disparo directo en el pecho que lo derribó al suelo en el acto. Las sanguijuelas debían tener un cómplice oculto en los árboles con un rifle de caza.

-¡MALDITOS TRAIDORES!-, gritó Canción-Oculta con una voz gutural, mientras adoptaba la forma de guerra Crinos.

Lars hizo lo mismo, pero tuvo que tirarse al suelo sobre sus cuatro patas para evitar que la mujer que tenía enfrente le volase la cabeza con dos disparos rápidos de su revólver. Caleb se arrojó sobre Canción-Oculta, intentando herirlo con sus garras al mismo tiempo que el tercer vampiro apuntaba con su subfusil a Crow, que yacía sangrando en el suelo.

-¡Nooo!-, gritó Lars cargando contra él, consciente de estar dejando un enemigo a su espalda.

El vampiro se giró de improviso para intentar apuntarle con el subfusil, pero el Fenris le golpeó antes de que pudiese apretar el gatillo. Su poderoso brazo barrió el aire como si se tratase de una enorme maza, derribando a su enemigo con un chasquido de huesos rotos. Entretanto, Canción-Oculta se revolvió contra Caleb, golpeándolo sin piedad.

Otro potente disparo resonó en el parque. Lars chilló de dolor al sentir un fuego abrasador que le atravesó la espalda, quebrando todos los huesos que encontró a su paso. "¡Joder, es plata!", se dio cuenta mientras la bala quedaba alojada dolorosamente en su pecho. El Fenris aulló de pura agonía sin poder evitarlo y se vio obligado a recurrir al don espiritual de Resistir Dolor para poder pensar en otra cosa que no fuera la tortura que le estaba infringiendo la plata.

Afortunadamente, Crow volvió en sí en ese momento y, con gran esfuerzo, obligó a su cuerpo a adoptar también la forma Crinos. Sus enemigos no les dieron ningún respiro. La vampiresa guardó el revólver al mismo tiempo que desenfundaba un cuchillo de combate cuyo filo relucía con un brillo plateado. Por otra parte, un golpe afortunado de zarpa rasgó la mitad derecha de la cara de Canción-Oculta, que no perdió el ojo por algún azar del destino. El Philodox aprovechó ese momento para hundir sus garras en las vísceras de su enemigo y abrir luego una herida gigantesca que dejó al descubierto todo su vientre. Eso fue demasiado para el vampiro llamado Caleb, que terminó abandonando el combate tambaleándose como un borracho.

Crow se abalanzó valientemente sobre el vampiro del subfusil mientras la sanguijuela gritaba aterrorizada. "¿Dónde está la caballería?", se preguntó Lars. Justo en ese momento se apartó a duras penas de la rápida trayectoria del cuchillo de la vampiresa. La criatura del Wyrm estaba medio enloquecida por el olor de la sangre derramada y se relamía los colmillos con un anhelo estremecedor. Canción-Oculta recibió entonces un disparo en una de sus patas cuando intentaba perseguir a su enemigo herido. El alfa cayó sobre una de sus rodillas mientras su cuerpo se estremecía de puro dolor.

Un ruido de motor se acercó a toda velocidad, irrumpiendo en el parque como una exhalación. Faruq detuvo la furgoneta sobre la hierba a pocos metros detrás de ellos, mientras Voz-de-Plata, que había adoptado la forma Crinos, bajaba de un salto desde el vehículo a través de la puerta lateral. Su repentina aparición aterrorizó a las sanguijuelas, que vieron cambiar el rumbo del combate definitivamente en su contra. La vampiresa maniobró para lanzar una nueva acometida de cuchillo, suficientemente lenta para que Lars retrocediese de un salto; en realidad, el golpe había sido un amago. El Fenris intentó cogerla inútilmente mientras ella aprovechaba la distracción para salir corriendo indemne. El tirador oculto no dudó en dar también su peculiar bienvenida a Voz-de-Plata con un nuevo disparo, fallando esta vez por un margen muy escaso.

Lars pudo escuchar el sonido de otros dos motores poniéndose en marcha  rápidamente mientras perseguía a la sanguijuela a través de la maleza. Cuando llegó al otro lado, comprobó con frustración que los vampiros tenían dos furgonetas listas para huir. La sanguijuela llamada Caleb ya se había subido a una. La segunda enfiló directamente en su dirección. La vampiresa corrió hacia ella, tan rápida como una gacela, a pesar de los mejores esfuerzos de Lars por atraparla. No obstante, un nuevo disparo cortó de raíz la persecución y el Fenris cayó brutalmente al suelo con una herida grave en uno de sus costados. A pesar de que la vista se le estaba oscureciendo, le pareció observar que la sanguijuela se despedía de él con una sonrisa enloquecida antes de subir a la segunda furgoneta. Lo último que escuchó antes de perder la consciente fueron los gruñidos de sus hermanos acercándose.

-.-

Volvió en sí de improviso, sintiendo un dolor agudo en el pecho y otro en el costado, como si tuviese clavados dos alfileres ardientes, pero al menos no sufría la profunda agonía de antes. Voz-de-Plata estaba a su lado, mirándole con ojos llenos de alegría.

-Nos tenías muy preocupados-, susurró el Hijo de Gaia.

El Fenris trató de incorporarse, pero el Galliard lo retuvo en suelo. Mirando a su alrededor con algo de esfuerzo, reconoció de inmediato el lugar en el que se encontraba: estaban en el parque Glenbrook Ravine, en una zona protegida por los árboles donde la manada había estado descansando durante las horas del día desde que empezaron a patrullar New Westminster. Además del Hijo de Gaia, también se encontraban allí Crow, Canción-Oculta y Faruq. El Theurge reconoció emocionado el mismo brillo de preocupación en todos sus ojos.

-¿Qué ha pasado?-, preguntó con voz entrecortada.

-Esta vez has estado cerca de no conseguirlo-, le respondió emocionado el alfa de la manada. -Te encontramos desangrándote, por culpa de otro disparo. Voz-de-Plata te ha curado como mejor ha podido y ha extraído tres balas de plata.

-Gracias-, murmuró el Fenris mirando a Voz-de-Plata. -¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?

-Solo unas horas, no te preocupes-, respondió el alfa sentándose a su lado. -Amanecerá muy pronto. ¿Cómo te encuentras?

-Tengo sed y me duele todo el cuerpo, pero aparte de eso estoy bien-, respondió el Fenris. -¿Lograsteis atrapar a alguna sanguijuela?

-No-, respondió Crow con un gruñido frustrado. -Arrinconamos a una de ellas, pero se escapó convirtiéndose en un murciélago.

-Creemos que el resto de los vampiros tenían listas unas furgonetas para escapar-, terminó Faruq.

-Sí... las vi antes de caer... esos cobardes... huyeron.

-Calma, calma-, intervino Voz-de-Plata con voz tranquila. -Debes descansar, Lars. Los emplastos mágicos de mi tribu necesitan horas de descanso para que surtan efecto. Duerme y descansa. Te prometo que cuando te despiertes te encontrarás casi completamente recuperado, aunque te quedarán tres feas cicatrices como testimonio de las terribles heridas que has sufrido esta noche.

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