jueves, 14 de febrero de 2013

ERGUIDO-CUAL-MONTAÑA (4 - 1)


Vancouver, Columbia Británica (Canadá)
12 de abril de 1993

El bochornoso calor había sorprendido a los habitantes de Vancouver. Aunque el cielo estaba encapotado y en cualquier momento los oscuros nubarrones podían descargar la lluvia almacenada en sus entrañas, las calles de la ciudad estaban llenas, atestadas incluso, de personas, que corrían de un lado a otro con la esperanza de que la tormenta no les pillase por el camino. Un pequeño grupo de ejecutivos de camisa blanca, puños remangados y americana colgando del brazo discutían con dos mujeres de mediana edad, muy arregladas ellas vistiendo pero completamente sofocadas por el bochorno, por ver quién tenía derecho a coger el taxi que ambos habían llamado al mismo tiempo. A pocos metros de allí, tres chicas de instituto contemplaban divertidas el espectáculo sentadas en un viejo banco de madera mientras trataban en vano de abanicarse con unas hojas de papel dobladas para tal efecto. En la acera de enfrente, un viejo vendedor de periódicos estaba recogiendo a toda prisa los ejemplares que mostraba en la calle antes de que empezase la lluvia. Y alrededor de todos ellos, una furiosa multitud de coches y viandantes de todas las edades, razas y profesiones maldecía en una mareante confusión de idiomas, entre los que destacaba el inglés por encima de todos los demás, la repentina tormenta que se avecinaba sobre todos ellos.

Crow y sus hermanos se abrían paso por aquel enjambre furioso de seres humanos bajo las sombras del cielo. Al igual que la gente que lo rodeaba, él también sufría a causa del bochorno y estaba sudando por todos los poros de su cuerpo. Sin embargo, se esforzó por mantenerse estoico, siguiendo el ejemplo de Canción-Oculta, mientras recorrían la corta distancia que los separaba del misterioso lugar al que se dirigían. Faruq les había pedido que lo acompañaran esa tarde sin darles ni siquiera una explicación convincente más allá del consabido "es muy importante" y los había arrastrado a esa parte gris del centro de la ciudad. "Era de esperar. Todos sabíamos que volvería a dar problemas tarde o temprano", se dijo Crow mientras reflexionaba acerca de las intenciones del Ragabash.

Faruq era un completo misterio, no sólo para él, sino también para todos sus hermanos de manada. Iba y venía a su antojo, avisando en el último momento de que se ausentaría una temporada y apareciendo sin dar ninguna explicación. Cuando por el contrario se quedaba mucho tiempo en la ciudad, se volvía irritante y molesto, como si tratase expresamente de enfadar a todas las personas que lo rodeaban para que lo dejasen en paz. Últimamente llevaba un par de semanas comportándose muy bien, lo que levantó en seguida todo tipo de suspicacias dentro de la manada, porque uno no podía saber a qué atenerse con un Ragabash como Faruq. No obstante, el Caminante Silencioso se había portado hasta ese momento, hasta que se reunió con ellos al mediodía y les pidió que lo acompañaran a un sitio esa tarde. "Es muy importante, es muy importante", les dijo respondiendo así de enigmático a todas sus preguntas.

Desde los sucesos de St. Claire el año pasado, la manada de las Cinco Garras de Gaia no había visto lo que se dice mucha acción. Siguieron ayudando a Destroza-Perdiciones, el Protector del Clan del Pacto, a proteger la santidad del túmulo de Stanley Park como Guardianes, pero aparte de un par de incidentes aislados, ninguno de ellos había vuelto a participar en una lucha seria contra el Wyrm. ¿Y para qué sirve un guerrero si no puede luchar? Crow se había adiestrado intensamente durante todos estos meses para estar a la altura de los próximos combates, pero en lugar de ocupar un lugar honroso entre las filas de los guerreros de Gaia se veía obligado a seguir al Luna Nueva de su manada.

