miércoles, 28 de noviembre de 2012

FARUQ (1 - 5)


Alrededores de la mina
6 de marzo de 1992

Desde su privilegiada posición pudieron observar todos los movimientos dentro y fuera de la mina. No podían estar seguros, claro, pero parecía que los trabajadores humanos habían interrumpido su actividad habitual, para que unos técnicos hiciesen sus comprobaciones en la gran roca negra que habían descubierto. Lo extraño era el nivel de seguridad. Había una patrulla de soldados armados con armas automáticas que estaban comprobando el perímetro de la valla en ese momento y las torres de vigilancia estaban equipadas con pequeños focos para vigilar también por la noche. "¿Por qué tomarse tantas precauciones para proteger una simple mina?", rumió para sí mismo.

Cuando Lars y Canción-Oculta volvieron con ellos, tenían la típica cara de haber visto un fantasma, pero Faruq se abstuvo de hacer cualquier tipo de broma, hasta juzgar si lo que habían visto en la Umbra era verdaderamente importante. Lo que les contaron le impresionó incluso a él.

-Parece que hemos encontrado un premio gordo-, murmuró después de un pequeño silbido.

-Demasiado gordo, creo yo-, le respondió Canción-Oculta. -Esto nos supera.

Hubo un pequeño silencio entre los presentes hasta que al final Voz-de-Plata se atrevió a hablar:

-Puede que sea peor de lo que imaginamos-, les dijo al resto. -¿Y si la historia de Bill es cierta? ¿Y si ese bloque de roca fuera la piedra celeste que usó Ella-Llora-Hielo para aprisionar a Narlthus?

-Puede ser-, respondió Lars secamente. -Ciertamente es diferente al resto del mineral y las rocas de la mina. Puede que las criaturas del Wyrm lo hayan encontrado y traten de liberarlo.

-Debemos impedirlo y destruir a todas las criaturas del Wyrm-, gruñó Mata-Parientes. -Para eso nos creó Gaia.

-¡Sí!-, asintió Voz-de-Plata. -Seremos como los héroes de las leyendas.

-¡Maldita sea, míranos Mata-Parientes!-, se desesperó el metis. -Sólo somos cinco cachorros que ni siquiera han pasado sus ritos de iniciación y desde luego no somos los grandes héroes de los cuentos para cachorros ingenuos-, gruñó dirigiéndose también a Voz-de-Plata.

-La Letanía dice "Combatirás al Wyrm donde more y críe"-, intervino Faruq.

-Pero no nos exige que nos suicidemos estúpidamente para cumplir el precepto-, insistió el Philodox.

-Búho no dijo que tuviésemos que atacar a nuestros enemigos-, terció Lars pensativo. -Opino como Canción-Oculta. Debemos informar inmediatamente a los Garou más cercanos que, como ya sabemos, son los Wendigo del Clan del Lobo Invernal. Este es su patio trasero. ¡Qué se hagan cargo de los problemas!

-No nos escucharían-, gruñó enfadado Mata-Parientes. -¡Nos intentarán matar cuando nos vean!

-Tal vez no-, pensó en voz alta el metis volviéndose hacia Lars. -¿No te dijo Búho que las respuestas al asesinato de los cachorros Wendigo estaban aquí?

-Dijo que las respuestas se hallaban al norte de su antiguo clan y que buscásemos la herida en la tierra-, repitió solemnemente el Theurge. -Pero también añadió que nos quedábamos sin tiempo.

-De alguna forma, esos cachorros murieron a causa de lo que está pasando aquí-, afirmó el Colmillo Plateado completamente convencido de la veracidad de sus palabras. -Si nos damos prisa ahora, los Wendigo nos escucharán. ¡Su deseo de venganza les obligará a hacerlo!

Canción-Oculta había sido muy persuasivo, hasta Mata-Parientes parecía convencido por sus palabras, pero entonces intervino Faruq:

-¡Esperad! ¿No deberíamos volver a ellos con toda la información que pudiésemos reunir?

-¿Qué sugieres?-, preguntó Voz-de-Plata. -¿Qué nos colemos los cinco a echar un vistazo de cerca? ¡Tú estás loco!

-No tenemos que ir los cinco. Sólo necesitamos que lo haga uno y los Ragabash somos los mejores espías de la Nación Garou.

-Me parece demasiado arriesgado-, criticó Canción-Oculta. -Si te descubren, nos obligarás a atacar para rescatarte. ¡Podrías matarnos a todos!

Faruq lo ignoró por completo y centró su atención en el alfa de su manada

-Los espíritus de Gaia me han enseñado a esconderme de los humanos, por lo que puedo acercarme por el mundo material sin que me descubran. ¿No preferirías saber a dónde se dirigirán nuestros enemigos si se marchan antes de que volvamos con los refuerzos Wendigo?

Mata-Parientes dudó visiblemente entre los consejos de Canción-Oculta y los de Faruq. Finalmente, se decantó por apoyar al último, ya que si lo descubrían sus enemigos, tendrían la oportunidad que estaba buscando para liderar el combate contra las criaturas del Wyrm que moraban en la herida en la tierra.

