martes, 11 de diciembre de 2012

FARUQ (1 - 7)


Vancouver, Columbia Británica (Canadá)
15 de marzo de 1992

Después de que renovasen sus juramentos y tratados con los espíritus locales, los Garou del Clan del Pacto volvieron a caminar de lado para regresar al mundo físico. Todos los asistentes al Consejo Abierto buscaron sitios cercanos al círculo formado por los Ancianos en el Arco del Leñador, aunque lo hicieron respetando el sistema de rangos y jerarquías de la sociedad Garou. "Se acerca la hora de la verdad", pensó Faruq. Sus hermanos de manada se alejaron de los círculos de los Garou más veteranos y aguardaron pacientemente.

Canción-Oculta les había explicado que esta era la parte más compleja del Consejo. Ahora el Captor de la Verdad, un Philodox de los Colmillos Plateados llamado Caza-las-Sombras, organizaría a los distintos grupos y manadas para dirimir agravios, arbitrar en desafíos, reconocer logros personales y asignar castigos. Era una tarea descomunal teniendo en cuenta el número de Garou que habían asistido al Consejo Abierto, pero Canción-Oculta les había contado que el Captor de la Verdad estaba asistido en esta tarea por el Guardián del Rito, otro Philodox de los Colmillos Plateados llamado Arthur Cunnigham, y por otros tres Medias Lunas escogidos especialmente por su sabiduría, imparcialidad y juicio certero.

Mientras los jueces y árbitros de la sociedad Garou hacían su trabajo, Faruq pudo observar a duras penas que el círculo formado por el Consejo de Ancianos, los líderes de las tribus que formaban parte del Clan del Pacto, comenzaba a debatir acerca de los asuntos internos y externos al clan. Sus hermanos y él pudieron entrever a duras penas a un hombre nativo americano, de un metro noventa de estatura y unos cien kilos de peso, aunque sus hombros anchos y su musculatura bien desarrollada daban fe de su constitución fornida. El hombre, que rondar los treinta años, tenía el rostro ancho y la nariz ancha, ojos oscuros y llevaba su pelo negro recogido en una trenza ceremonial hasta la altura de los hombros. Iba vestido con un traje tradicional nativo americano hecho de piel curtida.

-Creo que se llama Jim George-, susurró Voz-de-Plata a su lado.

-Parece demasiado joven para ser uno de los Ancianos-, le dijo Faruq.

-"Anciano" sólo es un título honorífico-, respondió Voz-de-Plata tomándose en serio su broma. -Jim George es el líder de los Wendigo del Clan del Pacto. Dicen de él que es un gran Ahroun, pero uno con la suficiente paciencia y sabiduría para haberse ganado el respeto de los suyos a una edad tan temprana.

-Creo que están discutiendo sobre el Clan del Lobo Invernal, pero es difícil estar seguro desde aquí.

-Dice que unas Perdiciones mataron a los cachorros Wendigo-, intervino Canción-Oculta. Tras una pequeña pausa, añadió: -Y pide enviar una pequeña embajada compuesta por Hijos de Gaia, Uktena y Wendigo a los Ancianos del Clan del Lobo Invernal para explicarles lo que les ocurrió a sus cachorros.

-No me gustaría estar en el pellejo de nuestros embajadores-, respondió Faruq.

-Tú también estarías muy enfadado si hubiese muerto uno de los nuestros-, intentó explicar Voz-de-Plata.

-Eso no justifica lo que nos hicieron-, afirmó Canción-Oculta. -Faruq casi murió durante la ventisca. No querían justicia, sino venganza.

Interrumpieron su discusión cuando un hombre de piel curtida por el frío y mirada severa en sus ojos azules, apareció entre la multitud acercándose hacia ellos. Tenía una larga melena de pelo blanco con mechones plateados, la cara alargada y un mentón partido. Vestía un grueso abrigo de piel de animales, pantalones de lana, botas de cuero y llevaba el torso al descubierto pero decorado con glifos Garou sobre su piel. También sostenía en sus manos un sencillo odre de arcilla gris.

-Es el Maestro del Rito-, susurró Canción-Oculta.

La manada se tensó en ese instante. Había llegado el momento que tanto habían deseado y temido. Iba a dar comienzo la Letanía del Regreso. Se pusieron de pie, adoptando todos la forma Homínida, excepto Canción-Oculta que prefirió permanecer en forma Crinos. Todos los Garou que estaban cerca de ellos les observaron detenidamente. Canción-Oculta empezó a caminar despacio hacia Arthur Cunnigham, seguido de cerca por sus hermanos.

