lunes, 21 de enero de 2013

ERGUIDO-CUAL-MONTAÑA (3 - 1)


Vancouver, Columbia Británica (Canadá)
31 de octubre de 1992

Crow caminaba  por uno de los senderos internos de Stanley Park, atento a todo lo que ocurría su alrededor. A pesar de que las guardias en el túmulo solían ser inmensamente aburridas, un Garou nunca podía confiarse del todo y debía buscar cualquier señal que delatase la presencia de enemigos en sus tierras sagradas. Y eso es lo que llevaba haciendo los últimos meses: vigilar Stanley Park. Atrás habían quedado las fiestas de celebración por el rescate de los hermanos Worrell de la Parentela Fianna, las felicitaciones de los Garou más veteranos y las canciones sobre ese secuestro elaboradas por Voz-de-Plata en los consejos del Clan para incrementar el renombre de toda la manada de las Cinco Garras de Gaia.

Parecía que había pasado una eternidad después de su breve momento de gloria y antes de que el Protector del túmulo, un Ahroun de la Camada de Fenris llamado Destroza-Perdiciones, les hubiese asignado la honrosa tarea de unirse a las patrullas que protegían día y noche el túmulo de Stanley Park. Aquel puesto era un honor entre los suyos, Crow lo sabía muy bien, pero pronto descubrió que también era un soberano aburrimiento. Aunque las fuerzas del Wyrm no se atrevían a atacar el parque, las manadas de Guardianes debían recorrer sus caminos, vigilar a las personas sospechas y estar preparadas para entrar en combate en cualquier momento. Crow sabía que tenía que estar agradecido a Gaia porque no acechase ningún peligro en el túmulo, pero en su interior había tenido que reconocerse a sí mismo que echaba de menos la tensión del peligro y los riesgos de un combate incierto. No podía evitarlo. Eran un Ahroun de los pies a la cabeza.

"De todas formas, no soy el único que está intranquilo", solía repetirse para darse ánimos. "Mis hermanos de manada tampoco están llevando muy bien el papel de Guardianes". Ninguno de ellos se lo había dicho con esas mismas palabras, claro, pero Crow los había llegado a conocer lo suficiente como para darse cuenta de ello. Canción-Oculta, que había sido readmitido entre las filas de los Colmillos Plateados, aún estaba dolido por el trato injusto que le habían dado y solía evitar encontrarse con sus compañeros de tribu, por lo que sólo venía a Stanley Park en los Consejos del Clan del Pacto y en los turnos de guardia de su manada. Faruq iba y venía a su antojo, pero le había confesado en una ocasión en la que estuvieron ellos dos solos que se sentía completamente atrapado en Vancouver. "Quiero recorrer todas las sendas de Gaia y descubrir todos sus secretos", le había dicho dicho el Caminante Silencioso en voz baja.

El resto de sus hermanos parecían llevarlo mejor, cada uno a su manera. Desde que habían rescatado a los Worrell, Lars había pasado todo su tiempo libre en la Penumbra de Stanley Park entrando en comunión con los espíritus del túmulo. A pesar de que su relación mutua seguía sin ser demasiado buena, Crow había aprendido a regañadientes a confiar en la intuición y los conocimientos del Theurge. En cuanto a Voz-de-Plata, el Galliard de la manada, mataba el tiempo aprendiendo nuevas historias y canciones de otros Garou de visita al Clan del Pacto, por lo que era el que mejor llevaba su nuevo papel de Guardianes.

Cansado de caminar, Crow se sentó en un viejo banco de madera a un lado del camino asfaltado. Dos patinadoras pasaron a su lado, cogidas de la mano y mirándole con recelo a pesar de que había más personas en el camino. El Ahroun bajó la cabeza impotente ante el efecto inconsciente de su rabia en los seres humanos y trató de ignorar también las miradas suspicaces y temerosas de los otros viandantes.

Después de cuatro días seguidos de lluvias intensas, el tiempo por fin había dado un respiro a la ciudad. Las pocas nubes que había en el cielo no podían ocultar el calor del resplandeciente Helios, aunque las ráfagas de viento procedentes del mar sí les recordaban la época del año en la que se encontraban. Muchos árboles empezaban a perder sus hojas, cubriendo caminos y senderos con un quebradizo manto marrón. A pesar de todo, muchos ciudadanos de la ciudad habían decido aprovechar la oportunidad para visitar Stanley Park y disfrutar allí del soleado día. Crow había aprendido que a mejor tiempo, más trabajo para él y el resto de los Guardianes, por eso no estaba precisamente contento ese día.

A lo lejos un grupo de cuatro niños jugaban saltando sobre un montón hojas caídas, disfrutando de los sonidos quebrados y el ruido que hacían al partirlas, mientras sus padres discutían entre ellos, sin prestar atención a lo que hacían sus hijos. Crow suspiró de aburrimiento. Se levantó despacio, poco dispuesto a reanudar sus tareas, cuando vio a una joven acercarse por el agreste sendero que lo había traído a él hasta este camino asfaltado.