-.-

Helios empezaba poco a poco a ocultarse en el horizonte, dejando una débil estela dorada en los cielos. Tras invocar el don del Ojo Nublado, Faruq se acercó en forma de lobo caminando agazapado y con el vientre pegado a poca distancia del suelo rocoso. Ya había dejado atrás la autovía, avanzando lentamente junto al desvío que conducía a las instalaciones más cercanas de la mina, los módulos prefabricados, y deteniéndose ante cualquier movimiento sospechoso. Un cartel amarillo junto a la carretera advertía del peligro de radiactividad debido a la presencia de mineral de uranio. "¡Estupendo! ¡Más buenas noticias!", pensó Faruq con evidente sarcasmo. Un nauseabundo olor a huevos podridos le dio rápidamente la bienvenida al lugar.

En esta zona del risco soplaban fuertes ráfagas de viento que hacían numerosos ruidos al chocar contra el cortavientos, pero aun así las corrientes más fuertes lograban hacer temblar con una débil vibración metálica incluso los módulos prefabricados. Se acercó al primero y echó un vistazo a través de una sucia ventana apoyándose sobre sus patas sobre la chapa metálica. Vio varias mesas baratas, unos bancos y a un solitario trabajador comiendo de espaldas a él. Vestía un insulso mono de trabajo de color azul oscuro. "Vale, un comedor. No hay peligro", se dijo para tratar de darse ánimos. Faruq se sentía cada vez más nervioso y preocupado. Había algo en este lugar que no le gustaba en absoluto. Como si tuviese el presentimiento de que lo estaban vigilando.

Se acercó al siguiente módulo. Por ahora nadie le había visto. Conteniendo la respiración, echó un vistazo a través de una de las ventanas. Era un barracón de trabajadores, cuyo interior era un completo desastre. Había ocho literas, con las mantas revueltas, ropas por los suelos y manchas de suciedad. No parecía que hubiera nadie en casa.

Ya sólo quedaban tres módulos. La sensación de peligro que sentía se estaba incrementando. Decidió dejar para el final el módulo de enfrente, que tenía toda la pinta de ser algún tipo de almacén, y centró su atención en los dos siguientes. Se acercó sin hacer ruido al primero, pero los cristales de las ventanas estaban pintados de negro desde el interior. "¿Por qué habrán hecho esto?", se preguntó confuso. Dentro escuchó unas respiraciones profundas y pesadas, junto con otros ruidos menos definidos. Faruq no lo entendía, pero estaba claro que ningún ser humano normal podría hacer semejantes sonidos. Decidió dejar ese misterio para más tarde y avanzó hacia el último módulo prefabricado, que mostraba el nombre de la empresa minera con unas grandes letras azules debajo de una de sus ventanas: Grend Enterprises. Sus oídos lobunos escucharon retazos de la conversación que estaba teniendo lugar en su interior. Un hombre de mediana edad estaba hablando con otra persona a la que parecía temer abiertamente.

"Le ruego que nos perdone, señora Azaera. (...). ¡Pero usted sabe que lo hemos intentado todo! (...) Sí, se lo aseguro. Hemos usado explosivos, ácidos, incluso láseres, pero todo ha sido en vano. No hemos podido perforar ni siquiera un centímetro de la capa exterior del meteorito. (...) ¡No es culpa mía! ¡No me mate, por favor!"

Faruq se vio obligado a dejar de escuchar a la voz suplicante, al sentir de repente que no estaba solo ahí fuera. Se volvió justo a tiempo para ver a un guardia apuntándole con un rifle automático desde la esquina del módulo prefabricado de los cristales negros. El hombre tenía la piel llena de marcas de quemaduras y moratones, y parecía que le faltaban grandes trozos del pelo, pero lo más perturbador en él era que su piel parecía brillar con una leve luminosidad amarillenta. Al igual que el resto de los trabajadores de la mina, vestía con un sencillo mono de color azul oscuro y llevaba un manchado abrigo plumas de color gris oscuro.

-¡Alfo o disparo, lobifo!-, gritó con voz desdentada.

El Caminante Silencioso se quedó quieto durante unos segundos, recurriendo a una parte de su esencia espiritual para invocar el don de la Velocidad de Vértigo. El guardia siguió apuntándole con su arma, al mismo tiempo que cesaba por completo la conversación de la caravana de administración. Faruq no se quedó a disfrutar de la hospitalidad local y salió corriendo hacia el cortavientos con una rapidez sobrehumana e imposible de igualar. Sonó un disparo, que impactó contra el suelo donde se había encontrado pocos segundos antes.

Sin embargo, dos formas femeninas horriblemente deformadas, con pieles cubiertas de arrugas, melenas sucias y enmarañadas, dientes afilados como colmillos y brazos terminados en filos curvos de metal se materializaron de la nada, cortándole de repente el paso. "¡Atrapado, maldita sea!", se recriminó. Retrocedió  de nuevo,corriendo hacia la propia mina. Las Perdiciones que habían cobrado forma material lo persiguieron, así como el guardia de la pistola. Si no se le ocurría un plan rápido, lo acorralarían contra la valla y la torre de vigilancia. El problema es que no tenía ninguna buena idea para salir del lío en que se había metido.

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