-Es aquí-, les anunció Faruq, deteniéndose frente a la oscura entrada de un bajo comercial que no tenían ningún cartel que lo anunciase.

Crow tardó unos segundos en comprender donde estaban a pesar de los sonidos de las máquinas de videojuegos y las voces chillonas de los clientes del local. Un par de chavales extraños que no debían tener más de catorce años salieron fumando de la sala de máquinas hablando con excitación de las últimas partidas que habían jugado.

-Vale. Ahora me queda claro que te estás burlando de nosotros-, respondió malhumorado. Estuvo a punto de darse la vuelta y marcharse por donde había venido, pero una mirada de Canción-Oculta lo detuvo temporalmente en el sitio.

-No te enfades. Ha tenido una buena idea-, intervino Voz-de-Plata para defender al Ragabash. -¡Seguro que nos lo pasamos muy bien!-, exclamó antes de reírse a carcajada limpia.

A diferencia del Hijo de Gaia, Canción-Oculta y Lars no se rieron, sino que siguieron mirando muy serios a Faruq en busca de una explicación. El Caminante Silencioso tenía una sonrisilla nerviosa y levantó las manos intentando apaciguar su enfado.

-No es una broma. Va en serio-, les aseguró. -Tenemos que entrar en la sala.

-Mira, te hemos seguido hasta aquí de buena gana-, respondió el Colmillo Plateado, -pero no voy a entrar ahí dentro hasta que me des una maldita razón que me convenza de que esto no es una pérdida de tiempo.

-Está bien. Escuchadme-, respondió él acercándose y bajando la voz hasta convertirla casi en un susurro. -Tenemos que reunirnos aquí con alguien que quiere proponernos un trato.

-¿Quién?-, preguntó Lars con curiosidad.

-No puedo decíroslo.

-¡Venga ya!-, respondió Crow.

-No nos está mintiendo-, aseguró Canción-Oculta. Desde que el Philodox había aprendido el don Verdad de Gaia, podía saber sin ningún género de duda si alguien le estaba mintiendo o diciéndole la verdad.

-¿Véis?-, protestó Faruq antes de entrar en el local sin mirar si sus hermanos le seguían o no.

-.-

El interior de la sala de máquinas era tal y como se lo imaginaban. El local era bastante amplio y hacía más calor aquí que en la calle. Desde los altavoces se podía escuchar algún grupo poco conocido de Punk o de Hardcore. Crow no sabía cuál porque no entendía las diferencias entre ambos estilos de música. La única iluminación que había consistía en algunos focos, repartidos al azar por todo el local, que despedían haces de luces rojas y azules. Una veintena de máquinas de videojuegos llenaban el establecimiento, así como una pequeña plataforma en forma de U y manchada de pintadas, que estaba ocupada por un grupo de skaters. Al fondo de la sala se podía ver la barra de un bar que vendía refrescos y comida rápida.

Faruq les hizo dar una vuelta por todo el local, hasta detenerse inseguro frente a una máquina de Tetris averiada. Junto a ella, había una pareja pegándose el lote contra una pared, besándose como si el mundo fuese a terminarse en unas pocas horas. Crow miró con disgusto a su alrededor y luego miró a Faruq, exigiéndole más explicaciones con una mirada muy expresiva.

La chica abrió los ojos y le hizo un gesto a su pareja cuando los vio junto a la máquina. Crow tuvo que reconocer que era atractiva, esbelta y delgada, pero con las suficientes curvas para dejarlo inquieto. De unos veinte años más o menos, tenía una melena oscura, con mechas azules, que le llegaba hasta los hombros de su ajustada camiseta negra con unas letras doradas estampadas en las que se podía leer "FOXY LADY". Llevaba puestos unos pantalones vaqueros y unas botas de color marrón pardo. Una pequeña capa de maquillaje azul brillante rodeaba sus ojos oscuros y sus labios lucían rojos como la sangre. En su pierna derecha, tenía un tatuaje, una especie de lobo o de perro salvaje, en posición de salto.

