martes, 2 de abril de 2013

CANCIÓN-OCULTA (5 - 3)

Vancouver, Columbia Británica
3 de junio de 1994


Las Cinco Garras de Gaia también se concentraron en sus propios reflejos para cruzar la Celosía. En cualquier otra parte de Vancouver, podrían haber tardado unos valiosos minutos en alcanzar la Umbra, o peor aún, podrían haberse quedado atrapados mientras lo intentaban. No obstante, se sorprendieron gratamente cuando comprobaron que, al otro lado de la barrera entre los mundos, no había ninguna mansión en obras en el reflejo espiritual de este terreno, sino un espeso bosque de espíritus arbóreos. Aunque habían ido perdiendo substancia desde el momento en que fueron taladas sus contrapartidas físicas, todavía conservaban una pequeña chispa de energía, aunque los troncos retorcidos y las ramas desnudas anunciaban que pronto alcanzarían el ocaso de sus existencias.

Mientras el resto de su manada buscaba un rastro que seguir, la mente de Canción-Oculta trabajaba en silencio para comprender todas las implicaciones de los hechos de los que habían sido testigos esa noche. Dos vampiros se habían reunido en secreto con tres Garou, uno de ellos un conocido Ronin. El Philodox había olido la peste del Wyrm entre los presentes, pero le había resultado completamente imposible decidir si procedía de las sanguijuelas o de alguno de los Garou fugitivos. No obstante, tenía una cosa bien clara. No le sorprendía tanto el hecho de que ambos grupos actuasen coordinados por un plan, como las implicaciones prácticas que podían derivarse de esa estrategia común, porque fueran cuales fueran sus objetivos, inevitablemente pondrían en peligro la seguridad del Clan del Pacto.

Fue Lars el que dio con el rastro de los Garou fugitivos. Les llevaban una amplia ventaja, pero las Cinco Garras de Gaia estaban determinadas a capturarlos para poner fin a la amenaza que se cernía sobre la paz entre los hombres lobo y los vampiros de Vancouver. Canción-Oculta se dejó llevar por sus instintos más primarios, corriendo sobre sus cuatro patas mientras su mente se nublaba. Pronto sus hermanos se pusieron a su altura. Sus formas lobunas atravesaron velozmente el bosque, sin molestarse en guardar sigilo ni cubrir su rastro. Faruq se mantuvo de inmediato en la vanguardia del grupo, gracias a sus dones como Caminante Silencioso. Crow y Voz-de-Plata le seguían a cierta distancia, mientras que Lars y Canción-Oculta acabaron luchando por no perder de vista a sus hermanos.

Pasado cierto tiempo, dejaron atrás las sombras más espesas del bosque y comenzaron a trepar por una pendiente bastante inclinada, que estaba poblada por espíritus arbóreos aislados y de poca altura aunque mostraban un aspecto robusto. El rastro oloroso dejado por sus presas era cada vez más intenso. Los Garou fugitivos debían estar muy enfadados por la persecución a la que estaban siendo sometidos, o al menos ése era el mensaje patente en los fuertes olores que dejaban a su paso, pero Canción-Oculta también detectó un fuerte matiz de miedo en aquel caldo de hormonas que flotaba en el ambiente.

-He visto a uno-, les animó Faruq con un gruñido.

Las Cinco Garras de Gaia se impusieron un nuevo esfuerzo, corriendo con más brío incluso que antes. Faruq, fue el primero en coronar la pendiente mientras que Canción-Oculta y Lars lo hicieron los últimos. Cuando llegaron a lo alto, descubrieron una pradera irregular, llena de espíritus de flores y pequeños insectos. Aquí y allá yacían pequeñas charcas que reflejaban la hermosa luz plateada de Selene. A lo lejos, pudieron ver a los tres fugitivos. "Parece que quieren alcanzar las montañas del norte", se percató el alfa de la manada.

-¡Ya son nuestros!-, gruñó con gran esfuerzo. -¡Cogedlos!

-¡A por ellos!-, ladró Crow furioso. Su rabia le dio las fuerzas que necesitaba para alcanzar a Faruq y ponerse en la vanguardia de la manada.

Uno de los fugitivos detuvo su huida, transformándose en Crinos mientras los otros dos seguían huyendo.  Era el Uktena al que Voz-de-Plata había llamado Sangre-Podrida. "Eso es. Quédate a luchar para que podamos cogerte", pensó el Colmillo Plateado con dificultad mientras usaba prácticamente las últimas fuerzas que le quedaban para no quedarse atrás. Faruq y Crow estaban a menos de trescientos metros de él. Sin embargo, Sangre-Podrida no se había dado la vuelta para plantarles cara, sino para arrojar al suelo dos piedras que pareció sacarse de la nada. Acto seguido, el Ronin se dio la vuelta para seguir huyendo.

-¡No huyas, cobarde!-, ladró Crow con todas sus fuerzas.

-¡Deja de mancillar el honor de tus antepasados!-, gritó Faruq para tratar de provocarlo.

El fugitivo no les hizo el menor caso y siguió corriendo cuanto puedo. El Ragabash apuró al máximo su frenética carrera y redujo a la mitad la distancia que los separaba en apenas unos segundos. En ese instante, dos espíritus brotaron de las piedras que había lanzado al suelo Sangre-Podrida. Parecían pequeños torbellinos de aire y polvo, que crecían en tamaño a medida que giraban más y más sobre sí mismos. Los espíritus cortaron el paso de Faruq, que no pudo sortearlos de ninguna forma.

Una fría brisa sopló de golpe en dirección a la manada, arrastrando consigo motas blancas. Faruq intentó engañar a los espíritus, amagando, pero sus esfuerzos fueron en vano. Crow llegó en ese momento, dispuesto a destrozar con sus garras a los espíritus.

-¡No!-, ladró Canción-Oculta. -¡No lo hagas!

El Ahroun contuvo su salto en el último segundo y se volvió para dirigirle una mirada sorprendida. Pequeños copos blancos comenzaron a cubrir lentamente los cuerpos lobunos de Faruq y Crow, así como el aire a su alrededor. Uno de los espíritus se transformó literalmente en una pequeña estrella, una luz suspendida en el aire cuyo fulgor podía cegar si alguien la miraba directamente.

-¡Se van a escapar!-, gruñó el Fianna agachando la cabeza.

Canción-Oculta ignoró su queja y se concentró en los espíritus. No descubrió en ellos el nauseabundo olor del Wyrm, lo que confirmó sus sospechas. "Atacar a los espíritus de la naturaleza es un crimen del Wyrm", pensó furioso por la estratagema usada por Sangre-Podrida.

-Creo que son espíritus del Kaos-, gruñó Lars entre resuellos a su lado.

-¿Y qué hacemos ahora?-, preguntó Voz-de-Plata agachando la vista para no quedar ciego ante el intenso resplandor de la luz.

La forma del primer espíritu cambió sin previo aviso, transformándose en una especia de bruma multicolor que se dispersaba con facilidad sobre el prado cubierto por una pequeña capa de nieve que había creado de la nada pocos minutos antes. Su compañera, la pequeña estrella luminosa, siguió refulgiendo con mayor fuerza, creando un caleidoscopio de rayos policromados a medida que su luz penetraba en la bruma.

-¿Puedes hacer que se aparten?-, preguntó Canción-Oculta al Theurge de la manada.

-No-, respondió Lars. -Los espíritus del Kaos son caóticos en todos los sentidos. No se puede razonar ni negociar con ellos. De hecho, podrían atacarnos con la misma facilidad con la que podrían ignorarnos o tratar de asombrarnos con sus extrañas capacidades.

-Lo suponía-, gruñó Canción-Oculta. -Faruq, Crow, venid aquí.

-No les provoquéis-, les aconsejó Voz-de-Plata después de escuchar la advertencia de Lars.

-Pero los fugitivos... se escaparán...-, gruñó Crow.

-A estas alturas será imposible cogerles. ¡Venid, rápido!

Canción-Oculta observó que Crow no parecía muy convencido, pero tanto el Ahroun como Faruq le hicieron caso y volvieron con el resto de su manada. Tomaron la decisión justo en el momento correcto, ya que el espíritu con forma de estrella se fragmentó en un sin fin de formas insectiles que nunca tendrían cabida en el mundo físico. Los pequeños seres les persiguieron zumbando como un enjambre enfurecido, pero la manada huyó a tiempo, alejándose rápidamente del lugar.

-.-

-Hemos tenido que huir con el rabo entre las piernas. ¡Estaréis contentos!

-Tranquilízate, Crow-, intentó apaciguarlo Canción-Oculta. -Quedan muy pocos espíritus del Kaos. Si los hubiéramos destruido sin necesidad, sólo habríamos ayudado al Wyrm y la Tejedora a asfixiar más a Gaia.

Las Cinco Garras de Gaia se habían parado a descansar en el bosque umbral donde habían aparecido cuando caminaron de lado desde la mansión en ruinas. Cerca de ellos, los ojos dorados de Uktena brillaban como dos pequeñas piedras preciosas desde las sombras de los árboles. El tótem de la manada había aparecido de repente, pero permanecía silencioso, tal y como tenía por costumbre la mayor parte del tiempo.

-Canción-Oculta tiene razón-, le apoyó Lars tumbado sobre la hierba mientras trataba de recuperar la respiración. Aunque la herida que casi lo había matado hacía escasas noches estaba prácticamente curada, había dejado tan malparados sus pulmones que ni siquiera las sorprendentes capacidades curativas de los Garou podrían solucionar su grave problema. El Theurge tendría que convivir el resto de su vida con esa secuela.

-Centrémonos en lo importante, por favor-, rogó Voz-de-Plata a su lado. -Tenemos que informar de todo esto a los Ancianos del Clan del Pacto.

-¿Y qué les vas a decir?-, se burló Faruq. -¿Qué estábamos dando una vuelta fuera de New Westminster y nos topamos por casualidad con esta reunión? ¿Y qué pruebas vamos a aportar al margen de nuestra propia palabra de honor?

-Eso no importa Faruq-, le interrumpió Canción-Oculta. -Los Ancianos pueden recurrir a sus propios Philodox para comprobar que lo que decimos es cierto. No, lo que debería preocuparnos no es el mensaje  de alerta sino el destinatario al que se lo demos.

-¿Qué quieres decir?-, preguntó el Galliard sorprendido.

-Entre un cuarto y un tercio de los Garou del Clan del Pacto quieren romper la Alianza siguiendo al pie de la letra las chorradas de Guttooth. Algunos Ancianos se han manifestado abiertamente en contra, pero otros... otros se han guardado para sí mismos sus propias opiniones y eso sí me parece extremadamente preocupante.

-¿Temes que algunos estén apoyando en secreto a Guttooth?-, quiso saber Crow.

-Algo así... llamadme paranoico, pero lo cierto es que Thomas Hoggarth tenía razón. Hasta que esto se aclare, tenemos que reducir al mínimo el número de personas en las que confiemos.

-Entonces, ¿qué propones?-, preguntó Faruq con un bostezo aburrido.

-Volver a New Westminster para no levantar sospechas. Seguiremos patrullando el vecindario como estas últimas noches. Ya no tengo muy claro si todo este asunto es una conspiración de los Señores de la Sombra o si, por el contrario, nos enfrentamos a una poderosa sanguijuela que está controlando las mentes de algunos Garou de Vancouver para provocar una guerra entre nuestras dos razas. En cualquier caso, nuestros enemigos no deben sospechar que hemos descubierto una pequeña parte de su complot.

-No es por nada, pero me parece que los tres que se escaparon se olieron algo-, respondió Faruq con una sonrisa burlona.

-No importa.

-De todas formas no veo cómo vamos a impedir sus planes desde New Westminster-, respondió Crow con frustración.

-Bueno, he pensado que uno de nosotros podría ir durante el día a Stanley Park e informar a Arthur Cunningham y lord Abercorn de lo que hemos descubierto.

-¿Por qué tenemos que informar solamente a esos dos?-, quiso saber Faruq intrigado.

-Porque son los que más tienen que perder si la Alianza se viene abajo. No sólo nos harán más caso que el resto, sino que utilizarán todo el peso de su influencia para ayudarnos, aunque sólo fuese en beneficio de su propio interés.

-Es un buen punto de partida-, asintió Voz-de-Plata. -Ellos moverán al resto de los Ancianos que están a favor de la paz.

-Eso es.

-¿Y quién de nosotros irá a Stanley Park?-, quiso saber Crow.

-Lars-, respondió el alfa sin dudar.

-¿Yo?-, preguntó el aludido completamente sorprendido. -Eres un Colmillo Plateado. ¿Por qué no vas tú?

-A sus ojos sigo siendo el metis que fracasó el año pasado-, explicó Canción-Oculta con una sonrisa amargada. -Créeme, es mejor que yo no hable con Cunningham. Además, tus relaciones con los espíritus te dan la mejor excusa que tenemos para visitar el túmulo sin sospechas.

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