viernes, 8 de febrero de 2013

CANCIÓN-OCULTA (3 - 3)

St. Claire, Washington (EE.UU.)
5 de noviembre de 1992

Seguir el rastro de Rapta Pañales fue una tarea más complicada de lo que hubiera pensado ninguno de ellos. La luz de la luna iba perdiendo su fuerza a través de la multitud de ramas de los árboles, quedando el suelo oscurecido por una leve penumbra en la que apenas se podía ver las huellas dejadas por el secuestrador. Incluso los agudos sentidos de un lobo tenían problemas para seguir ese rastro sin guiarse por el olfato y, como habían confirmado en la tejeduría, Rapta Pañales no parecía emitir ningún olor corporal o de otro tipo que pudiese servirles de ayuda. Así pues, Canción-Oculta y sus dos hermanos habían tenido que armarse de paciencia, ralentizar la velocidad de su persecución y cerciorarse constantemente de que seguían la dirección correcta. Al menos sí tenían la certeza de que el rastro de su presa les estaba conduciendo hacia el este.

Tras unos minutos enloquecedoramente largos, los tres Garou descubrieron que las huellas se detenían en unos matorrales antes de proseguir su huida. Allí, captaron el olor de la sangre y el fuerte aroma infantil de una niña humana. Sin embargo, no tenían forma alguna de saber si se trataba de la pequeña Tracy Wheeler, una de las anteriores víctimas de Rapta Pañales o tal vez una menor secuestrada esa misma noche. En cualquier caso, el rastro oloroso dejado involuntariamente por la niña les ayudó a seguir las huellas con mayor seguridad y rapidez que antes.

Los tres jóvenes Garou cruzaron una carretera de dos carriles cuando no pasaba ningún vehículo y se internaron en otra de las espesas zonas boscosas que rodeaban la ciudad de St. Claire. Intuyeron que poco a poco estaban recortando la distancia que les separaba de su presa, aunque aún parecía llevarles cierta ventaja. El rastro se desvió bruscamente hacia el sur, cruzó otra carretera y descendió por una pendiente cuyo fondo estaba oculto por una densa niebla. "Estamos en Norge Valley", se percató el Philodox. "Tendríamos que haber investigado antes este lugar".

Encontrar las huellas a simple vista con aquella niebla era una tarea imposible y también tuvieron dificultades para seguir el rastro oloroso de la niña secuestrada, por lo que se vieron obligados a reducir la velocidad de su persecución para husmear bien por los alrededores. Crow gruñó frustrado a su lado. Canción-Oculta podía entenderlo perfectamente. La posibilidad de perder a su presa estando tan cerca de ella era enloquecedora. 

Los tres Garou corrieron como lobos fantasmales entre las caravanas y las casuchas donde vivían las familias más humildes de St. Claire, aquellas personas que no tenían un trabajo o que no ganaban suficientes dólares para poder permitirse una vivienda digna en cualquier otra parte de la ciudad. Los perros de la zona montaron un buen escándalo a esas horas de la madrugada cuando los percibieron. Estaban tan asustados que ladraron con todas sus fuerzas, despertando a todo el vecindario. Los tres Garou trataron de evitar ser descubiertos por los forzosos residentes de Norge Valley mientras continuaban la persecución. El rastro oloroso era cada vez más reciente y eso les dio nuevas fuerzas para seguir corriendo a pesar del cansancio.

Finalmente, llegaron a una zona abandonada en aquel valle cubierto de niebla y subieron por la pequeña ladera de un colina siguiendo un camino de grava que llevaba mucho tiempo en desuso. No podían ver los alrededores a causa de la condenada niebla, pero el terreno parecía devastado. Un cartel de metal oxidado les anunció que estaban en algo llamado "Harold & Harold #217". El camino de grava terminaba a pocos metros de allí en la sombría entrada de una mina que había sido tapiada en el pasado con viejos tablones de madera. Alguien había quitado las suficientes tablas para que una persona pudiese entrar y salir sin problemas. El rastro oloroso parecía perderse sin remedio en aquella oscura entrada.

-Es aquí-, gruñó Crow. -Ya tenemos acorralada a esa rata.

-No creo que esté acorralado-, le replicó Lars. -Las minas tienen muchas entradas, salidas y pozos de ventilación. ¿Vamos a entrar o esperamos a Faruq y Voz-de-Plata?