El chico se apartó y se limpió las manchas de carmín de sus labios con el dorso de la mano, mientras les miraba molesto por haberle interrumpido. Debía tener unos veinte años, pero su cara aniñada y bien afeitada le hacía parecer definitivamente más joven. De complexión delgada y 1,80 m de estatura, llevaba el pelo corto peinado hacia arriba y decolorado como si fuese rubio con una tonalidad artificialmente clara. Iba vestido con una camiseta sin mangas naranja fosforito, pantalones cortos de color verde oscuro y cargaba con una mochila negra muy abultada, sobre la que colgaban un par de patines negros con llamas pintadas. Les miró desafiante de arriba abajo con sus ojos azules.

-¿Queréis algo de nosotros?-, preguntó el tío, acercándose a ellos con aire bravucón.

-Eso depende de quién seas-, respondió Faruq. -Me dijeron que buscara a alguien junto a la única máquina que no funciona de la sala. ¿Eres tú?

El tipo les miró extrañado durante unos segundos sin comprender realmente lo que estaba pasando y luego pareció visiblemente decepcionado.

-¿Me estás diciendo que vosotros sois las famosas Cinco Garras de Gaia?-, preguntó con incredulidad. -Pero si sólo sois un grupo de mocosos...

-Ten cuidado con lo que dices o tendré que darte una paliza-, respondió Crow malhumorado, avanzando un paso en su dirección antes de que Voz-de-Plata y Canción-Oculta le saliesen al paso. El calor asfixiante y las impertinencias de aquel desconocido le estaban sacando de quicio.

-¡Randolph! ¡Compórtate, gilipollas!-, gritó la joven mientras tiraba bruscamente de su brazo para que la mirase a los ojos.

-Oye, mira... no vamos a perder el tiempo-, intervino Faruq ligeramente irritado. -Hemos cumplido al venir aquí. Si molestamos, nos vamos y se acabó.

-No, no...-, respondió él apartando la mirada de su novia. -Lo siento, tíos. Empecemos de nuevo con las presentaciones, ¿vale? Me llamo Randolph Meyer, aunque los nuestros me conocen como Sigue-el-Rastro. Soy un Ragabash de la tribu de los Moradores de Cristal.

Randolph les tendió la mano vacilante y Faruq, después de unos momentos de duda, se la estrechó con la suya. Ambos parecían igual de incómodos por razones completamente diferentes.

-Yo soy Faruq-, añadió por fin el Caminante Silencioso, -y ellos son Canción-Oculta, Erguido-cual-Montaña, Voz-de-Plata y Lars.

-Yo soy Catherine, aunque podéis llamarme Kate-, dijo ella presentándose a sí misma. -Pertenezco a la Parentela de la tribu de Randolph.

Todos se dieron la mano y se saludaron con educación. La tensión que existía segundos antes parecía haberse evaporado, aunque Crow seguía sin fiarse del todo de la pareja que acababan de conocer.

-¿Por qué habéis elegido este sitio para encontrarnos?-, les preguntó directamente. -¿No hubiese sido más seguro hacerlo en Stanley Park?

-Bueno... es un asunto complicado-, respondió Randolph, -y no quiero que todo el mundo sepa que estoy en Vancouver. ¿Qué tal si os invito a unos refrescos para compensar el mal rollo de antes y os lo cuento todo con calma?

-.-

Las Cinco Garras de Gaia se sentaron alrededor de una sucia mesa roja de plástico y metal junto a Randolph y Kate. Crow acabó agradeciendo la idea del refresco frío y sorbió un poco más de bebida. No le gustaba ese local, ni el tipo de música que atronaba desde los altavoces ni los adolescentes que perdían su tiempo con aquellas máquinas, pero debía reconocer que ahora estaba más que dispuesto a escuchar las explicaciones del Morador de Cristal. Una mirada fugaz le indicó que sus hermanos de manada estaban tan intrigados como él.

