miércoles, 17 de abril de 2013

CANCIÓN-OCULTA (5 - 4)

Vancouver, Columbia Británica
3 de junio de 1994

Después de pasarse casi todo el día durmiendo a pierna suelta, Roger Daly se puso en contacto con ellos  a través de Ruth Imparte-Su-Destino para informarles que había conseguido concertar una reunión con el vampiro llamado Necross. El encuentro tendría lugar en los aseos masculinos del Lamplighter Pub a las 12 de la noche exactamente y el líder de los Moradores de Cristal destacó la importancia de la puntualidad en estos delicados momentos. Canción-Oculta se sintió ligeramente molesto por ese apunte innecesario, pero tras pensarlo mejor, comprendió que Roger Daly estaba sometido a mucha presión y no había pretendido insultarlos en ningún momento.

En cualquier caso, las Cinco Garras de Gaia cenaron copiosamente en New Westminster antes de dirigirse a Gastown, la zona de la ciudad en la que se encontraba el pub, para echar un vistazo una hora antes de la reunión. Todos estuvieron de acuerdo en que merecía la pena explorar el terreno antes de quedar atrapados en un local cerrado con un vampiro tan poderoso e influyente.

Gastown comprendía un área de seis manzanas situadas en la ubicación original de Vancouver, en la parte noreste del centro actual de la ciudad. Sus antaño orgullosos edificios de ladrillo y mortero se estaban viniendo abajo, puesto que los sucesivos alcaldes habían destinado los fondos municipales a la construcción de los grandes rascacielos de acero y cristal que reinaban en el distrito financiero durante décadas, en lugar de reformar todo el área para convertirla en una gran atracción turística como demandaban muchos ciudadanos. El resultado había sido una zona urbana de edificios en ruinas y ennegrecidos por la contaminación, donde atracadores y vagabundos merodeaban libremente por sus oscuros callejones.

El Lamplighter Pub tenía la distinción de ser uno de los locales más antiguos de Vancouver, aunque muy pocos de sus parroquianos lo supiesen. El sucio edificio de dos plantas bajo el que se encontraba era uno más en Gastown, aunque se hallaba en la esquina de dos calles amplias pero de escasa iluminación. Al margen de eso, no encontraron ningún otro detalle digno de interés.

Cuando entraron en el interior del pub, descubrieron un lugar oscuro y lleno de humo, donde los viejos recordaban viejas glorias al amparo de las jarras de cerveza y los más jóvenes, sentados en pequeños grupos, intentaban olvidar sus problemas. Rodeando unas anticuadas neveras para botellas de cerveza, había una barra rectangular de madera negra donde descansaban varios caños de cerveza. Un camarero de unos cincuenta años atendía a los parroquianos, mientras otro que debía ser su hijo se ocupaba de hacer rodar un barril metálico al fondo del local. Contando por lo alto, Canción-Oculta creía  que debía haber unas treinta personas en el pub, pero el ambiente general era tranquilo y sosegado.

-¡Me gusta!-, exclamó Crow entusiasmado mientras se frotaba las manos con una sonrisa al ver la lista de cervezas pintada en una de las paredes con descuidadas letras rojas.

-Recuerda a lo que hemos venido-, le aconsejó.

-Aun así, me tomaré un par de jarras mientras esperamos.

-No pierdas el tiempo-, intervino Faruq. -Los Fianna son incorregibles.

Crow se acercó a la barra acompañado de Lars, mientras el resto tomaban asiento en una mesa libre cercana a los aseos. Un grupo de veinteañeros estaba jugando en la máquina de dardos, mientras dos ancianos realizaban movimientos interminables sobre un sucio tablero de ajedrez, lleno de quemaduras de tabaco. Canción-Oculta usó su don espiritual de Sentir al Wyrm, pero no advirtió nada que lo tuviese que poner en guardia.

-¿Quieres que vayamos a vigilar fuera?-, le preguntó Voz-de-Plata.

-No-, respondió el Philodox con una sonrisa. -Ya estamos en la boca del lobo. Es mejor que permanezcamos juntos hasta que salgamos de este sitio.

-.-

La manecilla del minutero fue pasando lentamente en el viejo reloj que colgaba solitario de una de las paredes. La mesa estaba ocupada por tres jarras vacías que se había ventilado Crow y una a medio beber por Lars. Algunos clientes se habían marchado durante ese tiempo y otros nuevos habían ocupado sus asientos. Canción-Oculta empezaba a estar preocupado, porque ahora sí pudo captar el hedor del Wyrm en el Lamplighter Pub. "Tal vez uno de ellos sea Necross", reflexionó en silencio. "O quizás esté cerca, vigilándonos atentamente desde algún minúsculo agujero en las paredes". La voz invisible que sólo podía oír el Colmillo Plateado aprovechó esos instantes para intentar sembrar más dudas en él, pero el Philodox rechazó sin esfuerzo sus vanas tentativas para convencerlo de la necesidad de unirse al Wyrm.

Por fin, llegó el momento que estaban aguardando. Sólo quedaban cinco minutos para que el viejo reloj  de la pared marcase las doce en punto. Canción-Oculta hizo un gesto discreto y se levantó para ir a los aseos. Crow y Voz-de-Plata le acompañaron como habían acordado previamente, mientras que Lars y Faruq entrarían pasados dos minutos.

