viernes, 22 de febrero de 2013

ERGUIDO-CUAL-MONTAÑA (4 - 2)


Ellensburg, Washington (EE.UU.)
13 de abril de 1993

-¿Qué ha pasado ahí dentro?-, preguntó Lars.

-Hemos capturado a una especie de médico nazi que continua haciendo su trabajo-, respondió Crow con una serie de cortos gruñidos en la lengua Garou.

-¿Estás de broma, no?-, le preguntó ahora Voz-de-Plata.

-No, lo digo completamente en serio. Nos dijo que tienen encerrado a Randolph en un nivel subterráneo, pero Canción-Oculta quiere que investiguemos a fondo este piso antes de ponernos en marcha.

-Muy acertado-, asintió Lars. -Tratemos de no separarnos.

Los tres Crinos abrieron una a una todas las puertas de ese pasillo, pero lo único que encontraron fueron nueve habitaciones vacías. No parecían haber sido ocupadas desde hace mucho tiempo. En el otro extremo del piso, encontraron nueve habitaciones más del mismo tipo. A veces hallaron cajas de cartón con trastos viejos, pertenencias olvidadas, prendas arrugadas de ropa que ya habían pasado de moda, libros amarillentos y las ocasionales fotos en color en la que posaban un grupo de doctores y enfermeras.

Crow sintió un escalofrío recorriéndole la espalda, como si alguien hubiese caminado sobre su tumba. Durante unos instantes, recordó la ocasión en la que, siendo muy niño, se empecinó en no querer dormir nunca más. Lo había conseguido la primera noche para disgusto de sus padres, aunque al día siguiente estuvo más irritable y cansado de lo que ya era habitual en él. La segunda noche sus padre y su madre ya estaban preparados para pelear con él y probaron todo tipo de trucos para convencerlo de que tenía que dormirse. Al final, su padre, desesperado, intentó meterle miedo. Le habló de las banshee, o mujeres de los túmulos, unos espíritus que se podían aparecer en cualquier momento ante un irlandés para anunciar la muerte de un miembro de su familia. Al principio, el niño que era Crow en esos momentos se había reído de aquel cuento, pero luego su padre le contó la historia del anciano rey Brian Boru, que había partido hacia la batalla de Clontarf, en el año 1014, sabiendo que no sobreviviría, pues una banshee llamada Aibhill se le había manifestado la noche anterior, lavando la ropa de los soldados del rey, proferiendo gemidos escalofriantes, hasta que todo el agua del río se volvió roja como la sangre. Crow quedó sobrecogido al imaginarse la historia. Cuando su padre añadió que las banshees vendrían a buscarle si no se dormía, él había obedecido inmediatamente.

Pocas veces había pasado tanto miedo en toda su vida y ahora que era un Garou adulto que se había enfrentado a toda clase de monstruos, volvió a sentir aquella misma sensación cuando vio todos aquellos objetos olvidados. Durante unos aterradores segundos, casi pudo escuchar el horrible lamento de una banshee al otro lado de la ventana, pero estaba seguro de que allí no había nada. El Fianna miró a sus hermanos para comprobar si ellos también lo habían escuchado, pero estaban investigando en silencio el interior de las cajas abandonadas. "Mi imaginación me está jugando una mala pasada. ¡Seré idiota!", se maldijo el Ahroun intentando disimular para que Voz-de-Plata y Lars no descubriesen que se había quedado vigilando la ventana con la boca abierta durante unos prolongados segundos. Por fortuna, sus hermanos no se percataron y siguieron completamente ocupados en la tarea que tenían entre manos.

Al final, todo fue en vano. No encontraron nada de utilidad ni en las habitaciones ni en las cajas con las escasas pertenencias de los residentes anteriores del James Harkson Medical Centre. Frustrados por el tiempo perdido para nada, los tres Garou regresaron con Canción-Oculta, Faruq y el anciano al que llamaban su prisionero. El doctor debía tener al menos unos ochenta años. Tenía la piel arrugada como una pasa y de un malsano color amarillento. Una gran calvicie coronaba su cabeza, rodeada por pequeños hilos blancos de cabello a los lados y en la parte de atrás. Llevaba puestas unas gafas anticuadas, que no podían disimular la frialdad de sus ojos, que eran de un frío color azul grisáceo, y las ojeras permanentes que los rodeaban. Por lo demás, debía medir aproximadamente poco más de metro y medio y pesar menos de lo que sería recomendable para su salud, ya que estaba literalmente envuelto en su arrugada bata blanca de médico.

Utilizando la lengua de los Garou, el Ragabash les explicó todo lo que les había contado el doctor Heigkserg. Crow escuchó con mórbida atención la historia hasta el final. De alguna forma, no le parecía extraño que una reliquia viviente como ese viejo pudiese dirigir algunos de los experimentos más deleznables de Pentex. Sin embargo, el Fianna sí cayó en la cuenta de un pequeño detalle.

-¿Por qué no te asustaste al vernos en una forma mitad humana mitad lobuna?-, le preguntó al anciano de improviso e interrumpiendo al Caminante Silencioso cuando iba a hablarles de los compañeros de trabajo del buen doctor. El anciano no respondió de inmediato y todos los Garou le miraron fijamente esperando con impaciencia.

-Porque soy un Pariente de la Camada de Fenris-, confesó Heigkserg al fin.

-¿Está mintiendo o dice la verdad?-, preguntó Lars a Canción-Oculta sin poder disimular su desagrado.

-Dice la verdad-, declaró el Philodox sorprendido.

-¿Por qué te uniste a los nazis?-, ladró Lars al anciano en el acto, cogiéndolo de los brazos y alzándolo varios centímetros del suelo. -¿Por qué juraste lealtad al Wyrm?

Crow y el resto de sus hermanos estaban tan sorprendidos que tardaron unos segundos en reaccionar. Nunca habían visto al Fenris tan enojado y descontrolado. Parecía que en cualquier momento iba a destrozar los frágiles huesos del anciano hasta matarlo.

-Sólo hice lo que Fenris había ordenado a nuestra tribu-, trató de explicar el doctor.

-¡MIENTES!-, ladró Lars, zarandeándolo y enseñando los colmillos de sus fauces.

-¡Para, Lars!-, gruñó Crow mientras cogía uno de los brazos del Theurge y trataba de obligarlo a soltar al anciano. -¡Lo necesitamos para encontrar a Randolph!

Voz-de-Plata también agarró al Fenris por los hombros y tiró hacia atrás, mientras que Faruq sujetaba al anciano y Canción-Oculta adoptaba la forma Crinos para intervenir también. Entre todos lograron que el Theurge soltase su presa y lo apartaron interponiéndose con sus cuerpos para que no pudiese volver abalanzarse sobre él.

-Verdammter hund!-, gritó a su vez el anciano con voz ronca al mismo tiempo que intentaba recuperar la respiración entre los brazos de Faruq -Nosotros tuvimos el coraje para hacer lo que tenía que hacerse. Fenris ordenó a nuestra tribu que eliminase a las criaturas más débiles del rostro de Gaia. La Camada falló en ese cometido durante siglos, hasta que un simple humano llamado Adolf Hitler nos devolvió a nuestro propósito más puro.

-¡Fenris nos ordenó eliminar a las criaturas más débiles para fortalecer al resto de su especie, no para masacrarlo a todos!-, le respondió a gritos el Theurge. -¡El genocidio es una afrenta contra las leyes de Gaia! Por eso los grandes líderes de nuestra tribu atacaron los túmulos alemanes que habían caído bajo el influjo de esas ideas envenenadas del Wyrm.¡Las alimañas como tú sois pústulas que deben ser extirpadas!

-Puedes matarme-, respondió el anciano sin miedo-, pero nuestro mensaje no sólo sigue vivo sino que gana más adeptos cada año que pa...

Sonó una fuerte bofetada que enmudeció de pronto al antiguo médico nazi. Faruq había logrado silenciarlo del único modo posible para asombro de todos los presentes. Incluso Crow pareció sorprendido por la repentina violencia del Ragabash.

-¡Se acabó el espectáculo!-, intervino Canción-Oculta intentando poner orden. -Lars, no vuelvas a ponerle las manos encima. ¿Me has oído?

-Sí, lo he oído-, respondió el Theurge serenándose poco a poco.

-Y usted, doctor, no vuelva a hablar a menos que le hagamos una pregunta. ¿Entendido? Bien, entonces haga el favor de guiarnos hasta el lugar donde tienen encerrado a nuestro amigo.

El anciano asintió levemente con la cabeza y empezó a caminar despacio. Se debió hacer daño en el tobillo cuando Lars lo soltó bruscamente, ya que arrastraba visiblemente ese pie. No obstante, trató de oculta el dolor que debía sentir en esos momentos, a pesar de que tenía el rostro contraído, la mandíbula apretada y su respiración era muy trabajosa. Faruq y Canción-Oculta flanquearon al doctor y el resto les siguieron a unos pocos pasos de distancia.

-Te comprendo perfectamente-, le dijo Crow a Lars usando el idioma Garou. -Mi tribu no ha sido infectada por la ideología fascista, pero lleva mucho tiempo sumergida en un conflicto sangriento que no tiene solución.

-¿A qué te refieres?-, le preguntó el Fenris, distraído inesperadamente de los siniestros pensamientos que debían pasarle por la cabeza en esos momentos.

-Mi tribu habita las islas británicas y algunas regiones continentales pero estamos divididos por el conflicto que enfrenta a los Fianna irlandeses y los ingleses. Ambos bandos han cometido actos terribles, crímenes de los que no estaría orgulloso ningún Garou. Así que puedo entender perfectamente gran parte de la ira que sientes, Lars, pero tú eres el más sabio de todos nosotros. No dejes que este bastardo nuble tu juicio.

-Gracias, Crow-, respondió Lars agradecido. -Intentaré seguir tu consejo.

Sus otros hermanos permanecieron callados, pese a que habían escuchado perfectamente la conversación que habían mantenido en la lengua Garou. Cuando llegaron al montacargas, se dieron cuenta de que tendrían que dividirse en dos grupos. Entretanto, el Fianna pulsó el botón de  llamada del elevador.

-Crow, Heigkserg y yo bajaremos primero-, anunció Canción-Oculta, -y el resto lo haréis después. Doctor, ¿que nos encontraremos al llegar abajo?

-Hay un panel de seguridad frente a las puertas del montacargas-, les explicó Heigkserg con un suspiro. -Wilcox, el guardia superviviente, estará allí. Es un tipo muy peligroso. Pasó una larga temporada en Guatemala, asesorando a los grupos armados paramilitares afines a la dictadura para enfrentarse a las guerrillas comunistas e indígenas. Por lo que sé, está armado con un subfusil automático y balas de plata-, añadió después de una breve pausa.

-Yo me ocuparé de él-, gruñó Crow.

El montacargas se detuvo en su piso con un suave traqueteo. Canción-Oculta adaptó la forma Glabro y entró en su interior, seguido del anciano. Crow adoptó la forma Hispo y se volvió a sus hermanos.

-Nos vemos abajo-, gruñó.

-.-

El descenso fue lento y agitado, pero el montacargas les bajó sin incidentes hasta su destino. Los tres permanecieron callados en su interior. El Fianna pudo oler el miedo que despedía el anciano. Cuando las puertas comenzaron abrirse, Crow tuvo una visión fugaz de una mesa metálica y un hombre afroamericano con uniforme gris devolviéndole una mirada sorprendida. El Ahroun salió del montacargas en el momento en que tuvo espacio para hacerlo, corriendo con sus cuatro patas hacia el guardia de seguridad, que trataba de levantar un arma de debajo de la mesa. No tuvo tiempo de terminar su movimiento. Crow saltó sobre él, derribándolo de la silla. El hombre cayó al suelo, pero mientras lo hacía trató de desenfundar la pistola automática de su cinturón para dispararle a quemarropa. Crow tuvo que admitir a regañadientes que Heigkserg no había exagerado al alabar sus méritos. No obstante, el Fianna bajó la cabeza con un movimiento fugaz que le permitió hundir sus fauces en la garganta de su enemigo. Esta vez el guardia empezó a gritar desesperado, mientras la vida se le escapaba en cuestión de segundos. El Ahroun siguió mordiendo y desgarrando su cuello ensangrentado, hasta que consiguió que el cuerpo dejase de moverse.

-Fascinante-, murmuró el anciano a su espalda. -Hacía muchos años que no veía el inmenso poder bruto que puede desencadenar uno de los vuestros.

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