-Mejor, ¿verdad?-, les preguntó Randolph con una sonrisa sincera. -En primer lugar, quiero deciros que es un gran placer para mí tener la oportunidad de conoceros. ¡Sois grandes, tíos! Desde que me enteré de lo que hicisteis en Toronto el año pasado, no dejo de escuchar cosas buenas sobre vosotros. ¡Cómo la alerta por los libros de Black Dog Games! Tíos, eso sí que fue acojonante y...

-Cariño-, le interrumpió Kate cogiéndole de la mano, -las explicaciones.

-Ah, sí, sí. Perdonad-, se disculpó el Morador de Cristal sin soltar la mano de la joven. -Cuando me emociono mucho, pierdo el rumbo con facilidad. Veamos... las explicaciones. Soy el mejor hacker del mundo. ¿Sabéis qué es un hacker, verdad?

-¿Un freaky de los ordenadores?-, se arriesgó a preguntar Crow.

-Sí, bueno, de los ordenadores, la seguridad informática, las bases de datos, internet, los programas de...

-Randolph-, suspiró Kate aburrida al tiempo que le soltaba la mano.

-Vale. Ya veo que captáis la idea general-, respondió él a la defensiva. -Básicamente me cuelo en los ordenadores del gobierno y de las grandes empresas y expongo sus secretos más vergonzosos a todo el mundo. Es muy emocionante y ayuda a crear una sociedad mejor para todos. El caso es que existe un grupo secreto, que está compuesto por infiltradores, hackers y ecoterroristas Garou. Se hacen llamar los Saboteadores y consagran todos sus esfuerzos en joder las operaciones de las empresas del Wyrm. ¿Me seguís?

-Sí-, respondió Voz-de-Plata muy interesado. -¿Tú perteneces a ese grupo, verdad?

-¡Sí!-, respondió Randolph con una alegría contagiosa. -Llevo trabajando con ellos unos tres años. Aunque al principio nuestro trabajo era un poco... caótico, nos hemos dado cuenta del peligro representado por PENTEX y nos estamos organizando para joder a esos bastardos.

-¿Qué es Pentex?-, preguntó Lars confuso.

-Es una gran corporación-, le aclaró Voz-de-Plata. -La conozco porque numerosos siervos del Wyrm  se han infiltrado en sus filiales y empresas asociadas y muchos valientes Garou han tenido que derrotarlos.

-¿Una gran corporación? ¡PENTEX es el mayor gigante corporativo del mundo occidental! Controla multinacionales y grandes empresas y está presente en cada sector económico de nuestra sociedad. De hecho, ¡está completamente corrompida por el Wyrm! No pararán hasta hacerse con el control de toda la humanidad y destruir a Gaia para siempre.

-¿Cómo iban a poder hacer algo así?-, respondió Canción-Oculta. -Una entidad corporativa como esa saldría todos los días en los periódicos.

-Porque son unos cabrones realmente buenos-, confesó Randolph. -Las empresas ocultan sus vínculos comunes tras una densa red de empresas fantasma y corporaciones filiales. Es francamente difícil seguirles el rastro si no sabes previamente qué estás buscando.

-Además-, dijo Kate para particpar en la conversación, -sobornan a los políticos para que reduzcan el peso de las legislaciones medioambientales y de la seguridad ciudadana, mientras que al mismo tiempo amenazan o matan directamente a los periodistas que husmean demasiado en sus trapos sucios.

-¡Y son los responsables directos de la destrucción de la selva amazónica!-, añadió el Morador de Cristal. -La Nación Garou libra una guerra sin cuartel allí contra los soldados de PENTEX.

-He oído que han muerto muchos buenos Garou en esas tierras-, respondió Crow de repente, al recordar algunas de esas historias.