No debía superar los dieciocho años. Tenía la piel clara, una larga melena morena que se ocurría por debajo de un gorro negro de marinero con una estrella roja en su cenit, nariz aguileña y unos profundos ojos oscuros. Era extremadamente baja y delgada, aunque llevaba una voluminosa cazadora verde que casi podía disimular sus proporciones. Debajo de esta se intuía una camiseta negra, lisa y sin dibujos, unos recios pantalones de camuflaje verde y buenas botas de senderismo. Sus labios empezaron a dibujar una pequeña sonrisa al fijarse en él y se acercó caminando en su dirección con cierto aire nervioso.

Crow no sabía muy bien quién era. Conocía al menos de vista a todos los Garou del Clan del Pacto, pero ella parecía un caso aparte. "Quizás venga de otro clan de la Columbia Británica. Seamos amables", se dijo a sí mismo al tiempo que le ofreció a la desconocida su sonrisa más cordial. Ambos se detuvieron cuando estuvieron frente a frente.

-¡Hola!-, le dijo ella con una sonrisa sonrisa nerviosa mientras le ofrecía la mano derecha. -Mi nombre es Samantha. Tú eres Erguido-cual-Montaña, ¿no?

-Sí, encantado-, le respondió estrechándole la mano. -Perdona, pero ¿nos habíamos visto antes?

-No, no-, repuso ella sin perder su sonrisa nerviosa, -pero he oído hablar mucho de ti desde que rescataste a esos pobres niños secuestrados hace un par de meses.

-Bueno, no sé qué te habrán dicho por ahí, pero en realidad mis hermanos y yo tuvimos mucha suerte-, dijo él intentando evitar parecer fanfarrón.

-Comprendo. Niños desparecidos, investigaciones apresuradas, poco tiempo, extrañas criaturas del Wyrm... Con suerte o sin ella, lo que hicisteis tiene mucho mérito. No conozco a muchas personas que hubieran podido lograrlo por sus propios medios con tan poco tiempo disponible.

-Vaya, muchas gracias Samantha-, respondió él mientras su sonrisa se ensanchaba un poco más de lo necesario. -Ahora estaba de guardia, pero ¿puedo ayudarte en algo más?

-En realidad sí. Verás, estoy de paso en Vancouver. Llevo unas semanas recorriendo toda la costa oeste de Norteamérica y he descubierto algo muy sospechoso en un pueblecito llamado St. Claire. ¿Sabes dónde está?

-No, la verdad es que no.

-Al otro lado de la frontera con Estados Unidos, entre Aberdeen y Port Angeles.

-¿En el estado de Washington?

-Sí, eso es. Allí alguien o algo está raptando niños desde hace unas semanas y tiene a las autoridades humanas completamente desconcertadas. Creo que tu manada podría investigarlo. Si esos pobres niños siguen estando vivos, sois su mejor oportunidad para devolverlos con sus familias. Ojalá los rescatéis. Yo tengo que irme, pero toma-, dijo tendiéndole el periódico enrollado. -Aquí tienes más detalles sobre la historia.

-Gracias-, le dijo él mientas cogía el periódico. -Oye... pero no te vayas.

-Lo siento, tengo que irme-, repitió ella mientras se alejaba caminando de espaldas, -pero deberíais daros prisa. Puede que ellos no tengan mucho tiempo. ¡Hasta luego!

La joven se dio la vuelta y caminó con paso rápido mientras Crow la veía desaparecer. "¡Qué tía tan rara!", pensó mientras desenrollaba el periódico para buscar la noticia. "Seattle Post" se leía en letras grandes y negras en la cabecera de su portada.

-.-

"Esta es la soñolienta ciudad de St. Claire, un lugar donde todos los rostros son familiares y nunca ocurre nada malo. Es en esta idílica y pequeña población donde el monstruoso Rapta Pañales ha empezado a realizar sus malignas y macabras fechorías. El primer secuestro tuvo lugar hace unas tres semanas. Desde entonces, han desaparecido un total de siete niños y niñas de edades comprendidas entre los 1 y los 6 años. La desconcertada policía local afirma estar siguiendo en estos momentos algunas pistas importantes, aunque lo cierto es que todos los niños fueron secuestrados de sus hogares sin que exista ninguna puerta o ventana forzada por el misterioso asaltante. Tal es el estupor que despierta este caso, que las autoridades locales se vieron forzadas hace cinco días a solicitar la ayuda del FBI. Actualmente, el agente especial Roberth Danforth dirige las investigaciones, sin que haya habido ningún avance por el momento."

Crow tendió el periódico a Canción-Oculta después de haber leído en voz alta la parte más importante de la noticia a sus hermanos de manada. Al igual que él mismo, ellos también se habían quedado sorprendidos por el extraño comportamiento de Samantha y la gravedad de la noticia que trajo consigo.

-Siete niños y niñas desaparecidos en tres semanas-, repitió Voz-de-Plata indignado. -¡Tenemos que hacer algo!

-¿Por qué nosotros?-, le respondió Faruq. -Ya has escuchado la noticia. El FBI está investigando los secuestros.

-Si hay alguna criatura del Wyrm implicada en estos secuestros, como una sanguijuela o un fomori, nunca cogerán al culpable... ¡y solo Gaia sabe cuántos más desaparecerán sin dejar rastro!-, respondió Crow sorprendido por la reacción del Caminante Silencioso.

-Vamos, hombre, no me digáis que os asusta alguien a quien la prensa llama Rapta Pañales.

-Es cierto, Faruq. Piensa en esos inocentes...

-Lo siento-, respondió él con un tono inusitadamente duro. -No podemos salvar a todos los humanos que estén en peligro. Sois idiotas. Os recuerdo que tenemos nuestras propias obligaciones aquí, en Stanley Park.

-¡Los míos estarán más que encantados de hablar con Destroza-Perdiciones y cubrir nuestros puestos mientras buscamos a esos pequeños!-, repuso el Ahroun intentando contener los gruñidos de rabia que subían por su garganta. No entendía el extraño comportamiento de Faruq, pero si el Caminante Silencioso necesitaba una buena tunda para entrar en razón, estaba más que dispuesta a dársela.

-¡Eh, eh! ¡Calmad los ánimos!-, gritó Canción-Oculta interponiéndose entre ellos con la ayuda de Voz-de-Plata. -¿No ves que os está provocando a propósito?-, le preguntó a Crow. -Y tú, basta de juegos Ragabash por hoy. Tenemos que hablar en serio de este asunto-, le dijo también a Faruq.

Crow no pudo disimular su sorpresa, pero cuando vio la sonrisa culpable de Faruq se dio cuenta de que Canción-Oculta estaba en lo cierto. "¡Mierda! Me ha puesto a prueba y he caído directo en la trampa", pensó al tiempo que trataba calmar los resquicios de su rabia interior. "Parecía tan convincente..."

-Ahora escuchad. No sabemos si el Wyrm tiene realmente algo que ver con esos secuestros. Puede que ir allí sea una completa pérdida de tiempo, al fin y al cabo este periódico tiene fecha de ayer, pero creo que debemos averiguar lo que está pasando ahí abajo y estoy convencido de que tenemos la obligación moral de intentar salvar a esos inocentes. Dicho esto, también creo que debemos estar todos de acuerdo con la decisión. ¿Qué decís?

-Vayamos cuanto antes-, respondió Voz-de-Plata sin dudar.

-Sí, vámonos-, gruñó él todavía molesto.

-Estoy de acuerdo. Vancouver me aburre y nos vendrá bien hacer turismo-, añadió Faruq con un tono de voz calculadamente frívolo y desinteresado.

-¿Y tú qué dices Lars?-, preguntó el alfa de la manada. -Has estado callado todo este tiempo.

-Opino que debemos ir a St. Claire-, respondió Lars pensativo, -y creo que el Gran Uktena quiere hagamos precisamente eso.

-¿Por qué lo dices?-, preguntó Crow muy interesado.

-Los espíritus se comunican conmigo en mis sueños. Muchos veces dejan en mi mente imágenes sin sentido para nosotros, pero hay ocasiones en las que incluso dormido captas la importancia del mensaje. Hace dos noches tuve un extraño sueño en el cual vagaba junto a nuestro tótem por un extraño laberinto de oscuridad en el que sólo se oían llantos de niños humanos.

-¿Y cómo acabó tu sueño?-, preguntó Canción-Oculta.

-No tuvo un final claro. Simplemente me desperté cuando aún vagábamos perdidos por la oscuridad. Hasta ahora no le había encontrado ningún sentido...

Todos permanecieron callados, pensativos. Uktena guardaba secretos constantemente, aunque a veces compartía algunos con sus hijos. No obstante, parecía que siempre se esforzaba por hacerlo de la forma más críptica posible.

-No importa, ya lo averiguaremos cuando llegue el momento adecuado-, afirmó Canción-Oculta con seguridad. -Nos vamos a St. Claire cuanto antes. Crow, has tenido una buena idea. Habla con los Fianna y pídele a Brendan Dooly que nos cubra.

-Muy bien-, asintió él.

-Eso no le gustará a Destroza-Perdiciones-, objetó Faruq.

-No me importa si le gusta o no-, respondió Canción-Oculta. -Nuestros puestos en el túmulo no quedarán vacíos y este asunto parece lo bastante importante para tomar medidas urgentes.

-Mi prima Rossaline podría prestarnos su furgoneta-, dijo Voz-de-Plata.

-Bien, pensado entonces. Habla con ella y mira a ver si te la puede dejar para marcharnos esta misma noche.

-Muy bien.

-Entonces nos vemos en unas horas. Recoged vuestras cosas y despediros de quién queráis, pero nos vamos esta misma noche sin retrasos. ¿De acuerdo?

Todos estuvieron de acuerdo y se marcharon. Crow tenía mucho que hacer. Dar con el líder de los Fianna de Vancouver en tan poco tiempo no iba a ser algo fácil, pero sabía que podría hacerlo. El resto era pan comido. Brendan Dooly les ayudaría sin dudarlo. Estaba seguro de que incluso se enfrentaría personalmente a Destroza-Perdiciones si al Fenris se le ocurría dar demasiados problemas. Por primera vez en muchos días, una energía cargada de euforia volvía a recorrer todo su cuerpo.

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