jueves, 1 de noviembre de 2012

FARUQ (1 - 2)


Vancouver, Columbia Británica
16 de febrero de 1992

Cada día que pasaba Faruq entendía un poco menos la situación en la que se encontraba. Cuando esa cabrona de Cathy y sus amigos de la furgoneta lo secuestraron y lo trajeron a este almacén, él se había puesto en el peor de los casos. Había visto suficientes películas de terror para hacerse una idea bastante aproximada de lo que le pasaría. Tenía la maldita mala suerte de haber dado con un grupo de sádicos hijos de puta que iban a violarlo, torturarlo y luego matarlo lentamente. Al principio, había intentado escapar por la ventana, pero estaba a demasiada altura. Luego trató de abrir la puerta metálica, incluso estuvo varias horas hurgando con la cerradura sin resultado. Al final desistió y se dio cuenta de que sólo podría escapar aprovechando un despiste de sus captores, por lo que interpretó el papel de niño bueno y asustado cuando entró la chica de cara varonil de brazos fuertes que había conducido la furgoneta. Sin decir nada, dejó una bolsa de papel marrón en el centro de la habitación donde estaba Faruq, mientras su compañero, el tipo de barba recortada, amplia sonrisa y sudadera con la hoja de marihuana les observaba atento desde el marco de la puerta. Cuando se fueron, Faruq comprobó que dentro de la bolsa sólo había media hogaza de pan y una pequeña botella con agua mineral. "¡Menuda mierda!", pensó con amargura.

Se pasó toda la noche tumbado en el suelo contra una esquina de la habitación. El miedo le ayudó a permanecer despierto hasta que los primeros rayos del sol se colaron por el alto ventanuco. A lo lejos pudo escuchar el débil sonido de vehículos circulando por la carretera. Esperanzado, Faruq estuvo pidiendo auxilio a gritos durante mucho tiempo, pero nadie le respondió. Acabó con la garganta seca y dolorida. "No pierdas la esperanza, no pierdas la esperanza", se dijo una y otra vez a lo largo del día. Sus captores no le trajeron más comida en todo el día, así que acabó comiendo la hogaza de pan que había rechazado la noche anterior y se terminó todo el agua de la botella, a pesar de que tenía un sabor bastante extraño. Pocos minutos más tarde se sintió cansado y mareado y se echó a dormir. Faruq no recordaba haber tenido sueños tan surrealistas en toda su vida. Soñó con animales, monstruos y otras cosas que no podían ser reales. Le decían que él era uno de los elegidos, un Garou, un guerrero de Gaia, y que debía despertar al lobo que dormía en su corazón.

Una persona lo despertó zarandeándolo violentamente. Era un joven de pelo corto rubio, barba del mismo color, ojos azules y vestido con ropas que parecían sacadas de un mercadillo de la beneficencia. Faruq calculó a ojo que debía tener 18 o 20 años. Cuando se despertó, el extraño pareció aliviado. En un inglés marcado por un fuerte acento extranjero, le preguntó si se encontraba bien. Faruq asintió y cuando vio que  había dos bolsas de papel marrón con comida y agua, aconsejó inmediatamente al extraño, cuyo nombre era Lars, que no bebiese del agua. Ambos se pusieron al día con rapidez. Aunque los dos habían sido secuestrados por las mismas personas, no se dieron cuenta de los motivos reales que los habían conducido a esa situación, ya que ninguno de los dos estuvo dispuesto a confesar al otro los sueños y sucesos extraños que les habían ocurrido últimamente por temor a que les tomasen por locos.

Después Lars aupó a Faruq para que alcanzase el ventanuco. Desde el otro lado de los barrotes, Faruq pudo ver una calle vacía de edificios viejos y comercios cerrados. No había personas de paso por allí, solo el ocasional vehículo perdido que se alejaba rápidamente. Los barrotes eran de hierro y parecían inamovibles. Los comprobó dos veces para asegurarse. "Mal asunto, muy mal asunto", pensó. Al final su nuevo amigo y él volvieron al punto de partida inicial: su única esperanza era aprovechar un descuido de sus captores. Los dos prometieron defenderse juntos, pasara lo que pasara. Se comieron todo el pan, pero evitaron el agua a pesar de sed que sentían. Lars propuso que uno hiciese guardia durante unas horas para poder descansar. Los dos se ofrecieron a la vez para hacer la primera guardia. Eso hizo reír mucho a Faruq por primera vez desde su secuestro, provocando a su vez una sonrisa de desconcierto en Lars.

Al final tuvieron que echarlo a suertes. Faruq ganó fácilmente, siempre se le habían dado bien los juegos, y se acomodó para hacer la primera guardia, mientras Lars se tumbaba para descansar. Poco después, observó preocupado como su compañero se debatía en sueños, murmurando varias veces las palabras "lobo" y "Fenris". Faruq sintió un estremecimiento. "¿Lars también estaba loco?", la pregunta lo incomodó aunque se sintió aliviado de poder compartir su carga. Por alguna razón que no entendía del todo, su instinto le decía que podía confiar en aquel noruego loco. Pasadas unas horas, despertó a Lars. No le hizo comentarios sobre las cosas de las que había hablado en sueños, al menos no por ahora. Primero debía pensar en cómo tocar el tema con él. En su turno para dormir, Faruq volvió a soñar. Esta vez se había convertido en un lobo que buscaba a una hermosa dama de luz plateada, que jugaba a esconderse de él al mismo tiempo que lo llamaba por su nombre desde las sombras de la noche. Por más empeño que pusiese en atraparla, nunca lo conseguía. Ella se burló varias veces de él, pero Faruq se sorprendió al descubrir que se estaba divirtiendo tanto como ella con aquel juego.

Lars lo despertó bruscamente. Faruq vio que el hombre barbudo de la sudadera verde metía a otro joven en la habitación. Debía tener su misma edad, año arriba o abajo. Era un poco más alto que él, de buena complexión física, pelo castaño claro y ojos de color avellana. Vestía un camisa azul a cuadros, una camiseta con el dibujo del símbolo de la paz y unos vaqueros holgados. Entre sus manos, sostenía una bolsa de papel marrón. Parecía nervioso, pero no asustado. Faruq le dio la bienvenida a la "habitación del terror". Lleno de curiosidad, le preguntó al recién llega quién era y dónde lo habían secuestrado.

-Todo el mundo me llama Bobby, pero creo que te equivocas. No me han secuestrado, al menos eso creo.

-¿Por qué lo dices?-, preguntó Lars con cara de pocos amigos.

-Mi prima Rossaline me trajo aquí. Ella también es un hombre lobo, es decir, supongo que en su caso lo más correcto sería decir una mujer lobo. Ella dijo que en este lugar daría mis primeros pasos para convertirme en un "Garou", aunque me aseguró que no podía darme más detalles.

La sencillez de su respuesta les impresionó profundamente. Por fin alguien había dicho las palabras mágicas que se habían repetido tantas veces en sus sueños. Ahora se vieron obligados a hablar de ellos. Todos tenían muchas preguntas, pero fue Lars el que puso orden y sugirió que contasen detalladamente a los demás cómo habían llegado aquí y que "cosas" extrañas les habían sucedido hasta ahora. Estuvieron mucho tiempo poniéndose al día y luego pasaron más tiempo aún discutiendo sobre lo que habían descubierto. ¿Los tres eran hombres lobo? Parecía que Bobby sí lo era, aunque Lars y Faruq no podían estar tan seguros. Sólo se habían convertido en lobos en sus sueños. ¿Por qué algunos animales le hablaban a Lars? Ninguno pudo ofrecer una respuesta satisfactoria. ¿Sus captores eran otros Garou como la prima de Bobby? Y si así era, ¿por qué no les habían explicado lo que les estaba pasando?

Su discusión se interrumpió cuando la puerta se volvió a abrir. La mujer de pelo corto y cara varonil cargaba sobre sus brazos a un gran lobo de pelaje negro rojizo y ojos verdes. Sin mucho cuidado, lo dejó en el suelo y le quitó las ataduras de las patas y luego la mordaza que comprimía su mandíbula. El lobo gruñó, pero se apartó inmediatamente de ella. "¿Estás loca? ¡No puedes a dejarnos encerrados en una habitación cerrada con un puto lobo salvaje!", gritó Faruq desesperado. La mujer echó un vistazo a los tres jóvenes  sin responderle y se marchó cerrando la puerta tras ella. Ellos miraron entonces al lobo completamente aterrados. El animal les gruñó de inmediato, ladrándoles varias veces. Cuando observó que ellos no se movían, se tumbó en el otro lado de la habitación, sin dejar de vigilarles.

-¿Él también es un maldito hombre lobo?-, le preguntó Faruq a los demás en susurros.

Antes de que pudiesen responderle, el lobo volvió a incorporarse, ladrando de nuevo con más fiereza que antes y enseñando sus amenazadores colmillos. Esta vez ninguno de ellos se movió ni se atrevió a decir nada más. Estuvieron así durante horas hasta que se quedaron dormidos, siempre bajo la atenta mirada de esa bestia aterradora. Faruq volvió a soñar. Un grupo de pequeñas luces plateadas lo acosó durante mucho tiempo. De lejos parecían simples luces brillantes, pero cuando se acercaban a él parecían ser una versión diminuta de la dama de luz plateada. Iban y venían a su antojo, como un enloquecido enjambre de insectos o una siniestra bandada de aves, picándole y empujándole en todas las direcciones.

Al día siguiente volvieron a encontrarse en la misma situación. El lobo reaccionaba con agresividad cada vez que uno de ellos se movía o hablaba con el resto, y únicamente podían comer o comunicarse en susurros cuando el animal dormía. Al llegar la noche, la puerta metálica volvió a abrirse y esta vez Faruq observó atónito como entraba en la habitación una figura mitad humana mitad lobuna, de dos metros y medio de altura y pelaje blanco plateado, cuyo único defecto era una diminuta cola, deforme y sin pelo. "¡Joder, seguro que éste sí que es un maldito hombre lobo!", pensó Faruq asombrado. Lars y Bobby estaban tan impresionados como él, aunque ninguno de los tres se dio cuenta de la vaga sensación familiar que experimentaron en el momento en que vieron al nuevo.

Por su parte, el lobo no se dejó intimidar por el gran tamaño del recién llegado. Tras olisquearle durante unos breves instantes, le ladró amenazador enseñando sus colmillos cuando el hombre lobo se acercó a él presentándose con una voz grave y gutural con el nombre de Canción-Oculta. La reacción del lobo, sorprendió a aquel gigante peludo, que tuvo recular y acercarse a ellos para evitar que el animal le atacase. El recién llegado parecía tan perplejo por la reacción del lobo como lo habían estado ellos previamente.

"Y aquí estamos...", pensó Faruq con fastidio. Su situación se volvía cada vez más surrealista. El gigante peludo estaba tumbado, mirándoles a ellos con ¿curiosidad? A veces lo sorprendía mirándole con un ojos que parecían ser más humanos que animales. Seguramente él también estaba asustado y tenía muchas preguntas que hacerles. Tal vez deberían inmovilizar al lobo de alguna forma. Desde su sitio, miró al animal pensando cómo podrían hacerlo. El lobo debió presentir de alguna forma sus intenciones, porque dejó escapar un leve gruñido de su garganta. "¡Joder!" se dijo Faruq mientras apartaba la mirada asustado.

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