-Sí, PENTEX es la peor de nuestras pesadillas. Llevo meses intentando colarme en sus redes, pero tienen un sistema extraordinario de seguridad informática: programas antivirus de última generación, espíritus corruptos de la Tejedora y muchas cosas  peores. Sin embargo, tuve la suerte de dar con un archivo oculto en las bases de datos de Magadon Inc. Allí se hablaba de una instalación secreta en un centro psiquiátrico del estado de Washington. Ese sitio no tiene conexiones exteriores que pueda piratear. Vamos, que está aislado. Quiero ir allí, colarme dentro y ver qué puedo averiguar.

-De acuerdo. ¿Y qué pintamos nosotros en todo este asunto?-, preguntó con cautela Canción-Oculta.

-Como voy a arriesgar el cuello sin saber previamente lo que espera, me gustaría contar con la ayuda de las famosas Cinco Garras de Gaia en caso de que las cosas se tuerzan. Ya sabéis, por si me persiguen o si es necesario destruir inmediatamente ese sitio. ¿A que os enrolla mi plan?

Crow asintió inconscientemente con la cabeza cuando escuchó la pregunta de Sigue-el-Rastro. La idea de romper la rutina, salir fuera del túmulo y atacar una base secreta de Pentex le seducía con una fuerza abrumadora. Por eso le pilló desprevenido la negativa de Canción-Oculta.

-No cuentes con nosotros-, respondió el alfa de la manada.

-¿Qué?-, preguntaron Randolph y Kate con la boca abierta al mismo tiempo.

-¿Pero qué dices?-, preguntó Crow sin comprender nada.

El resto de sus hermanos de manada estaban igual de sorprendidos que él, pero ninguno de ellos expresó en voz alta sus reservas.

-He dicho que no cuentes con nosotros-, respondió con calma Canción-Oculta. -Tenemos nuestras propias responsabilidades en Vancouver y para nosotros no son un juego. Además, estoy seguro de que cualquier manada de la Camada de Fenris o de otras tribus igual de belicosas estaría encantada de proporcionarte ayuda si las cosas van mal. Francamente, creo que quieres que te acompañemos por simple vanidad, para que tu nombre resuene junto al nuestro en las oídos de todos los Garou en los Consejos.

-¿Y Pentex?-, replicó Faruq por fin.

-Pentex es una gran amenaza para Gaia, de eso no cabe duda-, le respondió el alfa, -pero nuestra participación aquí no es necesaria, no aporta nada. Lo siento pero creo que vamos a tener que responder que no.

-Está bien, no nos pongamos nerviosos-, intervino Randolph. -¡Compartiré lo que averigüe allí dentro con vosotros! ¿Vale? Y si queréis, lo podéis filtrar a vuestros Ancianos. Eso os ayudará a subir de rango, ¿no?

-Mira, hacemos nuestros propios méritos para ascender en la jerarquía sin necesidad de ayudas extras-, le respondió Canción-Oculta ofendido. -Si decidimos ir contigo, nos darás los nombres de las principales empresas que trabajan para Pentex. ¡Hay que hacer circular abiertamente esa información por la Nación Garou!

-¡Pero el Wyrm y Pentex tienen espías en todas partes! Si hacemos pública esa información, lo descubrirán y tomarán medidas para cubrir su rastro, jodiendo las actuales operaciones encubiertas de los Saboteadores.

-Pues avísales de inmediato-, intervino Lars para apoyar a Canción-Oculta, -porque sólo podremos detener ese monstruo titánico si empezamos a luchar todos juntos contra él.

-Y si Randolph se compromete a hacer todo eso, ¿vendréis con nosotros?-, preguntó Kate.

-Si estamos todos de acuerdo, sí-, concedió Canción-Oculta.

-¡Vale!-, respondió ella poniéndose en pie y tirando del brazo de su novio. -Vamos a dejarles solos para que lo discutan, cariño.

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