Los aseos se podían definir como rudimentarios en el mejor de los casos. Baldosas rotas de un sucio color que debió haber sido verde en algún momento del siglo XX cubrían el suelo y las paredes. El techo mostraba numerosas quemaduras de mechero, así como pequeños garabatos apenas legibles. Tres meaderos estaban empotrados contra una pared, mientras que al otro lado de la aseo había dos retretes y un  único lavabo lleno de manchas grises. El olor a orín era muy fuerte, lo que inevitablemente hizo que Canción-Oculta se preguntase cuántas veces limpiarían con lejía esos aseos.

Aunque parecía que no había nadie más aparte de ellos en los aseos masculinos, abrieron de todas formas las puertas de los retretes para comprobarlo. Parecía que sus precauciones habían sido innecesarias. No había nadie más. Pasados un par de minutos, se les unieron Faruq y Lars.

-He estado en sitios peores que este-, afirmó el Ragabash.

-Seguro que sí-, confirmó Canción-Oculta. -Parece que tendremos que esperar por Necross, después de todo.

-No será necesario-, respondió una voz desconocida con un marcado acento extranjero.

Al principio, Canción-Oculta creyó que la maldición que padecía había adoptado una nueva forma, mudando de piel como lo haría una serpiente. Sólo cuando se dio cuenta de que sus hermanos también se habían sobresaltado, tuvo la certeza de que la voz había sido real.

La puerta del retrete más alejado se abrió con un movimiento suave y de su interior salió una figura de lo que antaño debió haber sido un hombre. La criatura, pues no había una palabra mejor para describirla, vestía un pulcro uniforme militar de época rojo, con cinto blanco, charreteras doradas y un cinto blanco del que colgaba una espada de caballería. La cara del monstruo era un pellejo estirado de cuello con mejillas hundidas al que le faltaba la nariz y del que apenas se distinguían los labios. Sus ojos azules estaban hundidos en las cuencas sombrías, aunque revelaban una mirada tan dura como fría. También tenía una barbilla puntiaguda y dos orejas terminadas en puntas retorcidas.

-¿Tú... tú eres Necross?-, preguntó Canción-Oculta intentando superar la turbación que sentía al contemplar el rostro del vampiro y despertaba el don espiritual de Verdad de Gaia.

-No. Mi nombre es Alberich. Necross me ha enviado para llevaros ante él-, la voz del vampiro apenas era un susurro ahogado, pero se oía con la suficiente claridad como para identificar sus orgullosos orígenes centroeuropeos.

-Eso no era lo acordado-, repuso el Philodox tras comprobar que el vampiro no estaba mintiendo.

-Supongo que no es lo que os han dicho. Permitidme dejar bien claro desde el principio que Necross nunca abandona su refugio secreto, por lo que tengo que guiaros hasta él. No obstante, para que esto suceda deben darse dos condiciones que debéis aceptar.

-¿Cuáles?

-En primer lugar, debéis permitir que untemos vuestras narices con un pañuelo impregnado en productos químicos y que os tapemos las cabezas con capuchas cerradas para que el refugio de nuestro amo siga permaneciendo en secreto.

-¿Pretendes dejarnos indefensos en vuestras manos?-, preguntó Crow con incredulidad. -¡Estás completamente loco!

-Tiene razón-, manifestó Faruq indignado.

-Nuestras condiciones no son negociables-, repuso el vampiro. -Si queréis reuniros con Necross, tenéis que aceptarlas.

-Pero tienes que entender nuestros recelos...-, intentó interceder Voz-de-Plata.

El vampiro negó en silencio con la cabeza y se mantuvo tercamente en su posición, con los brazos cruzados a la altura del pecho, esperando.. Hasta ahora, el instinto de Philodox de Canción-Oculta le decía que la sanguijuela había sido sincera. "Tenemos que intentarlo", se reafirmó el Colmillo Plateado.

-¿Cuál es la segunda condición?

-Que os sometáis a un ritual de naturaleza mágica por el que juréis no revelar nada sobre Necross o su refugio.

"¡Condenados vampiros!", meditó el Philodox en silencio. "Están obsesionados con su maldito secretismo". Canción-Oculta únicamente conocía de los vampiros lo que Illana les había contado y algunas historias protagonizadas por algunos héroes de su tribu que se enfrentaban contra esas criaturas nocturnas del Wyrm. El alfa miró a sus hermanos buscando su opinión en silencio. Lars y Faruq asintieron despacio con la cabeza, mientras Crow hacía exactamente lo contrario. Faruq permanecía indeciso, mirando con preocupación al vampiro. Al final, Canción-Oculta tomó su decisión.

-De acuerdo, aceptamos vuestras condiciones... pero no guardaremos en secreto nuestra conversación con Necross. Nuestros líderes deben conocer los detalles de lo que hablemos.

Ahora fue Alberich el que permaneció pensativo, barajando en silencio las órdenes que debía haber recibido y la propuesta que acaba de oír. Después de un largo silencio, el vampiro pareció tomar su propia decisión.

-Sea pues.

Dicho esto, aparecieron tres personas más en los aseos. De alguna forma, habían permanecido invisibles durante toda la reunión. Cada una de ellas era un espécimen igual de horrendo que el mismo Alberich. La mayoría estaban completamente calvos, tenían dedos retorcidos y caras repletas de pústulas, verrugas y lunares malsanos. Dos de esos vampiros vestían como vagabundos, mientras que una mujer llevaba las mismas ropas que habían visto en una joven que bebía en el pub.

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