-¿Quiénes surgen de entre las sombras?-, preguntó el Maestro del Rito con voz solemne.

-Nosotros, que ya no somos los que fuimos-, respondieron Faruq y sus hermanos.

-¿Quiénes llegan con frío y hambre?-, volvió a preguntar Arthur Cunnigham.

-Nosotros, que esta noche ya no tenemos hambre de presa ni buscamos calor, sino sabiduría-, respondieron los jóvenes Garou. Sus voces se volvieron más firmes y seguras.

-¿Quiénes llegan ante nosotros heridos y moribundos?

-Nosotros, que combatimos al Wyrm, pero sobrevivimos. Nosotros, que cuidamos de los nuestros.

-¿Quiénes llegan al fuego sin un nombre?

-Nosotros, que no tenemos nombre, pero lo buscamos.

-¿Quiénes llegan a la luz de la luna naciente?

-Nosotros, que hemos combatido en crueles batallas.

-¿Quiénes llegan a la gloria de nuestra Madre?

-Nosotros, los que fuimos vuestros niños, pero ya no lo somos.

-¿Quiénes llegan como guerreros, ya no como niños?

-Nosotros. Nosotros, que somos una manada

-Que así sea cantado. Que así sea. Sed bienvenidos-, dijo finalmente el Maestro del Rito mientras se acercaba a cada uno de ellos y dibujaba un pictograma en sus caras con la ceniza que descansaba en el fondo del odre gris.

Los Garou más cercanos comenzaron a aullar, dándoles una bienvenida como adultos a la Nación Garou. Repitieron sus nombres una y otra vez, y otros Garou los repitieron en otros lugares de Stanley Park. Canción-Oculta. Lars. Voz-de-Plata. Faruq. "Ojalá hubieses estado aquí, lobo estúpido", pensó Faruq con una breve pizca de tristeza al recordar a Mata-Parientes. Canción-Oculta aulló también para agradecer aquella calurosa bienvenida.

-Las Lunas Gibosas dicen que habéis ganado vuestras primeras cicatrices al enfrentaros contra el Wyrm-, dijo el Maestro del Rito con voz fría y neutra. Faruq decidió de inmediato que no le caía nada bien ese Colmillo Plateado.

-Así es, Maestro del Rito-, respondió Canción-Oculta.

-Entonces sois dignos del Ritual de la Herida-, su voz seguía siendo tan fría como un glacial. -Que todas las tribus de la Nación Garou conozcan vuestro coraje y valentía.

Dicho esto, el Philodox volvió a coger ceniza del odre y la untó por las heridas y cicatrices que la manada se había ganado tan duramente a lo largo de las últimas semanas. Pronto volvieron a estar rodeados de nuevos aullidos que reconocían su entrega en la defensa de Gaia. Una vez que terminó de cubrir con ceniza sus heridas cicatrizadas, el Colmillo Plateado se fue sin felicitarles ni despedirse.

-No me gusta ese tipo-, murmuró Faruq sin dejar de mirarle mientras volvía a los primeros círculos del Clan del Prado.

-Mi primer encuentro con él tampoco fue precisamente grato-, confesó Canción-Oculta, -pero es uno de los líderes de mi tribu y ocupa un puesto muy importante en el día a día del Clan del Prado. Tendremos que esforzarnos por llevarnos bien con él.

-¿Quieres decir que lo soportemos con educación?-, preguntó Faruq.

-Si lo quieres ver así, adelante-, sonrió el alfa de la manada.

-¿Y ahora qué se supone que debemos hacer?-, susurró Voz-de-Plata.

-Esperar pacientemente-, intervino Lars. -Todavía nos queda un rito más.

A medida que pasó el tiempo, las palabras del Theurge demostraron ser más certeras de lo que creyeron  al principio. Ahora les tocaba a ellos aullar para homenajear a otros Garou que habían realizado distintos logros en nombre de Gaia o del Clan del Pacto. También fueron testigos en dos casos menores de la rapidez y la sencillez que caracterizaba a la justicia Garou, con sus juicios rápidos y sus rituales de castigo. Faruq tomó buena nota de todo ello por si alguna vez tenía que verse involucrado en una situación semejante.

Finalmente, cuando los juicios y las pruebas casi habían terminado, el Maestro del Rito volvió a acercarse a ellos despacio. En sus manos volvía a traer el mismo odre de antes, pero esta vez parecía cargado de una sustancia pastosa de color verde claro.