Canción-Oculta permaneció unos segundos en silencio, barajando todas las posibilidades. Lo más sensato sería esperar al resto de sus hermanos, pero Lars tenía razón al decir que Rapta Pañales podía escapar por cualquier otro sitio. Tal vez incluso se diese cuenta de que lo habían seguido hasta aquí gracias al aroma de la niña y la abandonase, o algo peor, en la mina para dejarlos atrás.

-Tenemos que cogerlo antes de que pueda escapar-, respondió sumamente irritado.

Sus hermanos mostraron inmediatamente su conformidad y siguieron al alfa de su manada cuando Canción-Oculta se adentró en la oscuridad. El olor a humedad y madera podrida impregnaba toda la galería, que tenía aspecto de poder venirse abajo en cualquier momento. Pronto descubrieron que el suelo estaba cubierto de barro y turba, por lo que era sumamente resbaladizo. Había pequeños pasajes laterales que partían desde aquella galería y numerosos pozos verticales aquí y allí.

En ese momento, el Colmillo Plateado se enfrentó a una nueva disyuntiva: podía utilizar su don de Llama Ardiente para tener una luz que iluminase aquella oscuridad o reservarla para acercarse sin anunciar su presencia innecesariamente. Al final optó por la segunda opción, sabedor de que la luz plateada de la Llama Ardiente podía ser un buen as en la manga en caso de que Rapta Pañales intentase emboscarles en los túneles de la mina.

-¿Qué extensión tendrá esto?-, preguntó Crow sorprendido.

-Debe ser grande-, respondió Lars, -pero lleva mucho tiempo abandonada. Por si acaso, vigilad dónde pisáis.

La advertencia de Lars no cayó en saco roto. Todos habían visto suficientes películas para saber que las minas abandonadas estaban llenas de hoyos traicioneros e inesperados. También había muchas ratas, más de las que habían visto en toda su vida. Huían al sentirles en pequeños grupos de criaturas peludas y chillonas. Las huellas y el olor de la niña abandonaron la galería principal y se internaron por un corredor lateral, que estaba parcialmente inundado de agua. Los tres tuvieron que detenerse para adoptar la forma Homínida, que les permitiría nadar, o bucear si fuera necesario, sin dificultades por aquellos estrechos túneles. Tuvieron que ignorar el gélido toque de las aguas y se internaron en la oscuridad en aquel túnel inundado.

Después de unos largos metros nadando sin ver absolutamente nada que les guiase, llegaron a un tramo del mismo túnel que ascendía paulatinamente hasta llegar a una parte que no parecía inundada. Canción-Oculta se volvió a transformar en Lupus, mientras que Crow y Lars se transformaban en Hispo detrás de él. Pronto el Philodox se dio cuenta de un detalle crucial cuando intentó seguir el rastro.

-¡Ya no huelo a la niña!-, gruñó usando la lengua Garou.

-El agua ha eliminado su olor-, le explicó Lars con gruñidos breves y muy bajos.

-El túnel sigue subiendo. Vamos a seguirlo.

-Déjame ir primero a mí-, le gruñó Crow. -Si nos ha conducido a una trampa, me encargaré de él rápidamente.

-Está bien, pero ten mucho cuidado.

Los tres Garou reanudaron de nuevo la marcha. Crow encabezaba el grupo en forma Hispo, Canción-Oculta iba en el medio y Lars cerraba la marcha. La sensación de peligro se iba incrementando más y más a medida que se internaban a ciegas en aquel laberinto de túneles. Los tres se dieron cuenta de que se habían metido en la madriguera de una serpiente que podía morderles en cualquier momento. Rapta Pañales podía estar esperándolos en un pozo de ventilación, en uno de los ramales laterales o en un hoyo poco profundo. Era imposible verlo en aquella oscuridad, del mismo modo que era imposible olerlo por alguna razón que no entendían aún. Sólo podían confiar en sus oídos para descubrirlo. El túnel terminaba bruscamente en un callejón sin salida, con un gran pozo lleno de agua.

-¿Habrá huido a la Umbra?-, preguntó Crow con un susurro.

-Imposible-, sentenció el Theurge. -Aquí abajo no tiene ninguna luz para ver su reflejo y caminar de lado.

