miércoles, 31 de octubre de 2012

CANCIÓN-OCULTA (1 - 1)


Vancouver, Columbia Británica
16 de febrero de  1992

Canción-Oculta estaba muy nervioso. No podía simplemente sentarse y esperar, por lo que volvió a levantarse una vez más y pasear sobre sus cuatro patas por la espaciosa casa de sus tíos, Mary y Adam Henderson. Pero a pesar de los nervios, puso mucho cuidado en no romper ningún mueble ni objeto decorativo con sus bruscos movimientos. No quería disgustar a su tía Mary de esa forma. Ya era bastante malo que sus tíos se hubiesen visto obligados a permanecer lejos de su casa durante toda la tarde, para que no viesen cómo los Garou se lo llevaban al Clan del Pacto. Canción-Oculta quería pensar que esa exigencia era un componente más del rito de iniciación, del paso del lobezno al Garou adulto, pero, aun así, en su interior le seguían asaltando las dudas.

Miró la hora en el reloj del pasillo. Eran las ocho menos cuarto. Sin pretenderlo, gruñó levemente. Impaciente, se acercó al espejo y volvió a mirarse una vez más por quinta vez en la última hora. Vio un ser mitad lobo, mitad humano. Tenía una estatura de más de dos metros y medio. Su cabeza lobuna mostraba unos ojos de color verde y una mandíbula alargada y marcada. Su pelaje, de color blanco nieve salpicado de hebras plateadas, delataba su pertenencia a la noble tribu de los Colmillos Plateados. Pero la parte más llamativa de su cuerpo era su cola deformada y sin pelo, que en ocasiones le hacía padecer pequeños problemas de equilibrio por su pequeño tamaño. Al verla, la ocultó inconscientemente avergonzado detrás de sus patas. Ese era el motivo de su eterna vergüenza, ya que Gaia marcaba con la deformidad y la esterilidad a los hijos del pecado entre dos Garou.

Canción-Oculta se había prometido a sí mismo que sería fuerte, que él no tenía la culpa de ser un metis, pero su tío le había advertido que la gran mayoría de los Garou no lo juzgaría así. Durante unos instantes, sintió otra vez la fuerte tentación de adoptar un aspecto totalmente humano o lobuno. La capacidad de cambiar de forma era un truco que había aprendido la semana pasada y, desde entonces, lo había estado practicando constantemente para poder utilizarlo siempre que quisiese. Tras pensarlo unos instantes, decidió descartar la idea. Los Garou lo despreciarían igual tuviese el aspecto que tuviese. Era mejor comportarse con naturalidad, demostrando seguridad en sí mismo, y sobrevivir con dignidad a todo el desprecio que pudiesen lanzar sobre él. Gaia había querido que su forma natural fuese la Crinos, la forma guerrera de los Garou, y él no iba a cambiar ese hecho ante su pueblo.

Retrocedió por el pasillo para volver al salón y mirar el jardín desde la ventana. En el exterior, ya era completamente de noche. Selene, que había adoptado su rostro de luna gibosa, iluminaba la oscuridad con su luz plateada, mientras las estrellas del firmamento la acompañaban en su travesía nocturna. No había nadie esperando en la entrada ni en el jardín. Los Garou del Clan del Pacto aún no habían venido a buscarlo.   Canción-Oculta se puso más nervioso. Ellos no habían dicho la hora a la que aparecerían por allí, por lo que a sus tíos no les había quedado más remedio visitar a unos amigos en la ciudad y volver al día siguiente, cuando todo hubiese pasado.

Por enésima vez en ese día, Canción-Oculta volvió a sentarse. Pasase lo que pasase, debía tranquilizarse. Decidió intentar desviar sus nervios pensando en la historia de su vida hasta entonces. Desde que podía recordar, siempre se había criado en esa casa, junto a sus tíos. De día se veía obligado a quedarse en ella, pero de noche su tía Mary le permitía jugar en el jardín y moverse libremente por las tierras de su familia. Ella era la que pasaba más tiempo con él, cuidándolo y enseñándole muchas costumbres de los humanos. Canción-Oculta recordaba con cariño estudiar todos aquellos libros humanos en el suelo de la cocina de la casa por las mañanas, ayudado por su tía, y pasarse una hora o dos con ella viendo la televisión por las tardes.

Por el contrario, su tío Adam pasaba poco tiempo en casa durante el día. Era el propietario de varios negocios familiares y tenía muchas responsabilidades que atender. No obstante, compartió con Canción-Oculta todas las cosas que sabía sobre la sociedad de los Garou. Le explicó que él era un metis, un cachorro nacido del apareamiento entre dos hombres lobo, algo totalmente prohibido por la Letanía, las leyes de los Garou. Hasta donde sabía su tío, su madre se llamaba Joey Atkins, aunque su pueblo la conocía por el nombre de Aúlla-al-Viento-del-Norte. Se decía de ella que era una Galliard de gran talento, cuyas apasionadas historias podían enternecer incluso el corazón del guerrero frío. Tristemente, murió durante el parto que lo trajo a él al mundo.

Su tío Adam pudo contarle más cosas de su padre, Nathan Henderson, también llamado Persigue-a-las-Sombras, ya que habían sido hermanos. Nathan siempre había jugado y protegido al pequeño Adam, aunque a veces sufría extrañas melancolías que lo llenaban de una profunda tristeza. Su familia pertenecía a la Parentela de la tribu de los Colmillos Plateados y cuidaban de las propiedades y terrenos que pertenecían a los líderes de los Garou. No obstante, su carrera académica se vio interrumpida a los 19 años en un incidente universitario en la Universidad Simon Faiser, donde descubrió su verdadera herencia como Garou y posteriormente se unió al Clan del Pacto. Nathan descubrió que era un Theurge, un guía espiritual, por lo que realizó numerosos viajes a la Umbra, las infinitas tierras del espíritu, acompañado de su manada.

Su tío Adam pensaba que Nathan estaba destinado a ser un gran héroe entre los Garou, pero la tragedia echó por tierras esas esperanzas cuando Nathan y Joey quebrantaron la Letanía. Ambos decidieron abandonar el Clan del Pacto para cuidar del futuro bebé. Sin embargo, ella murió durante el parto y Nathan vino una noche a la casa de su hermano y su mujer para pedirles que cuidasen a su cachorro. Les dijo que se llamaba Canción-Oculta, pues era la última canción de su amada. Unos meses después, su padre desapareció sin despedirse de ellos. Ni siquiera los Garou de manada sabían qué le había pasado o hacia dónde había ido. Lo estuvieron buscando durante más de diez años, hasta que finalmente tuvieron que darse por vencidos y regresar al Clan del Pacto en Vancouver.

Cuando supo de la suerte de sus padres, Canción-Oculta se sintió muy triste y desamparado. Intentó seguir los pasos de sus padres y convertirse en un famoso narrador de historias o en un sabio guía espiritual, pero su tío le explicó que Selene asignaba esos papeles a los Garou. En su infinita sabiduría, ella había mostrado su rostro de cuarto de luna creciente en el momento de su nacimiento, por lo que había decidido que Canción-Oculta se convirtiese en un Philodox, un juez y guardián de las tradiciones de su pueblo.

Su tío también le había hablado a su joven sobrino de las costumbres de su tribu, los Colmillos Plateados. Ellos eran los líderes elegidos por la misma Gaia para reinar sobre todas las tribus Garou y humanas, velando porque se cumpliesen sus mandatos y protegiéndola de todos sus enemigos. Los Colmillos Plateados eran los héroes más grandes de la Nación Garou y su linaje era el más puro de todos los guerreros de Gaia. Canción-Oculta  se entristeció al darse cuenta de que la importancia que mostraban sus compañeros de tribu a la herencia y el linaje disminuía más aún sus posibilidades de ser aceptado entre ellos por el mero hecho de ser un metis. No obstante, aunque su tío se había mostrado de acuerdo en ese punto, también le había asegurado que si hacía frente a las grandes trabas puestas en su camino y destacaba como una estrella dentro de un linaje de héroes y sabios, su nombre figuraría con orgullo en las grandes sagas y canciones de los Colmillos Plateados.

Además, su tío también tuvo que explicarle a Canción-Oculta que su tribu estaba dividida en siete grandes familias o casas nobiliarias, con sus respectivos protectorados y territorios. Él pertenecía la Casa del Corazón Inquebrantable, un noble linaje europeo cuyos orígenes descansaban en los antiguos reinos de Francia, España e Italia, y que, tras ser de los primeros Garou en emigrar al Nuevo Mundo, reclamaba ahora sus derechos sobre Canadá y el Medio Oeste americano. En la actualidad, su rey era Cyrus el Calvo, un líder sabio y prudente.

Su tío Adam le habían contado muchas cosas más, por supuesto. Le había hablado de la Letanía, de las costumbres Garou y de otras pequeñas cosas que serían importantes para él cuando se relacionase con su pueblo después de experimentar su Primer Cambio. No obstante, incluso él reconocía que sólo era un Pariente y, por tanto, únicamente le podía explicar una pequeña parte de su vasta herencia cultural. El resto tendría que descubrirlo él mismo sobre la marcha.

El ruido de un vehículo al acercarse por el sendero de grava que conducía la casa de sus tíos lo sacó de sus pensamientos. Canción-Oculta se acercó a la ventana. Efectivamente, una vieja furgoneta se estaba acercando a la casa. Los nervios volvieron a apoderarse de él y se quedó inmóvil sin poder pensar con claridad. En algún lugar de su cabeza, incluso escuchó un susurro ininteligible que había aprendido a ignorar en secreto. Era otra pesada carga que tenía que soportar en su vida. Se trataba de los susurros de la condenación intentando arrastrarlo al fondo del pozo. Canción-Oculta hizo caso omiso de aquellos palabras sin sentido que sólo estaban en su cabeza y se dirigió al porche para dar la bienvenida a los suyos. Después de tanto tiempo, por fin iba a encontrarse con otros Garou.

-.-

La mujer de constitución fuerte y cara de mal humor le empujó para que entrase en la habitación sin esperar a que su compañero terminase de abrir la puerta metálica. Luego, la cerraron tras él con fuerte portazo. Desde luego, las cosas no habían marchado como él se había imaginado tantas veces. Había saludado con educación a los ocupantes de la furgoneta, pero ellos lo ignoraron groseramente. Lo único que hicieron fue obligarle a subir a la furgoneta y llevarlo a la ciudad, oculto bajo una gran lona de plástico. Permanecieron en un tenso silencio durante los 45 minutos que duró el viaje. Al principio, Canción-Oculta esta emocionado a pesar de la brusquedad de los modales de sus acompañantes. "¡Iba a descubrir el mundo que había más allá de las propiedades de los Henderson!" Sin embargo, pronto se aburrió de mirar hacia el parabrisas para ver tan solo una monótona autopista iluminada por las luces artificiales de las farolas y por los faros de otros vehículos.

La curiosidad volvió a apoderarse de él cuando por fin llegaron a la ciudad. A pesar de la hora de la noche, había unos pocos humanos en las calles, cada uno ocupado en sus propios asuntos. "Son tan fascinantes", pensó maravillado. "Me muero de ganas de hablar con ellos". No tuvo oportunidad de hacerlo, claro. La furgoneta entró en una especie de almacén abandonado desde hacía 30 o 40 años, lo bajaron de malos modos del vehículo y lo encerraron en el asqueroso lugar en el que ahora se encontraba.

Era una habitación cerrada, que olía a humedad y orín. La luz de las farolas de las calles se colaba por los gruesos barrotes de un ventanuco minúsculo a cuatro o cinco metros de altura, iluminando una espaciosa habitación sin muebles, decorada únicamente con unas marcas de garras y otros arañazos en las paredes grises. En una esquina, había tres jóvenes humanos atemorizados, que le miraban completamente sorprendidos, como si nunca hubiesen visto un Crinos en toda su vida. Cerca de la puerta había un lobo enorme, de pelaje negro rojizo y ojos de color verde que parecían brillar en la oscuridad. El lobo se irguió, alzando mucho sus orejas y la cola, y, tras olfatearle durante unos instantes, empezó a gruñirle enfadado.

Se acercó al lobo despacio, intentando no parecer amenazador y lo saludó diciendo:

-Hola, mi nombre es Canción-Oculta y...

El lobo le interrumpió con fuertes ladridos, enseñando sus afilados colmillos. Sorprendido, Canción-Oculta retrocedió apartándose de él hasta que se puso junto a los tres humanos que parecían más aterrados que antes. Sólo entonces el lobo dejó de ladrar y volvió a tumbarse tranquilamente en el suelo de hormigón.

Canción-Oculta suspiró. "Definitivamente, las cosas no marchan como me había imaginado".

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