-Vuestra manada aún no tiene un tótem particular que la guíe y la proteja-, dijo el Maestro del Rito mientras untaba sus ojos con esa fría pasta verde que olía a savia y a otras fragancias naturales. -Debéis viajar a la Umbra y encontrar uno que os acepte como sus hijos espirituales. ¿Habéis pensado a qué gran espíritu vais a suplicar protección?

-Buscaremos la guía de Uktena, Maestro del Rito. -Respondió Lars con voz respetuosa pero firme.

-¿A Uktena?-, preguntó incrédulo Arthur Cunnigham. -Si buscáis un tótem de sabiduría, hay otros más honorables como Búho, Dana, Unicornio, Quimera, Cuervo o incluso Zorro o Cucaracha. ¿Por qué vais a cometer una temeridad como esa?

-Pero fue el Gran Uktena quien nos guió hasta Narlthus, Maestro del Rito-, intervino Canción-Oculta. -Necesitamos su sabiduría para poder derrotar a los enemigos de Gaia.

-Sea entonces-, contestó el Maestro del Rito conteniendo un gesto contrariado. -Partid a la Umbra y buscad a vuestro tótem espiritual.

Canción-Oculta salió corriendo seguido por el resto de la manada antes de que Arthur Cunningham intentase poner más trabas a su decisión. La reacción del Maestro del Rito le confirmó a Faruq que habían hecho la elección adecuada. Aunque les había llevado más de una hora ponerse de acuerdo respecto al tótem que buscarían, todos habían estado de acuerdo en que el Uktena les había dado la oportunidad de vengar la muerte de Mata-Parientes robando la prisión de Narlthus.

Cuando llegaron al Lago del Castor, Canción-Oculta pidió a Lars que guiase a la manada. El Theurge aceptó la responsabilidad con solemnidad y les pidió a todos que caminasen de lado. Tras llegar a la Penumbra, les ordenó que buscasen señales que delatasen la presencia de uno de los avatares del espíritu.

-Es un espíritu acuático, por lo que no os alejéis mucho del lago-, les aconsejó el Fenris. -Si no tenemos suerte aquí, probaremos en la Laguna Perdida.

La manada se separó para buscar a Uktena. No obstante, la tarea pronto demostró ser bastante frustrante y perdieron mucho tiempo buscando como un grupo de idiotas borrachos. "¿Cómo encuentras a un espíritu que oculta todos sus secretos y se esconde siempre que puede?", pensó Faruq mientras caminaba junto a la orilla tratando de hallar huellas o cualquier otra señal peculiar que delatase la presencia de Uktena.

El aullido de Lars interrumpió sus pensamientos de golpe. Sin perder el tiempo, corrió hacia la parte del lago en donde les esperaba el Theurge. Fue el primero en llegar, aunque pronto lo hicieron todos sus hermanos.

-¿Lo has encontrado?-, le preguntó a Lars.

-No-, reconoció el Fenris, -pero me he dado cuenta de que Uktena no va a dejar un rastro de migas de pan para que demos con él. Si queremos encontrarlo, tendremos que adentrarnos en su reino-, dijo señalando las oscuras aguas del lago. -Sólo así seremos dignos de ser sus hijos espirituales.

-Esas aguas parecen oscuras y profundas-, intervino Faruq. -Esperemos que el gran espíritu no nos tenga mucho tiempo jugando al escondite.

-Estaremos aquí el tiempo que haga falta-, intervino Canción-Oculta. -¡Tú sólo guíanos, Lars!

Los cuatro se sumergieron en las frías pero limpias aguas del Lago del Castor. El fondo era oscuro, como un mar de negrura líquida. Los jóvenes Garou apenas podían verse mutuamente cerca de la superficie. Lars les hizo un gesto y todos nadaron hacia las profundidades. La oscuridad de las profundidades les envolvió con su frío abrazo de un golpe, provocando una gran desorientación. Faruq sintió un movimiento en las aguas y algo frío que rozaba su brazo izquierdo. "¡Por favor, acéptanos Uktena!", gritó bajo el agua con todas sus fuerzas mientras el aire se escapaba de su boca.

La oscuridad que los rodeaba se disipó por arte de magia y el pequeño resplandor causado por la luz de Selene contra la superficie del lago iluminó todo el fondo del lago. Faruq se sintió agradecido cuando comprobó que sus hermanos se hallaban. Un espíritu les rodeaba con sus anillos escamosos. Aunque no podía verlo con claridad, intuyó que su cuerpo serpentino terminaba en un torso de puma, con dos cuernos verticales pero robustos coronando su cabeza.

-Os acepto, hijos míos-, dijo una voz antigua y paciente que parecía hablarles directamente a sus mentes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario