viernes, 2 de noviembre de 2012

BOBBY (1 - 2)


Vancouver, Columbia Británica
17 de febrero de 1992

En sus sueños, un unicornio de extraordinaria belleza y gracia le había contado que era uno de sus hijos. También intentaba explicarle más cosas, pero un horroroso ruido metálico hizo que sus consejos cayeran en el olvido. Bobby se despertó junto a sus compañeros mientras alguien abría la puerta metálica. Se incorporó luchando por despejarse rápidamente, mientras que Lars estaba ayudando a Faruq ponerse en pie. Entretanto, el gran lobo ya estaba preparado para encararse ante la nueva amenaza, al igual que el hombre lobo de pelaje blanco plateado y cola deforme.

Al abrirse la puerta, entró un hombre alto, de casi 1,90 metros, hombros anchos y brazos fornidos. A Bobby no se le daba bien calcular la edad de las personas pero le parecía que el tipo debía rondar los 40 años. Tenía el pelo corto, con flequillo inclinado hacia la izquierda, y de color cobrizo. Su barba poco poblada estaba partida por una destacada cicatriz que le cruzaba la mejilla izquierda desde el nacimiento de la mandíbula hasta ocultarse en el pelo de su cabeza. Bobby no pudo evitar preguntarse qué le habría pasado al extraño para tener una herida tan profunda y marcada. Vestía una cazadora de cuero de color marrón oscuro, llevando debajo una sudadera gris y una camiseta negra, y pantalones oscuros. La puerta se cerró inmediatamente tras él con un fuerte portazo.

El gran lobo eligió ese momento para gruñir al extraño, pero éste en lugar de retroceder, permaneció allí de pie, con los brazos cruzados sobre el pecho y mirando intensamente a los ojos del animal. Los gruñidos del lobo se convirtieron en ladridos amenazadores que dejaron a la vista sus grandes colmillos. Sin embargo, el extraño no estaba intimidado en absoluto por sus demostraciones de fuerza. Había algo en él más temible que cualquier cosa que pudiese hacerle el animal. Estuvieron unidos por ese duelo de miradas menos de treinta segundos y, por primera vez, el lobo capituló tumbándose en el suelo y rodando sobre sí mismo para permanecer boca arriba enseñando el vientre.

El extraño sonrió triunfante. Luego su cuerpo comenzó a transformarse, creciendo de tamaño. Transformado en aquella forma medio humana medio lobuna era más alto que el hombre lobo de pelaje plateado. Una gruesa mata de pelo de color negro rojizo, el mismo color que lucía el pelaje del gran lobo, cubrió toda su piel musculosa. Su cabeza se estiró hasta adoptar una forma lobuna, sus manos y pies se convirtieron en crueles garras y una cola surgió desde su espalda. A pesar de su aspecto amenazador, Bobby notó algo vagamente familiar en él.

-Hola, cachorros. Me llamo Bron Mac Eire y estoy aquí para acompañaros en los primeros pasos que os convertirán en Garou adultos.

Bobby se dio cuenta rápidamente de que el extraño no estaba comunicándose mediante palabras humanas, sino que usaba una mezcla de gruñidos, pequeños ladridos y gestos corporales para comunicarse y, por extraño que pudiera parecer, tanto Bobby como sus compañeros de encierro estaban entendiendo sin dificultad lo que les decía. Incluso el gran lobo pareció comprender sus palabras.

-Todos vosotros sois Garou. Lleváis la sangre de los primeros lobos en vuestros cuerpos y escucháis la llamada silenciosa de la gran madre Gaia para que la protejáis de todos los peligros que la acechan.

El extraño hizo una breve pausa para que sus palabras calasen bien en todos ellos. Ninguno se atrevió a dudar de su sinceridad ni a negar lo que era evidente.

-¡Ahora escuchad con atención! Os traigo las voces del pasado de nuestro pueblo para que comprendáis en qué os vais convertir. ¡Mirad cómo Fénix extiende sus alas!

Bron señaló al techo y, durante unos instantes, Bobby casi se imaginó que podía contemplar un fénix de verdad sobrevolando el techo de la habitación sobre sus cabezas. Tenía que admitir que ese hombre lobo poseía una habilidad pasmosa para atrapar la atención de su público antes de iniciar el relato. Al mismo tiempo, el extraño habló con una voz sobrenatural que no parecía suya:

De los primeros de Gaia,
Yo, Fénix, soy el primero y el último.
Presencié el nacimiento de Selene en Gaia,
la vi crecer,
Me tosté bajo su poder
y en las grietas de la tierras
vi la aparición de la vida.

De los Grandes, los Celestes,
estaban el Kaos, el Cambiador que siempre cambiaba,
la Tejedora, la Constructora que siempre tejía,
y el Wyrm, el Equilibrador que siempre consumía.
Entonces la Tejedora se volvió loca
y dio caza al Kaos
y atrapó al Wyrm en su capullo,
pero el Kaos escapó
En el equilibrio, el Wyrm se corrompió,
convirtiéndose en Corrupción.
Tuvo hambre de la Creación
y abrió sus colmillos
para consumir todo lo que pertenecía a Gaia.

El Wyrm se elevó por encima de la Tierra.
Sentí el escalofrío de su sombra
y, como en Invierno, dormí.
Selene me despertó bruscamente
brillando como su hermano en el cielo.
"Vamos", dijo Selene, "Trae un regalo. Han nacido nuevos hijos de Gaia".
Fui al lugar donde brillaba Selene
sobre las creaciones de su hermana
y vi monos que eran como lobos
y lobos que eran como monos
y supe que nunca nada
volvería a ser igual.

El Abuelo Lobo guió a los cachorros Garou
hacia los bosques y los dejó allí
durante tres lunas, solos...
ellos gruñeron y se combatieron entre sí
pero cuando les atacaron los esbirros del Wyrm,
tuvieron una sola mente.
Eran una Manada,
la Primera Manada, y mataron a las viles criaturas del Wyrm.

Entonces Selene, brillando a través de los árboles,
pidió que les dieran sus Obsequios Rituales;
Llegaron regalos para los lobeznos de la Primera Manada
desde las cinco direcciones.
Desde el Este vino el Camino del Paso Lateral.
Desde el Sur vino el Camino de la Rabia Feroz.
Desde el Oeste vino el Camino del Cambio de Forma.
Desde el Norte vino el Camino de la Sabiduría.
Y desde el interior, Gaia les dio a los cachorros
parte de Sí misma, para que la lloraran siempre en sus corazones:
el Camino de Gaia.

Y Selene dijo: "Sabed que éstos
también son mis hijos".
Les dio un hermoso pelaje,
sembrado con cada uno de sus cinco rostros.
Gran Selene, Selene de corazón salvaje,
madre de la sabiduría,
madre del arte,
madre de la locura.
Ella, la de los muchos rostros,
llevó a los Garou a su cabaña de cinco paredes
y les enseñó sus mejores talentos, sus dones interiores.
Y hubo cinco en la Primera Manada,
llamados Ahroun, Galliard, Philodox, Theurge y Ragabash.
Se abrazaron fuerte bajo la luz de la Hermana de su Madre
y supieron que su poder y su magia estaba con ellos.

Pasaron muchos años,
y los primeros cachorros se aparearon
con lobos y humanos.
Sus linajes se fortificaron
y se convirtieron en muchas tribus.
Cada una corrió por el bosque profundo
y escogió su propio camino.
Los fuertes Colmillos de Plata, nos gobernaron a todos,
con los Señores de la Sombra tras ellos
y los Roedores de huesos bajo todos los demás.
Las Furias Negras se apartaron de sus hermanos.
Dirigidas por la Madre,
crecieron en rabia y sabiduría,
y se mantuvieron alejadas.
Entones llegó la Guerra de la Rabia
y muchos del pueblo siguieron a los osos del Wyrm
hasta sus lejanos escondites en el norte
y así crecieron la Camada de Fenris, los Fianna
y los Aulladores Blancos.

Algunos del Pueblo decidieron emprender un largo viaje,
siguiendo a los Puros, siguiendo a su corazón,
y cruzaron los páramos helados
y encontraron muchos pueblos en una nueva tierra.
Estos Garou eran los Croatanos, los Wendigo y los Uktena.
Más tarde, las ciudades florecieron en las llanuras
y algunos del Pueblo volvieron la espalda al bosque
y lo abandonaron para vivir tras esos nuevos muros.
Llamamos a esa gente los Moradores de la Ciudad.
Entre todo el pueblo estaban aquellos
que siempre alzaban solos la vista al cielo nocturno,
incluso entre su manada,
y se llamaron los Contempladores de Estrellas
y vivieron en lo alto de las montañas.
Y los lobos que se inclinaron ante Unicornio,
que pusieron fin al Impergium,
que hicieron las paces con los humanos,
fueron los Hijos de Gaia.
Nuestra tribu meridional, los Tasmanos...
¿dónde están?
Aullamos a través del viento,
enviamos espíritus al viento
pero no nos contestaron.

Los gruñidos de Bron Mac Eire fueron perdiendo intensidad a medida que terminaba su relato, hasta que este murió por sí solo dejando una inexplicable sensación de pérdida que emocionó a todos los presentes. Tras unos segundos de silencio, la poderosa garganta de Bron dejó escapar un aullido cargado de tristeza y lamento. El gran lobo y Canción-Oculta se unieron a él inmediatamente. Bobby hizo un esfuerzo para contener las lágrimas que acudían a sus ojos. Por el rabillo del ojo, pudo ver que Lars y Faruq estaban igual de emocionados que él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario