sábado, 2 de junio de 2012

C. DE T. 1 - 12: LA DEUDA


Los trabajos comenzaron al ritmo previsto. Día y noche, pequeños grupos de campesinos se esforzaban por preparar adecuadamente los cimientos que sostendrían a la nueva fortaleza bajo la competente dirección de Lushkar. Entretanto, Derlush y los criados que aún me servían los vigilaban para evitar que la codicia provocase algún asalto o robo. Yo, por mi parte, realizaba rituales mágicos para alejar a las nubes cargadas de lluvia y favorecer el buen tiempo mientras durasen los trabajos.

Pocas noches después del inicio de las obras, llegó al Paso de Tihuta un Nosferatu de piel de color gris pedregoso y facciones extremadamente angulosas, hasta un punto sobrenatural. Decía llamarse Zelios y dijo que el Príncipe Radu lo había enviado para elaborar el diseño de los planos arquitectónicos de la futura fortaleza. Conversando con él, también descubrí que Yulásh había estado comunicándose en secreto con el Príncipe de Bistriz hasta su muerte y que, al enterarse Radu de que nos aproximábamos al Paso de Tihuta, le había ordenado a su difunto chiquillo que reconstruyese la fortaleza en su nombre. Al ver que Zelios desconocía el destino que había sufrido Yulásh, me aproveché de su ignorancia fingiendo que yo mismo me hallaba también al servicio del Príncipe y le expliqué que ya había comenzado los trabajos de reconstrucción del viejo baluarte para entregárselo. Con el objeto de ofrecer más crédito al farol, añadí que Yulásh no hallaba en nuestro campamento porque había partido con sus soldados para perseguir a unos Cainitas que también trataban de hacerse con el control del Paso. Zelios no tenía motivos para dudar de la veracidad de mi historia, por lo que trazó sus planos y se marchó sin llegar a conocer la verdad, o al menos eso creí.

La construcción de la fortaleza avanzó al ritmo previsto durante las siguientes semanas, pero cuando se acercaba el plazo para terminar la obra, surgieron una serie de impedimentos que la paralizaron. Unas veces faltaba material de las canteras. Otras desaparecían algunos de los trabajadores que venían desde sus aldeas. En aquel entonces yo desesperaba y temía cada noche ver a los hombres de Radu en el horizonte. Mas, cuando por fin apareció una comitiva en el Paso, cuál sería mi sorpresa al descubrir que la encabezaba el propio Myca Vykos. Me mostró el mismo carácter cordial de nuestro primer encuentro y, al principio, conversamos amistosamente en el carromato, hasta que, cansado de mis elusivas respuestas a sus preguntas, usó las artes de la Dominación para imponerme su voluntad y me obligó a contarle todo lo que había sucedido. Fue así cómo confesé mis crímenes, no libremente, sino forzado por los dones de la sangre de Caín. No obstante, en lugar de hacerme preso o ajusticiarme en el acto, me ofreció su ayuda para acabar la obra en el plazo previsto a cambio de que estuviera en deuda con él, debiéndole un favor de vida. La otra alternativa sería que me apresase y me entregase al Príncipe Radu para que fuese él quien le debiese un favor importante. Viéndome acorralado y sin salida, acepté su ayuda sin objetar ninguna condición. Myca Vykos se despidió con una sonrisa triunfante tras afirmar que mis problemas se solucionarían muy pronto. Así fue. La obra pudo terminarse en el plazo previsto.

Dejando una pequeña guardia de esclavos de la sangre para que defendiesen la reconstruida fortaleza del Paso de Tihuta, volví de inmediato a la capilla de Ceoris, la sede del poder de la Casa Tremere, dando un gran rodeo por los caminos del sur para evitar a los agentes del Príncipe Radu. Cuando llegué a la seguridad de los dominios de mi Casa, informé a mis superiores de mis logros, obviando, por supuesto, la causa de la muerte de Yulásh y la deuda que yo había contraído. Además,  entregué los pergaminos en los que había registrado el conocimiento de las tablillas para su preservación en la gran biblioteca de Ceoris. Fui recompensado generosamente por mis servicios y recibí como premio una pequeña ciudad en la que gobernar como Príncipe y donde podría fundar mi propia capilla. Sin embargo, mientras mis compañeros me felicitaban por mi proeza con mucha cortesía, no dejo de preguntarme cuándo me pedirá Myca Vykos la restitución del favor debido y qué tendré que hacer a cambio.

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