-Entonces tendremos que seguir el pozo-, afirmó Canción-Oculta.

-Si es muy profundo, puede que la niña no haya sobrevivido-, dijo Crow con gruñidos cada vez más rabiosos.

-Lo sé, pero no podemos hacer otra cosa, ¿no? ¡Venga, no perdamos más tiempo!

No hizo falta que lo repitiera dos veces. El Ahroun se transformó en Homínido y se sumergió en las profundidades de aquel pozo. Canción-Oculta hizo lo mismo, seguido muy de cerca por Lars. El pozo descendía verticalmente unos nueve o doce metros y luego se internaba por una estrecha galería horizontal hasta volver a subir. Aproximadamente seis metros después, llegaron una nueva galería donde el agua les llegaba a la cintura. A continuación, esperaron a que Lars se reuniese con ellos antes de proseguir su marcha por este nuevo túnel, más ancho y alto que los últimos por los que habían pasado. El agua fría les llegaba hasta la altura de la cintura y les dificultaba el movimiento.

-Esperad, he oído algo-, murmuró Crow en voz baja.

Los tres se detuvieron al unísono mientras la superficie del agua se calmaba lentamente a su alrededor. Al igual que en el resto de la mina, no podían ver absolutamente nada. Los segundos pasaron, la tensión se volvió opresiva. Canción-Oculta no se dio cuenta de que había contenido la respiración en sus esfuerzos por no hacer ningún ruido y escuchar mejor los ruidos de la galería.

De repente, notó una fuerte presa en sus tobillos y algo tiró de sus piernas por sorpresa con una fuerza arrolladora, hundiéndolo por completo bajo el agua. Tragó un poco de agua sin querer e intentó ponerse en pie torpemente. Una mano intentó ayudarle durante unos segundos, antes de desaparecer bruscamente. Oyó el ruido del agua revuelta por todas partes, así como los gritos de dolor y furia de sus hermanos.

Captó un movimiento a su espalda y se arrojó al agua de nuevo para evitar la acometida de su atacante. Sin embargo, no fue lo bastante rápido, por lo que éste dejó varios surcos sangrientos en buena parte de su espalda. El dolor fue atroz. Aun así, Canción-Oculta se volvió para hacer frente a su agresor. "¡Ahora o nunca!", pensó mientras invocaba el don de la Llama Ardiente. Alrededor del cuerpo del Colmillo Plateado apareció una intensa luz plateada, que en circunstancias normales podía iluminar el terreno hasta treinta metros de radio. La oscuridad retrocedió de inmediato, revelando de golpe la posición de sus hermanos y de su esquiva presa.

Pese a que habían barajado la posibilidad de que Rapta Pañales fuese realmente un Garou, no esperaba vérselas con un pequeño pero fornido Crinos de pelaje sarnoso y colmillos amarillentos y torcidos. "¡Es un jodido Roehuesos!". El descubrimiento pasó fugazmente por su mente mientras observaba cómo Crow, cuyo pecho también en forma Crinos mostraba unas feas heridas, intentaba golpear a su enemigo aprovechando la sorpresa provocada por la aparición de la luz plateada. Sus garras arrancaron grandes trozos ensangrentados de pelaje y músculo en el hombro izquierdo de Rapta Pañales, que retrocedió profiriendo grandes chillidos de dolor similares a los que haría un animal herido.

Un poco más lejos, Lars trataba de mantenerse a flote rodeado de una gran mancha de sangre en la superficie del agua. El Theurge nadó torpemente con una mano hasta apoyarse contra la pared del túnel, mientras intentaba cubrir alguna herida invisible en las piernas con la otra.

Crow siguio golpeando a Rapta Pañales, que se limitó a esquivar uno a uno sus golpes con más suerte que habilidad por su parte. A pesar de la herida que le había hecho el Ahroun en el hombro, su ataque sorpresa había dejado gravemente malheridos a los dos hermanos de Canción-Oculta. El Philodox aprovechó esos escasos segundos para ponerse en pie, convertirse en Crinos y unirse a la refriega. Llegó en el momento justo en que Rapta Pañales devolvía el ataque, desgarrando el vientre de Crow con su garra derecha. El Ahroun cayó de rodillas, cubriéndose la herida con ambas manos.

La irrupción del Colmillo Plateado evitó in extremis que Rapta Pañales rematase a su hermano. Lo empujó a un lado mientras recurría a toda su rabia y frustración para golpear con sus garras al Roehuesos. Dos veces estuvo a punto de herirlo gravemente, pero sólo dejó marcas superficiales sobre su piel. Rapta Pañales intentó contraatacar sin éxito, ya que la luz de plata que rodeaba al Philodox le cegaba levemente.

Crow aprovechó su posición para lanzarse a morder la pierna derecha del secuestrador, aferrando su rodilla fuertemente con sus fauces. Sorprendido por aquel ataque imprevisto, la mente de Rapta Pañales se resquebrajó completamente, aullando presa del miedo y el dolor:

-¡Dejad de llorar! ¡Dejad de llorar!-, gritó desesperado mientras golpeaba al aire con sus garras, dirigiéndose a niños invisibles que tal vez sólo estuviesen en su mente.

Canción-Oculta estaba desconcertado por su actitud pero no por ello desperdició la oportunidad que se presentaba ante él. Saltó sobre el Roehuesos sin perder el tiempo y hundió sus fauces en sus garganta indefensa. La sangre cayó a borbotones. No fue un ataque muy noble, pero sí terriblemente efectivo.

-De.. llo...-, intentó suplicar Rapta Pañales mientras la vida se le escapaba. Finalmente, el cuerpo del Roehuesos se desplomó inerte sobre el agua con un pesado chapoteo.

-¿Estáis bien?-, preguntó Canción-Oculta a sus hermanos

-No-, respondió el Fianna apretando la mandíbula por el inmenso dolor de su vientre. Todavía yacía de rodillas, con el agua hasta el cuello en un sentido muy literal.

-Yo tengo una pierna muy grave-, farfulló Lars, -pero sobreviviré. Acércame hasta Crow para que pueda curar sus heridas.

Canción-Oculta lo hizo con presteza y el Theurge usó el don del Roce Materno imponiendo sus manos sobre el Ahroun. El dolor remitió poco a poco al mismo tiempo que las heridas de su vientre se fueron cerrando por sí solas. En su lugar quedaron unas feas cicatrices que le cruzaban el vientre de un extremo a otro. Lars también curó su herida en la espalda, hasta hacerla desaparecer prácticamente.

-¿No te vas a curar tú también?-, preguntó Crow mientras ayudaba a Lars a ponerse en pie.

-No puedo curarme a mí mismo-, respondió el Fenris con gran esfuerzo, -pero Voz-de-Plata me curará cuando llegue.

Canción-Oculta asintió en silencio. Rapta Pañales había aprovechado muy bien de la ventaja que le daba la oscuridad y los túneles de la mina abandonada para atacar en el momento adecuado. Sin embargo, el Philodox sabía muy bien que el Roehuesos nunca les hubiera atacado sino hubiese contado con esa ventaja. "Hemos tenido que convertirnos un cebo perfecto para que este gusano diese por fin la cara", pensó enfadado el Colmillo Plateado.

-¿Qué hacemos ahora?-, preguntó Crow.

-Tenemos que encontrar a la niña que olimos antes-, respondió el Philodox mientras caminaba a través del agua para acercarse al cadáver de Rapta Pañales, -y rescatar también al resto de los niños secuestrados.

-¿Qué haces?-, le preguntó Lars.

-Quiero ver la cara de este gusano por última vez-, respondió Canción-Oculta con firmeza.

Cuando morían, todos los Garou regresaban a la forma en la que habían nacido. Rapta Pañales no fue una excepción a esa norma y su cuerpo adoptó la forma Homínida. Era una figura retorcida y delgada, mortalmente pálida, de pelo oscuro y ojos saltones. Vestía unos vaqueros rotos, una sucia cazadora de cuero, una gorra de béisbol y botas militares.

-¿Os acordáis de lo que me contó Cindy Crawley?-, preguntó exhausto el Colmillo Plateado. -Algunos niños de la ciudad habían tenido pesadillas en las que aparecía un hombre igual que este. ¿Cómo es posible?-, siguió diciendo mientras alzaba el cadáver de Rapta Pañales para que lo viesen también sus hermanos.

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